Los filósofos presocráticos La escuela de Mileto

Tales de Mileto

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Tales de MiletoLas fuentes procedentes de Diógenes Laercio y de Suidas datan el nacimiento de Tales en torno al año 640 a.n.e., y su muerte hacia el 545. Ahora bien, la fecha, generalmente aceptada, de la madurez de Tales es el 585, año en que tuvo lugar un eclipse de sol que el milesio Tales predijo, según testimonio de Herodoto (I, 74) y de Plinio (Hist. Nat. II, 53). Si suponemos que en esta fecha tenía entre 40 y 45 años (edad aceptada como propia de la madurez de un pensador), entonces la fecha de su nacimiento no debe situarse más allá del 630 ó 625 a.n.e., fecha que concuerda aproximadamente con la de la olimpíada 39 (624) que transmite también Diógenes Laercio (I, 37-38).

Los testimonios nos informan de dos obras atribuidas a Tales (una, denominada Astrología Náutica, y otra Sobre los solsticios y los equinoccios), sin embargo, los propios testimonios conceden escaso valor a estas informaciones. Lo que sí parece cierto es que Tales visitó Egipto, según testimonio de Josepho y de Aecio, quien le atribuye, además, una teoría sobre las crecidas del Nilo (De placitis reliquiae, IV, 1, 1). Refuerzan esta noticia Plinio (Hist. Nat. XXXVI, 82) y Plutarco (Septem sapientium convivium, 147a) que informan que Tales descubrió la forma de conocer la altura de las pirámides.

La tradición considera a Tales como uno de los siete sabios (junto a Bias, Solón, Quilón, Pítaco, Cleóbulo y Periandro), con los atributos propios del sabio distraído que cae a un pozo por ir observando las estrellas (Platón, Teeteto, 174a), o como el sabio desinteresado a quien no interesan las riquezas, pero que demuestra a sus conciudadanos «qué fácil resulta a los filósofos enriquecerse cuando quieren hacerlo» (anécdota de las prensas de aceite, en Aristóteles, Política, I, 11, 1259a).

Otras veces, Tales es presentado como el arquetipo de científico interesado por múltiples especialidades, aún en estado embrionario, como la astronomía (eclipse de sol del 585) y la geometría. A Tales se le atribuye el descubrimiento de cinco teoremas geométricos. En primer lugar, el teorema relativo a la proporcionalidad de los segmentos cortados por rectas paralelas. El teorema, de dudosa atribución a Tales a pesar de llevar su nombre en la mayoría de los tratados elementales de geometría, aparece demostrado por primera vez en el libro VI de los Elementa de Euclides. No obstante, la atribución no carece de fundamento pues Tales lo habría, al menos, ejercitado en la determinación de la altura de las pirámides. Proclo atribuye, además, a Tales los tres teoremas siguientes (Diels-Kranz, 11 A 20): de la bisección del círculo, de la igualdad de los ángulos de la base en un triángulo isósceles, y de la igualdad de los ángulos opuestos por el vértice. Por último, según nos transmite D. Laercio (I, 24-25), Panfila atribuye a Tales el descubrimiento del teorema del triángulo diametral.

La imagen de Tales que las anécdotas de Herodoto nos transmiten es la imagen, no ya de un científico especializado, sino de un hombre práctico, de un ingeniero que presenta al rey Creso (en su campaña contra Ciro) un expediente para desviar el río Halis (Herodoto, I, 75), o de un organizador político que antes de la ruina de la Jonia aconseja la federación de sus ciudades con una junta suprema en Teos (Herodoto, I, 170).

Pero la tradición considera a Tales no sólo como un sabio, un científico o un hombre práctico, sino, ante todo como un filósofo, más aún, como el fundador de la Filosofía (Aristóteles, Laercio). En este sentido, Tales habría enunciado, de acuerdo con la escasa información de los testimonios, las tres tesis filosóficas siguientes:

  • a) La fuente o principio de todas las cosas es el agua.
  • b) La tesis del hilozoísmo. Es decir, que todas las cosas, incluso las aparentemente inanimadas, tienen vida: «todo está lleno de démones».
  • c) Que el cambio y la generación se explican por medio de la condensación y de la rarefacción.

 

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Tales de Mileto¿La tesis de Tales «todo es agua» (Aristóteles, Metafísica, A, 3, 983 b 6) es una afirmación científica categorial, queriendo enunciar algo así como que Tales habría dicho más o menos que el agua entra a formar parte en un setenta por ciento en la constitución de los organismos —tal como enuncia la ciencia moderna—, o debe ser considerada más bien como una tesis de tipo filosófico?

Tal pregunta polariza las interpretaciones de Tales en dos sentidos: Tales científico (astrónomo, meteorólogo, ingeniero, &c.; es decir la versión de Tales como un maestro de sabiduría) y Tales filósofo, en cuanto iniciador de un tipo de pensamiento (no sólo de una escuela, sino también de una tradición), que aunque no se puede denominar propiamente filosofía, se constituye como una especie de protofilosofía que caracterizamos como «metafísica», y como una etapa necesaria al advenimiento de la filosofía. La pregunta retrotrae la cuestión de las interpretaciones de Tales a la relación entre ciencia y filosofía, y entre categorías e ideas, cuestión tanto más importante en un caso, como el de Tales, en el que las actividades científicas y filosóficas coinciden en la misma persona subjetiva.

Consideramos que la tesis de Tales («todo es agua»), en cuanto solidaria de la idea de physis es una proposición filosófica y no una afirmación de tipo científico. Si interpretamos a Tales como un científico o como un físico no se podría justificar desde ningún punto de vista la afirmación «todo es agua»:

a) Ad primum. No es justificable desde el punto de vista de la observación empírica puesto que ningún dato observable nos permitiría afirmar la omnipresencia del agua en el mundo de la naturaleza. Podría concederse incluso que desde un punto de vista físico la afirmación no es ajustada, pero que Tales puede ser interpretado desde supuestos químicos, puesto que a partir del hidrógeno, sustancia que genera el agua, se pueden sintetizar todos los demás elementos (Russell, Sabiduría de Occidente, y también Gomperz, Pensadores griegos, ed. Guarania, Asunción 1951, p. 77, nota 1, vol. I), o también interpretado como un biólogo, al modo como se plantea en la pregunta anterior. Pero en ambos casos no es aplicable la afirmación de Tales. Interpretar a Tales como un químico es completamente anacrónico, supondría que los griegos tendrían un concepto del agua semejante al nuestro, como H2O. En el segundo caso (Tales como biólogo) se limita la afirmación de Tales a los organismos, y dentro de estos a un setenta por ciento, lo que supondría admitir que, en todo caso, Tales se habría equivocado en un treinta por ciento.

b) Ad secundum. Aún en el supuesto de la omnipresencia del agua empírica en el mundo de la naturaleza (M1), la tesis de Tales tiene un sentido más radical; pues no solamente son agua las determinaciones físicas, sino que la «totalización» abarca a las determinaciones morales, psicológicas, políticas, etc; es decir, a todos los contenidos del mundo (Mi). Este sentido radical, esta extensión del todo al Mundus adspectabilis, nunca sería legítimo desde un punto de vista científico.

El agua de Tales, en cuanto solidaria de la idea de physis se caracteriza por ser:

a) Un monismo naturalista, consistente en la reducción de todas las formas del universo (Mi) a determinaciones naturalistas o físicas, propias del primer género de materialidad (M1), pero que al ejercer este carácter totalizante dejan de ser meramente físicas en el sentido estrictamente científico; y

b) Un monismo de la sustancia, consistente en la elección de una forma o sustancia física (el agua), que, siendo parte, se eleva a la categoría del todo (M), como sustancia primordial o arjé (a1rch'), negándose como parte, pero sin aniquilar, al mismo tiempo, el mundo de las formas (Mi). Al menos es en este sentido como cabe interpretar la afirmación de Aristóteles de que «si las sustancias físicas fueran las primeras entre todas las esencias, entonces la física sería la Filosofía primera» (Metafísica, XI, 7, 1064 b, 9-11). Ahora bien, por vía modus ponens estableceremos: «las sustancias físicas —para Tales y los milesios— son las primeras entre todas las sustancias» (salva veritate), luego, concluimos nosotros, «la afirmación de Tales respecto al agua no es de índole física, sino más bien metafísica».

En este orden de cosas es necesario afirmar que la tradición iniciada por Tales de Mileto no se reduce a una especie de curiosidad científica, que se incluye, no se sabe por medio de qué mecanismos, en la Historia de la filosofía. Denominamos al período del pensamiento presocrático como una «protofilosofía», como un tipo de reflexión objetiva sobre temas que, probablemente, son ya patrimonio del pensamiento mítico, como mítica es ya la idea de la reducción de todas las cosas a un todo. Pero esta reducción, presente ya en el mito, se presenta ahora bajo la forma «filosófica» de un monismo axiomático.

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Tales de Mileto¿La filosofía de Tales se agota en el monismo, o es este monismo una herencia mítica, que tomado como material de la reflexión filosófica terminará por ser triturado?

Desde supuestos diversos se propenderá a valorar de Tales su monismo. Desde un punto de vista teológico Tales habría enunciado, aunque obscuramente, una verdad fundamental: que todo procede de un primer principio divino (versión teológica de la tesis del hilozoísmo). Heidegger valorará también el monismo de Tales, desde el cual habría captado «el sentido del ser». Incluso desde supuestos materialistas groseros se valorará de Tales su monismo naturalista. En este orden de cosas es paradigmática la tesis de Gomperz quien valora en los filósofos jonios su monismo naturalista y concibe esta tendencia al monismo como una tendencia a la sabiduría. Según Gomperz lo esencial en estos primeros filósofos consistiría, en primer lugar, en la adopción del punto de vista físico (científico positivo) y como consecuencia de esta perspectiva los presocráticos habrían enunciado dos tesis presentes en la física moderna: a) el reconocimiento de la existencia de sustancias elementales, y b) la idea de que la materia es indestructible, de que la materia solamente se transforma. En segundo lugar, según Gomperz, los jonios se caracterizarían por la superación del punto de vista científico positivo, el de la pluralidad de las sustancias elementales, en pro de la unidad de estas sustancias; es decir, en pro del monismo. Este monismo es valorado de tal modo por este pensador que advierte, incluso, que la tendencia al monismo comienza a aparecer en los últimos adelantos científicos que propugnan una especie de protomateria como componente esencial de los átomos de todos los elementos (Gomperz, op. cit., vol. I, pp. 73 y ss.).

La interpretación metafísica positiva de Tales propende a identificar la racionalidad con el monismo. Desde una perspectiva crítica, no metafísica, concebir racionalmente la realidad no consiste en concebir la realidad como un todo sino concebir la unidad de esa realidad de un modo racional. Si simbolizamos la tendencia al monismo por m (inicial de mónoV) y el racionalismo por l (inicial de lógoV), entonces m = l caracterizaría la valoración positiva metafísica del monismo. En cambio, la fórmula (m » l) = p, siendo p î m y p î l podría caracterizar la interpretación racionalista del monismo presocrático.

La identificación del monismo con la racionalidad está hecha desde supuestos metafísicos: lo que hay de verdad en la filosofía de Tales es el monismo. Pero si se admite esto, entonces no hay forma posible de establecer la diferencia entre los relatos míticos y el pensamiento filosófico presocrático, pues la idea de reducción de todas las cosas a una unidad no es específica de los milesios, sino que la toman de las concepciones míticas totalizantes de Hesíodo o del orfismo (el huevo primordial). Igualmente la concepción de la tierra en forma circular, como un plato que «flota sobre el agua», no es original de Tales, como tampoco es original la omnipresencia del agua si hacemos caso al testimonio de Aristóteles: «Pero algunos consideran también que los hombres más antiguos, muy anteriores a la generación actual y los primeros en hablar sobre los dioses, pensaron así [como Tales] sobre la naturaleza. Hicieron, en efecto, a Océano y Tetis, padres de la generación, y del juramento de los dioses agua —denominada por los poetas mismos Estigia—, ya que lo más antiguo es lo más venerado y lo más venerado es el juramento» (Metafísica, A3, 983b 27-34).

Desde una perspectiva no metafísica, las ideas de Todo y del universo en forma circular son temas propios de la conciencia mitológica que actúan ad modum de material sobre el cual reflexiona la razón filosófica. Lo esencial para el materialismo es que estos primeros pensadores empiezan a organizar este material de una forma diferente, con una racionalidad distinta de la racionalidad propia del mito. Por ello la fórmula m » l, propuesta más arriba, es engañosa por ser demasiado abstracta; es decir, por cuanto la fórmula no es capaz de diferenciar la racionalidad propia del mito de la racionalidad filosófica, y sólo es útil a efectos de diferenciar la perspectiva crítica de la perspectiva metafísica positiva presente en la fórmula m = l.

Desde la perspectiva crítica, desde la cual tratamos de interpretar a Tales, lo específico de su pensamiento y por lo que lo valoramos, no es haber concebido la realidad como un todo sino concebir la unidad de esa realidad según lo que hemos denominado la racionalidad en sentido estricto (propia de la ciencia y de la filosofía). Según la racionalidad en sentido estricto, las ideas presentes en el relato mítico comienzan a organizarse de tal modo que las operaciones, —que en el mito van ligadas a sujetos insustituibles (los dioses)— en el logos, están asociadas a sujetos (humanos) en tanto son sustituibles unos por otros; y las relaciones —organizadas en el mito como relaciones personales, como relaciones de parentesco— aparecen ahora como relaciones necesarias que se establecen entre los fenómenos, como leyes que pueden ser descubiertas por el logos.

El racionalismo estricto incluye, como hemos visto, el ejercicio de actividades y operaciones individuales, pero de tal suerte que la propia actividad, aún la más individual, se realiza mediante su absorción en un orden transindividual y objetivo que, en la época de Tales se estaría realizando en la actividad geométrica y en la razón jurídica-política solidaria del nomos democrático. En la demostración de sus teoremas geométricos, Tales estaría ejercitando o realizando la idea de razón en sentido estricto. El modelo geométrico de racionalidad podría haber servido a Tales para extenderlo a todo el universo. Lo que Tales habría encontrado en este modelo geométrico, no es la concepción circular del universo, dado que tal modelo circular estaba ya presente con carácter totalizante en el mito (el “huevo órfico”), sino más bien la autonomización de esta totalidad, dado que en el mito ésta no es autónoma. No cabe, pues, hablar de un primer principio extraño a esa totalización. El arjé (a1rch') como primer principio es inmanente a este todo que no tiene un comienzo temporal pues la physis (fúsiV) es el ahora y siempre que sostiene el universo visible. El modelo geométrico extendido al universo, tritura las concepciones míticas. La circunferencia al girar no tiene arriba y abajo, y esta concepción extendida al universo elimina los soportes del cielo y de la tierra. El universo ya no necesita columnas.

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Tales de Mileto¿La identificación del arjé con el agua, es decir, con una forma determinada, propia del mundo de las formas, que adquiere los atributos del todo, es una tentativa racional o es, por contra, una tentativa carente totalmente de sentido?

Anaximandro ya habría objetado a Tales que el arjé no puede ser nada determinado porque es infinito y «si alguno de los elementos fuera infinito sus contrarios serían destruidos por él». (Simplicio, Física, 479-480). Desde esta perspectiva la tentativa de Tales habría sido completamente estéril. La dificultad implícita en el racionalismo de Tales, puesta de manifiesto por Anaximandro, sólo se puede apreciar cuando tal modelo comienza a romperse internamente. De este modo la crítica de Anaximandro se nos presenta como un desarrollo interno del racionalismo de Tales, y éste como una fase previa y necesaria del desarrollo de la razón. Pues lo que importa en Historia de la filosofía no es que Tales se equivocó, sino comprender la necesidad interna del desarrollo racional.

Tales instituye un proceso dialéctico entre las partes y los todos: el agua, como parte del todo, debe negarse como tal parte para convertirse en el todo, pero siendo fenómeno o parte al mismo tiempo.

Esta dialéctica es una idea que está presente en multitud de formas de pensamiento: las homeomerías de Anaxágoras (al menos una de sus acepciones), la mónada de Leibniz, el metafinito matemático, la omnipresencia del alma en todas y cada una de las partes del cuerpo («toda en cada una de las partes del cuerpo, y toda en su conjunto», Plotino, IV Enéada, II, 1), &c. Pero no se trata de justificar la tesis de Tales con la persistencia de esta idea en nuestra tradición cultural pues, en todo caso, sería esta persistencia la que quedaría justificada a partir de su origen en Tales.

Lo que es verdaderamente importante es que este proceso dialéctico debería estar presente de alguna manera en las propiedades del agua empírica, aquellas propiedades que Tales pudo observar para poder elevarla a la categoría del todo. Por ello, es necesario constatar qué propiedades del agua empírica son capaces cumplir las dos funciones dialécticas siguientes:

a) El arjé se presenta como fenómeno. Al realizarse como fenómeno el arjé adoptará la forma del fenómeno consistente en ocultarse a sí mismo como arjé. La propia transparencia del agua oculta la riqueza de los contenidos disueltos en ella. La transparencia es, pues, una propiedad del agua empírica con una función completamente apariencial que nos oculta la realidad contenida en ella. Todas las cosas se convierten u ocultan en el agua (la tierra, por ejemplo, al disolverse como lo hace la sal o el azúcar). Por ello, la distinción entre apariencia / realidad está siendo ejercitada ya por el propio Tales.

b) El fenómeno como arjé. El fenómeno o forma, en cuanto parte, debe negarse como tal para desempeñar el papel de la totalidad. Esto sólo será posible en tanto en cuanto el fenómeno elegido contenga en sí mismo el esquema de transformación en las demás partes, de tal modo que todas las formas del mundo (A, B, C, ...) no son sino transformados de la misma sustancia (monismo de la sustancia). Contribuiría a la elección del agua como sustancia primordial capaz de transformarse en otras muchas formas, el hecho de los diferentes estados en que se presenta el agua: sólido, líquido y gaseoso; también la observación de su transformación en mármol en las cavernas (las estalactitas, según cuenta Jenófanes de Colofón, frag. 47). Pero, sobre todo, el agua empírica parece poseer esta propiedad metamórfica en los procesos de rarefacción (mánwsiV) y condensación (púknwsiV), que Simplicio (Física, 24, 28-31 y 180, 14-16) atribuye a Tales y a Anaxímenes.

Los procesos de condensación y rarefacción son transformaciones recíprocas que nos permiten atribuir a la escuela de Mileto la racionalidad propia de un grupo de transformaciones. Este grupo tendría los postulados siguientes:

1) Postulado de cierre. El producto de dos rarefacciones es siempre una rarefacción y el de dos condensaciones una condensación. Es decir si por condensación paso de A a B, y de B a C, entonces el paso directo de A a C es también una condensación. Lo mismo se puede aplicar a la rarefacción. Si p = condensación, y m = rarefacción, resultará

pi / pj = pk
mi / mj = mk

2) Transformación inversa. A cada condensación corresponde una rarefacción y viceversa.

A pi corresponde pi-1 = mi
A mi corresponde mi-1 = pi

3) Transformación neutra. Existe una transformación que aplicada a cualquier fenómeno lo deja invariante. Por ejemplo, la traslación de un cuerpo sin variación de volumen.

4) Cotas. Este proceso tendría dos cotas: la rarefacción máxima correspondiente al espacio infinito y la condensación máxima correspondiente al punto. En ambos casos el mundo de las formas desaparecería, pero parece ser que esta perspectiva está cerrada para el pensamiento de Tales, aunque no para Anaximandro.

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En el concepto del racionalismo del grupo de transformaciones (propio de la escuela milesia), están contenidas múltiples ideas, algunas explícitas en los propios fragmentos de Tales, y otras cuya atribución parece obligada.

1) El hilozoísmo. La cota máxima de condensación funcionaría en Tales como una idea límite en el sentido de que si bien no es posible su realización absoluta, puesto que en tal caso desaparecería el mundo de las formas, sin embargo a mayor condensación relativa correspondería mayor sustancia relativa. De este modo, la abundancia del agua, más que extensiva, sería intensiva y aparecerá sobre todo en las determinaciones más ricas, como en la vida y en los organismos (hilozoísmo). El proceso de la vida no consistirá, pues, sino en el mismo proceso de conservación del grado de condensación, que cuando no ocurre conlleva a la muerte.

2) La Idea de continuo. La Idea de transformación de unas cosas en otras contiene la idea de continuidad (de un monismo continuista). En última instancia todas las partes del mundo no son sino metamorfosis de lo mismo. En el agua empírica las partes del agua se absorben en el todo perdiendo sus perfiles (la gota de agua desaparece en el conjunto de las gotas, y el movimiento se propaga por continuidad en el agua a partir de un centro). La transformación de unas cosas en otras se produce en Tales de un modo directo e inmediato.

3) La Idea de eterno retorno. El mundo de Tales sería un mundo atemporal. La fúsiV es aquello de lo que todo procede ahora y siempre. El universo de Tales no da lugar a una disolución temporal de las formas, dado que el proceso es siempre reversible: a toda condensación corresponde siempre una rarefacción y viceversa.

4) Una antropología relativista. La reversibilidad de las transformaciones concluye necesariamente en una moral de corte relativista: todos los valores son, al fin y al cabo, simples transformaciones de la misma sustancia. Este proceso reversible sirve a la vez de argumento a la organización democrática de la política, e, incluso, las división entre los pueblos (griegos / bárbaros) es relativa.

5) Modelo reflexivo del conocimiento. El agua como esquema de identidad podría haber servido a Tales para establecer una teoría del conocimiento y de la visión como reflexión. El ojo es agua o humor acuoso que refleja los objetos externos, al igual que el agua de las charcas refleja los arbustos de sus orillas.

 

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