“Humanismo”
1823 «Encargados quedan de formar las inscripciones que con sangre Realista estampará el cincel sobre las inmortales pirámides, los Rotten, Milans y Minas, los Ballesteros y Zayas, los Méndez Vigo y Quirogas, los Palareas y Rosello, los hérores de Extremadura con el humanismo y sabio empecinado.» (El Restaurador, viernes 12 de diciembre de 1823, nº 147, pág. 1281.)
1848 «El humanismo de Feuerbach es todavía aquella imponente y lúgubre figura, que llena la bóveda del templo en la vision del poeta, para decir a las almas desamparadas que ha ido a buscar a Dios, y que no le ha encontrado. Esa sombra gigantesca de la humanidad es todavía un crepúsculo de religion y de filosofía. A este crepúsculo debía suceder la noche, la noche eterna; aquella noche de las tinieblas de Byron; la noche horrible de una soledad más profunda que la nada, más espantosa que el caos. Debía aparecer quien, sacando las últimas consecuencias de los principios hegelianos, protestara contra aquel humanismo como contra un resto de superstición. Hubo quien llamase a las doctrinas de Hegel una devota frailada.» (Nicomedes Pastor Díaz, «Los problemas del socialismo. Lecciones pronunciadas en el Ateneo de Madrid en el curso de 1848 a 1849. Lección segunda. Del socialismo, y del individualismo en la filosofía» [se fueron publicando en el periódico La Patria], Obras de Don Nicomedes-Pastor Díaz, Madrid 1867, tomo 4, pág. 41.)
1850 «Las sectas demagógicas religiosas y políticas de que en el norte de la Alemania era jefe y doctor Max Stirner; ese hombre que se ha burlado de la inocencia de Proudhon, que ha maldito como una tiranía opresiva la religión del humanismo, que es la negación de toda idea religiosa; ese hombre, en fin, cuya filosofía resume un escritor francés en estas horribles palabras: «No solo no existe Dios, sino que el mismo género humano no es más que un ídolo falso, y el amor a la humanidad una frailesca hipocresía. Yo soy solo en este mundo; solo yo existo; mis goces, mi poder, mi libertad no pueden ser limitados por ninguna creencia, por ninguna regla, por ningún derecho contrario a mi derecho.» ¡Filosofía horrible y subversiva que hace imposible todo orden, toda religión, toda sociedad!» ([Editorial], La Época, Madrid, jueves 7 de marzo de 1850, pág. 1.)
«La prensa periódica de Madrid, no ya la religiosa, sí que también la que se ocupa especialmente de las cuestiones político-administrativas, reconoce con nosotros la urgente necesidad que hay de moralizar la sociedad por medio de la verdad divina que nos legó Jesucristo. Todos los hombres de recto corazón y que hacen ardientes votos por la felicidad del país, se han convencido al fin, de que no hay otra áncora de salvación que las sublimes máximas del Catolicismo, anatematizando las erróneas y subversivas doctrinas de la escuela racionalista. Preciso es pues que enmudezcan los que ridiculizan los religiosos principios que proclamamos, pues que no pueden decir que únicamente los sustente el partido clerical, que es el único fundamento de su estravagante argumentación. Con este objeto copiamos de la Época, periódico de la corte, su artículo editorial del día 7 del corriente. Dice así: […] "Las sectas demagógicas religiosas y políticas de que en el norte de la Alemania era jefe y doctor Max Stirner; ese hombre que se ha burlado de la inocencia de Proudhon, que ha maldito como una tiranía opresiva la religión del humanismo, que es la negación de toda idea religiosa." […].» (El Ancora, Barcelona, martes 12 de marzo de 1850, nº 71, págs. 848-849.)
«¡Socialismo! –exclamarán algunos escandalizados. No: humanismo, humanismo, como dice el filósofo alemán Krause.» («Variedades», El Clamor Público, periódico del Partido Liberal, Madrid, viernes 1º de noviembre de 1850, pág. 3.)
1851 Julián Sanz del Río titula «El Socialismo corregido por el Humanismo» su primera versión del Ideal de la Humanidad de Krause. Este manuscrito de 171 hojas fue encontrado por Enrique M. Ureña en la Real Academia de la Historia (Madrid) y publicado por él en El 'Ideal de la Humanidad' de Sanz del Río y su original alemán, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 1992, en edición concordada a tres columnas del texto original de Krause de 1811 en alemán, el manuscrito inédito de Sanz del Río de 1851, y el texto por él publicado en 1860. Según nos confirma Enrique Ureña [correo 29-01-2010], Krause no utilizó el término Humanismus (se sirvió de Menschheit, Menschheitbund, Menschlichkeit y Reinmenschlich). Como advierte Ureña (nota 106, pág. XXX, de la obra citada) Sanz del Río, en el índice anuncia para un punto: «Ideal del puro Humanismo en el Individuo», que luego en el texto convierte en «La Idea del Humanismo considerado en el Individuo». En efecto, Julián Sanz del Río traduce en 1851 un epígrafe III de Krause, «Das Reinmenschliche im Leben jedes einzelnen Menschen», por «La Idea del Humanismo considerado en el Individuo» (títulillo que en 1860 convierte en «Ideal de la Humanidad en el Individuo»); e interpreta después en el texto Menschlichkeit de Krause por Humanismo en el manuscrito de 1851 y por Humanidad en 1860 (pág. 65): «Die reine Menschlichkeit, als der Inbegriff alles Wesentlichen, wodurch der Mensch Mensch,…» [1811] → «El puro Humanismo como en contenido de propiedades bajo las cuales el hombre es hombre…» [1851] → «La humanidad, como el contenido de las propiedades características del hombre…» [1860].
«Pero el suelo más preparado para el humanismo era Alemania, que desde mucho antes estaba en estrecho comercio con Italia. Se fundaron entonces aquí muchos institutos y universidades, favorecidas con inmunidades (exención de impuestos), jurisdicción libre y otros privilegios; algunas de las antiguas, como Heidelberg y Viena, recibieron entonces nuevo incremento. Formáronse asociaciones literarias para el cultivo y propagación del humanismo (la sociedad rhenana fundada por Conrado Celtes y Juan Dalbelrg; la sociedad de Strasburgo fundada por Wimpfelin, &c.) que estaban entre sí en correspondencia, y crearon un espíritu común literario.» («Historiadores alemanes modernos» [sobre el libro del Dr. Greg], Eco literario de Europa, tomo 1, Madrid 1851, págs. 122-123.)
1854 «El Diario Español no se contenta con la república de Platón, ni con la Ciudad del Sol de Campanella, ni con la utopía de Tomás Moro, ni con la perfectibilidad ilimitada de Condorcet, ni con la rehabilitación de la carne de Saint-Simon, ni con el comunismo de Cabet, ni con el socialismo de Louis Blanc, ni con el misticismo humanitario de Pierre Leroux, ni con el sentimentalismo democrático de Lamartine, ni el radicalismo poético de Víctor Hugo, ni el demagogismo frenético de Mazzini, ni el anarquismo de Proudhon, ni el positivismo de Augusto Comte, ni el humanismo de Feuerbach, ni con el mesianismo de H. Wronski, &c., &c.; quiere mas todavía.» ([Programa de El Diario Español], La Esperanza, periódico monárquico, Madrid, miércoles 8 de noviembre de 1854, pág. 3.)
1860 «Ayer La Regeneración se excede a sí misma con motivo de la cuestión de Roma, y nos ofrece un cuadro del humanismo que reina en las sociedades libres. Y en las sociedades esclavas, ¿reina, por ventura, directamente la divinidad? No sabíamos que la inquisición es divina, y los calabozos de Spielberg divinos, y las bastonadas divinas, y divinos los agentes de policía de Nápoles y Viena. Francamente, muchas veces dudamos si nuestro colega se ha propuesto reirse de la religión. Sólo así se pueden concebir las cosazas que dice La Regeneración, con un aplomo digno, en verdad, de ser tenido en cuenta por nosotros los profanos.» (La Discusión, diario democrático, Madrid, miércoles 18 de enero de 1860, pág. 2.)
«La Grecia nos ha dado en la antigüedad los problemas filosóficos y políticos. […] Suyo fue el empirismo naturalista de los jónicos, el idealismo de los eleáticos, la protesta socrática de la conciencia individual, la armonía platónica del espíritu de Dios y la armonía aristotélica del espíritu con la naturaleza, el particularismo epicúreo, el humanismo estoico, el grandioso sincretismo alejandrino, y de esta suerte ha dominado la conciencia humana, aun después de diez y nueve siglos de cristianismo.» (Emilio Castelar, «Las desgracias históricas de Italia», La Discusión, diario democrático, Madrid, sábado 10 de marzo de 1860, pág. 1.)
1862 «Principio eterno es que el hombre no puede ser obligado a creer lo que repugna a su razón o lo que rechaza su voluntad, y la religión Católica, esa religión del amor, fundada por Jesucristo bajo la forma exterior de la Iglesia cristiana, que ha traído entre todas las instituciones sociales el más precioso fruto de salud sobre la tierra, a la cual debe la Europa que el puro humanismo sea hoy la base de su civilización, ejemplo y maestra de las demás civilizaciones, que ha despertado, con las enseñanzas de su Divino fundador, el sentimiento de la dignidad humana en todo hombre bajo todo cielo y en todos los Estados sociales, que ha encendido la celestial llama del amor entre los hombres, la caridad, que ha estrechado, en fin, los vínculos de la fraternidad universal y estimulado para el desarrollo de todas las fuerzas físicas y morales, con que se halla dotada la especie humana; esa religión, decimos, no puede ser impuesta por la fuerza material o por la violencia moral, puesto que los designios eternos de un Dios la han establecido y fundado en armonía con la naturaleza del hombre racional y libre.» (Roque Meaño & Francisco Merino López, «Defensa legal de los procesados en la ciudad de Málaga por supuestos delitos contra la religión» [los procesados eran José González Mejías y Antonio Carrasco Palomo, protestantes presos como consecuencia de la detención de Manuel Matamoros García en 1860, de quien eran discípulos], El Clamor Público, periódico del partido liberal, Madrid, jueves 25 de septiembre de 1862, pág. 5.)
1864 «La joven escuela hegeliana con FEUERBACH declaro años atrás que nada había por encima de la humanidad; que Dios no es otra cosa que el reflejo de nosotros mismos, una enagenación de nuestras más sublimes ideas en provecho de un ser imaginario. Homo homini Deus. Viene luego STIRNER a decir que este humanismo, esta religión de la humanidad, era una asersión frailesca; que la humanidad no existía para el hombre; que a nada que sea exterior a sí mismo debe someterse el hombre, y que no había más derechos en este mundo que los derechos del individuo: Homo sibi Deus, era la terrible fórmula de STIRNER. El célebre PROUDHON fue más allá; atacó el humanismo porque conserva a Dios transfigurándolo en el hombre: la teología de los nuevos hegelianos para PROUDHON es un ateísmo disfrazado; es una religión en lugar de ser una ciencia; es un retroceso al misticismo –dice– al fanatismo: "yo", al contrario, "al reconocer un Dios, le proclamo como enemigo del hombre, y por tanto debemos combatirle eternamente." Siguiendo el camino trazado por estos y otros sofistas de la crítica moderna, RENAN pretende trastornar completamente las creencias del cristianismo, que ha civilizado al mundo y libertado al hombre de la esclavitud y del error, negando la divinidad al Redentor del género humano, al hijo de María. Las fórmulas bárbaras del teólogo DAVID STRAUSS, autor de la Vida de Jesús, ERNESTO RENAN las ha sustituido con una erudición más al alcance de los no iniciados en las oscuridades filosóficas, y como al mismo tiempo ensalza a Jesus sobre todas las criaturas, en cuanto hombre, resulta que esta obra, aun viniendo después de la de los autores que llevo citados, ha producido un escándalo si cabe mayor, y conturbado fuertemente las conciencias cristianas. La impía obra de RENAN aparece precisamente cuando la Alemania, cansada de la abyección y fango en que la arrastraron los hegelianos, volvía al sendero de la filosofía espiritualista, defendida con energía por los partidarios de la escuela Cartesiana que hoy existen allande el Rhin.» («París 25 de marzo, correspondencia particular de La España», La España, Madrid, martes 29 marzo 1864, pág. 1.)
1871 «El Congreso de la Paz. Laussane 27 de septiembre. La sesión de hoy ha sido especial. Una señora Paula Minck, comenzó por hacer la apología del socialismo, y, como la tal no era corta de genio, propuso al Congreso que condenase las ejecuciones de comunistas hechas por las tropas de Versalles. No hubo un chusco que recordase los asesinatos, los incendios, los robos, &c., cometidos por los amigos de la entusiasta Paula Minck. Mr. Schopfer habló en favor de la emancipación de la mujer. Mr. Fribourg defendió la Commune y La Internacional. Mr. Guinard, médico de esta población, propuso a la Liga que fuese sustituida la palabra Liberté por la de Humanité, y que se nombrase una comisión para estudiar el principio (¡mucho ojo!) del humanismo vegetativo y la higiene de la moral… "¿Entiendes, Fabio, lo que te voy diciendo?" Pues no lo entendería el mismo Fabio, porque hasta los iluminados de la Liga se quedaron con la boca abierta al escuchar semejantes disparates de la del famoso doctor Guinard.» (La Época, periódico político diario, Madrid, jueves 5 de octubre de 1871, pág. 2.)
1872 «No negaré que en el libro de Philipson se encuentran ideas y presentimientos que exigen reflexiva y grave meditación; pero juzgo estrecho el criterio y sobradamente histórico el desempeño. ¿Por qué excluir a la India y Grecia? ¿El naturalismo greco-latino, la concepción de Budha, pesan tan ligeramente en el concepto religioso, que pueda fácilmente prescindirse de esas fases de la historia de las religiones? Las oposiciones histórico-religiosas de naturalismo y humanismo, como opuestas al supernaturalismo semítico-cristiano, son momentos y variedades de la religión que expresan en su magnifica grandeza el conjunto. Mr. Burnouf corrige en esto punto con verdad al docto israelita alemán comprendiendo en el proceso histórico de las religiones a las orientales y pelásgicas, y negando esa principal y definitiva oposición entre el humanismo y la religiosidad, o entre el naturalismo pelásgico y el idealismo semítico.» (Francisco de Paula Canalejas, «La ciencia de las religiones» Revista de España, nº 98, marzo 1872, pág. 168.)
«Por último, si la Iliada es, como el Ramayana, un poema sagrado, si lo humano y lo divino en él se compenetran y estrechamente se relacionan, es lo cierto que el humanismo profundo del genio griego logra mantener íntegra la libertad de sus personajes, e inalterable el carácter humano e histórico de los hechos, de tal suerte, que la acción divina y la acción humana quedan en cierto modo independientes, siendo libres los héroes a pesar del destino, y humanos los hechos a pesar de la intervención de lo maravilloso; si de maravilloso y de divino puede hablarse en un pueblo que, invirtiendo la fórmula constante del panteísmo, en vez de disolver los seres en el ser, difundió el ser en los seres; en vez de elevar al hombre a la condición de Dios, rebajó a Dios a la condición de hombre, y en su profundo amor a la humana naturaleza, dobló la rodilla ante su propia imagen trasfigurada, e hizo a lo humano modelo de lo divino, en vez de entender lo divino como tipo de lo humano.» «Y cuenta que no es fácil empresa pintar caractéres interesantes, dadas las condiciones del arte indio. Como dejamos expuesto, no poseía éste aquel profundo humanismo de los helenos, que daba vida, calor, interés humano a las más abstractas creaciones de la religión y la ciencia, y humanizando lo divino evitaba los obstáculos que al interés poético suscita siempre su intervención en las concepciones épicas y dramáticas.» (Manuel de la Revilla, «Literatura sanscrita» Revista de España, nº 113, noviembre 1872, págs. 7 y 15-16.)
1875 «Discute El Diario Español con El Imparcial acerca de la libertad de enseñanza y dice lo siguiente: "No es cierto tampoco que en Alemania exista, ni haya existido jamás desde la reforma acá, la libertad de enseñanza oficial, pues aunque los católicos han fundado universidades libres, al lado de las protestantes intervenidas por el Estado, ni este las deja en plena libertad, ni estos centros del saber ejercen la enseñanza bajo el punto de vista del racionalismo y del humanismo fanáticos, es decir, exclusivos e intolerantes."» (La Correspondencia de España, Madrid, sábado 14 de agosto de 1875, pág. 7.)
«Insistimos en que no vemos salvación para el krausismo, aparte de todo, porque la tendencia que en su seno comienza a acentuarse –inclinándose al neokantismo y al positivismo– marca una evolución bastante regular, que está llamada a sustituirle. Además, el humanismo krausista, o sea la sociología, traele insensiblemente al campo del sentimiento, y aquí o se hace místico y asceta o encierra el corazón en su propia esfera, y fuera de ella busca el positivismo como el único instrumento apropiado –por el instante– para la satisfacción de las necesidades máa elevadas de la existencia. Se necesitaría cerrar los ojos para no ver en el krausismo esta fatal inclinación.» (Francisco M. Tubino, «La crisis del pensamiento nacional y el positivismo en el Ateneo», Revista de España, diciembre 1875, nº 188, pág. 442.)
1876 «En los últimos días del mes pasado y en los primeros del actual se ha celebrado con grandes fiestas en Italia el centenario de Leguano […]. Predicaron otros por el humanismo, extensión del sistema federal a todo el globo terráqueo, y los defensores de estas doctrinas, que nadie calificará seguramente de mezquinas y limitadas, prometieron con decisión apelar a las armas si la palabra y la pluma no bastaban.» (La Iberia, diario liberal, Madrid, jueves 8 de julio de 1876, pág. 3.)
«Queda solamente de esta formidable octava el asunto del comtismo o positivismo, o como bien pudiera llamarse, humanismo.» (W. E. Gladstone, «Las corrientes del pensamiento religioso», Revista Contemporánea, Madrid, 30 de junio de 1876, nº 14, pág. 199.)
«Y en cuanto al principio de humanidad, no es ésta en el cristianismo la mera suma de individuos, como para la escuela empírica, sensualista o positivista, ni tampoco una pura abstracción como lo es para el humanismo idealista, sino que es, por el contrario, un principio real, cuya base y fundamento radica en la esencia y naturaleza que es común a todos los hombres, y de la cual se deriva el valor y dignidad de cada uno de ellos, que ninguno pierde por muy bajo que caiga, porque siempre queda aquel fondo verdaderamente divino que nos obliga a respetar y amar en cada hombre al hombre; o como han dicho los cristianos, ya que Jesús desenvolvió en la vida en todo su esplendor aquel fondo divino, debemos amar en todos los hombres a Cristo.» (Gumersindo de Azcárate, «El positivismo y la civilización», Revista Contemporánea, Madrid, 30 de julio de 1876, nº 16, pág. 479.)
«El absoluto egotismo (egotism) de Max Stirner sobrepujó al humanismo de Feuerbach, mas sólo para caer ante un materialismo menos refinado.» «Con su separación de la política empezó el período de su más pura actividad literaria (1848-60). Los frutos que éste dio fueron una serie de clásicas biografías, más o menos relacionadas con el conflicto entre la religión y la cultura, o más bien entre el Eclesiasticismo y el Humanismo.» «Los atributos de Cristo húndense con él, pues ya no se trasfieren a la humanidad. Queda, es verdad, un Cristo ideal; mas para ser refundido solamente como idea de la percepción humana. Necesítase separar de la personalidad histórica la idea, elevar la religión de Cristo a religión de la humanidad. No se puede admitir nada que trascienda de la naturaleza. El humanismo es la final y más alta meta del hombre.» (A. M. Fairbairn, «David Federico Strauss. Un capítulo de la historia del pensamiento religioso moderno», Revista Contemporánea, Madrid, octubre 1876, nº 21, págs. 101 y 102, nº 22, pág. 231.)
1877 «Comenzóse por padir una moral independiente de la religión; pidióse luego una ciencia independiente de la moral: en voz baja empieza ya a exigirse que independiente de la moral sea también el derecho, y a grito herido reclaman los internacionalistas, dejándose de contemplaciones y yendo derechos al bulto, que se declaren asimismo independientes de la moral las tres entidades sociales: el Estado, la familia, el individuo. ¡Es decir, señores, que los ateos, pasando del humanismo sin Dios al humanismo sin alma, y del humanismo sin alma al bestialismo (última palabra de los materialistas), reniegan ya juntamente del Dios del cielo, de los reyes de la tierra, de la autoridad histórica, de todo vínculo social, de la sociedad misma, de la propiedad, de la casa, de la esposa, de los hijos, hasta de si propios, o sea de su condición de criaturas racionales, pidiendo, en cambio, a la luz del petróleo y entre las ruinas causadas por el incendio, la anarquía universal, el amor libre y la irresponsabilidad de las acciones humanas.» (Fragmento del discurso que Pedro Antonio de Alarcón pronunció en su recepción en la Academia Española, La Época, periódico político, Madrid, 26 de febrero de 1877, pág. 3.)
«Al tratar de la cuestión religiosa, el generoso espíritu y el optimismo del Sr. Azcárate se sobrepusieron a las exigencias del arte político. El filósofo venció al hombre de Estado, y el Sr. Azcárate sostuvo soluciones nobles y simpáticas, sin duda, pero extremadamente peligrosas. El alma pura del Sr. Azcárate se resiste a creer en la eficacia perturbadora del mal y fía demasiado en la del bien y en la fuerza de las ideas. Dominado, además, por cierto humanismo abstracto, muy común en los hombres de su escuela, muéstrase siempre muy dispuesto a sacrificar el presente al porvenir, quizá porque esté muy seguro de éste; y no vacila en declararse vencido antes que conseguir la victoria por medios que no sean irreprochables. Bello es esto, sin duda, pero nunca de tal manera se gobernaron con acierto los pueblos ni triunfaron las causas civilizadoras.» (Manuel de la Revilla, «Revista crítica», Revista Contemporánea, Madrid, 30 de junio de 1877, nº 38, pág. 505.)
1878 «No hay en la explicación de los seres finitos separación ni distinción como en Descartes; Spinoza dice que todo se resuelve por esa ecuación en que está todo lo que es. ¿Por qué? Porque el resultado de esa ley fatal engendra lo que se ha llamado humanismo en otra escuela, es a saber, la enseñanza de que el hombre es un compuesto formado en la raíz de todo lo que es, aunque siendo esencialmente espiritual.» (Emilio Reus y Bahamonde, «Spinoza y su doctrina», Revista Contemporánea, Madrid, 30 de septiembre de 1878, nº 68, pág. 228.)
1881 «Pero apresurémosnos a decirlo, aunque vayamos en contra de opiniones muy respetables y de teorías muy en boga: los males del atomismo no los cura solo el humanismo. Ya lo dijo Rousseau, y es una gran verdad. Hay muchos que alardean de amar a la humanidad, al universo entero, para dispensarse de amar a su prójimo: son cosmopolitas, para no ser ciudadanos, y si se nos apura un poco, para no ser homnres, para no h acer nada por nadie, para amarse a sí propios.» (Tomás Rodríguez Pinilla, «El personalismo y la indisciplina de los partidos», La América, Madrid, 25 de mayo de 1881, pág. 14.)
1882 «No son ciertamente nuevos algunos de sus principios, porque lo que hoy se llama naturalismo se llamó "resplandecimiento de la verdad, e imitación de la naturaleza" entre los antiguos, se llamó humanismo cristiano entre los románticos y realismo durante el siglo diez y ocho y en la primera mitad del diez y nueve.» (E. Gómez Ortiz, «Naturalismo en el Arte», La América, Madrid, 28 de enero de 1882, pág. 3.)
«El profesor Haffner, de Maguncia, trató la "cuestión universitaria." La ciencia y la fe católica deben ir juntas. El orador hizo la apología de la ciencia de la Edad Media. La Reforma y el humanismo han expulsado de las Universidades la religión católica, y ahora el ateísmo está invadiendo las cátedras. […] Conviene ejecutar el proyecto que hace veinte años germina en Alemania: la fundación de una Universidad católica.» (Saturnino Jiménez, «El Congreso de los católicos alemanes en Francfort», La Época, Madrid, lunes 16 de octubre de 1882, pág. 4.)
1883 «Zola lo mira todo por el cristal de la fisiología, única ciencia seria que hoy debemos estudiar, como ha dicho un conocido ateneísta: ¿qué realismo más puro, qué humanismo más grande que una mesa de disección? Todo esto será verdad, líbreme Dios y la fisiología de negarlo; pero permítanme los positivistas que ose levantar mi voz humilde para decir que estas y otras filosofías, tarde o nunca entrarán en los dominios del arte español.» (Augusto Charro-Hidalgo, «Los teatros», Revista Contemporánea, Madrid, 28 de febrero de 1883, pág. 474.)
1888 «Debe, pues, reservarse para la significación de la palabra Ateneo (cuyo espíritu ha llegado a precisar el de obras y trabajos intelectuales, oratoria, artículos, conversaciones de Ateneo, &c.), aquel alcance que, heredado de la cultura clásica, se daba en los primeros tiempos del Renacimiento a la palabra humanismo (no sólo en la acepción de estudios clásicos o de aprendizaje mecánico del griego y del latín) como estudios libres consagrados a aumentar y elevar por grados, el sentido común culto de las gentes.» (Urbano González Serrano, «El Ateneo de Madrid», Revista de España, Madrid, mayo 1888, nº 479, págs. 32-33.)
1889 «Mañana martes comenzarán las sesiones de la sección de literatura del Ateneo. El secretario primero Sr. Torromé, dará lectura a la Memoria sobre el tema "El humanismo en España"» (La Época,, Madrid, lunes 11 de noviembre de 1889, pág. 3.)
1890 «Esta noche continuará en la sección de Literatura del Ateneo de Madrid la discusión de la Memoria sobre el tema "El humanismo en España"» (el Imparcial,, Madrid, lunes 14 de abril de 1890, pág. 1.)