A la Vieja Guardia de Vigo
(Vigo, 5 de diciembre de 1943.)
Camaradas: Entre nosotros un ¡Arriba España! sirve de saludo, de arenga y de consigna. Cada hombre de la Vieja Guardia está orientado en el pensamiento por su manera falangista de ser y en la acción por su forma disciplinada de estar. Sólo queremos al cruzarse nuestros servicios advertir un peligro y afirmar una actitud. El primero es la política; la segunda, la revolucionaria; anverso y reverso de una moneda que todavía está dando vueltas en el aire. Si no cayese por fortuna debajo la política tendríamos que forzar la suerte poniendo arriba la revolución, porque vosotros sabéis que no aceptamos el azar como decisivo en el destino de la Falange y de la Patria.
Por eso, alerta camaradas contra la política, contra la política en el sentido menos noble, contra la política como concepción acariciada por cerebros mezquinos, que es la esterilidad y la derrota.
Fijas las miradas en la tierra firme de las realidades revolucionarias, que delimitan la verdadera línea de nuestra lucha; unidos en el esfuerzo para vencer.
Andar este camino es lo que importa; no la primacía de los honores, no la ambición de los distintivos, no el egoísmo de los intereses. La acción hacia afuera; la misión, de pelea y de conquista.
Las Viejas Guardias, unidades escogidas sin más aspiración que ser las primeras en el sacrificio y en el riesgo, deben formar, mediante la agitación proselitista, vieja consigna de nuestros primeros Jefes, las grandes guardias nuevas que encuadren a todos los trabajadores de España en nuestra lucha por la Patria libre.
Porque sabed, camaradas, que si no somos capaces de dar a la Falange este tono ardiente y popular de combate por la justicia y por el pan, nuestra Revolución quedará en una modesta fiesta benéfica de las banderitas.
Con la alegría y el ánimo de sabernos comprendidos entre los nuestros, con la fanática seguridad del triunfo, con Franco, Camisas Azules de las Viejas Guardias de Galicia. ¡Arriba los brazos y Arriba España!