Toma de posesión de los señores Comisario, Subcomisario y Consejo del Instituto Nacional de Previsión
(Madrid, 27 de junio de 1941.)
Quiero aprovechar esta ocasión para saludar a nuestro estilo a los miembros del Instituto Nacional de Previsión y hacer algunas declaraciones que son al propio tiempo consignas.
Nuestra Revolución Nacional-Sindicalista es eminentemente constructiva; lo ha dicho nuestro Caudillo y constituye para nosotros un dogma que acatamos, no sólo con la obediencia y disciplina debidas, sino con la alegre satisfacción del deber cumplido.
En abril de 1938 prometía nuestro Jefe Nacional «la realización de la gran obra social que proporcione a nuestras clases medias y trabajadoras condiciones de vida más humanas y justas», y nuestro Fundador manifestaba que los obreros sabían que nosotros no queríamos ahogar sus ansias de mejoramiento, pero que éstas habían de armonizarse con los intereses de la Nación «que se integren dentro de la misma Nación y que amen a su Patria con fervor de enamorados».
Tenemos, pues, una obligación primordial, que es el engrandecimiento de la Patria, y a ésta se la engrandece sirviéndola en el amplio concepto de esta palabra, servicio que es una ley de honor o, como dice nuestro Fuero de Trabajo, «trabajo que se presta con heroísmo, desinterés y abnegación, con ánimo de contribuir al bien superior que España representa».
Y esto es lo que os pido: que al ocupar vuestros puestos en el Instituto Nacional de Previsión vayáis con esta idea de servicio y como meta final el mejoramiento de España en el aspecto social que os incumbe. El Instituto no es un Banco; no persigue un lucro mercantil ni de ninguna otra clase; no es una isla dentro del Estado, ni un coto cerrado a nuestra Revolución Nacional-Sindicalista, sino que, consciente de sus obligaciones, marcha unido a ella, mejorando los cometidos de previsión social en el más amplio sentido, perfeccionando su funcionamiento, para lo cual nunca, oídlo bien, nunca, destruiréis un servicio sin antes haber construido otro que sea mejor y más perfecto, con espíritu de justicia y equidad.
En el orden meramente práctico, precisa aligerar trámites, evitar papeleo; que el beneficio llegue rápidamente al beneficiario, y cuando éste emplee fraude o malicia en obtenerlo, exigirle el máximo de responsabilidad.
Es de suma importancia unificar el sistema administrativo de todos los Seguros Sociales.
El Movimiento tiene puesta su atención en la labor del Instituto, que ha de ampliar su radio de acción, perfeccionando su montaje.
No pueden anidar en este organismo castas, tendencias o sectores influyentes. En él sólo puede existir el espíritu del Movimiento, que no reconoce otras normas que el bien de la comunidad española bajo el mando de Franco y el signo de nuestra Revolución.
Y nada más, camaradas. A trabajar con ánimo de servicio por España y por su Caudillo. ¡Arriba España!