Filosofía en español 
Filosofía en español

Francisco Meléndez Herrera  1843-1901

cubierta del libro

Médico español, obtuvo el grado de Doctor en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de España en 1866 tras leer ante su Claustro, en el solemne acto de recibir la investidura, el discurso ¿Cuál es la educación física y moral de la mujer más conforme a los grandes destinos que le ha confiado la Providencia? (un texto de 4.695 palabras). Formado en la Facultad de Medicina de Cádiz, su ciudad natal, institución establecida por el Plan Pidal de 1845 (art. 75: “Habrá Facultad de Medicina en Madrid, Barcelona, Santiago, Valencia y Cádiz, formando esta última parte de la Universidad de Sevilla”), el doctorado hubo de cursarlo necesariamente en la Universidad Central, siguiendo después como profesor de la Facultad de Medicina de Cádiz. Un año antes su compañero Miguel Moreno Martínez se había servido del mismo tema para su discurso doctoral. Ambos doctores firmaron en 1867 el patriótico escrito de adhesión a Isabel II suscrito por la Universidad de Sevilla:

1867 «Señora: La Universidad literaria de Sevilla se acerca reverente a las gradas del Trono para reiterar a su augusta Reina el homenaje de fidelidad, amor y respeto que le es debido por conciencia y por justicia. Tradicionales en la Metrópoli de Andalucía que en el escudo ostenta el emblema de su lealtad hacia el más sabio de nuestros Monarcas; fortificados en la Universidad por el ejemplo de los hijos ilustres que la han ennoblecido desde que fue fundada por los Reyes Católicos, de feliz recordación, y esculpidos en mármol por ella para perpetuar la memoria de la benevolencia con que V. M. se dignó condecorarla y favorecerla en la Regia visita de 1862, estos sentimientos que sobreviven a los siglos y al infortunio se excitan y conmueven con los agravios y ultrajes de la prensa extranjera contra nuestras venerandas instituciones y contra la excelsa Soberana que señala con nuevos beneficios los días de su reinado. Pero la Escuela sevillana, que siempre recuerda con la mayor gratitud los que ha recibido de su Reina, no olvidará tampoco las lecciones de la historia patria. Estudiándola y enseñándola, tiene grabado en su ánimo que, defendidos nuestros Príncipes por sus fieles y amados súbditos, emprendieron desde un ángulo de la Península y concluyeron con admirable suceso en las derribadas murallas de Granada la guerra terrible de ocho siglos, una de las más sangrientas y hazañosas que cuentan los anales de la Europa; que sacudido el odioso yugo agareno, nuestras vencedoras banderas ondearon en las torres de antiguas y florecientes ciudades de África, de Italia y de Alemania; que con las enseñas de Castilla apareció en el Nuevo Mundo la luz del Evangelio, ante la cual huyen la ignorancia y la barbarie, y que la unión dichosa de los españoles a sus Príncipes ha sido y será la causa del poder y de la grandeza verdadera. Estos hechos, Señora, viven en la memoria de todos los que nacimos en este suelo feliz, mayormente de los que tienen la honra de cultivar las Ciencias y las Letras y de trasmitirlos a la presente y futuras generaciones. En estos laboriosos pero tranquilos oficios la Universidad enlaza el recuerdo de nuestros triunfos y de nuestra constancia con el respeto a las leyes fundamentales de la Monarquía y con el eterno reconocimiento a la esclarecida Patrona de las Escuelas públicas, fomentadas por la maternal solicitud de V. M., a cuyo generoso espíritu desearía corresponder con estos débiles acentos. Dígnese V. M. admitirlos y de acoger benigna el homenaje de la muy reconocida y siempre fiel Universidad sevillana, que pida al Cielo dilate y prospere la vida de V. M. Sevilla 29 de Marzo de 1867. = Señora. = A L. R. P. de V. M. = Antonio Martín Villa, Rector.= José María de Álava, Vicerrector y Decano de la Facultad de Derecho.= León Carbonero y Sol, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras.= Francisco Mateos Gago, Presbítero, Decano de la Facultad de Sagrada Teología.= Ramón de Beas.= Fernando Santos de Castro.= Manuel de Bedmar.= Jacinto Díaz.= Jorge Díez.= José María de Torrejón.= Manuel Laraña.= Juan Campelo.= José Mateos Gago.= Tomás de la Fuente.= Francisco de B. Palomo.= José Diez de Tejada.= Juan Francisco Muñoz.= Clemente Ibarra.= José López Romero.= Saturnino Fernández de Velasco.= Antonio Colom y Osorio.= Francisco Murube y Galán.= Pascual Vincent.= Manuel de Campos y Oviedo.= Andrés Gutiérrez Laborda.= José María Rul.= José Fernández Espino.= Francisco Arboleja.= Antonio Casermejo.= Luis Escribano.= José María Millet.= Continúan en la Facultad de Medicina las firmas de la representación de la Universidad de Sevilla a S. M. renovando su homenaje de fidelidad, amor y respeto.= José Benjumeda.= Francisco Flores Arenas.= Imperial Iguinio.= Juan Ceballos.= Federico Benjumeda.= Antonio García de Villaescusa.= Ignacio García de la Mata.= Rafael Ameller Romero.= Manuel Losela Rodríguez.= Pascual T. Montaron.= Rafael Maremo y Gualter.= Federico Godoy y Mercader.= Juan Chape y Fernández.= Vicente Rubio y Díaz.= Juan B. Chape.= Francisco Meléndez Herrera.= Miguel Moreno y Martínez.= Juan José Cambas.= Manuel Ruiz Bustamante.= Manuel Gravina de los Reyes.= Manuel Benjumeda.= Cayetano de N. Jons.= Antonio de Gracia.= José Villaescusa.= Eugenio Rivera.= José Jiménez Perujo, Secretario general.» (Gaceta de Madrid, domingo 7 abril 1867, pág. 2.)

Tras “la Gloriosa” revolución de septiembre de 1868, el ministro de Fomento, Manuel Ruiz Zorrilla, decreta el 21 de octubre que “todos los españoles quedan autorizados para fundar establecimientos de enseñanza”, el 26 de diciembre autoriza a “crear cátedras de cualquier género en los establecimientos de la Nación”, &c. Francisco Meléndez, con la ventaja logística de pertenecer a una asentada familia gaditana, junto con otros dos médicos, Juan José Cambas y Miguel Moreno Martínez, ambos naturales de Jerez de la Frontera, populosa ciudad de la misma provincia de Cádiz, a ocho leguas y media de Cádiz capital, organizan un establecimiento privado de enseñanza para formar practicantes y matronas que luego habrían de examinarse en la Facultad de Medicina, de la que también eran profesores.

«Juan José Cambas, junto al también jerezano Miguel Moreno Martínez y al gaditano Francisco Meléndez Herrera –los tres, a la sazón, profesores clínicos de la Facultad gaditana– establecieron en Cádiz la enseñanza libre para Practicantes y Matronas. Como es sabido, la libertad de enseñanza que tantas polémicas sucitó durante el “sexenio revolucionario”, recibió el golpe definitivo de manos del ministro Orovio, que acabó con ella. Pero, durante los seis años que estuvo en vigor fue aprovechada por Cambas, Meléndez y Moreno para formar Practicantes y Matronas que luego habían de revalidar sus estudios privados en la Facultad de Medicina.» (Francisco Herrera Rodríguez, “El médico jerezano Juan José Cambas Gallego (1833-1877)”, Revista de Historia de Jerez, n° 2, 1996, pág. 71.)

También funda Francisco Meléndez entonces, y dirige como propietario suyo, con el activo Juan José Cambas –aunque era mayor que Meléndez se doctoró dos años después– como otro de los directores, el periódico El Progreso Médico (Cádiz, 1868-1872), que pronto supo ganarse un prestigio entre la prensa y profesionales médicos coetáneos, al proponer, por ejemplo, una Asamblea o Congreso médico profesional español, y otras actuaciones impulsadas desde la iniciativa privada, aunque en el entorno de la prestigiosa Facultad de Medicina de Cádiz.

«En el último número de nuestro ilustrado colega El Progreso Médico, de Cádiz, leemos lo siguiente que habla muy alto en favor de sus redactores por el interés que se toman en pro de la juventud médica de aquella ciudad. No podemos menos de aplaudir la idea: “Concurso escolar. La redacción de El Progreso Médico, inspirándose en su ardiente deseo de fomentar el estudio y recompensar de algún modo el trabajo y aplicación de los alumnos de esta escuela, ha resueno adjudicar entre los mismos un premio semestral bajo las bases y condiciones que más adelante se establecen. Si el fraternal cariño que a ellos nos une no fuese motivo más que suficiente para obligarnos a ofrecerles esta débil muestra de aprecio, bastarían para ello la sensatez, cordura y laboriosa aplicación de que son noble ejemplo los que hoy se sientan en las aulas cuyos muros aun repiten las lecciones elocuentes de Aréjula, Porto, Arboleya y otros ilustres varones, cuyo recuerdo venerando vive siempre grabado en el corazón de las generaciones escolásticas que se lo trasmiten de una en otra con religiosa admiración, como sagrado talismán que les alienta y anima en su azarosa y difícil peregrinación a través del vasto y árido campo de la ciencia. Pobre y mezquino óbolo es el que hoy ofrecemos a los alumnos, como débil premio a sus hidalgos sentimientos de amor a la ciencia y aplicación al trabajo, pero la redacción de El Progreso es pobre también, porque la forman médicos, y si en algo es constante la fortuna veleidosa, es en no derramar sus tesoros y riquezas sobre los hijos de Esculapio, cuya pobreza solo es comparable a su filantropía y abnegación. Rogamos, pues, a nuestros amigos de hoy, compañeros y amigos de mañana y siempre, acepten nuestra modesta ofrenda, no en lo poquísimo que vale, sino en lo mucho que significa. Si, como esperamos confiados, interpretan fielmente nuestro deseo presentándose en gran número a tomar parte en la noble lid a que hoy les invitamos, veremos una vez más confirmada nuestra opinión de que nunca se invocan en balde los honrados sentimientos de los alumnos de la Escuela gaditana. Programa del concurso. 1.° Queda abierto desde hoy público certamen entre los alumnos de la Facultad de medicina de Cádiz, para optar al premio ofrecido por la redacción de El Progreso Médico. 2.° Dicho premio consistirá en la suma de 320 reales vn. en efectivo o en papel de matrículas, si así lo quisiere el interesado y un certificado honorífico suscrito por los redactores, debiendo adjudicarse al autor de la Memoria mejor escrita sobre el siguiente tema: ¿Cuál es el mejor tratamiento de la pneumonía? 3.° Habrá además un accésit que consistirá en una mención honorífica firmada por los redactores, y además la suscrición permanente y gratuita a El Progreso Médico. 4.° No podrán ser admitidos a concurso los alumnos que hayan verificado los ejercicios para el grado de licenciado. 5.° La Memorias, escritas en castellano, serán presentadas en la redacción de El Progreso, antes del 15 de mayo próximo. 6.° Toda Memoria cuyo autor se haga conocer de un modo directo o indirecto, será excluida del concurso. 7.° Deberán ser entregadas en pliego cerrado sin firma y marcadas con un lema igual al de otro pliego cerrado y lacrado que contendrá la firma del autor. 8.° Este premio se conferirá en la sala de juntas de la Facultad en sesión pública, el día 25 de mayo próximo. 9.° El pliego correspondiente a la Memoria premiada será abierto en dicha sesión leyéndose en voz alta el nombre que contenga, los demás serán inutilizados a no reclamarles sus autores. 10. Tanto la Memoria premiada como la que obtenga el accésit serán publicadas en El Progreso Médico. Cádiz 15 de marzo de 1869. La Redacción”.» (El Genio Médico-Quirúrgico, año XV, Madrid, 22 de marzo de 1869, nº 663, págs. 174-175.)

«Acta de la reunión que los individuos de la prensa médico-farmacéutica de Madrid celebraron el día 18 de abril de 1869 para tratar de la convocación de una Asamblea médica general. Reunidos los señores D. Juan J. de Cambas, D. Pedro González Velasco, D. Francisco de Asís Delgado Jugo, D. Teodoro Yañez, D. Quintín Chiarlone, D. Zoilo Pérez, D. Pío Hernández, D. Luis Hysern, D. Matías Nieto Serrano, D. Saturio Andrés, D. Pablo Fernández Izquierdo, D. José Soler, D. Félix Tejada y España y D. Juan Cuesta y Krerner, el día 18 de abril de 1869, a las ocho de la noche, en el local de la Academia Médico Quirúrgica, a consecuencia de la invitación del Sr. Cambas, director del periódico El Progreso Médico, de Cádiz, se procedió al nombramiento de una mesa provisional, habiéndose elegido al efecto al Sr. Chiarlone, como director de uno de los periódicos más antiguos, para desempeñar el cargo de presidente, y al señor D. Luis Hysern, como uno de los más jóvenes de la reunión, el de secretario.» (El Genio Médico-Quirúrgico, Madrid, 30 abril 1869, pág. 242.)

1873 «Facultad de Medicina de la Universidad literaria de Sevilla en Cádiz.- Secretaría.- Anuncio. En virtud de lo prevenido en la legislación vigente, la matrícula para el curso académico de 1873 a 74 queda abierta en esta Facultad desde el día 16 al 30 inclusive del corriente mes de Setiembre. […] Y para que llegue a conocimiento de las personas a quienes pueda interesar, se anuncia por medio del presente que visa el Excmo. Sr. Decano, en Cádiz a 31 de Agosto de 1873.- V° B° El Decano. Francisco Flores Arenas.- El Secretario, Francisco Meléndez Herrera.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 23 septiembre 1873, pág. 3.)

1874 «Facultad de Medicina de la Universidad literaria de Sevilla en Cádiz.- Secretaría.- Anuncio. Con arreglo al Decreto de 29 de Setiembre anterior, la matrícula para el curso de 1874 a 1875 estará abierta en esta Secretaría, desde el día de la fecha hasta el 15 del mes actual. […] Y para que llegue a conocimiento de las personas a quienes pueda interesar, se anuncia por medio del presente que visa el Excmo. Sr. Decano, en Cádiz a 1° de Octubre de 1874.- V° B° El Decano. Francisco Flores Arenas.- El Secretario, Francisco Meléndez Herrera.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 9 octubre 1874, pág. 3.)

Se transforma en catedrático de universidad tras ganar la oposición convocada para cubrir una cátedra vacante en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, e ingresa con el número 309 en el proyecto de escalafón de 20 de octubre de 1875, con antigüedad 17 de agosto de 1875. Pocos meses después, en abril de 1876, ya ha logrado el traslado, para regir la cátedra de Anatomía quirúrgica de la Facultad de Medicina de Cádiz (dicha también “Facultad de Medicina de la Universidad literaria de Sevilla en Cádiz”; distrito universitario que contaba además con la Escuela Provincial de Medicina de Sevilla), a la altura ese año del ordinal 296 del escalafón; el 240 en el escalafón de 1882, el 228 en el escalafón de 1883, el 222 en el escalafón de 1884, &c.

1881 «Candidatura de concejales del partido liberal conservador. Barrio de San Francisco y San Carlos. D. Carlos Perea y Orive, D. José María Muñoz, D. Manuel Natera Fernández. Barrio de la Constitución. D. Fernando García de Arboleya, D. Agustín García Gutiérrez. Barrio de las Cortes. D. Pedro Ibáñez Pacheco, D. Ricardo González-Abreu, D. Luis Chorro. Barrio del Correo. D. Antonio Ruiz-Tagle, D. Antonio López Martínez. Barrio del Hércules. D. Miguel Moreno Martínez. Barrio de la Libertad. D. Eduardo J. Genovés, D. Francisco María de la Vega, D. Francisco Meléndez. Barrios del Hospicio y Palma. D. Benito García Quintana, D. José María Soulé. Barrio del Pópulo. D. Nicolás Fernández Cuarteroni, D. Ricardo Girón Severini. Barrios de la Merced y Extramuros. D. Santiago de la Torre.» (El Comercio, Cádiz, jueves, 28 de abril de 1881, pág. 1.)

1884 «Candidatura del Partido Liberal Conservador para la elección de concejales de Cádiz. San Francisco y San Carlos. D. José R. de Santa Cruz y Muxica. D. Domingo L. Iriarte. Constitución. D. Luis Chorro, D. Rafael Marenco. Cortes. D. Sebastián Rosetty, D. Miguel Moreno. Correo. D. Ángel Díaz Romerosa, D. Augusto Lerdo de Tejada y Santa María. Hércules. D. Francisco Meléndez, D. Agustín G. Gutiérrez. Hospicio y Palma. D. Rafael Rocafull, D. José Hidalgo Payán. Libertad. D. Anselmo Abascal, D. Francisco M. de la Vega.» (La Palma de Cádiz, jueves, 28 de febrero de 1884, pág. 1.)

1886 «Universidad de Sevilla. Facultad de Medicina. D. Federico Benjumeda y Fernández. D. Eugenio Rivera y Reina. D. Federico Godoy y Mercader. D. Pascual Hontañón y Cabezas. D. Rafael Moreneo y Gualter. D. José María Vilches y Estrena. D. Francisco Meléndez Herrera. D. Miguel A. Dacarrete y Hernández. D. Miguel Moreno Martínez. D. Benito Alsina y Rancé.  D. Celestino Párraga y Acuña. D. Hipólito Fairén Andrés. D. Abdón Sánchez Herrero.» (“Lista de los Directores de Escuelas e Institutos de los distritos universitarios, Catedráticos de Universidad y Doctores matriculados en las mismas”, Gaceta de Madrid, 4 abril 1886, n.° 94, pág. 43.)

1890 «Se ha concedido categoría honorífica de ascenso, como Catedráticos de la Facultad de Medicina, a los Sres. D. Benito Alsina Rancé y D. Francisco Meléndez Herrera.» (El Magisterio Español, 20 agosto 1890, pág. 4.)

1892 «Noticias de Sevilla. El catedrático de la Facultad de Medicina de Cádiz, D. Francisco Meléndez, ha sido nombrado para escribir el discurso de apertura de las clases de nuestra Universidad literaria, en el año académico próximo.» (El Guadalete, Jerez, 25 diciembre 1892, pág. 3.)

Tiene el mayor interés el discurso leído por Francisco Meléndez en la inauguración del curso académico 1893-94 de la Universidad de Sevilla, en el que ofrece una exposición muy ajustada de la evolución de los postulados doctrinales de las distintas escuelas médicas en unas décadas caracterizadas por trascendentales descubrimientos que obligaban a reconstruir filosóficamente qué entender por medicina, por cirugía, &c.: Carácter de la medicina contemporánea (Discurso leído en la Universidad Literaria de Sevilla en la solemne inauguración del curso académico de 1893 a 1894 por el doctor D. Francisco Meléndez y Herrera, catedrático de medicina operatoria de la Facultad de Medicina establecida en Cádiz, Imprenta de la Revista Médica, de D. Federico Joly; calle Ceballos, núm. 1, Cádiz 1893, 42 páginas).

Francisco Meléndez Herrera también fue alcalde de Cádiz durante casi tres años. Al renunciar Eduardo José Genovés como concejal en septiembre de 1892, desde el Ministerio de la Gobernación se nombra alcalde presidente del Ayuntamiento de Cádiz, por Real orden de 5 de septiembre, “por el tiempo que resta del bienio de 1891 a 1893, al concejal D. Francisco Meléndez y Herrera”, luego ratificado para el siguiente bienio 1893-1895. Fue así alcalde de Cádiz desde su toma de posesión el 7 de septiembre de 1892 hasta el primero de julio de 1895, en que lo hizo su sucesor, Ricardo González-Abreu. Sin duda porque no tenían previsto volver a nombrarle, recibió ciertos honores en abril de 1895… pero, al día siguiente de haber dejado de ser alcalde, tuvo que aguantar una crítica durísima a su mandato firmada, mediante su alias Zaide, por José Bueno Nuesa (†1903), copropietario y director en Jerez del veterano periódico El Guadalete.

1895 «Ministerio de Fomento. Reales Decretos. En atención a las especiales circunstancias que concurren en D. Francisco Meléndez y Herrera, Catedrático de la Facultad de Medicina de Cádiz; En nombre de Mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, Vengo en concederle los honores de Jefe Superior de Administración civil, libres de gastos. Dado en Palacio a diez y nueve de Abril de mil ochocientos noventa y cinco. María Cristina. El Ministro de Fomento, Alberto Bosch.» (Gaceta de Madrid, 20 abril 1895, nº 110, pág. 254)

«Nuestros alcaldes. El que se va. De Cádiz. Se vá… ¡Vaya bendito de Dios!… No será el hijo de mi santa madre quien llore su partida; ni la llorará el pueblo de Cádiz, ni la llorará nadie… Hay que hacer una excepción honrosa; la llorará él, el propio Alcalde, el propio señor de Meléndez; que pierde la canonjía de la Presidencia del Municipio… El pueblo no pierde nada. Este buen señor D. Francisco Meléndez y Herrera no ha tenido en la Alcaldía más que cosas para que le aborrezcan, como dice la gente de Granada. Por eso decía yo en uno de mis anteriores artículos que me alegraba en el alma aplaudir aquella higiénica medida de retirar a los granujas del arroyo, porque así tendría algo que aplaudir este Alcalde de mis pecados.  A él, a D. Francisco, íbale muy bien en el machito, con su saneada prebenda de los gastos de representación, llevando siempre a cuestas el negro tubo del sombrero de copa para darse pisto, abrumado por las distinciones y honores y alabanzas aduladoras que llovían sobre él… Pero, al pueblo… ¡oh! al pueblo le ha pasado lo contrario que a D. Francisco, porque el Sr. Meléndez no ha hecho nada, ni antes ni ahora, que mereciera aplausos sinceros en beneficio de este dolorido pueblo de Cádiz, el machito de autos, que ya siente reblandecimientos en la médula de sostener sobre sus espaldas el peso de tantas calamidades. Ahora viene la picara ley, cortando cabezas y machacando ilusiones, y lo arroja sin piedad del alto puesto… Nihil eternum… ¿Qué son las dichas humanas más que el heno, a la mañana verde, seco a la tarde, como decía el poeta? La cosa es triste. Y más triste pensar que en saliendo que salga el Sr. Meléndez, nadie se acordará de él, ni de su gestión administrativa, porque todos sus grandes hechos pueden caber perfectamente en el cáliz de un jazmín. El Sr. Meléndez como Alcalde ha sido muy poquita cosa, apenas si se llama Paco. Vamos, que no ha resultado, como hubiera dicho en esta ocasión aquel inolvidable Franclín de las actualidades del Diario. La menos cantidad posible de Alcalde… de verdad.  Un día publicó El Cocinero, un valiente semanario local que ha dado mucha guerra, la caricatura de Meléndez. Hizo la semblanza León Roch y León Roch se limitó a hacer la semblanza del médico eminente, del profesor habilísimo, eludiendo bonitamente cuanto se relacionara con la personalidad política del Alcalde que se vá… Yo creo que León Roch hizo muy bien salvando el compromiso de aquella manera. Porque del médico se puede decir mucho bueno; del Alcalde no se puede decir arti ni morti; el médico, el catedrático de la Facultad, el operador inteligentísimo, el maestro, merece cuantos aplausos se le quieran prodigar; el Alcalde y el político no merece más que un olvido misericordioso… Pero, señor, ¿por qué tendrán los sabios este afán de obscurecerse y de hacerse odiosos en política? No sé o no recuerdo quien ha dicho que los charlatanes convierten la elocuencia en quincalla… A esto agregaría yo que los sabios convierten el silencio en oro. En castellano tenemos un refrán que expresa lo mismo admirablemente. Perro que ladra no muerde… Gráfico. Los que hablan mucho son los que menos hacen. Y esto le pasa al Sr. Meléndez. Palabras de mieles, promesas halagüeñas con dulcedumbres de ambrosía, suavidades de raso, miel sobre hojuelas… Después nada. Un olmo que no da peras. Una flor con muchos perfumes que nunca acaba de convertirse en fruto. Dirá alguno, y ese alguno bien puede ser el mismo Sr. Meléndez, –ya me lo ha dicho en alguna ocasión;– que en la Alcaldía no se puede hacer nada… ¿Por qué?  ¿Porque lo impide alguien? Yo me atrevería a asegurar que eso es falso. Ese alguien que los maliciosos piensan sin gran acopio de razones, el Sr. Genovés, –lo diré sin tapujos,– no se mete en esas cosas. Lo que impide el Sr. Genovés con muy buen sentido y con muchísimo talento es que los alcaldes hagan tonterías y realicen proyectos descabellados y se conviertan en reyezuelos del Municipio y hagan picos y trenzados del presupuesto. ¡Ya quisieran parecerse en esto los liberales a los conservadores! Por lo demás, si un alcalde piensa bien y trabaja mejor, seguro está que vaya el jefe a cortarle las alas y a impedir beneficios para el pueblo, anulando las iniciativas y cercenando la autonomía de un alcalde… Se vá el Sr. Meléndez… Con Dios vaya. No hemos de sentir mucho ni poco su perdida y aún puede que nos alégremos. Acaso, acaso, no haya mucho que censurar; pero tampoco hay nada que aplaudirle. Solventando la cuenta con algo de indulgencia podemos decir que estamos en paz. Y para tener alcaldes así, ni fú ni fá, que muestran más interés por las victorias del general conde de Yamagata que por los intereses que administran, bien se está el pueblo sin alcaldes, que causan por lo menos el dispendio de los consabidos gastos de representación, que vienen a ser algo así como el plato de lentejas con que se compra la autonomía de los pobres de espíritu… ¡Semos frigilis!… Noto que a correrse algo más la pluma caigo sin remedio en ensañamiento. Y como ensañarse con el caído no es noble, ni siquiera cristiano, aquí termino, y por lo sano corto, deseando a D. Francisco una placita en la futura Comisión Permanente y repitiendo con el Dios sublime de las misericordias eternas: ¡Paz a los muertos! Zaide.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 2 julio 1895, pág. 1.)

1896 «La enseñanza pública. Ha sido nombrado Vocal de la Junta provincial de Instrucción pública de Cádiz, en concepto de Diputado provincial, D. Francisco Meléndez Herrera.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 31 enero 1896, pág. 2.)

«Nuestro distinguido amigo, ilustrado catedrático de la Facultad de Medicina de Cádiz el Dr. D. Francisco Meléndez Herrera, ha sufrido el grave accidente de fracturarse una pierna con motivo de resbalarse y caer de uno de los corredores del Hotel Madrid de Sevilla, a cuya capital le llevaba, en unión de otros catedráticos de la misma Facultad, el cometido de asistir a la apertura del curso de aquella Universidad. El Sr. Meléndez estuvo en esta cuando la inauguración del Instituto operatorio del Sr. Aranda, dándole al acto con su presencia y con la de los demás compañeros que concurrieron y ejercían cargos en el mencionado centro docente, mayor realce y cierto carácter oficial a aquel suceso. Al saber, pues, el triste percance de que ha sido objeto, hemos sentido un verdadero disgusto, deseando vivamente que sin complicación alguna, llegue a término favorable la curación del miembro lesionado.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, jueves 8 octubre 1896, pág. 1.)

1897 «El próximo lunes, primero de febrero, tomará posesión de su cargo el nuevo Decano de la Facultad de Medicina de Cádiz, D. Francisco Meléndez Herrera. A la solemne ceremonia de la toma de posesión, asistirán como de costumbre las corporaciones oficiales y el público en general. El acto promete ser muy animado y brillante.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 31 enero 1897, pág. 2.)

«El Monte sin piedad. Los principales responsables. Consejeros que tienen gran responsabilidad en la situación a que ha llegado el Monte por descuido, ineptitud, desaciertos, errores, obcecación, terquedades, acuerdos imprudentes, u otras causas: Don Mariano Murillo Salverredi (La cara de la soberbia. El carlista más pintado). Don José María Ríos y Rodríguez (El amigable componedor de relojes vendidos). Don Vicente Rubio y Díaz (La sombra de higuera negra. La eterna maldición del Monte). Don Agustín Moyano y Esteban (El siempre ausente. La gran figura decorativa). Don José García Ramos. (El gran boticario que no tiene drogas para curar al pobre Monte, que se muere). Don Eudaldo López Aldazábal (El gran reglamentario que no ha sabido reglamentar nada en el desarreglado Monte). Don Ricardo de Ortiz Mérida (El supremo indiferente). Don Ricardo Odorea (El hombre de los tres sueldos. El mortal de las necesidades nunca satisfechas). Don Manuel Calderón y Ponte. (El gran triturador (de boca) de El Pueblo, al que El Pueblo (de verdad) políticamente ha triturado). Don Francisco Meléndez y Herrera. (El doctor que no puede salvar al desahuciado Monte. El consejero de las soberanas nulidades). Consejeros que se harán igualmente responsables y solidarios del desbarajuste imperante, si no ponen remedio inmediato en bien de las clases necesitadas: Don Joaquín Rodríguez Guerra. Don Juan Aramburu e Inda. Don José C. de la Viesca y Pikman. Don Félix Soto y Mancera.» (El Pueblo, Cádiz, jueves 29 de abril de 1897, pág. 4.)

1899 «Excmo. Sr. D. Francisco Meléndez y Herrera. Doctor en Medicina y Catedrático por oposición de esta Facultad. Fue Alcalde de Cádiz en el año 95. Durante el tiempo que formó parte de la minoría conservadora, riñó grandes batallas en defensa de los intereses locales, aquilatando los actos todos de la Administración y consagrando atención a las quejas justas y a los intereses del Ayuntamiento. Por los méritos contraídos en tantas lizas en pro de los intereses municipales, fue nombrado en el mismo año Jefe superior de Administración Civil. D. Francisco Meléndez, ha derramado a manos llenas, entre las pobres gentes de los suburbios gaditanos, los beneficios de su ciencia y de su palabra persuasiva y bondadosa. Esta circunstancia, unida a sus prestigios personales y a su actividad incesante, le hacen merecedor de todo elogio.» (“La gente de mérito”, El Anunciador, Cádiz, diciembre de 1899, pág. 3.)

1901 «De Cádiz. Restablecido de su enfermedad, ha salido a la calle el Ilmo. Decano de esta Facultad de Medicina, D. Francisco Meléndez y Herrera.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 27 marzo 1901, pág. 2.)

«De Cádiz. Viernes 15. Anoche le fue administrada S. D. M. al decano de esta facultad de Medicina señor D. Francisco Meléndez, por el presbítero Sr. D. Luis Bargetón. El enfermo había pedido el cumplimiento del precepto religioso, señalando la hora en que había de verificarse. Llevaron los faroles los catedráticos Sres. Díaz Rocafull, Millán y Solano y el primer teniente de alcalde D. Luis J. Gómez Aramburu. Acompañando a S. D. M. con cirios iban cerca de un centenar de personas entre las que figuraban los catedráticos, médicos auxiliares de la Facultad, otros señores médicos, alumnos de medicina y otras personas de la amistad del señor Meléndez. En el acompañamiento figuraban también muchas otras personas conocidas de la localidad. Deseamos al respetable decano de la Facultad el restablecimiento de la salud.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, sábado 16 noviembre 1901, pág. 2.)

«Crónica gaditana. A hora avanzada de esta madrugada ha dejado de existir el respetable Decano de esta Facultad de Medicina, Ilmo. señor D. Francisco Meléndez y Herrera. Hijo de Cádiz, aquí estudió con aprovechamiento su difícil profesión, distinguiéndose ya como alumno, y ganando pronto, y una vez acabada la carrera, puestos señalados como el de profesor clínico y más tarde el de catedrático, uno y otro por oposición. El Sr. D. Francisco Meléndez tenía 58 años. Ha prestado numerosos servicios a la enseñanza, y en particular al ilustre colegio de que era jefe. El Sr. Meléndez deja memoria honrosísima y perdurable en la Facultad de Medicina de Cádiz. Fue el finado director propietario del notable periódico El Progreso Médico, que se publicó en Cádiz desde 1868 a 1873, y deja escritos algunos folletos, memorias y discursos, entre aquellos la elevada a la Diputación proponiendo reformas en el Manicomio, valiendo al autor un expresivo voto de gracias.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, viernes 6 diciembre 1901, pág. 2.)

«De Cádiz. El sepelio del Decano de esta Facultad de Medicina, Sr. D. Francisco Meléndez, verificado esta mañana, fue una elocuente manifestación del duelo que su fallecimiento ha producido en el vecindario.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 7 diciembre 1901, pág. 1.)

«Necrología. El jueves 5 del actual falleció víctima de la enfermedad que venía padeciendo el respetable Decano de esta Facultad de Medicina, Ilmo. Sr. D. Francisco Meléndez y Herrera, que gozó de generales simpatías y su personalidad era estimada y querida en nuestra población por su competencia e ilustración como facultativo, por su larga carrera política, durante la cual desempeñó importantes cargos, entre ellos el de Alcalde de esta ciudad, en donde su muerte ha producido general sentimiento. El sepelio, verdadera manifestación de duelo, en la que iban representados todos los centros oficiales de la población fue presidida por el Excmo. Ayuntamiento y demás autoridades civiles. El Claustro de profesores y los alumnos de la Facultad donaron magníficas coronas para honrar la memoria de su Decano. A sus hijos y demás respetable familia enviamos la más profunda expresión de nuestro sincero pésame por la desgracia que experimentan, pidiendo al Señor haya acogido en su seno de glorias al finado.» «Los alumnos de la Facultad de Medicina proyectan reunirse uno de estos días, para tratar de la celebración de unos funerales, en sufragio del alma del que fue su decano, D. Francisco Meléndez Herrera.» (El Cocinero, semanario festivo ilustrado, Cádiz, 9 de diciembre de 1901, págs. 7 y 8.)

«De Cádiz. Concurridísimos estuvieron los funerales celebrados en la mañana de ayer en la iglesia parroquial de San Antonio, por el eterno descanso del alma del Sr. don Francisco Meléndez, Decano que fue de esta Facultad de Medicina. Presidían el duelo los señores hijos y parientes del finado, a quien acompañaban numerosos amigos.» (El Guadalete, Jerez de la Frontera, 16 diciembre 1901, pág. 1.)

Al morir, Francisco Meléndez Herrera presidía al grupo de poder de los “romeristas gaditanos”, fieles al influyente ministro conservador Francisco Romero Robledo (1838-1906). Le suceden Francisco García Baquero como presidente honorario del romerismo en Cádiz y Antonio de Castro Carrillo, antiguo alcalde de Cádiz, como presidente efectivo de tal “romerismo”.

1902 «Doña Juana Castañeda y Morales, viuda de Don Francisco Meléndez Herrera, Catedrático numerario de la Facultad de Medicina de Cádiz. Se le declara con derecho a la pensión del Montepío de Oficinas de 1.250 pesetas anuales.» (Gaceta de Madrid, 28 febrero 1902, n.º 59, pág. 878.)

«Pensiones de Montepío. Por la Dirección general de Clases Pasivas se declara a doña Juana Castañeda y Morales, viuda de D. Francisco Meléndez Herrera, Catedrático numerario de la Facultad de Medicina de Cádiz, con derecho a la pensión del Montepío de oficinas de 1.250 pesetas anuales.» (Gaceta de Instrucción Pública, Madrid, 6 de marzo de 1902, pág. 65.)

1906 «Como dato curioso apuntaremos el siguiente: Desde el año 1868, en que fue jubilado el Decano de la Facultad don José Benjumeda, le sucedieron a éste los señores don Antonio Villaescusa, don Francisco Flórez Arenas, don Federico Benjumeda, don Rafael Marenco, don Eugenio Rivera, don José María Vilches, don Francisco Meléndez Herrera y don José Rubio Argüelles, a quien ha sustituido el señor Párraga.» (“En la Facultad de Medicina. Recepción del nuevo Decano, D. Celestino Párraga”, La Dinastía, Cádiz, sábado, 28 abril 1906, pág. 2.)

Textos de Francisco Meléndez Herrera en el proyecto Filosofía en español

1866 ¿Cuál es la educación física y moral de la mujer más conforme a los grandes destinos que le ha confiado la Providencia?, Madrid 1866, 23 páginas.

1893 Carácter de la medicina contemporánea, Cádiz 1893, 42 páginas.

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