Filosofía en español 
Filosofía en español


Manuel de la Peña

Ante el Monumento a Cervantes en el Golden Gate Park
(al Sr. Ing. D. Juan C. Cebrián)

Ahí están, de rodillas
Ante el insigne autor, el Caballero
De la flacas mejillas
Y el rechoncho escudero,
El Sancho socarrón de los refranes.
Ahí está el buen Quijano, amojamado,
Seco de carnes… Con su larga espada
terror de los rufianes.
El que siempre aporreado
Soñaba en Dulcinea, ninfa encantada;
El que saliera al mundo recordando
Los antiguos andantes caballeros
Y que marchó, cayendo y levantando,
Sosteniendo los fueros
De la débil mujer, del inocente.
Del que se encuentra solo en la amargura
Y aun, a veces, también del delincuente;
El que ha sido llamado el Caballero
De la Triste Figura,
Hoy apoyado en Sancho su escudero,
Tras de afrontar mil riesgos sin espanto.
Grande, noble, afligido.
Le vemos que de hinojos ha caído
Ante el insigne Manco de Lepanto.

Y parecen hablar, que ambas figuras
Tienen triste expresión; las aventuras
Traen a la memoria
Quizá de aquella vida tan brillante
Como famosa historia.
Quijano el bueno, el Caballero Andante
Se encuentra entristecido;
El viejo Don Quijote ha meditado
Y de la tumba luego se ha salido.
Quedó meditabundo
Contristado en su ánimo severo
Contemplando como es agora el mundo,
Fuése en pos de su autor el Caballero
De la Triste Figura,
Incansable cantor de los Andantes.
Defensor del valor y la hidalguía,
Buscó a su padre, al inmortal Cervantes
Y alimentando viva su esperanza,
Apoyado en su viejo Sancho Panza
Con voz del otro mundo le decía:

 –Dame, oh Señor, volver a la existencia;
Devuélveme la vida
Que en la tumba me acaba la impaciencia.
Aunque tenga la frente encanecida
Todavía soy muy fuerte,
Y he alimentado siempre la esperanza
De salir nuevamente desta suerte
Con mi fiel escudero Sancho Panza.
Aun brilla en mi la idea
De que acaben cobardes y follones
Y, a pesar de mi edad, mis ilusiones
Me hacen soñar aun en la pelea.
Devuélvenos al mundo nuevamente
Que don Quijote y Sancho Panza unidos
Podrán quizá a los hombres pervertidos
Comunicar un poco sus ideales
Poniendo nueva luz en cada frente,
Ablandando esos duros corazones
Y que en noble pelea
Levante cada cual bellos pendones
Cantando la beldad de Dulcinea.

Y mirando Cervantes fijamente
Aquella desusada catadura
Parece que les dice suavemente
Hablando con dolor, con amargura:
–Bien estás enterrado, Don Quijote.
Descansa entre los muertos:
No es tiempo ya de desfacer entuertos.
Descansa agora en paz, que si tú fuiste
De necios y follones el azote.
Solo fue porque loco te volviste.
Mas recuérdale a tu amo, oh Sancho Panza,
Que su juicio al morir ha recobrado
Y perdió al mismo tiempo la esperanza
De enderezar un mundo tan maleado.
Dile que la Princesa encantadora,
Cuya beldad supo incendiar su idea,
Al morir, ya no fue su Dulcinea,
Sino solo fue Aldonza, labradora.
Pero si Don Quijote, oh Sancho hijo,
Sigue en su empeño, por demás extraño,
Recuérdale tu aquello que nos dijo:
“Ya en los nidos de antaño
No hay pájaros hogaño".