< Luis de Montalto · Las Provinciales… >
1684 1849
Respuesta del provincial a las dos cartas primeras de su amigo
A 2 de febrero de 1656
Señor mío,
Las dos cartas que V. M. me escribió no han sido solo para mí. Todo el mundo las ve, todos las entienden, y todos las aprueban. No solo las estiman los Teólogos; también gustan a los seglares, y son inteligibles aun para las mujeres.
Esto es lo que me escribe uno de los Señores de la Academia, uno de los más ilustres de aquellos hombres ilustres todos. No había visto más de la primera.
Yo quisiera que la Sorbona, que debe tanto a la memoria del Cardenal difunto, quisiese recibir el parecer y voto de la Academia Francesa, fundada por su Eminencia: yo aseguro que el Autor de la Carta estaría satisfecho, porque, en calidad de académico, de autoridad condenaría, desterraría, y poco falta que no diga que borraría de la memoria con todo mi poder, aquel poder cercano, que causa tanta disensión sin fundamento, y sin saber lo que pide. El mal es, que nuestro poder académico es un poder muy limitado y remoto. Harto me pesa de ello; como también de que mi corto poder no pueda desempeñarme de las obligaciones que debo a V. M., &c.
Y lo que se sigue viene de una cierta persona que no quiero nombrar, que escribe a una Dama que le había remitido la primera de sus cartas de V. M.:
Más de lo que se puede imaginar debo a V. M. por la carta que ha sido servido de enviarme. Está de lo bien y de lo ingenioso que se puede escribir. Hace el autor en ella una narración sin que se conozca que la hace. Explica y deslinda los puntos más intrincados. Hace burla y risa con agudeza. Enseña con sutileza a los que ignoran esta materia, y da nuevos espíritus y nuevo gusto a los doctos. Puede pasar esta Carta por una excelente Apología: y aun por una censura modesta. Finalmente está escrita con tal arte e ingenio, que holgará infinito conocer a su autor.
Bien creo que V. M. quisiera conocer la persona que escribe esto. Pero conténtese V. M. con venerarla sin conocerla; y aseguro que no pudiera V. M. venerarla bastantemente si la conociera.
Prosiga pues V. M. en sus Cartas sobre mi palabra, y venga la Censura, cuando quisiere; estamos dispuestos a recibirla. Ya no nos pondrán miedo esos términos de cercano y gracia suficiente. Mucha luz nos han dado los Jesuitas, los Dominicanos, y M. le Moine: ya no nos pueden engañar; ya sabemos las vueltas y sentidos que dan a esos términos nuevamente inventados. Guarde Dios a V. M., &c.
[ Luis de Montalto, Les Provinciales…, Colonia 1684, páginas 43-47. ]