A una representación sindical
(Madrid, Ministerio de Trabajo, 16 de julio de 1947.)
El valor simbólico de este acto sirve de estímulo para continuar nuestra lucha y aumenta nuestros bríos para salvar los obstáculos que en nuestro difícil camino puedan surgir. Por eso nuestro sentimiento es de gratitud y de alegría. Lo primero, por el aliento que supone saberse unido a los que de cerca combaten contra los enemigos de la justicia, y alegría porque constituye el más rotundo mentís a los que intentan propalar una desunión que sólo puede existir en las alocadas imaginaciones de los insensatos. Nosotros, que no hemos retrocedido jamás ante las dificultades ni ante los peligros, sabemos que el mayor enemigo de la victoria es la división. Porque nuestra vida es lucha permanente y nuestra postura es de vertical vigilancia, consideramos como enemigos y traidores a los que se acercan para cantarnos alabanzas insidiosas que separan y debilitan nuestro frente social. Conscientes de nuestra misión, luchar por la justicia, detestamos a todos los que con sonrisas diabólicas tratan de impedir la conquista de nuestro objetivo: la Revolución Nacional-Sindicalista. Sindicatos y Ministerio son instrumentos dedicados al mismo fin: el triunfo de la Revolución Nacional. La unión entre los dos es firme garantía de triunfo. Todos los grupitos capitaneados por ambiciosos fracasados, descontentos de su postergación, deben ser barridos a tiempo. Todo aquel que propugne una escisión es un traidor vendido al enemigo o al arribismo que hay que destruir. Vuestra presencia aquí, en estos momentos, aniquila todas esas maquinaciones que tienden a separar. Nosotros no podemos hablar de Ministerio ni de Sindicatos, sino de Revolución, porque nosotros no estamos aquí ni allá, sino encuadrados en un Movimiento que nos exige honradez y eficacia. Por eso todos los que quieren servir su egoísmo o tal vez tenebrosas consignas haciendo surgir pugnas y desavenencias presentadas con habilidad maniobrera, como procedimientos ingeniosos de librarse de ciertas responsabilidades o de justificar determinadas acciones u omisiones, sufren hoy un duro golpe al ponerse de manifiesto que entre nosotros sólo existe un sentimiento: el de hermandad, y un deseo: el de la unidad, la grandeza y la libertad de la Patria, que se resumen en estos dos gritos: ¡Viva Franco! ¡Arriba España!