Anoche hubo función en el Liceo, y por esta causa no explicó el señor Cubí. En vez de su lección insertamos algunos de los muchos testimonios que, obran en poder de este distinguido frenólogo, los cuales prueban que, por donde se ha presentado, el éxito más cumplido ha coronado sus esfuerzos.
Nuestros lectores se complacerán en ver que apreciamos, como se merece, el verdadero mérito de un español.
Examen Frenológico de presos en la cárcel pública de Figueras,
hecho por don Mariano Cubí y Soler
Preso núm. 1. Pendenciero; preso probablemente por ataque; no es ladrón; corregible; genio triste.
Núm. 2. Preso probablemente por estafa; terco y corazón decidido para la maldad. Corregible.
Núm. 3. Cabeza desgraciada: es cruel: preso acaso por algún acto de ataque: puede robar. Dudo que se corrija.
Núm. 4. Hombre que puede ser horriblemente malo y perfectamente bueno, según sea su educación. Sin ella capaz de cometer cualquier crimen.
Núm. 5. Cabeza que con educación puede ser buena. Está preso por ladrón.
Núm. 6. Mala en toda la extensión de la palabra, incorregible, puede ser ladrona o asesina. Sólo teme el castigo.
Núm. 7. Cabeza susceptible de educación. Debe ser estafa.
Núm. 8. Este puede acometer (y creo que habrá acometido.) Es cruel: puede robar, puede ser fácilmente corregido.
Certifico: Que el pronóstico, que el señor don Mariano Cubí y Soler ha hecho en mi presencia de los ocho presos que le han sido puestos a su inspección esta mañana, es enteramente exacto en su esencia respecto a los respectivos crímenes de que se hallan acusados, y a la índole que particularmente les tengo conocida durante el tiempo de su prisión.
Figueras 9 de julio de 1844. – Manuel Pagés, juez de primera instancia.
El examen que antecede ha pasado en presencia de los abajo firmados. – José Díaz, comandante militar. – José Luis Draper, alcalde constitucional. – Julián González de Soto, presbítero y director del Colegio de Humanidades. – Manuel Díaz, escribano de número. – Juan Marcea. – Javier María Moner, abogado. – Narciso Gay. – Ignacio Sans y Roca, abogado.
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Testimonio de la clase de señoritas
que el señor Cubí tuvo en Villanueva y Jeltrú
Villanueva y Jeltrú a 1.º de febrero de 1844.
Sr. don Mariano Cubí y Soler.
Muy señor nuestro: desde que oímos los dos discursos públicos sobre frenología, que en las noches del viernes y sábado 19 y 20 del mes que acaba de expirar, pronunció Vd. en el teatro de esta villa ante un numeroso y lucidísimo concurso, quedamos profundamente convencidas de que, sin el conocimiento de aquella ciencia, la mujer irá siempre a ciegas en el desempeño de la alta misión de esposa y madre a que la tiene desde el nacer destinada la naturaleza. Pero después que las lecciones teórico-prácticas de Vd. nos han dado un conocimiento bastante completo de la frenología, hemos palpado que aquellas convicciones están fundadas sobre principios verdaderos, fijos e inmutables.
Si nuestro ejemplo es extensamente imitado en las demás villas y ciudades de España, pocas generaciones bastarán para hacernos una nación de gente fuerte y robusta, moral y religiosa, inteligente y próspera. Si así fuere, ¡qué satisfacción no deberá caberle en ver que Vd. es el principal instrumento de que Dios se ha valido para producir tanto bien a su amada patria!
Somos de Vd. favorecidas y agradecidas servidoras Q. S. M. B. – Nicela Rafecas y Pasarell. – Angélica Pasarell y Milá de la Roca. – Dolores Domingo Juliachs. – Gertrudis Pascual y Serra. – Gertrudis Sans y Ferrer. – Rosalía Hoig y Puig – Juana Almirall.
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Carta del señor don Pedro Vieta,
cirujano mayor jubilado del ejército; inspector de cirugía militar, catedrático de física aplicada a las artes de la junta de comercio de Barcelona; actual vice-presidente de la nacional academia de medicina y cirugía de Barcelona; socio de varias corporaciones literarias del reino y extranjeras; condecorado con varias cruces de distinción &c.
Barcelona 29 de abril de 1843.
Sr. D. Mariano Cubí y Soler.
Muy señor mío, de mi mayor aprecio: me pregunta Vd. en su carta del 25 de los corrientes, qué opinión he formado acerca de la frenología, y las lecciones públicas populares que Vd. acaba de dar. Aunque mi parecer es, a la verdad, de poco momento para un asunto de esta naturaleza, no obstante debo decirle, que mi opinión se halla consignada en un artículo que puse en el diario de Brusi del domingo 23 del corriente, bajo el título frenología, y con las letras M. M. por firma.
En él digo que la frenología se halla ya en un estado de cuyos conocimientos no pueden carecer el fisiólogo, la medicina práctica, la legislación, la moral &c., y juzgo que poco a poco se irá introduciendo en la sociedad con ventajas de la civilización.
En cuanto el modo con que Vd. ha dado las lecciones, puedo decirle que he sacado de ellas la razón de varios hechos que antes no sabía cómo explicar: que su método ha sido claro, inteligible, muy ordenado y expuesto con buena lógica.
Reciba Vd. el afecto de mi mayor consideración.
Disponga Vd. de este S. S. S. Q. B. S. M. = Pedro Vieta.