Obras completas de Platón | Madrid 1871-1872 |
<< >> |
Obras completas de Platón, tomo 8, Medina y Navarro, Madrid 1872, págs. 171-213.
Entre todos los motivos que me obligan a creer, que el plan de nuestro Estado es tan perfecto cuanto es posible, nuestro reglamento sobre la poesía no es el que menos me llama la atención.
–¿Qué reglamento?
–El que prohibe admitir aquella parte de la poesía, que es puramente imitativa. Ahora que hemos fijado con toda claridad la distinción que existe entre las partes del alma, este reglamento me parece más que nunca de una incontestable necesidad.
–¿Cómo?
–Puedo decíroslo con confianza, porque no temo que vayáis a denunciarme a los poetas trágicos y a los demás poetas imitadores. Nada es más capaz de corromper el espíritu de los que lo escuchan que este género de poesía, cuando aquellos no están provistos del antídoto conveniente, que consiste en saber apreciar este género tal cual es.
–¿Qué es lo que te obliga a hablar de esa manera?
–Voy a decírtelo, si bien mi lengua se ve contenida por cierta delicadeza y cierto respeto que desde mi juventud he tenido a Homero, porque éste es el maestro y el jefe de todos estos bellos poetas trágicos; pero como los miramientos debidos a un hombre son siempre menores que los que deben tenerse a la verdad, es preciso que yo hable.
–Muy bien.
Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf