Ante las ponencias de la Comisión Interministerial Reguladora de Precios y Salarios
(Madrid, julio de 1941.)
Camaradas: Estoy seguro que todos os habéis dado cuenta de la importancia de vuestra misión. Sé también que, como falangistas, el servicio tiene para vosotros un recio perfil militar que lo antepone a toda otra inquietud, a toda otra pequeña exigencia de cada uno. Estamos en la continuación del mismo combate por la Patria, el Pan y la Justicia, en el que tantos supieron olvidar comodidades y blanduras para batirse sin descanso, hora a hora, de cara al sacrificio y a la muerte. Es necesario que aquel mismo espíritu continúe presidiendo nuestra brega de ahora. El abandono del servicio en aras de intereses particulares de cualquier clase es hoy, como ayer, una deserción frente al enemigo. En consecuencia, camaradas, no será posible relevar a ninguno de vosotros, por ningún espacio de tiempo, en su labor, salvo durante los tres días que se concederán a todos por turno. De vuestro buen espíritu espero la disciplina y la tenacidad en el trabajo, indispensables para conseguir la victoria en este nuevo frente en que la lucha, si tiene menos riesgo, es acaso más difícil y más dura.
Y nada más, sino que me es agradable hablaros en este estilo porque tengo la certeza de que me comprendéis. ¡Arriba España!