Filosofía en español 
Filosofía en español


A los ex combatientes de Cataluña

(Barcelona, 6 de octubre de 1941.)


Camaradas: Con motivo de la inauguración de este Hogar, que ha de presidir un espíritu de camaradería ardiente y del que haremos un verdadero campamento de la paz, quiero cambiar impresiones con vosotros como uno más entre los ex combatientes de Cataluña.

Conocéis el lenguaje y el estilo de la guerra, y es preferible hablaros claro y fuerte. Por eso entre nosotros está de más el halago a los méritos y hasta el recuerdo de los servicios.

Nos hemos batido porque era nuestro deber hacerlo, y no sabemos cargar en cuenta a nadie un sacrificio que éramos los primeros interesados en llevar a cabo, por ser para la Patria necesidad y para nosotros honor.

La propia entrega de la vida es en la Falange una obligación más que sólo da derecho a la gloria de una hoja de servicios limpia y de una memoria respetada. Nada, por lo tanto, de echar en cara actuaciones y de pedir por ellas recompensas. Un puesto de trabajo desde el que contribuir a la prosperidad de la Patria, y nada más.

Alerta, pues, camaradas, contra tantos que no se cansan de repetir que se ha olvidado demasiado pronto la guerra. Para el enemigo que se batió cara a cara con nosotros y que acaso haya llegado a comprendernos, la hemos olvidado muchos, y sólo nosotros podíamos hacerlo. Pero quizá los preocupados de ahondar diferencias hayan olvidado más las horas en que todo eran para nosotros enhorabuenas, promesas y palabras de afecto.

Cuando estas gentes hablan, camaradas, de no olvidar la guerra, no se refieren a los sacrificios, a las ausencias y a las heridas; sólo quieren hacer eterna la separación entre unos españoles cuyo acercamiento puede ser peligroso para ellos.

Pero aunque repudiamos como antifalangista toda concepción que nos lleve a la formación de castas entre los españoles –por contraria a la unidad de los hombres y de las clases–, creemos en la necesidad de que la masa ex combatiente, con mayor capacidad de decisión y de empuje, con la garantía de su demostrada exactitud en la elección de actitudes resueltas para la salvación de la Patria, se mantenga fuertemente unida, como la mejor descubierta de la Falange.

No se trata de premiar a quien mejor sirvió, sino de aprovechar la fuerza más útil, más probada y más adicta. Por eso, nuestra primera preocupación y nuestra primera consigna es cultivar esa hermandad de todos los hombres que lucharon juntos, para que no se pierda el coraje en la persecución del motivo que justificó la batalla.

Porque estamos cansados de escuchar explicaciones alambicadas que intentan desvirtuar el verdadero móvil y la única razón que sabíamos el 18 de julio. Hubo en el Alzamiento demasiada grandeza y demasiada claridad para que no sea insensatez o malicia asignarle un fondo negativo; la guerra se hizo por algo, pero no contra nada. No nos llevó a las trincheras la desesperación, sino la esperanza, porque no íbamos a destruir nada donde nada había, sino a edificar, y nos hemos batido, sencillamente, porque era necesario imponer por las malas la España Una, Grande y Libre que la Falange está decidida a conseguir.

Las armas nos han dado la victoria inicial, que se les negó a nuestros aguerridos precursores en la lucha contra el liberalismo; pero no nos cansaremos de repetir (Franco lo ha dicho) que estamos todavía en pleno combate por la conquista de la Revolución y que es preciso una brega aún más tenaz y una más estrecha compenetración de las escuadras para cubrir esta vez nuestro objetivo.

Camaradas: Todos los ex combatientes de la guerra –ésta es la consigna más urgente de la hora– debemos formar, dentro de la disciplina de la Falange, los cuadros más eficaces. Nosotros, menos que nadie, tenemos derecho al desaliento y a la desilusión, porque si metro a metro se ganó la guerra, metro a metro se gana la Revolución.

¡Viva Franco! ¡Arriba España!

 
(Barcelona, 6 de octubre de 1941.)