Filosofía en español 
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Punto cuarto · De la conciencia escrupulosa, y sus remedios

P. ¿Qué es escrúpulo? R. Que es: quaedam levis suspicio peccati ex levibus orta fundamentis. Por esta definición se [49] distingue el escrúpulo de la conciencia recta, porque ésta es un juicio recto: de la errónea, que también es juicio, aunque errado: de la dudosa, porque ésta es una suspensión del entendimiento; y finalmente de la opinión, que nace de fundamentos graves. Y así S. Antonino llamó al escrúpulo: Vacillatio quaedam cum formidine.

P. ¿Cuáles son las causas de los escrúpulos? R. Que pueden ser muchas, y varias; pues de ellas unas son intrínsecas, y otras extrínsecas, y de estas últimas unas naturales, y otras sobrenaturales. Las principales son las siguientes. 1. La debilidad de cabeza, que suelen padecer los hombres aprensivos. 2. La falta de discreción en el juzgar. 3. La melancolía y complexión térrea, que suele reinar en los que son de naturaleza húmeda y fría. 4. El demasiado amor propio con que en cuanto hacen, quisieran proceder con comodidad, y seguridad. 5. La delicadeza de ingenio para hallar razones de dudar, sin tener ciencia para disolverlas. 6. La soberbia oculta con que uno no quiere sujetarse al dictamen y dirección de otros. 7. La pusilanimidad y abatimiento de ánimo, que no le dejan despreciar sus vanos temores. Todas estas son causas intrínsecas y naturales. 8. La sugestión del Demonio, para impedir el bien espiritual del hombre. 9. El trato con escrupulosos, o la lección de algún libro por el que es incauto, o menos entendido. La 10 finalmente, la voluntad de Dios, que permite muchas veces, que las almas sean afligidas con escrúpulos, o para castigo de sus culpas, en especial de su soberbia, o para instrucción del hombre, para que sepa compadecerse, y dirigir a otros afligidos; o para que sacuda su flojedad, o para que se precava de los peligros; o finalmente para su mayor mérito.

P. ¿Con qué remedios se ha de curar una conciencia escrupulosa? R. Que para satisfacer a esta pregunta, debe primero notarse, que el Confesor antes de aplicar las medicinas, es preciso se informe de la condición de la dolencia. Conocerá el médico espiritual, que el penitente padece esta enfermedad, cuando no precisamente en una u otra materia, y esto transeúntemente padece ansiedad, sino cuando lo vea, que muchas [50] veces juzga sin fundamento ser pecado lo que realmente no lo es; y esto ya en una materia, ya en muchas. Y así no debe luego el Confesor graduar a un sujeto de escrupuloso; porque aunque lo halle alguna vez angustiado, acaso su angustia será justa y razonable. También ha de notar el Confesor que hay dos géneros de estos enfermos; porque hay unos que igualmente los atormenta lo pasado, que lo presente y futuro; y otros que solamente se afligen de lo pasado, sin cuidar nada de lo futuro. Estos son muy difíciles de curar. Esto supuesto.

R. Que el primero y principal remedio para los escrupulosos es tener una obediencia pronta, humilde, y ciega a su Confesor, siendo este docto y espiritual. El segundo es la humildad y continua oración. El tercero es el ejercicio de las virtudes, especialmente teologales. El cuarto guárdase con cautela de toda culpa, aun venial. El quinto, si los escrúpulos proceden de melancolía es usar de alguna honesta recreación, o valerse de algún remedio para disipar el humor. El sexto es huir de toda ociosidad. S. Ant. I. p. tit. 3. cap. 10. §. 10.

P. ¿Cómo se portará el Confesor con los escrupulosos? R. Que armándose de caridad y paciencia, se portará con tales enfermos con benignidad y suavidad, sin añadir aflicción a aflicción. No les permitirá le hablen muchas veces de sus escrúpulos, ni dará lugar a que acudan a él con frecuentes y molestas preguntas. Si viere al escrupuloso afligido demasiado de sus ansiedades, le mandará, que no tenga nada por culpa grave, sino lo que manifiesta y ciertamente le parezca que lo es. Y aun podrá llegar alguno a ser tan escrupuloso, que no deba creer haber cometido pecado mortal, ni confesarlo, a no poder jurar que lo cometió. También advertirá el Confesor, que no conviene satisfacer a todos los escrúpulos del penitente, sino despreciar muchos de ellos, y satisfaciendo a pocos, sin detenerse a dar razones, por qué manda esto o aquello, no sea que el escrupuloso al examinarlas, se halle acosado de nuevos escrúpulos. Observará asimismo el no permitir a los escrupulosos muchas confesiones generales, sino que habiendo hecho una que otra a su satisfacción, les mande severamente [51] no renueven más ya la memoria de lo pasado. Podrá a lo más oírles tres o cuatro veces algún pecado de la vida pasada, cerrándoles después absolutamente la puerta para renovar su memoria en orden a confesarlo. Además de estas reglas generales, se proponen otras particulares sobre determinados escrúpulos que pueden verse en los AA. que tratan más de espacio la materia.

P. ¿Es lícito obrar contra la conciencia escrupulosa? R. Que lo es; porque fundándose el escrúpulo en sola una leve sospecha, que carece de fundamento sólido, no quita el asenso determinado de la bondad de la operación. Y aun algunas veces deberá el escrupuloso obrar contra sus escrúpulos; pues no pocas el condescender con ellos suele traer consigo notable daño, no sólo a la salud corporal, sino también a la espiritual, como atestigua la experiencia.

Por último notamos, que el escrúpulo suele a veces convertirse en un juicio erróneo determinado. En este caso, si fuere éste invencible, podrá obrar con él lícitamente, y aun deberá hacerlo, como ya dijimos de la conciencia errónea invencible. Si fuere vencible, será ilícito obrar con él antes de deponerlo. Véase el Compend. Latin. sobre esta materia, pues lo dicho debe bastar para esta Suma.

[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 1, páginas 48-51 ]