José Antonio Vaca de Osma
El monopolio de la libertad
Desde hace cuatro meses recibo, sin saber quién me la envía desde la capital de Francia, la publicación “Mañana”, que se subtitula “Tribuna democrática española” y que advierte en su cabecera que “se edita en París porque no puede editarse todavía en Madrid”.
Como todo lo que se refiere a la política española me interesa “con miras a la convivencia civil y a la integración de España en el mundo moderno”, como se dice en la citada cabecera de la revista, he leído con atención todos sus artículos y comentarios.
Por el aspecto externo y por el nombre de algún colaborador esperaba encontrar un tono mesurado, abierto al diálogo, transigente y superador de antiguos odios y rencores. Veo, sin embargo, que en nada contribuyen a la apertura y a la auténtica reconciliación nacional. Siguen aferrados a las mismas ideas del frentepopulismo español de 1936.
Nada se les ha contagiado de las corrientes democráticas y liberales que imperan en la mayor parte de los países occidentales y que tanto esgrimen como bandera. “Mañana” es algo así como la Radio Praga en su emisión española, pero con pretensiones doctorales en vez de las soflamas incendiarias, cada día más apagadas, de la “Pasionaria”.
Para “Mañana” todo lo que se ha hecho en España desde el 1 de abril de 1939 no son sino farsas encubridoras, tiránicas vanidades, latrocinios y crímenes. Todo el que de un modo o de otro ha colaborado o convivido pacífica y positivamente con el régimen a lo largo de estos años está manchado, tarado, descalificado.
Somos tantos los que de buena fe nos hallamos en este caso que si emplean la táctica equivocada que utilizan van a seguir muchos años editando “Mañana” en París.
Cuando en España se acentúa la evolución hacia un clima de mayor libertad, no siempre ostensible pero cada día más extendido y prometedor; cuando se van superando antiguas diferencias y viejos recelos; cuando los hijos de los que estaban hace años en trincheras opuestas tienen hoy ideas y problemas comunes; cuando hemos visto las inmensas ventajas de la paz y el orden, “Mañana”, con tono agrio y de revancha a base de verdades a medias, de disimuladas ambiciones personales, pretende intervenir en la vida política española, orientarla y dirigirla.
Se equivoca de medio a medio. El futuro de España se está haciendo en España: participan en la obra hasta los disconformes, hasta los firmantes de escritos que “Mañana” airea equívocamente.
Les aseguro que lo siento. Primero por el respeto e incluso simpatía que me merecen los nombres de algunos intelectuales que circunstancialmente han publicado artículos en las páginas de “Mañana”. Segundo, porque teniendo razón en principio en algunas de sus críticas, impiden toda posibilidad de diálogo o de influencia positiva al hacerlas derivar por caminos torcidos, tergiversando hechos, generalizando sin ton ni son, negando “a priori” todo valor a lo que en España se ha hecho en estos últimos veintiséis años. “Mañana” vive hoy el tozudo y anacrónico de anteayer.
Prueba de ello es la alusión que me dedica en su comentario “La libertad como problema”, refiriéndose a un artículo que publiqué en ABC titulado “Lealtad y libertad”, artículo que mereció también la diatriba, extensa y correcta por cierto, de “Le Socialiste”, de Toulouse.
A “Mañana” le parece “esquizofrénico” que se sienta amor a esa libertad y que al mismo tiempo se sea leal a los principios de la doctrina católica, de la unidad de la Patria, de la aspiración a la paz entre las naciones, de la justicia social, de la defensa de los valores humanos y familiares, de la democracia orgánica, de la Monarquía tradicional, del trabajo como deber y honor, de la elevación del nivel de vida del país… No otros son los principios del Movimiento Nacional.
Leales a ellos somos y partidarios de la libertad religiosa como el Concilio nos enseña, de un sano regionalismo, de la mayor representatividad política posible, de la garantía de la libertad en su más amplio y hermoso sentido, dentro de un orden y en pro del bien común…
Todo esto lo vamos a hacer desde aquí, superando antiguos rencores a los que “Mañana” se aferra; criticando positivamente los fallos en los que se regodea desde París y no atizando como ellos, con insanas ambiciones egoístas, el lógico inconformismo de la juventud, las situaciones personales de algún que otro –que no hay por qué analizar aquí– y las naturales dificultades socioeconómicas de un país en pleno desarrollo.
Los problemas actuales de España, que los hay y muy importantes, no nos tienen “dándonos contra las paredes” –como dice “Mañana”–, a los que trabajamos todos los días por superar dificultades, corregir defectos, olvidar agravios e ir creando una convivencia constructiva, pacífica y liberal, muy liberal, por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, es decir, para todos los españoles.
Esto puede hacerse desde el régimen y aun criticando al régimen, pero con la verdad completa por delante, sin tergiversaciones y sin odio.
Es lástima que se dejen engañar algunas personas de buena fe por una camarilla trashumante dirigida por los que ya eran viejos políticamente en 1936.
Sin esos lastres, con un poco más de generosidad y de realismo y un poco menos de acritud y de arcaísmo político, tal vez algún día “Mañana” llegue a editarse en Madrid.
José Antonio Vaca de Osma