Filosofía en español 
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Medalla de la Vieja Guardia

(Valladolid, 4 de marzo de 1943.)


Lleváis sobre las guerreras el distintivo de la Vieja Guardia. Entended que obliga, no entendáis que defiende. No da derecho, subraya exclusivamente deberes; no es objeto de exhibición, es orden de servicio, y, sobre todo, no define una casta dentro de la Falange; sencillamente intenta señalar una calidad.

Haber sido de los primeros combatientes presupone en un ejército lealtad, destreza y valentía, pero no prueba nada sobre la eficacia presente.

Hay que hacer buena la veteranía con la fe, el coraje y la disciplina de cada instante. Cuando el servicio es una obligación, su cumplimiento no es un mérito. Que ni uno de vosotros entienda esta condecoración con soberbia. Llevarla no nos da sobre otros camaradas más título que haber luchado antes; jamás prueba de haber luchado mejor. Que no sirva a un exclusivismo de grupo, sino a una más abierta camaradería con los demás. Porque ser mejor en la Falange es saber unir, no es querer separar.

Su simbolismo nos fuerza a la presencia constante de quienes cayeron por la Patria y por la Revolución, y hasta que no logremos hacer fructífera su sangre debemos llevar la incertidumbre de su actitud hacia nosotros clavada en cada vida como una bayoneta.

La Medalla de la Vieja Guardia es un distintivo de vanguardia en el combate permanente a que nos fuerza nuestra condición de falangistas. Combate sin permisos, donde el propio interés es refugio de desertores. Las J. O. N. S. de Valladolid tienen en la Falange una tradición gloriosa: Servidla.

Doce años de lucha, a lo largo de los cuales la muerte aclaró nuestras filas, nos obligan a entender el acto de esta mañana no como una frivolidad ceremoniosa, sino como un presente emocionado y sincero que debe dejar huella en cada hombre. Que los que volvimos juremos una vez más ante Dios y prometamos ante la losa del Ausente no hacer traición a la memoria de todos los que faltan aquí.

Por la unidad, por la disciplina y por el combate.

Que cuando uno de nosotros caiga encuentre una mano de camarada que le ayude a levantar.

Que cuando nos tiente la pasión sepamos encadenarla a tiempo y hacerla esclava de nuestra voluntad y de nuestra fe.

Que el choque nos encuentre impacientes, el golpe impasibles y la emboscada vigilantes.

Que sepamos ser soldados en la disciplina y en el servicio y hermanos en el afecto y en la vida.

Y que cualquiera de nosotros que falte a este juramento de sangre sepa arrancar con sus propias manos esta Medalla de su camisa azul.

Y que a todos nos ayude Dios.

¡Arriba España!

 
(Valladolid, 4 de marzo de 1943.)