Filosofía en español 
Filosofía en español


En la Casa S. E. I. D. A.

(Madrid, 4 de julio de 1942.)


Trabajadores: Cuando andamos faltos de pan y en dura lucha por la justicia, parece poco oportuno hablar de Patria; pero para nosotros están tan enlazados estos tres conceptos, que por cualquiera de los tres caminos llegamos a las mismas consecuencias, predicamos la misma doctrina y afirmamos la misma fe. Y es precisamente aquí, ante un grupo de obreros madrileños, tan traídos y llevados por todas las propagandas, ante quienes se ha buscado siempre el tema de lo social y de lo revolucionario como elemento de convencimiento y de atracción, donde queremos hablar de otros valores que están por encima de lo económico. Podemos hacerlo, entre otras razones, porque nosotros no necesitamos conquistar a nadie, porque en nuestras filas no se forma por razones de interés y porque no queremos comprar voluntades con promesas o con posturas atrayentes, como hacen tantos que nos tachan ahora de extremistas y de demagogos cuando nuestra justicia amenaza sus arcas. Expuestos a todos esos argumentos pequeños, vamos a hablar un poco de la Patria; a hablar, sencillamente, de un falangista a otros españoles que acaso puedan serlo mejor que nadie. Como hemos dicho muchas veces, nuestra primordial razón de odio al marxismo nació de su internacionalismo, de su negación de la Patria. Su despreciativa valoración de lo nacional exasperó nuestro coraje de hombres y nuestro orgullo de españoles. Matar y morir por una idea se perdona y se admira, pero la traición de ensangrentar las calles por imponer una consigna extranjera es la que no sabremos perdonar jamás.

Hacer renacer en vuestros espíritus el fanatismo de España, que su veneno destruyó en vosotros, es una de nuestras primeras metas; aventar la mala ceniza de tantos corazones nobles que todavía pueden persistir en su incomprensión de lo español. Abierta y sencillamente hablamos cuando ningún interés para nosotros se va a seguir del cambio de vuestro pensamiento.

Tenemos la esperanza de que lograremos nuestro propósito, porque estamos seguros de que en vosotros hay todavía un hondo patriotismo verdadero; estamos seguros de que sentís aquí, en estos talleres donde trabajáis, toda la amargura de que pasen por vuestras manos piezas y marcas extranjeras, de que se anden buscando en la dificultad de importaciones de hoy productos de fuera que podrían ser superados en fabricaciones españolas, porque tenemos inteligencia y brazos lo bastante diestros para ello. Acaso hayáis sentido el orgullo de aquel motor español que no tiene nada que envidiar a los extranjeros, y el deseo y la decisión práctica de hacer mejor la Patria es la mejor forma de patriotismo. Porque también nosotros estamos ya de vuelta de ese patriotismo ineficaz y falso de los discursos hinchados y de los sentimentalismos de charanga, que encubre tantas veces ambiciones turbias o intereses injustos. La Patria se hace, se ama y se sirve con trabajo y con sangre, y de ninguna otra manera cómoda más. De la hermandad y el esfuerzo de todos los españoles que piensen así cabe únicamente esperar la gran Patria que no puede ser sueño de visionarios, sino realización de trabajadores.

Esta Patria así entendida y así amada tiene que hacerse con hombres honrados y trabajadores, hayan estado donde hayan estado en la ideología y estén donde estén en la jerarquía económica.

Estamos en tiempos muy duros, en que los pueblos tienen que defenderse solos, fiándose exclusivamente de su propia fuerza y de sus propias posibilidades, en que hay que dejar a un lado las pequeñeces interiores para hacer frente, unidos, a la vida de todos.

Por eso también queremos haceros ver que en nuestra manera de concebir la Patria hablamos solamente de trabajadores, sin distinguir al obrero del empresario; unos y otros, unidos, han de llevarnos al final dentro de la férrea disciplina del Estado Nacional-Sindicalista. Ya sabemos que estamos todavía muy lejos de nuestra concepción, que todavía el enemigo campea demasiado libremente, prevalido de su poder y de las circunstancias actuales, pero ya está entablada la guerra sin cuartel, y ellos o nosotros seremos barridos para siempre.

No hace falta hablar más. Meditad como españoles, como trabajadores, quién es ese enemigo; quiénes son los que estorban el bienestar de todos. Trabajad bien; la desgana es un boicot a vosotros mismos. Sed disciplinados. Se os trata con la consideración que merece todo productor, porque no sois vencidos ni presos. Cuidado con las posturas injustas. Hay unas leyes que se dan para ser cumplidas inexorablemente; acostumbraos a hacerlas eficaces acudiendo a vuestro Sindicato, que mal puede protegeros si no le exponéis vuestro problema. Son las fábricas los cuarteles de nuestro poderío industrial. Crear riqueza es hacer Patria. Todos los que estáis aquí, empresarios y obreros –trabajadores–, a formar en el frente de la Revolución Nacional-Sindicalista contra todos los zánganos de que habló el Caudillo, contra todos los políticos traidores o mentecatos que quieren revivir, con todos los hombres que tienen una fe y corazón para imponerla, que tienen heridas y corazón para perdonarlas, por la Patria Una, Grande y Libre.

¡Viva Franco! ¡Arriba España!

 
(Madrid, 4 de julio de 1942.)