Filosofía en español 
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Ante la Cruz de los Caídos de Villavicencio de los Caballeros

(Villavicencio de los Caballeros, junio de 1942.)


Camaradas: El ¡Presente! lacónico a los Camisas Azules muertos no es en la Falange un artificio teatral, ni un homenaje compasivo; es la afirmación de que están con nosotros, de que forman en nuestras escuadras, de que sentimos su fe y su coraje todavía vivos detrás de nuestras banderas.

Por eso, todas las sensiblerías ceremoniosas deben estar ausentes de nosotros cuando hablamos de quienes, cumpliendo la promesa de nuestro viejo himno de combate, «fueron a morir sin llorar».

No esgrimimos sus vidas destrozadas como un argumento contra el enemigo, porque no queremos mezclar en la baja batalla de estas horas unos nombres y unos sacrificios que son demasiado sagrados para nosotros.

No exhibimos su tragedia ante quienes no sabrían comprenderla, sino sacamos de su recuerdo presente toda la decisión y toda la fe que nos hacen falta para que sea aquello que no es. Aquello por cuyo cumplimiento tantos hombres creyentes en Dios, en la Falange y en la Patria, velan en guardia más allá de la muerte.

Para cualquiera de nosotros que sienta tentación de desertar, aquí, en esta lápida, queda grabado un nombre como una acusación; para todos los enemigos suaves que se fingen amigos y hieren por la espalda.

Porque cuando los nuestros, los nuestros, están sintiendo en su carne el arma roja, no podemos tolerar como españoles la ayuda moral que ciertas posturas representan para el enemigo.

¡Malditos sean de Dios los españoles traidores que no están con nosotros en la hermandad que en estos momentos nos exige la Patria!

En esta hora los distingos, las posiciones diplomáticas y las imparcialidades artificiosas, son una manera encubierta de afilar las bayonetas rojas.

¿O es que Rusia sólo era enemiga cuando atentaba con sus doctrinas a las tranquilidades injustas? ¿Es que sólo se pone el grito en el cielo cuando peligran intereses egoístas, sin que interese distinguir si los ataca la justicia cristiana o la barbarie bolchevique?

Camaradas: Para que Dios abra los ojos de todos a nuestra luz; para que bendiga el sacrificio de los nuestros y lo haga florecer; para que dé a nuestras banderas victoria y a nuestros hombres fe; para que nos ayude a levantarnos tantas veces como caemos en la vida; para que sepamos perdonar cuando Él nos mande perdonar, y para que acertemos a herir cuando Él nos permita herir. Por que proteja y dé acierto al que nos manda y a los que obedecemos. Por el alma del camarada que encontró la gloria cuando perdió la vida, vamos a rezar de pie, como los soldados en el asalto.

Padre nuestro...

 
(Villavicencio de los Caballeros, junio de 1942.)