Filosofía en español 
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La Fiesta de la Raza

Hermosa velada en la Diputación

Los discursos

Aún en contra de nuestros deseos hemos de ser parcos en la reseña del hermoso acto celebrado la noche del pasado domingo en el palacio de la Diputación. A ello nos obliga, de un lado la multiplicidad de asuntos que embargan el poco espacio disponible en un diario de poco tamaño como el nuestro, y de otro la circunstancia de haber desaparecido un tanto la oportunidad de la reseña.

Diremos, pues, que a las diez y media de la noche, hora en que comenzó la fiesta, encontrábase el salón de sesiones de la Diputación repleto por entero de un público escogido, entre el que descollaba en gran número el de damas ocupando escaños y tribunas.

En la presidencia tomaron asiento el Excmo. Sr. D. Ramón Prieto, general gobernador militar, alcalde de Oviedo, presidente de la Audiencia y el Excmo. Señor marqués de la Vega de Anzo. En lugares preferentes hemos visto también nutridas comisiones del Ejército, Clero, Magistratura, Enseñanza, &c. &c.

Dio comienzo el acto con la lectura de unas cuartillas, hecha por el Sr. Arguelles, a nombre de la Juventud Ibero-americana.

A seguida el abogado D. José Luis Rico leyó unos inspirados versos, cantando las grandezas de España.

El inspector de primera enseñanza señor Onieva, leyó unas bien escritas cuartillas, sobre todo muy eruditas, estudiando la figura del poeta inmortal Rubén Darío.

Habla luego el distinguido diputado a Cortes por Pravia Sr. Alas Pumariño, quien luego de un brillante prólogo cantando las excelencias de la fiesta que se celebra, fiesta de la raza, pasa a demostrar la necesidad de que de ella salga algo práctico y a tal efecto indica muy atinadas observaciones que debieran aceptarse siquiera sea para que de estos actos quede algo positivo. Predicando con el ejemplo el Sr. Alas Pumariño se ofreció a que si estas sus ideas tomaban cuerpo en los reunidos las defendería en las Cortes, ante la suprema representación del país.

El capitán del ejército chileno Sr. Terán, dio en la fiesta una nota en extremo simpática, leyendo unas cuartillas tan sencillamente expresivas y delicadas que no podemos resistir a la tentación de publicarlas.

Dicen:

Señoras y señores,

No traigo hasta vosotros ningún medio de introducción; no vengo en misión oficial, no ostento mérito especial alguno, ni siquiera traigo un discurso académico.

Vengo espontánea y sencillamente a vuestro lado en este gran día, a dejar hablar libremente a mi corazón y a deciros con la franqueza del soldado, pero de lo más íntimo de mi alma: Señores, ¡yo tengo derecho a compartir con vosotros el júbilo de la fiesta que celebramos, tengo derecho a levantar mi voz en este recinto porque soy de vuestra raza, porque soy de vuestra lengua, y en fin, porque soy chileno, y la noble y altiva España es la madre de mi patria!

¡Glorioso día el de hoy, señores!

Con la imaginación me transporto al seno de mi querida patria y veo que al alumbrar el sol las altas cordilleras y los florecientes valles, se oye por doquiera el alegre son de los clarines militares, que saludan alborozados el glorioso 12 de Octubre que el Soberano Congreso ha declarado fiesta nacional.

Veo a millares de niños de las escuelas públicas y privadas arremolinarse en rumorosa colmena alrededor del bicolor español agitando sus manos en clamoroso saludo, y oigo sus argentinas voces, en que se confunden los nombres de Pizarro, Almagro, Valdivia y Ercilla con el de los héroes nacionales, entonar el hosanna ante la bandera querida de la hidalga España, bandera cuyos colores hiciera lucir el intrépido Colón, en tierras de América el 12 de Octubre de 1492.

¡Bendita sea mil veces la memoria de la augusta dama la Reina Doña Isabel, que con su alma caritativa dio los medios para que se descubriera un continente!

¡Bendito sea mil veces el hado generoso que marca los destinos, que permitió fuera la noble y generosa raza española quien nos diera su sangre junto con su civilización!

¡Sólo tú, noble raza; sólo tú, intrépido y esforzado castellano, podías llevar a cabo empresa de tal pujanza! ¡Supiste hacer honor a tu raza!

Ya a esta hora, señores, mi patria agradecida ha perpetuado en el bronce la generosa acción de los monjes de la Rábida:

¡En el nombre de Chile, su ministro, ha colocado hoy en el convento secular una placa conmemorativa, para que no sólo en los corazones, sino en el bronce, se perpetúe el magno hecho de la grandiosa epopeya que fue y será el ejemplo y asombro del mundo!

¡Hoy, las banderas de hispano américa se confunden en un solo haz alrededor del bicolor español y se inclinan reverentes y agradecidas ante su madre común para rendirla el homenaje del más cariñoso respeto y simpatía!

Los pueblos sólo tienen un saludo venido de lo más íntimo de sus pechos: ¡Viva España!

Las últimas palabras del señor Terán fueron acogidas con estruendosos aplausos que duran largo rato y se confunden con vítores entusiastas a América y España.

A su vez el culto catedrático del Seminario Conciliar señor Rodríguez Díaz leyó unas cuartillas admirablemente escritas y que fueron un sentido canto a la raza y al emblema de la Cruz.

Pronunciaron luego hermosos y muy elocuentes discursos el señor Buylla (don José) por la «Económica de amigos del País»; el señor de Benito, por la Universidad de Oviedo, y Gobernador militar señor Bermúdez de Castro, coincidiendo todos en señalar la importancia del grandioso acto que se celebraba.

Hizo el resumen de todos los discursos el señor Prieto con su elocuencia proverbial, dando a todos las gracias por su concurso en nombre de la Unión Ibero-Americana, que representa.

En suma, una fiesta agradabilísima en extremo, que aunque terminó de madrugada a nadie le pareció mucho, y que por su organización merece cumplidos plácemes el señor marqués de la Vega de Anzo.