Revista Cubana de Filosofía La Habana, julio-diciembre de 1951 |
Vol. II, número 9 páginas 5-14 |
Humberto Piñera LleraVida y obra de Francisco RomeroFrancisco Romero nació en Sevilla en 1891. A muy temprana edad se trasladó con su familia a la Argentina, país en el cual ha vivido permanentemente. En las postrimerías del bachillerato, el notable químico don Carlos Stura (que aun vive), recién incorporado entonces como profesor al Colegio Militar, le persuadió a seguir la carrera de las armas. Esta nueva vida no fue impedimento en él para continuar satisfaciendo su infatigable afán de saber. Tras dos años de estudios en el referido Colegio Militar (de 1910 a 1912), al cabo de los cuales obtuvo el grado de Subteniente de Ingenieros, dedicó otros cinco (de 1912 a 1917) a estudios superiores técnicos. A partir de entonces, cada vez con mayor intensidad, se dedicó al estudio de la filosofía y en 1928 fue designado Profesor Suplente en la Universidad de Buenos Aires y al año siguiente en la de La Plata. Dos años más tarde, al sustituir como Profesor Titular en la Universidad de Buenos Aires a su maestro y amigo Alejandro Korn, Romero se retiró del ejército. Luego, en 1932, fue designado Profesor Titular en el Instituto del Profesorado en Buenos Aires y en 1936 en la Universidad de La Plata. Cargos que desempeñó con la brillantez y el decoro que le han dado fama continental hasta el año de 1946 en que renunció, a causa de muy fundadas discrepancias, con el actual régimen de gobierno. Uno de los sucesos más destacados de la vida de Francisco Romero es sin duda su amistad con Alejandro Korn. Como se sabe, Korn representa en la Argentina el inicio de la superación del positivismo en su fase postrera, que es también la de su máximo descrédito. Romero conoció a Korn allá por el 1920 y rápidamente pudo apreciar su gran sabiduría y, sobre todo, la «razón histórica» que justificaba su obra renovadora de la filosofía en la Argentina. Pues no obstante haber frecuentado otros caminos de la cultura, Romero atestigua con el caudal de su obra mayor su innegable condición de filósofo, llamado por esto mismo a ser el continuador de su maestro y amigo. Por su parte, Korn había leído las más tempranas contribuciones filosóficas de su discípulo y advertido su excepcional capacidad para proseguir la empresa de la cual había sido iniciador. Persuasivamente en un comienzo y luego con esa imposición que es propia y debida en el verdadero maestro, Korn logró decidir a Romero a dedicarse definitivamente a la filosofía, o más estrictamente en este caso, a la docencia oficial, puesto que de un modo o de otro Romero estaba llamado a ser a la vez profesor y maestro de filosofía, tal como lo atestigua en el presente la obra que lo respalda. La amistad con Alejandro Korn continuaría, entretanto, cada vez con mayor firmeza e identificación, hasta la muerte de aquél ocurrida en 1936. [6] Y a instancias del propio Korn, acabó Romero aceptando ser su sustituto en la docencia universitaria. La calidad y los resultados de la obra de Romero se pueden apreciar a través de un grupo de jóvenes pensadores que en la actualidad han alcanzado notorio destaque en América, como sucede con Risieri Frondizi, Aníbal Sánchez Reulet, Eugenio Pucciarelli, Juan Adolfo Vázquez y algunos otros cuya nómina es imposible consignar ahora completamente. La actividad docente La actividad docente de Romero cubre diversos aspectos. En primer lugar, es preciso destacar su labor introductoria de las grandes figuras de la filosofía europea contemporánea como Dilthey, Bergson, Husserl, Scheler, Hartmann y Heidegger. Vemos así que la lección con que inaugura la suplencia de la cátedra de Gnoseología y Metafísica en la Universidad de Buenos Aires, en 1928, está dedicada a Husserl. Y en este mismo curso expuso a Dilthey, Rickert, Spranger, Becher, etc. Ya por entonces sostenía frecuentes correspondencia con el «círculo de Dilthey», a través de Geörg Misch (su yerno y albacea filosófico), así como con Müller-Frienfels, Spranger, Krueger, Liebert (fundador de la famosa Sociedad Kantiana) y otros. De acuerdo con Krueger, y con su concurso, preparó un tomo de escritos de este notable psicólogo alemán, que apareció en 1939. En cuanto a la difusión del pensamiento diltheyano llevado a cabo por Romero, basta reproducir aquí el juicio de don José Ortega y Gasset: «Al corregir estas pruebas veo el anuncio de un ciclo de tres lecciones que sobre Dilthey habrá dado a estas horas don Francisco Romero en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires.{1} Tal curso habrá sido la primera contribución hispánica –el autor nació en España– al estudio de Dilthey, y es seguro que, además, será muy estimable trabajo, dadas la serenidad y cuidadosa información de este excelente profesor.» En segundo lugar, hay que hacer referencia a la actividad docente de Romero en el benemérito Colegio Libre de Estudios Superiores. Los que amamos de veras la cultura, aquí como en todas partes, soñamos con que algún día se pueda realizar entre nosotros una empresa similar a la de esa noble institución bonaerense, en la cual se puede hacer «auténtica cultura» –valga la paradoja en estos tiempos de tantas y tan lamentables confusiones–, o sea más allá de toda mezquina consideración personal, de todo recortamiento impuesto por una finalidad que se resuelve en el trámite oficial y oficioso de la expedición de títulos. En el Colegio Libre de Estudios Superiores ha desenvuelto Romero una considerable labor, lo mismo por su cantidad que por su calidad. Casi desde su fundación en 1931 y hasta nuestros días Romero ha dictado unas veces conferencias y otras cursos que en cada caso representan un notable aporte a la difusión y al esclarecimiento de las ideas filosóficas en suelo americano. [7] En 1940 el Colegio Libre de Estudios Superiores acordó el establecimiento de la Cátedra «Alejandro Korn», como merecido homenaje de permanente recuerdo al gran maestro desaparecido. Los propósitos de la cátedra son primordialmente: a) constituir un Centro de información e investigación filosófica, b) Crear una biblioteca de filosofía destinada principalmente a la bibliografía americana, c) Ofrecer cursos de iniciación filosófica, de bibliografía y de profundización en la filosofía. Y en esta cátedra ha ocupado un lugar prominente el propio Romero. En tercer lugar, la actividad docente de Romero comprende también las innumerables conferencias y cursos ofrecidos en diferentes instituciones culturales de Buenos Aires y otros lugares de Argentina. Más adelante podrá encontrar el lector la nómina casi exhaustiva de los cursos y conferencias ofrecidos por Romero. El escritor Vamos a referirnos ahora a otro de los aspectos fundamentales de la personalidad de Romero, es decir, a su condición de escritor. Basta, al efecto, la simple lectura de una de sus obras, hasta la de un sencillo artículo, para de inmediato comprobar que en él concurren, como sucede con todo verdadero escritor, las excelencias y capacidades que se revelan en el fondo y en la forma. O sea que Romero no solamente escribe con elegante sencillez (esa difícil facilidad que viene a ser la prueba ácida del escritor), sino que, además, el contenido de esa expresión es profundo sin resultar ininteligible ni sobrecargado, pues Romero tiene el don de entender las más abstrusas cuestiones filosóficas y hacerlas inteligibles a los demás. Condición ésta tanto más de apreciar cuanto que, en su fondo último, consiste en la síntesis del pensador y el escritor, lo cual, como se sabe, es rara avis. Como todo gran escritor, Romero ha sido en todo momento un infatigable y aprovechado lector, cuestión de suma importancia, pues, en mi concepto, la condición de lector implica la conjunción de dos potencias, de las cuales una es la que posibilita leer mucho, abarcando un imponente material informativo; en tanto que la otra, que es refuerzo y condición de la anterior, al tiempo que opera catárticamente, es la que permite la síntesis de lo leído, para decantarlo y finalmente configurar en claras y precisas formas de expresión, que, sin embargo, nada pierde de su esencial contenido. Ya desde 1908 (o sea a los 17 años) comenzaba Romero sus primeros apuntes sobre lecturas, aunque sin intención de publicarlos y más bien como el modo de ponerse en claro consigo mismo. Apuntes sobre historia de la literatura, filosofía y filología. Luego, a partir de 1916, da comienzo su actividad de escritor normal, con artículos aparecidos en El Hogar y Mundo Argentino, unas veces prosa, otras poesía. Sin embargo, ya unos años antes había publicado algunas notas filosóficas, y en 1930 tuvo que elegir entre sus varias predilecciones, de manera especial entre la filológica y la filosófica. [8] Durante sus años de estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras fue alumno de la Sección de Letras y jamás de la de Filosofía, disciplina en la cual es completamente autodidacto. Y en cierta época de su vida estuvo apasionado por la filología, al extremo de haber bosquejado una «Gramática comparada de La Celestina». Mas, como se ha dicho ya, en 1920 era cosa resuelta su dedicación a la vida filosófica, y en relación con esto creó en la revista Nosotros una sección de información filosófica, en la cual comentaba autores y doctrinas tan desconocidos en América como Dilthey y la filosofía de la vida y el historicismo, Husserl y la fenomenología, Bergson y el intuicionismo, etc. Algunas de estas notas merecieron elogiosos comentarios por parte de señaladas personalidades del mundo filosófico europeo, como sucedió en el caso de la nota dedicada a comentar una obra del pensador alemán Müller-Freienfels, quien hizo saber a Romero que tendría en cuenta sus observaciones al hacer la segunda edición del citado libro. Además de sus colaboraciones en Nosotros, Romero ha colaborado en Valoraciones (que inspiraba Korn), Sagitario, La Vida Literaria, Síntesis, Sur, La Nación y en diversas revistas universitarias. Sin dejar de contar, por supuesto, sus colaboraciones en revistas extranjeras como Philosophy and Phenomenological Research, La Nueva Democracia y The Personalist (de Estados Unidos), Cuadernos Americanos y Filosofía y Letras (de México), Revista Cubana de Filosofía y Revista Cubana (de Cuba), Revista de Filosofía (de Chile), Universidad de Antioquia e Ideas (de Colombia), etc.. Otro aspecto importante de Romero como escritor son sus libros. Lejos de haber, como a veces él mismo lo ha temido, una dispersión de su obra, ésta aparece perfectamente correlacionada en virtud de ciertos puntos de vista que constituyen los fundamentos filosóficos de su autor. Lo que sucede –y es quizá lo que pueda lucir como dispersión– es que Romero ha llevado a cabo en sus libros una labor divulgadora y crítica que es la primordial característica de su personalidad filosófica, por lo cual ha debido actuar a la vez de dos modos, que sin embargo se complementan, a saber: de una parte en la difusión de la filosofía contemporánea; y de otra, complementando lo anterior, ha ido elaborando sus puntos de vista dentro de esa exposición informativa y crítica. Y, en general, se puede decir que su producción filosófica gira en torno a dos cuestiones centrales: el hombre y la cultura, como los inevitables objetos que sirven de fundamento a una meditación de los problemas del conocimiento, la libertad, la conducta ética del hombre, la significación de la persona, etc.. No es posible cerrar este aspecto del escritor Romero sin mencionar algunas de las empresas culturales en que ha sido principal animador, tales como la Biblioteca Filosófica de la Editorial Losada y la Dirección de la revista Realidad. En 1938, al fundarse en Buenos Aires la Editorial Losada, S. A., Romero fue invitado por la gerencia para asumir la Dirección de la Biblioteca Filosófica. Los que están al tanto del movimiento bibliográfico de la filosofía en América, saben bien que esta Biblioteca constituye el aporte más selecto y persistente a la filosofía en la forma de traducciones y ediciones de originales en lengua española. [9] La lista de obras publicadas alcanza ya la cifra de sesenta y es de esperar que continúe, pese a ciertas vicisitudes por las que atraviesa el mercado editorial en todas sus manifestaciones. En cuanto al aspecto de la revista Realidad, no sería exagerado decir que, desaparecida la famosa Revista de Occidente, dirigida como es sabido por don José Ortega y Gasset, la revista Realidad, fundada y dirigida por Francisco Romero con el apoyo económico e intelectual de valiosos hombres de letras hispanoamericanos y españoles, vino a ser la heredera indiscutible de la Revista de Occidente, si se atiende a la selecta calidad de sus colaboraciones y al alto espíritu de honestidad intelectual que la presidía. Tal es, en apretada síntesis, la vida y la obra de un hombre tan eminente como Francisco Romero. Vinculado por un ininterrumpido intercambio filosófico con la Revista Cubana de Filosofía y la Sociedad Cubana de Filosofía, estas dos organizaciones han querido rendirle merecido tributo de admiración en las páginas de la publicación que él ha honrado con su propio pensamiento y a la que ha prestado todo el apoyo moral e intelectual que siempre ha sabido poner al servicio de toda empresa de índole filosófica en América. Ojalá que estas páginas hayan podido recoger con la mayor fidelidad posible la profunda y decisiva significación de la vida y la obra de quien es, en la actualidad y por derecho propio, la primera figura de la filosofía en Hispanoamérica. Curriculum vitae 1891 Fecha de su nacimiento. Cursos y conferencias {2} 1931 Introducción al problema del conocimiento científico (8 conf.). Libros 1938 Lógica y Nociones de Teoría del Conocimiento (13 edic. hasta 1951). Artículos «Cursos y Conferencias» El problema de los valores (I. 10). «Realidad» El antes y el ahora (1. 1). Reflexiones sobre la libertad política (La Nueva Democracia (XXVIII. 2). «Revista Cubana» El tiempo y la cultura (XXIII). Dos tesis recientes sobre el hombre (Revista de Filosofía, Chile, I. 3). Artículos y notas sobre Romero y su obra 1940 Cayetano Betancur: Tres estudios de Romero («Revista de la Universidad Católica Bolivariana», Medellín, Colombia). 1941 Domingo Casanovas: Francisco Romero, un apóstol de la filosofía («Boletín de la Biblioteca Nacional», El Salvador, C. A.). 1942 Luis E. Nieto Arteta: La filosofía de Francisco Romero («Revista de la Universidad de Antioquia», Medellín, Colombia, oct.-nov.). Dagobert D. Runes: Francisco Romero (artículo en The Dictionary of Philosophy). 1943 Edgar S. Brightman: Structure and Transcendence in the Thought of Francisco Romero («Philosophy and Phenomenological Research», IV, 2). 1944 José Ferrater Mora: Francisco Romero (artículo en el Diccionario de Filosofía, Editorial Atlante, México, pp. 603-604). 1945 José Gaos: Antología del pensamiento de lengua española (México). Sin firma: Francisco Romero visto por Recaséns (en «El Atlántico», miércoles 14 de marzo). 1946 Norberto Rodríguez Bustamante: Francisco Romero y «Papeles para una filosofía» («Cuadernos Americanos», México, V. 3). 1947 Adolfo Menéndez Samará: Francisco Romero, filósofo hispanoamericano («Letras de México»). 1948. E. Ferreira da Silva: A filosofía de Francisco Romero («Ensaios Filosoficos», Sao Paulo). 1948 Idem: El hombre y la cultura (comentario a dos conferencias de Romero con este título dictadas en el Ateneo de Córdoba. En «Tiempo Vivo», Córdoba, jul.-dic.). 1949 A. Sánchez Reulet: La filosofía latinoamericana contemporánea (Publicaciones de la Unión Panamericana, Washington, pp. 321- 323). 1950 Humberto Piñera Llera: Ideas y Figuras (Nota en «Revista Cubana de Filosofía», La Habana, I. 6). [14] 1951 José Ferrater Mora: Francisco Romero (artículo en el Diccionario de Filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, p. 818). Otras actividades Director de la Revista Realidad, editada en Buenos Aires desde 1947 hasta 1949. Miembro del Comité de Redacción de las siguientes publicaciones: Erasmus, Philosophy and Phenomenological Research, The Personalist y Sur. Y director de la Biblioteca Filosófica de la Editorial «Losada» de Buenos Aires. Invitaciones recibidas Universidades de Colombia, Columbia, Chicago, Chile, La Habana, La Paz, Lima, México, New School of Social Research, Puerto Rico, Río de Janeiro, Uruguay y Yale. Distinciones académicas En la Argentina: Vicepresidente de la Academia de Ciencias de Buenos Aires, Miembro Titular de la Directiva del Colegio Libre de Estudios Superiores, del Instituto Argentino de Filosofía Jurídica y Social y Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Gerontología. En el extranjero: Miembro honorario de la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba y de American Academy of Arts and Sciences de Estados Unidos; miembro del Consejo Directivo de la Federación Internacional de Sociedades de Filosofía y de la International Phenomenological Society. Socio de Honor de la Sociedad Boliviana de Filosofía, Sociedad Chilena de Filosofía, Sociedad Cubana de Filosofía, Sociedad Peruana de Filosofía y Universidad de Chile. —— {1} Fue en el Colegio Libre de Estudios Superiores. La nota de Ortega en: Revista de Occidente. Madrid, enero de 1934. {2} Cuando no se especifica el lugar, se trata entonces del Colegio Libre de Estudios Superiores. |
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