Filosofía en español 
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Señorita, ¿comulga V. con frecuencia?
No deje V. de leer este artículo

La Obra de las “Tres Marías”

Tiempo ha que en mi mente viene dando vueltas una idea y en mi corazón un deseo algo inquietante sobre una obra que yo estimo de urgente necesidad.

Madurados, a mi parecer, una y otro, quise aprovechar el primer Viernes de Cuaresma para hacer su promulgación y ponerla desde luego, como yo pongo todas mis obras, proyectos y deseos al amparo y protección del Sagrado Corazón de Jesús.

Lo que en la plática del retiro de aquel día dije, quiero repetirlo aquí para su mayor divulgación.

Pero antes de exponeros la obra y a guisa de prolegómeno indispensable, quiero poner de manifiesto

Una situación muy triste

Muy triste, sí, pero con todo el color negro y sabor amargo que queráis poner a esa tristeza, es la situación en que se encuentra en muchísimos Sagrarios Jesucristo Sacramentado.

Vais a permitirme, señoras, que yo que invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños pobres y de todos los pobres abandonados, invoque hoy vuestra atención primero y vuestra cooperación después en favor del más abandonado de todos los pobres:

¡El Santísimo Sacramento!
 

Abandonado y pobre le he llamado; ¡que no se alarme vuestra piedad!: voy a explicarme.

Abandonado, digo, y vais a ver hasta qué punto y en qué medida.

Hay pueblos, no creáis que allá entre los salvajes, hay pueblos ¡en España! en los que se pasan semanas y meses sin que se abra el sagrario y otros en los que no comulga nadie ni nadie visita el Santísimo Sacramento; y en muchísimos, si se abre, es para que comulgue alguna viejecita del tiempo antiguo.

En esos pueblos, muchos de sus habitantes ni saben ya que hay sagrario, ni qué es comulgar, y llegan al fin de su vida sin haber hecho la primera Comunión.

Si a esos desgraciados les preguntaseis por la casa de Jesucristo en aquel pueblo, no sabrían qué responderos.

¡Abandonado! y ¿qué mayor abandono que estar solo desde la mañana a la noche y desde la noche a la mañana?

Así; completamente solo está Jesucristo en muchísimos Sagrarios, y por consiguiente

¡Pobre! no ya con pobreza material, que en esa, hay sagrarios que en nada se diferenciarían del primer sagrario de Belén, sino con pobreza de calor, de oraciones, de virtudes, de compañía…

¡Él, pidiendo desde su tabernáculo a cada uno de los moradores de aquel pueblo un poquito de cada una de esas cosas y no recibe nada!

En torno de esos Sagrarios no hay ni calor de corazones amantes, ni lágrimas de ruegos, ni suspiros de arrepentimiento, ni ayes de necesitados, ni gratitud de reconocidos, ni rodillas dobladas, ni cabezas inclinadas, ni ojos que miran ni bocas que piden, ni corazones que se ofrecen… ¡Nada!

Una lámpara mugrienta, muchas veces apagada, dos velas empolvadas de no servir, una reja de goznes enmohecidos, de no girar, y alguna que otra telaraña, he aquí todo el acompañamiento de Jesucristo Sacramentado.

¿Conocéis a algún pobre, algún abandonado en situación más triste…?

Yo no lo conozco. Busco con quien compararlo y la única situación que encuentro que pueda compararse con ésta es la en que se vio el mismo Jesucristo en el Calvario.

¡Qué! ¿Jesucristo en el Calvario, abandonado de Dios y de los hombres por quienes se inmolaba, no se parece mucho al Jesucristo en el Sagrario abandonado no de Dios, que lo impide su estado glorioso, pero sí de los hombres por quienes se inmola constantemente?

Si hay alguna diferencia es desfavorable para su vida de Sagrario.

En el Calvario siquiera había unas Marías que lloraban y consolaban, en esos sagrarios de que os he hablado ¡ni eso hay!

¡Calvarios sin Marías!

Eso son muchos de nuestros Sagrarios.

Y he aquí hermanas mías, para lo que yo os pedía la cooperación de vuestra caridad.

Yo no os pido ahora dinero para los niños pobres, ni auxilio para los enfermos, ni trabajo para los cesantes, ni consuelo para los afligidos; yo os pido una limosna de cariño para Jesucristo Sacramentado, un poco de calor para esos Sagrarios tan fríos, un poco de compañía para esos Sagrarios tan abandonados; yo os pido, por el amor de María Inmaculada, Madre de ese Hijo tan despreciado, y por el amor de ese Corazón tan mal correspondido, que os hagáis las Marías de esos Sagrarios abandonados.

¿Cómo?

Para eso es la Obra de que os hablaba al principio: la Obra de las “Tres Marías”.

Su fin, ya lo habéis oído: proveer de Marías adoradoras los Sagrarios desiertos, convertidos hoy en Calvarios por la ingratitud y el abandono de los cristianos.

La Obra, pues, se dedicará, como a su objeto esencial y necesario, a procurar que no haya Tabernáculo sin sus tres Marías que trabajen por que se abra el Sagrario y se visite al Santísimo diariamente.

Conseguido este objeto, o como medio de conseguirlo, se fomentará la Comunión de los nueve primeros viernes de mes y la devoción al Corazón Eucarístico de Jesús.

Organización

Muy sencilla: no se trata de una Hermandad, ni asociación nueva, y, por consiguiente, no hay que hablar de presidente, ni vocales, ni tesoreros, &c.

Yo propongo la Obra, por ahora, con carácter provincial.

Formaré una lista con los Sagrarios de la provincia en los que se da este triste abandono, y en una reunión que celebraremos con todas las señoras que se ofrezcan a ser Marías, se hará la distribución de Sagrarios entre las Marías adscritas.

Desde luego los Sagrarios se asignarán, en cuanto sea posible, a aquellas Marías que por sus relaciones de familia, amistad o conocimiento tengan más facilidad de introducirse en el pueblo a que pertenezca aquel Sagrario.

Hecha la distribución, los oficios de cada María de Huelva serán dos:

1.º Comulgar y hacer una visita al Santísimo Sacramento diariamente con la intención de comulgar y visitarlo en el Sagrario en donde sea María.

De este modo ya aquel Sagrario tiene siquiera una compaña.

2.º Poner en juego todo su celo e ingenio para relacionarse con alguna persona de aquel pueblo, a fin de ejercer sobre ella y sobre las amigas de ella una misión eucarística que dé por resultado el hallazgo o la formación de las deseadas Marías en aquel pueblo.

Para este fin pueden servirse las Marías de Huelva de cartas, visitas, hojas, libros y cualquier medio de propaganda.

Varias advertencias

1.ª Importa poco la calidad de las Marías; importa poco que sea una niña o una viejecita que apenas pueda mascullar Padre-nuestros, rica o pobre, fea o bonita, soltera o casada, lista o ruda: lo que importa es que sea un alma que adore, comulgue y acompañe a Nuestro Señor.

2.ª Que si alguna señora o señorita piadosa de fuera de Huelva, o alguna religiosa a quien se lo permita la obediencia, quiere unírsenos en esta Obra y aceptar el oficio de María de los Sagrarios abandonados, se le admite con gusto y se le dará trabajo. Quiere decir, si reunimos muchas, que cuando todos los Sagrarios de la provincia tengan sus Marías, buscaremos otros, que desgraciadamente no faltarán.

3.ª Que yo vería con indecible placer que esta Obra de las “Tres Marías” se copiara en muchas partes con ese nombre o con otro, con esa forma u otra, en comunicación con nosotros o sin ella, quitándole o poniéndole lo que se quiera, con tal de que se procure el fin esencial, o sea acompañar los Sagrarios desiertos con adoraciones y comuniones diarias.

Y ahora

almas amantes del Corazón Eucarístico de Jesús, corazones a quienes punzan las espinas suyas y que palpitan al unísono con Él, ¡al Calvario con Jesucristo solo! o, lo que es lo mismo, ¡al Sagrario con Jesucristo abandonado! ¡Marías adoradoras, ante los odios de los fariseos modernos, y las ingratitudes del pueblo que fue cristiano, y las cobardías y perezas de los discípulos, ocupad vuestro puesto! ¡Juxta crucem cum Maria Matre Ejus…!

Después de la plática

Algo tengo que añadir que ha ocurrido después de mi plática del primer Viernes.

La Obra de las “Tres Marías” tiene ya primicias.

Un viaje a la inmediata e histórica villa de Palos, cuyo Sagrario es de los desiertos, hecho por una de las que primero se han inscrito como María, ha dado por resultado dos comuniones semanales, un Viático a un enfermo y varias promesas de futuras comuniones.

Hay otros viajes y otras propagandas a la vista, y mucho entusiasmo y muchos deseos de trabajar entre nuestra gente buena.

¡Gracias al Corazón Eucarístico de Jesús!

* * *

El Granito de Arena, órgano desde luego de la naciente Obra, se complacerá en dar a conocer a sus amigos cuanto vaya sabiendo de la marcha de la misma y en ayudar con hojas, que irá publicando, su propagación.

Y termino

dirigiendo un ruego a mis hermanos los Curas.

Como yo sé que a nadie más que a ellos ha de agradar el buen resultado de la Obra descrita, como también sé que a nadie más que a ellos duele el mal que aquélla tiende a remediar, huelga pedirles la benévola cooperación que espontáneamente, y sin duda alguna, pondrán al lado de esta Obra, tan eminentemente parroquial.

El Arcipreste de Huelva.