Revista de las Españas Madrid, enero-febrero de 1931 |
año VI, número 53-54 páginas 98-99 |
Información cultural española e hispanoamericanaLa pureza del español en el «cine» sonoroEn San Francisco, California, por 16 cónsules iberoamericanos, acreditados en aquella ciudad, han suscrito un acta que se relaciona con el empleo del idioma, en toda su pureza, en el cinematógrafo sonoro de lengua española. Firman el acta en cuestión los cónsules de la Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, y el texto del interesante documento –que viene a consagrar, el acuerdo ya tomado prácticamente y hace tiempo por las Empresas norteamericanas más importantes– dice así: «En San Francisco de California, a 6 de diciembre de 1930, los suscritos, convocados por D. Sebastián de Romero, [99] cónsul de España en esta ciudad, y reunidos en su domicilio con el fin de tratar de ciertos puntos relacionados con el idioma español, que debe usarse en el «cine» parlante y que han suscitado largas controversias entre españoles e hispanoamericanos, después de una amistosa discusión, hemos llegado a las siguientes conclusiones, previa lectura de una moción presentada a nuestra consideración por el citado Sr. Romero. 1. El idioma español presenta una unidad completa en todas las naciones que lo hablan, salvo las pequeñas diferencias dialécticas que son peculiares a las distintas regiones de las mismas. El idioma español que hablan las gentes cultas de la América hispana es tan gramaticalmente correcto y castizo como el que hablan en España esa misma clase de personas. 2. Consignamos como una bella aspiración la de que todos los países que hablan nuestro idioma acomodasen su pronunciación a la normal española. Siendo el «cine» parlante uno de los mejores medios para obtener esta uniformidad del lenguaje hablado, sería de desear que los actores que en las cintas sonoras tomen parte, acomodasen su pronunciación a la más pura y castiza. 3. Existen en los países hispanoamericanos, como existen en las diversas provincias de España, acentos y modalidades peculiares a cada región, que no pueden admitirse en las cintas habladas, a menos que se trate de caracterizar personajes de esos mismos países o regiones. 4. Hemos leído algunos artículos de Prensa que se han publicado recientemente sobre este asunto en la ciudad de Los Ángeles, en los cuales se ha injuriado a España injustamente, con manifiesto olvido de nuestro amor hacia ella, de nuestra elevada cultura y de la fuerza viva que el idioma español representa como vínculo de unión entre dicha nación y nuestros países. Aprovechamos esta oportunidad para expresar en estas conclusiones la impresión desagradable y penosa que han dejado en nuestros ánimos los aludidos apasionados escritos, y manifestamos la gran admiración, cariño y respeto que nos inspira nuestra gloriosa Madre a cuya raza nos enorgullecemos de pertenecer. Antes de poner nuestras firmas a las anteriores conclusiones, rogamos atentamente al Sr. Romero se sirva hacer llegar nuestro más respetuoso saludo a Su Majestad el Rey de España, al jefe del Gobierno español y al señor embajador de Su Majestad Católica en Washington. El Sol, de Madrid, al dar noticia del acta que nosotros transcribimos íntegra, dice: «Es muy plausible el acuerdo que comentamos, y se impone la necesidad de que nuestros representantes diplomáticos extiendan la acción iniciada para lograr que las películas habladas en español estén controladas eficazmente por personas de reconocida solvencia intelectual. No creemos difícil conseguir que se prohiban «films» parlantes que carezcan de estas condiciones elementales, y, en todo caso, las Empresas hispanoamericanas deben rechazarlos hasta conseguir una modificación total en este aspecto de la producción cinematográfica.»
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