Revista de las Españas
Madrid, marzo-abril de 1927
2ª época, número 7-8
páginas 175-177

Rafael Altamira

España,
los Estados Unidos y América

El día 8 del pasado mes de Febrero se celebró en el American-Club, de Madrid, el almuerzo mensual, al que fue invitado el catedrático de la Universidad Central D. Rafael Altamira. Al final del almuerzo, el Sr. Altamira leyó un discurso en inglés, cuya traducción española es la que a continuación insertamos, por el interés que tiene y los datos que aporta:

Señores:

Me parece que puede ser un tema interesante para los que me escuchan en la presente ocasión, el de los estudios referentes a los Estados Unidos que se cultivan en España. Es probable que ustedes (y desde luego la mayoría de la opinión norteamericana) crean que entre nosotros no se concede ninguna atención sistemática a vuestro país y que sólo sabemos de él (salvo contadas excepciones) lo que se aprende por los periódicos o las películas.

La verdad es todo lo contrario. Nuestra enseñanza superior oficial concede importancia a ese estudio y le ha dado entrada en su «curriculum» desde hace años. Sólo en Madrid existen dos cátedras de cuyo programa forma parte la materia concerniente a los Estados Unidos. Es una la de «Historia de las instituciones políticas y civiles de América», creada en 1914 en el doctorado de la Facultad de Derecho y común al de la Facultad de Filosofía y Letras (Sección de Historia). Es la otra la de «Historia política contemporánea de América» en el Instituto de las Carreras Diplomática y Consular, creado por el ministerio de Estado (Relaciones Exteriores) y confiado a la gestión de la Academia de jurisprudencia. Todavía existe una tercera cátedra, también en Madrid y en la Facultad de Filosofía y Letras, dedicada a la «Historia de América» en general, y dentro de cuyo programa cabe tanto la materia perteneciente a los tiempos precolombinos y coloniales como la posterior a 1783.

De las dos cátedras primeramente indicadas puedo dar a ustedes algunos pormenores por la razón especial de ser yo el profesor de ambas.

En el programa de la de «Historia de las instituciones políticas y civiles de América» existe un [176] grupo de 16 lecciones (sobre un total de 40) dedicadas a los Estados Unidos. En ellas se estudia la formación de vuestra nación, su historia política y constitucional, su crecimiento territorial, las instituciones de colonización interior, la cuestión de la esclavitud negra, la crisis constitucional y nacional de 1861, la política internacional y las instituciones actuales más importantes. En la «Guía bibliográfica» que he publicado y acompaña al programa, se incluye una nutrida sección referente a los Estados Unidos. Está compuesta de obras de conjunto y especiales, tanto en idioma inglés como en el español.

Ese programa no se explica íntegro todos los años. Según corresponde a la índole de las cátedras del Doctorado, se hacen en ésta cursos monográficos cuyo tema es, unas veces, un grupo de lecciones del programa; otras, un tema muy concreto referido a un solo país o a una institución examinada comparativamente en las leyes y costumbres de todos los Estados americanos, incluyendo Canadá y Puerto Rico.

Así, en el período de otoño del curso de 1918 a 1919, expliqué especialmente las instituciones de los Estados Unidos en 18 lecciones que comprendieron las siguientes materias: Una Introducción sobre la literatura europea referente a vuestra patria, a partir de un libro español muy curioso publicado en Madrid en 1778 por un asturiano llamado Francisco Álvarez, hasta el de Jacolliot (Viaje al país dela libertad) traducido al castellano en 1878. Aparte los antecedentes anteriores a Álvarez (Aranda, Pitt y otros) examiné las conocidas obras de Chateaubriand, Thierry, Tocqueville, Guizot, Nazareno, Sarmiento, Fontanés, Conseil, Dickens y Laboulaye, así como una, injustamente olvidada, del español La Sagra (Cinco meses en los Estados Unidos dela América del Norte, París 1836) que, a mi juicio, es tan importante como la de Tocqueville. Estudié después la Constitución de 1787 y sus adiciones; los diferentes organismos del Estado federal (ejecutivos, parlamentarios y judiciales) y la política internacional de los gobiernos norteamericanos.

En el curso de 1922-1923 volví a tratar monográficamente de los Estados Unidos, sobre la base de las lecciones del programa a ellos dedicadas; y en los de 1925-1926 y 1926-1927, con motivo del tema desarrollado (Derecho constitucional americano vigente) he tratado por tercera vez de vuestro país, pero no ya separadamente de los otros, sino comparativamente con ellos desde el punto de vista de la doctrina constitucional.

A la vez que yo, como profesor, daba esas lecciones, no pocos de mis alumnos escogían temas referentes a los Estados Unidos para las tesis que tienen obligación de desarrollar en mi cátedra y que, a menudo, se convierten en tesis doctorales; a veces, también, en libros importantes. Los puntos que más les han interesado han sido: la Constitución de 1787, la doctrina de Monroe, la política internacional y las leyes de inmigración. En mi reciente conferencia de la Unión Iberoamericana («Trece años de labor docente americanista») podrá ver, quien lo desee, la mención de algunas de esas tesis de mis alumnos.

En la otra cátedra que ya cité («Historia política contemporánea de América») dedico a los Estados Unidos 14 lecciones del programa, que explico todos los años íntegramente. Por último, y sin salir de la esfera universitaria, diré que la Universidad de Valladolid ha creado recientemente una «Sección de estudios americanistas», donde varios profesores explican, de vez en cuando, lecciones referentes a los Estados Unidos, verbi gratia, las dedicadas por D. Camilo Barcia a «La política exterior norteamericana de la post-guerra».

La conclusión a que espero habréis llegado al oír estas noticias es que, merced a esas enseñanzas, cabe esperar que de día en día la clase intelectual española que se forma en las Universidades irá adquiriendo una idea más completa y más clara de lo que son en el orden político y social los Estados Unidos y de las direcciones principales en que se ha ido desarrollando su historia. Eso servirá también para darse mejor cuenta del valor y significación de los problemas actuales, y sobre todo de los que se refieren a las relaciones entre los Estados Unidos y España con referencia a América.

Mi amigo, Sr. Cunningham, aquí presente, me manifestó el otro día su deseo de que yo os dijese [177] algo acerca de mi criterio sobre esas relaciones. Me pareció que lo que más le preocupaba –y ello se explica bien dado su cargo actual– es lo referente a la competencia económica entre ambos países en las naciones de América. Aunque yo carezco de autoridad técnica sobre ese punto, creo, en tesis general, que esa competencia no es la que más puede inquietar a nuestros productores y hombres de negocios, hoy por hoy. Me fundo para ello en el hecho de que nuestro capital no tiene todavía suficiente fuerza expansiva para buscar negocios en América como lo puede hacer el norteamericano; cuando los busca, como en recientes casos bien conocidos, los encuentra sin tropezar, en la esfera de su natural acción, con la norteamericana.

En cuanto a nuestros productos de exportación, no coinciden, por lo general, con los de los Estados Unidos y hasta los tenemos –como todo el mundo sabe– con mercado favorable ya existente o posible en el mismo territorio norteamericano. Por lo que se refiere al libro impreso en castellano, yo no le temo a las empresas editoriales de Norteamérica. Nuestras ediciones serán siempre mejores que las de esos mismos libros editados en el extranjero. En cuanto a la venta, ya es cuestión de organización y de habilidad en nuestros editores y libreros. Si se dejan arrebatar el mercado del libro español, será más por su culpa que por la fuerza efectiva de sus competidores.

Además, yo creo que las cuestiones comerciales son, la mayoría de las veces, susceptibles de arreglo convencional. Siempre hay compensaciones posibles y combinaciones –aun en los casos de más estrecha concurrencia– que pueden permitir la aplicación de aquella sentencia que le oí a un camarero de un transatlántico inglés: «Señor, hay que vivir y dejar vivir». Lo que hace falta, en esto como en todo, es lealtad entre los que pactan y un poco de brida al egoísmo que no quiere «dejar vivir» a los otros.

De otra especie de relaciones no quiero hablar ahora. Sería, por otra parte, inútil, me parece, o por lo menos ocioso. Todos los que me escuchan saben bien cuál es el pensamiento español a ese respecto. En momento muy solemne, durante la pasada guerra, lo expresé yo a quien mejor podría haberlo aprovechado entonces en los Estados Unidos. Pero, además, acabo de repetirlo con toda franqueza y precisión en estos días por dos veces: una, frente a un público alemán; otra, frente al público italiano.{1} En ambos casos he reivindicado para España, en América, un campo especial y exclusivo, que es el que tenemos en común con los pueblos de nuestra civilización y nuestro idioma, con referencia a los intereses especiales de ese idioma y esa civilización. En ese campo no queremos ingerencias ni colaboraciones, que seguramente nos perturbarían. Es ese para los americanistas españoles un dogma tan intangible como el de la absoluta independencia, interior e internacional, de todas las Repúblicas americanas.

Sobre la base del respeto a ambos dogmas, estamos dispuestos a entendernos cordialmente con todo el mundo y deseamos que así sea. Es de esperar que en estas cosas se impongan de una vez la cordura y el espíritu de conciliación que con tanto empeño predica uno de vuestros grandes hombres actuales: el presidente de Columbia University, doctor Murray Butler.

{1} Se refiere el texto a la conferencia titulada «Cómo concibo yo la finalidad del Hispanoamericanismo», dada por el autor el día 20 de Diciembre de 1926 en el Centro de Intercambio intelectual germano español, y el artículo sobre «Las relaciones culturales y económicas entre Italia y España en la referente a los países de América», publicado en la revista de Roma, Colombo. (Año II, fasc. I. Enero de 1927.)

 

<<< >>>

www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2004 www.filosofia.org
Revista de las Españas 1920-1929
Hemeroteca