Filosofía en español 
Filosofía en español

P. Miguel de Alzo O.M.C.

Filosofía Vasca

[con una presentación de José Ariztimuño]
Euskaltzaleak, Donostia 1934

Miguel de Alzo, Filosofia Vasca
[ J. de Ariztimuño ]

Aportación a la Cultura Vasca

Nuevo brote renacentista

Una feliz iniciativa hizo desfilar por la tribuna de la entidad donostiara «Eusko Pizkunde» al joven capuchino P. Miguel de Alzo. Severo de gesto, con semblante y apostura modestas, con voz suave, de grave tonalidad, fué el sabio religioso asombrando al auditorio con el torrente de su erudición.

Pero, no hubiera maravillado a los oyentes con el alarde de mera erudición, si ésta hubiera sido eso sólo, una erudición estéril. Antes al contrario, las citas, acotaciones y observaciones sagacísimas del conferenciante no eran sino los materiales, diestramente seleccionados, como piedras labradas por hábil cantero, para levantar las paredes maestras de un nuevo edificio.

Todo el caudal de desbordante erudición iba encaminado hacia la unidad arquitectónica de algo que el conferenciante acariciaba construir con los materiales, que exponía sin interrupción.

Esa variedad en la riqueza de elementos y esa unidad en la concepción reconstructiva de un nuevo aspecto renacentista de la cultura vasca fueron las que cautivaron sobremanera la atención de cuantos en la tarde del 27 de marzo de 1934 escucharon la disertación del P. Miguel de Alzo sobre «Filosofía Vasca». [6]

En el campo, cada vez más amplio, del renacimiento cultural vasco florecen día por día nuevas manifestaciones artísticas o científicas. La poesía, el teatro, el periodismo euskeldun adquieren, por momentos, mayor empuje y desarrollo; las investigaciones históricas y etnográfico-folklóricas alcanzan un rango de verdadera prosperidad; los estudios económicos y financieros gozan de vida plectórica. Mas, existían, todavía, aspectos a los que la inquietud renacentista nacional de nuestra cultura no había alcanzado. Era uno de ellos, el de la filosofía. Cabe, por lo tanto, al admirado amigo P. Miguel de Alzo el ser el iniciador de esta nueva senda de la reconstitución espiritual de Euzkadi.

No podía ocultarse, a los socios de «Eusko Pizkunde», la importancia que entrañaba esta iniciativa. Con el buen deseo de divulgarla, nos obligaron a empeñar la palabra de que habíamos de publicarla en un folleto. Hoy, cumpliendo nuestra promesa, lo hacemos llegar a manos del lector.

Personalidad del autor

Pero, ¿qué prestigio cultural atesora el iniciador de esta nueva manifestación renacentista para aseverar tan rotundamente que la filosofía vasca existe? ¿Qué autoridad científica posee para afirmar que el pensamiento vasco ha contribuído notoriamente al movimiento filosófico general?

No es la persona de quien asevera, sino que son los argumentos que alega los que pueden dar solidez e imprimir [7] veracidad a sus afirmaciones. Sin embargo, el prestigio de quien sostiene tales teorías las reviste a éstas de autoridad externa, más o menos merecedora de asentimiento.

No es, desde luego, el P. Alzo personaje ajeno a los estudios filosóficos.

Cuando en junio de 1919, un imberbe capuchino sufría el examen de Lógica en la Universidad Central, el profesor de esta asignatura se levantaba para felicitar al examinado. El señor Besteiro le otorgaba, días después, la Matrícula de Honor. Era el P. Alzo, que llegaba a la Universidad de Madrid, después de haber cursado seriamente los estudios de filosofía escolástica. Con tan excelente preparación abríase fácilmente camino en los centros oficiales de enseñanza.

Simultaneó en la Universidad Central sus estudios filosóficos con los de Letras y Derecho mereciendo, de catedrático tan eminente como de Julio Cejador, fervorosas felicitaciones por sus ejercicios en Lengua y Literatura latinas.

Florecían, al parecer, con más lozanía los estudios de Filosofía en la Universidad de Barcelona y a ella se trasladó, ansioso de aprender, el ejemplar estudiante. El Dr. Serra Hunter, profesor de Historia de la Filosofía, y el Catedrático Carrerasartau de Etica favorecieron con su predilección al nuevo discípulo, que inmediatamente pasó a formar parte del cenáculo íntimo de estos dos hombres de ciencia en los seminarios de Metafísica y Folklore, que respectivamente dirigían Serra Hunter y Carrerasartau. [8]

Por el triennio de 1920 al 1922 fué llamado a Barcelona, por la Mancomunidad Catalana, el Dr. Georges Dwelshauvers, para que bajo los auspicios de «Studis Catalans» dirigiera el Laboratorio de Psicología experimental. Este eminente filósofo, hasta entonces profesor de la Universidad de Bruselas y actualmente fundador y director del Laboratorio de Psicología experimental del Instituto Católico de París, asoció como a colaborador íntimo, durante los tres años de su permanencia en Barcelona, al P. Miguel de Alzo.

Sus estudios en la Universidad de Barcelona, donde en casi todas las asignaturas obtuvo Matrícula de Honor, y las investigaciones diarias y perseverantes en los laboratorios y seminarios de investigación de personalidades filosóficas eminentes, han capacitado sobremanera al autor de este folleto para ser el investigador de la escuela filosófica nacional vasca.

Esta seria formación filosófica, contrastada con la asistencia a escuelas y métodos diferentes y diversísimos, y los constantes estudios realizados sobre las doctrinas de los filósofos vascos en las vigilias pacientes de su celda solitaria, autorizan al P. Alzo para poder proclamar, primeramente la revelación, de que una filosofía vasca existe; y en segundo lugar llevar a cabo la formación y metodización de una doctrina filosófica euskeldun con la publicación de libros y disertaciones de los pensadores vascos y los estudios críticos que sobre ellos y sus ideas y teorías han de hacerse. [9]

Impugnando la «Filosofía Vasca»

Era natural que contra la afirmación sostenida y probada de que existe una filosofía racial vasca, surgiera algún que otro contradictor que ni admitiera aquella afirmación ni le convencieran los alegatos en que se apoya.

Fué alguien que quiso modestamente escudarse tras el anónimo de una Z., sirviéndose de campo de combate de las columnas de un diario, propicio siempre a oponerse a todo progreso y desarrollo vasco, lo mismo en el campo cultural, como en el político y social.

Brevísimamente hemos de comentar aquel ataque que, en realidad, ni rebatía los argumentos en que el autor de este trabajo se apoyaba para afirmar la verdad de una filosofía vasca, ni se detenía a criticar las razones en las que esta aseveración descansaba.

Unas meras aclaraciones servirán para desvirtuar los débiles asertos del adversario de la «Filosofía Vasca».

Para negar la existencia de la Filosofía Vasca fúndase el contradictor Z. en que no se hayan escrito volúmenes en euskera ni tratados sobre esa ciencia.

No ha de negársenos, en primer lugar, la aptitud del euskera para servir de vehículo a las ideas filosóficas. Contendiendo precisamente con el señor Unamuno sobre este particular, creíamos haber demostrado palmariamente la maravillosa aptitud de nuestro idioma nacional para la expresión de las ideas abstractas y universales en su más subido concepto filosófico, y la existencia de términos, inclusive de uso vulgar, como Dana, que en [10] euskera equivale exactamente a Todo y Ente, y la fuerza expresiva de Egi, del que se derivan en nuestro idioma los conceptos de luz, verdad y existencia. Véanse para ello los apartados «Importancia de las ideas abstractas», «Terminología netamente euskeldun» y «Términos filosóficos del euskera» en nuestro folleto «La muerte del Euskera». {(1) Cfr. «La Muerte del Euskera». Donostia 1931, pág. 56 y sgtes.}

No solamente es apta nuestra lengua para la expresión de los más excelsos conceptos filosóficos, como una vez más se ha demostrado con los trabajos que sobre estética literaria se vienen publicando en la revista Yakintza, sino que ya de antiguo nuestros clásicos utilizaron, hace varios siglos, el euskera para el desarrollo literario y moral de ideas filosóficas cristianas. Leánse con detención las obras de nuestros clásicos Axular, Gazteluzar, Argainaratz, Harizmendi, J. Etxeberi, Mendiburu, Kardaberaz, &c., y se verá con cuánta soltura y donaire se sirven del idioma racial para discurrir por los campos del pensamiento filosófico.

Pero aun negada la adaptabilidad del euskera y la efectividad de ésta como expresión de las ideas filosóficas, nada había de seguirse contra la Filosofía Vasca, ya que la mayoría de los filósofos vascos escribió, como fué norma durante varios siglos, y hoy sigue siéndolo, respecto de la filosofía escolástica, en latín. ¿Cuántos tratados filosóficos se escribieron en inglés, frances, alemán y español hasta estos últimos tiempos? Y sin embargo nadie osará [11] decir que no existe el pensamiento filosófico alemán, inglés, francés o español.

El no haber tenido ésto en cuenta induce a error al señor Z. Su primer argumento, para rebatir la existencia de la Filosofía Vasca –ya que el P. Alzo trata, con justa razón, al P. Francisco de Vitoria como al más excelso de los filósofos vascos– es que éste no escribió en euskera sino en español a lo que parece.

Ignorancia inexcusable manifiesta quien tal declara para contender en cuestiones filosóficas. Francisco de Vitoria, como era por aquel entonces costumbre, no escribió sus lecciones ni prelecciones en ninguna lengua, sino que sus discípulos recogían diligentemente sus disertaciones, que más tarde fueron ordenadas y publicadas. Y estas disertaciones, como era obvio, no se explanaban en español sino en latín, la lengua oficial de todas las Universidades.

Para demostrarnos el origen y la influencia española de Francisco de Vitoria, pregunta el señor Z. si sus maestros y colaboradores fueron vascos.

Francisco de Vitoria, como la mayoría de los muchachos acomodados de Euzkadi, acostumbraban en los siglos XV y XVI cursar sus estudios en la Universidad de París. Y por aquel entonces ningún español explicaba sus lecciones en la Sorbona.

¿Quiénes fueron los maestros de Vitoria? ¿Quiénes habían de ser, sino Santo Tomás de Aquino, Cayetano, Palude y Adriano VI, los grandes maestros de la filosofía escolástica, y los doctores de la Sorbona Buridan, Maitre, Gil de Delf, Almain, Tateret, Crockart y, sobre todo, [12] aquel a quien repetidas veces llama en sus escritos «su maestro», el vasco Juan de Zelaya?

No tuvo, pues, en París Francisco de Vitoria como maestros sino a estos insignes filósofos y teólogos, que no eran precisamente de nacionalidad española. Y que de la Sorbona de París llegó con perfecta formación filosófica, lo reconocen biógrafos tan serios como Beltrán de Heredia y Mandonet. Y aun el mismo Carro que, con tan parcial criterio españolista escribe la vida del famoso Soto, reconoce implícitamente que no hubo en Vitoria influencia española en su educación filosófica.

Ignora, por lo visto, el señor Z. cuando lo pregunta, quiénes fueron los colaboradores de Francisco de Vitoria. Repase la lista de los nombres de los filósofos que convivieron con él y verá que el vasco Karantza, Martín de Azpilkoeta, el doctor Nabarro, Francisco de Nabarra, Rector de la Universidad de Salamanca, Baltasar de Ayala y otros varios fueron los colaboradores del insigne filósofo de la raza euskeldun. Y ¿para qué hablar de los discípulos vascos de éste, que fueron legión, más tarde convertidos en notables maestros de filosofía, que en general sustentaron las ideas de Vitoria?

Malparado sale el malintencionado interrogatorio del señor Z. al pretender poner en duda el carácter vasquista de Vitoria y de su escuela... que, por lo menos, no fué española.

Y pasa de la interrogación a la duda al sospechar del origen vasquista y del carácter filosófico de Quintiliano y Prudencio. Nadie discute ahora el carácter neta y [13] totalmente euskeldun de la ciudad «Kalaguri», hoy Calahorra, en la época romana. Los estudios del polígrafo Campión lo han demostrado sobradamente a la luz de los testimonios de la geografía, historia y lingüística antiguas. El carácter de filósofos que a aquellos dos vascos romanizados se da, proviene de que así los califican ya los modernos tratadistas de la historia de la filosofía. {(1) Cfr. Nabarra en su vida histórica. Pamplona, 1929. Arturo Campión, pág. 31.}

Al señor Z. inquieta lo que un Carmelo de Etxegaray había de opinar sobre la pretendida existencia de la Filosofía Vasca. No puede menos de sorprendernos esta infundada inquietud para cuantos sabemos de la estrecha amistad que al llorado Etxegaray unía con Menéndez y Pelayo, del que se declaraba discípulo ferviente. Y para nadie es un secreto que fué precisamente Menéndez y Pelayo quien sostuvo con tenacidad la existencia de las filosofías nacionales y, por tanto, de la española. No había, por consiguiente, el gran vasco Carmelo de Etxegaray dejar de sacar la lógica consecuencia de aquellas premisas, él que se consagró a robustecer y metodizar precisamente la historia vasca. Y aunque Etxegaray, que sepamos nada dejó escrito sobre este tema, sí vislumbramos su pensamiento a través del trabajo leído en el homenaje a Campión y que la Biblioteca Zabalkundea de la sociedad Euskaltzaleak acaba de publicar como prólogo de «Blancos y Negros». Dice así el historiador gipuzkoano: «El insigne escritor nabarro, al que nos [14] referimos –a Campión–, reconoce la innegable influencia que ejercen la raza, el medio y el momento en la producción de las obras artísticas, pero no la extrema...: sin que esto sea negar ni poner en duda lo que cada uno de ellos haya debido a la raza de que procedía.» De ésto puede deducirse que no se opondría seguramente al reconocimiento de la influencia racial en el pensamiento filosófico de los tratadistas y maestros vascos. {(1) «Blancos y Negros», Arturo Campión. Zabalkundea-Euskaltzaleak. Donostia, 1934, págs. 8 y 9.}

Como suprema fuerza probativa para negar la existencia de las escuelas filosóficas «vitoriana», «huartiana» y «servetiana», de innegable origen vasco, recurre el señor Z. al sarcasmo. Triste arma, que se vuelve casi siempre contra quien la esgrime y tanto más si se presume utilizarla en las contiendas elevadas del pensamiento filosófico.

Si el señor Z. no tuviera a mano a los escritores de la Historia de la Filosofía, corrientes en Europa, tenga la bondad de consultar el trabajo del español Menéndez y Pelayo titulado: «La Ciencia Española y Ensayos de Crítica Filosófica», en el que se reconoce la existencia de esas escuelas filosóficas.

Rescatando del olvido

Al mérito indiscutible de trazar una nueva senda en el renacimiento cultural vasco debe añadirse el trabajo del P. Alzo, el de rescatar del olvido los nombres de [15] numerosos vascos, que consagraron sus vidas a la ciencia y a la cultura.

Mientras los nombres de guerreros, marinos, colonizadores y aventureros vascos nos eran familiares, muchos otros de beneméritos filósofos y sabios permanecían en el olvido. Con este folleto los redime el autor, de un olvido injusto.

Sirve este trabajo, por lo tanto, para restablecer una jerarquía de valores. Damos, muchas veces, mayor relieve a los hechos, en su gran parte de significación material, que a los del espíritu. A ninguno de la larga enumeración de héroes vascos, que puede ser brillantísima, restamos mérito. Antes al contrario desearíamos que con estudios y biografías críticas se hiciera destacar la grandeza de esas figuras.

Creemos, sin embargo, que sobre esos héroes, o por lo menos junto a ellos, deben perpetuarse los nombres de quienes enriquecieron el acervo del saber humano. Y no es esta rehabilitación uno de los menores aciertos del presente folleto.

La libertad de Euzkadi y la cultura vasca

Se nos pregunta, finalmente, con ironía, que degenera en sarcasmo, con cuántas Cátedras y Maestros de Filosofía Vasca contamos en la actualidad y si el número de discípulos que la cursan es crecido.

El Estado Español, que nos oprime, nos priva de poseer [16] nuestra Universidad y la Facultad de Filosofía a ella aneja. Empeño, especialísimo, de todo tirano suele ser el agostar todo renacimiento cultural, que es el arma más poderosa que un pueblo puede esgrimir para rescatar, mediante la libertad del espíritu, la de la patria.

La Universidad integral vasca sería el centro propulsor y directivo del desarrollo de nuestra cultura autóctona, ya iniciada con vigor.

Lo sabe España y nos lo niega por eso mismo.

Reconózcasenos la libertad a que tenemos derecho y la Universidad nacional y el desarrollo de las cátedras de Filosofía serán un hecho.

J. de Ariztimuño [17]

[ Miguel de Alzo ]

Filosofía Vasca

Al querer restaurar un filósofo moderno la cultura intelectual filosófica de su pueblo dijo este pensamiento profundo: «donde no se conserva religiosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora. Un pueblo puede improvisarlo todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida, y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil.» {(1) M. Pelayo. «Dos palabras sobre el Centenario de Balmes». Discurso leído en la sesión de clausura del Congreso internacional de Apologética. Vich-Portavella, 1910, pág. 7, o en «Obras completas», de M. Pelayo, 9. Ensayos de crítica filosófica, pág. 364.}

El pueblo vasco ha estado viviendo casi durante un siglo esa segunda infancia muy próxima, dice el filósofo, a la imbecilidad senil. Había renunciado, de grado o por fuerza, a la cultura intelectual propia suya.

El pueblo vasco, en un despertar muy noble, va resucitando sus valores característicos; quiere conservar religiosamente la herencia de su pasado, no pobre sino rica, no pequeña sino grande, para hacer brotar nuevos pensamientos originales, nuevas ideas dominadoras. Un pueblo [18] puede improvisar todo menos la cultura intelectual. El pueblo vasco tiene su cultura intelectual propia, abundante, original; tiene su cultura intelectual más alta, más sólida, más fundamental: tiene su filosofía. No necesita improvisar nada. Necesita recordarla, resucitarla, restaurarla.

¿Qué es filosofía?

Según una concepción clara de un filósofo moderno, Baudin {(1) E. Baudin. «Introduction a la Philosophie».}, «la filosofía es la disciplina consagrada al estudio de los problemas críticos y de los problemas metafísicos; es decir, de los problemas relativos a los valores y a las facultades de conocimiento y de acción y de los problemas relativos a la realidad profunda, a la constitución substancial, a las causas primeras y últimas de todo lo que existe.»

Problemas críticos

a) La filosofía estudia los problemas críticos, que siguiendo a los filósofos modernos se pueden clasificar de este modo:

1. El problema crítico de los valores humanos, o sea, la determinación objetiva de las verdaderas finalidades humanas, de los verdaderos bienes, tanto materiales como espirituales, y de su jerarquía; el problema, en fin, de [19] la verdadera vocación del hombre y del ideal de la vida humana: estudia también la determinación objetiva de los mejores medios que hay que emplear para satisfacer esas finalidades, esa vocación, ese ideal.

Las filosofías modernas que se han consagrado a la solución de estos problemas, desde Pascal a Blondel, desde Bentham a Nietzsche, no han hecho más que resucitar y revisar con nuevos métodos el viejo y clásico tratado «De finibus bonorum et malorum». En el tronco de la Filosofía antigua han ingertado como nueva rama la filosofía general de la vida y de la acción: esto mismo hay que decir de la crítica epistemológica con el nombre de Axiología, consagrada a los problemas críticos del conocimiento de los valores por Ehrenfeld, Kreibig, Urban, &c.

2. Otro de los problemas críticos, objeto de la Filosofía, es el problema del bien moral: esencia y naturaleza específica del bien moral y de los valores morales; sus relaciones con los otros bienes y los otros valores, con el placer y el interés individual y social, con lo bello y lo verdadero. Origen y desarrollo de la necesidad moral; análisis de la experiencia moral y de los diferentes resortes que pone en juego, criterios, reglas, normas e ideales; sentimientos y juicios morales; origen, naturaleza y valor de la conciencia moral; principios, fundamentos y deducción de los deberes y de las virtudes, responsabilidad, &c.; libertad moral; metodología de la acción y de la educación moral. Estos problemas y su solución constituyen [20] el programa común a todos los grandes sistemas históricos de Filosofía Moral.

3. Otro de los problemas críticos, objeto de la filosofía, es lo bello, el problema estético: esencia y naturaleza específica de lo bello; sus relaciones con los otros valores; origen y desarrollo de las necesidades estéticas; análisis de las experiencias estéticas y resortes que emplea; sentimientos y juicios estéticos; origen, naturaleza y valor de la conciencia estética; teoría de las Bellas Artes, de su función, de sus relaciones con la Moral y con la civílización, de sus fines y de sus medios; filosofías de la música, de la pintura, de la poesía, &c.

Casi todos los grandes sistemas tienen su teoría original de lo bello y del arte.

4. Otro de los problemas críticos que estudia la Filosofía es el valor verdad: la esencia de la verdad –¿podemos obtener la verdad y con certeza en un orden cualquiera? ¿hay criterios seguros de la verdad?– es la historia de las luchas entre el escepticismo y el dogmatismo: abarca también el estudio de los métodos, reglas y condiciones formales del concepto o idea, del juicio, del raciocinio, de la demostración y de sus leyes a priori; –esta Lógica formal fué creación del genio de Aristóteles desarrollada por los lógicos y logistas contemporáneos–: abarca también el estudio de los métodos, reglas y condiciones relativas a la materia u objeto, abstracto o concreto, del conocimiento, los objetos de cada ciencia, sus procedimientos de investigación, [21] explicación y sistematización, sus postulados, sus hipótesis, sus teorías; todas sus técnicas, generales o especiales, racionales o experimentales; así hay una filosofía de las Matemáticas, una filosofía de la Física, Filosofias de la Química, de la Biología, &c.

Esta Lógica material, descuidada por Aristóteles, ha sido desarrollada por Galileo, Francisco Bacón, Descartes. En el problema crítico de la verdad están también contenidos estos problemas: posibilidad del conocimiento o posibilidad de relaciones entre el sujeto y el objeto: la participación de los elementos objetivos y subjetivos en nuestros conocimientos de hecho, sensibles e intelectuales –análisis crítico de los primeros principios y de las categorías de la razón, que nos sirven para pensar todas las cosas: determinación de su alcance y de los límites de su aplicación: condiciones de la legitimidad de su uso, empírico, científico y metafísico–. Esta crítica fué desarrollada principalmente por Kant en el siglo XVIII al querer solucionar la desconfianza que acerca del funcionamiento de la razón sembraron Locke y Hume, herederos y renovadores del antiguo escepticismo.

5. Otro de los problemas críticos que forman uno de los contenidos de la Filosofía es el de los valores religiosos: esencia de la religión; naturaleza y valor de la experiencia religiosa; análisis del sentimiento religioso y del conocimiento religioso; la revelación; la acción religiosa o relaciones prácticas entre el hombre y Dios; la gracia y sus relaciones con la naturaleza, las relaciones de la [22] Religión con la vida, con la moral, con la historia, con la Metafísica, &c.

Esta filosofía ha sido desarrollada por los pragmatistas, pero no consideran en la religión más que las condiciones subjetivas. Para nosotros los valores religiosos son como una continuación y revalorización de todos los valores, racionales y vitales: es como el coronamiento de todas nuestras acciones utilitarias y racionales que termina en la comunicación personal con el principio soberano de toda vida y de toda razón.

Problemas metafísicos

b) La Filosofía estudia también los problemas metafísicos especiales y generales:

1. Estudia los problemas de la Metafísica de la naturaleza. La esencia profunda de los cuerpos y de la materia de que están compuestos; esencia del movimiento; esencia de sus fuerzas, de sus energías y de sus propiedades; ¿qué son el espacio y el tiempo, receptáculos de todas las cosas? ¿Qué son los determinismos y qué son las causalidades? ¿Qué es la vida? ¿Cuál es la esencia real de la finalidad? ¿Qué es la naturaleza?

2. Estudia los problemas de la Metafísica del alma: ¿los fenómenos psíquicos existen por sí mismos? ¿o son epifanías (como díría Schopenhauer) de una realidad profunda y más real que ellos mismos? ¿Se puede concebir sin un principio substancial la evolución de la vida [23] interior del «torrente de la conciencia»? ¿Se puede concebir el pensamiento sin un pensador, el «yo» sin un alma? ¿Tenemos razón para creer que nosotros sobrepasamos y dominamos el curso de nuestros propios acontecimientos, que somos inmateriales?, que somos libres?, que estamos destinados a sobrevivir a nuestro cuerpo? ¿Cuáles son las relaciones del alma con el cuerpo, con el universo, con Dios?

3. Estudia los problemas de la Metafísica de Dios: ¿cómo concebir y determinar a Dios, su existencia, su esencia, sus atributos, sus relaciones con el universo y con el hombre? ¿Es inmanente y de la misma naturaleza que los fenómenos y esencias naturales psíquicas? ¿O, por el contrario, es transcendente y distinto de ellos aun cuando penetrándoles con su acción? ¿Es creador y providencia, causa primera y fin último del mundo natural y psíquico?

4. Estudia los problemas de Metafísica general u Ontología:

Problemas de análisis (distinguir en las cosas sus elementos invariables absolutamente universales, los invariables ontológicos de la realidad en el orden de sus componentes y en el orden de sus leyes ontológicas, &c.)

Problemas de síntesis (sistematizar, revelar los últimos principios o fundamentos del ser, explicar los últimos principios y fundamentos del conocer, &c.)

Todos los problemas críticos están basados en problemas y soluciones ontológicas. [24]

Esos son los objetos específicos de la Filosofía, que le hacen diferenciarse del empirismo y de la ciencia.

La filosofía de cada pueblo tiene sus características especiales

Cada pueblo diferenciado y pensante tiene su filosofía. Es el problema de la existencia de las Filosofias raciales; tesis defendida modernamente por Martí de Eixalá, Llorens, Milá y Fontanals, Laverde, Menéndez Pelayo, Rubió y Lluch, Bonilla San Martín, Parpal, Serra Hunter, &c.

El sabio Catedrático D. Gumersindo Laverde en la Carta-Prólogo de la primera edición (1876) de La Ciencia Española de Menéndez Pelayo {(1) M. Pelayo. Obras completas. La Ciencia española, 1, pág. 15 y ss.} decía: «No sé con qué derecho exigen los adversarios, como condición sine qua non, para que un pueblo pueda blasonar de tener filosofía propia, y con ella opción a figurar honrosamente en los anales de la ciencia, el que ofrezca una serie de filósofos regimentados en forma de escuela, y que el influjo de ésta haya trascendido al resto del mundo. Paréceme que con poseer cierto número de pensadores ilustres que, reflejando la índole del genio nacional, apareciesen unidos por comunes caracteres externos, bastaría. No tuvo más Italia, y de los chinos no sabemos que sus luces hayan llegado mucho más acá de las fronteras del Celeste Imperio. Con todo, a nadie se le ha ocurrido la [25] peregrina idea de calificar de mitos a las filosofias italiana y china, y menos de privarles de los honores de la historia...

«¡Triste de la nación que deja caer en el olvido las ideas y concepciones de sus mayores! Esclava alternativamente de doctrinas exóticas entre sí opuestas, vagará sin rumbo fijo por los mares del pensamiento, y cuando acabe de perder los restos de la ciencia castiza, perderá a la corta o a la larga, los caracteres distintivos de su lengua, y los de su arte, y los de sus costumbres, y luego... estará amenazada de perder también hasta su integridad territorial y su independencia que, mejor que con lanzas y cañones, se defienden con la unidad de creencias, sentimientos y gloriosos recuerdos, alma y vida de los pueblos...

«No ignoro, sigue diciendo Laverde, que la ciencia es una y que la verdad no tiene patria; mas nadie negará tampoco que la verdad y la ciencia adoptan formas y caracteres distintos en cada tiempo y país, según el genio e historia de las razas, a cuyas peculiares condiciones se atenta con la manía de introducir lo extranjero sin asimilarlo a lo propio.»

Donde hay filósofos hay filosofía

«Bajo el punto de vista de su desarrollo histórico, dice M. Pelayo, donde haya filósofos habrá filosofia. Tampoco en esto cabe duda, aunque siempre es necesario que entre estos filósofos medie algún lazo más o [26] menos íntimo. Yo creo que le hay siempre entre los pensadores de un mismo pueblo, y en tal concepto ninguno carece de filosofia nacional, más o menos influyente y desarrollada. Y si nunca oímos hablar de filosofía rusa ni de filosofía escandinava, será o porque estos y otros países no han tenido pensadores de primero ni de segundo orden, o porque nadie se ha cuidado de investigar sus relaciones y analogías, o porque estas investigaciones no han entrado todavía en el general comercio científico. De otra suerte es imposible que filósofos de un mismo pueblo y raza no ofrezcan uno y aun muchos puntos de semejanza en el encadenamiento lógico de sus ideas »... {(1) M. Pelayo. Obras completas. La Ciencia española, 1, pág. 290.}

Bonilla San Martín {(2) Bonilla y San Martín. Historia de la filosofía española. Madrid. Suárez. 1908, T. I., pág. 41.} ha seguido los argumentos de Menéndez Pelayo y la obra de restauración por éste emprendida.

Martí de Eixalá y Llorens, filósofos catalanes, reivindicaban para su patria su filosofía.

León de Lantsheere {(3) León de Lantsheere. Introduction a la «Philosophie moderne». Université de Louvain, 1913. Annales del'Institut Superieur de Philosophie. T. II. pág. 341.} de la Universidad de Lovaina, confirma que la verdad subjetivamente ha podido ser considerada de distinta manera por los hombres y que en comprender los sistemas fllosóficos, estudiando sus causas, indicando la filiación de las doctrinas, sus relaciones [27] con el medio ambiente en que se han producido, sus gérmenes en el espíritu de aquéllos que los crearon, estriba la Historia de la Filosofía; y de esta conclusión deduce también la existencia de las filosofías nacionales.

Y omitimos los datos y conclusiones de la Psicología colectiva que estudia el alma de los pueblos; pasamos por alto los presentimientos de Santo Tomás de Aquino y los testimonios múltiples de hombres de ciencia contemporáneos que con el filósofo Llorens concluyen que «el pensamiento filosófico adquiere un aspecto indígena y forma parte del patrimonio intelectual de cada pueblo.»

Filosofías nacionales

El P. Delos, dominico, famoso filósofo y jurista internacionalista, y el P. Lucien-Brun, jesuíta, recogen el pensamiento contemporáneo católico de la existencia de las filosofías nacionales o raciales.

«Toda persona humana, dice el P. Delos {(1) J. T. Delos, O. P. «La protection internationale des libertés culturelles et le problème des Minorités nationales», dans La Nouv. Rev. des Jeunes, 15 Janv. 1932, pág. 34 y sg.}, es al mismo tiempo un individuo particular, un ser que no es exactamente semejante a ningún otro, ni en sus gustos, ni en sus sentimientos, ni en la resonancia psicológica que toman en él las ideas y los valores universales. Si la verdad es una, los espíritus que se alimentan de ella y la asimilan son diversos... Las potencias de sentimiento, la afectividad, los gustos, los valores estéticos que los [28] afectan de cerca llevan la marca de una irreductible individualidad.

«La humanidad sufre así una serie de diferenciaciones. Una de ellas agrupa sus miembros en razas y naciones.

«La linea étnica y el medio secular, a los que pertenecemos, imprimen en nosotros, aun antes de nuestro nacimiento, preformaciones misteriosas, fisiológicas y psicológicas a la vez, que dan un carácter, unas tendencias, una orientación a nuestra sensibilidad, a nuestras afecciones, a nuestros gustos, y, por consiguiente, a nuestra vida entera.

«Acción inicial reforzada en todo el correr de nuestra existencia por el medio histórico que nos educa después de habernos visto nacer. Gracias a él, nuestro pensamiento corre con preferencia por ciertas categorías; ciertas modalidades se imponen a nuestros sentimientos, ciertas lineas a nuestra acción, ciertas costumbres a nuestra vida individual, familiar y social, fuera de los cuales no habrá para nosotros muchas veces más que sufrimiento, desagrado, aturdimiento o revolución íntima. Por herencia étnica y social, por hábitos adquiridos, vednos marcados en lo más profundo de nuestro ser, en lo más íntimo de nuestra naturaleza, y en adelante lo «nacional» en que nos hemos convertido deberá, para desarrollarse en la plenitud de su ser, encontrar el apoyo de un cierto cuadro, seguir ciertas vías conformes a su genio nacional.

«iEl genio nacional! Realidad oscura, afectada de un coeficiente de intensidad variable de individuo a individuo, [29] de pueblo a pueblo, de siglo a siglo; pero realidad psicológica cuya existencia e importancia no se puede negar. Realidad dinámica, y quizá consiste en esto el más misterioso de sus caracteres; fuerza en reserva, fuente de energías que atormentan un pueblo y las más ricas de sus individualidades, que les lanza a una conquista del mundo que no es más que una conquista de sí mismos...»

Filosofía Vasca

Que el pueblo vasco, que la raza vasca haya tenido su filosofía, manifestación la más alta de su pensamiento, que haya tenido sus filósofos, es una necesidad y una realidad.

Lo que ha pasado es, que no nos hemos cuidado de investigar ese pensamiento filosófico vasco, no nos hemos cuidado de reivindicar a los pensadores vascos ni de investigar sus relaciones y analogías.

Vamos a intentar exponer esquemáticamente ese pensamiento filosófico vasco y la serie de pensadores vascos que a través del tiempo han expresado el pensamiento penetrante y emprendedor de la raza vasca.

Epoca romana

Ya en Quintiliano, del siglo I, vasco calagurritano, filósofo y literato, exportado a Roma, se encuentran las características del pensamiento vasco: agudeza o penetración [30] y eficacia; que después encontraremos en casi todos los filósofos vascos.

Esas mismas cualidades encontramos en el siglo IV en otro vasco calagurritano, el poeta filósofo Prudencio, dialéctico agudo, preciso y claro, repleto de ideas personales y apasionado, creador de la lírica cristiana: exportado también a otro idioma.

La literatura romana clásica deja en buen lugar a los vascos. Pero aquel ambiente de guerra, de alianzas y luchas con los romanos no era propicio para la producción del alto pensamiento. Solamente en las poblaciones situadas en las vías romanas se nota cierta influencia de la cultura romana que en general se mostró enemiga de la filosofia.

Epoca visigoda

De la época visigoda no tenemos fuentes imparciales de conocimiento. Los cronistas godos y francos, los monjes y obispos se dedican a denigrar a los vascos para vengarse del escozor que les producía el tener que estar repitiendo a cada paso «domuit vascones», confesión de que la sumisión de éstos era muy pasajera y artificiosa, para vengarse también del escozor que les causaba a los peregrinos (testigo Aymeric Picaud o quien sea en el Codex Compostelanus) el pago en monedas, exigido por los vascos por el peaje al paso por territorio vasco.

Por testimonio indirecto de la carta de San Eulogio, quien en el siglo IX los llama antiguos, famosísimos, que [31] resplandecían en todo el occidente, sabemos la existencia en Navarra de monasterios, donde se conservó la poca cultura romana, sagrada y profana, que cabe fomentar en períodos azarosos de luchas y de evangelización. Uno de los autores predilectos era el poeta-filósofo Prudencio.

Epoca arábigo-judía

Del siglo VIII al XII observamos el predominio de las culturas arábigo-judía y mozárabe-cristiana.

En ambas los vascos ofrecen representantes destacados con sus características.

La cultura predominante es la arábigo-judía. Desde la segunda mitad del siglo VIII el centro mundial de la cultura y de la filosofía está hasta el siglo X en Bagdah, y desde el siglo X al XII en Córdoba: y los árabes conservan la cultura griega. Los vascos se emparentan con la aristocracia árabe y hacen intercambio con los hombres de ciencia: no es extraño, el papa Silvestre II, siendo monje, estuvo en Córdoba «causa sophiae», por razón de la cultura. La cultura árabe está representada por árabes y judíos.

En el siglo X es el apogeo de los médicos filósofos. Entre los filósofos árabes de tierra vasca anotamos a Aboul Abbás et-Totili el-Ama {(1) Clement Douart. Litterature arabe. A Colin 1902, p. 127.}, el ciego de Tudela, muerto joven en 1126, que compuso los mowachahahat: [32] a Ben García {(1) Men. Pidal, «La España del Cid», p. 96.}, de origen vasco, cuya epístola literaria fué famosa por los días de la juventud del Cid, muy elocuente en probar las ventajas de los hombres de razas extranjeras, de la suya, sobre los árabes: a Muza AIcorthobi {(2) Desdevises du Dezert. D. Carlos d'Aragón, p. 126, nota 2.}, moro de Tudela, médico famoso del Príncipe de Viana y principalmente de su madre.

Los judíos adquieren grande influencia, económica y cultural, entre los vascos. Los vascos, acogedores de todo lo que fuera progreso y cultura, y transigentes, mantienen en general buenas relaciones con los judíos. Estos, que ya habían comenzado su preponderancia desde el emirato independiente de Abderramán I, comienzan a dar señales de vida en el País Vasco en el año 905, en tiempo de Sancho Abarca; vienen a repoblar las ciudades llanas.

En 958, llamado por la reina Toda de Navarra, viene a curar de la gordura a un nieto de aquélla, Sancho de León, el médico-filósofo del Califa de Córdoba, Abderramán III, Aba Joseph Aben Nasdai, que ejerce gran influencia entre los judíos del País Vasco. En los siglos posteriores hasta el siglo XV aumenta la influencia cultural y económico-política de los judíos en Navarra.

Representantes judíos de tierra vasca en la filosofía tenemos a: Benjamín Ben Jonah, famoso judío de Tudela, quien en su Itinerario, de vivísimo interés, expone sus ideas filosóficas, en el s. XII. En el siglo XIII a [33] Rabbi Chaum Bar Samuel, de Tudela, discípulo de Rabbi Selomoh Ben Adereth, gran filósofo, autor de dos obras filosóficas. En el siglo XIV, a Rabbi David Deslilüah, de Estella, filósofo jurista; a Rabbi Abraham Aben Seraq, de Estella, filósofo teólogo; a su hijo Manahem Aben Seraq, filósofo y literato; a Rabbi Selomoh Halevi, famoso judío converso, llamado después Pablo de Santa María, de familia navarra, Doctor en París, Obispo, Canciller mayor de Castilla y León y sus tres hijos Obispos; a Rabbi Sem Tob Ben R. Izchaq Sephrot, de Tudela, médico y filósofo célebre, gran enemigo de los cristianos, traductor de las obras «De Anima» y de «physica auscultatione» de Aristóteles {(1) Estas noticias de los filósofos judíos están tomadas de: Arigita, Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra, 1916, y de A. Ballesteros «Historia de España» tomo II.}.

Epoca cristiano-mozárabe

La otra civilización cristiano-mozárabe es muy inferior a la árabe: es la recogida por la Iglesia, por Carlomagno y por los Monasterios.

En las Bibliotecas del siglo XI sólo se encuentran volúmenes por docenas; a lo más doscientos volúmenes: etimologías de San Isidoro, Donato o Prisciano, algunos Comentarios u obras de Aristóteles, Porfirio, Cicerón, Boecio, Prudencio, Virgilio, Horacio, Juvenal, Ovidio, Juvenco, Draconcio. [34]

Navarra es la primera en sacar a la península ibérica del aislamiento en que estaba respecto de Europa.

Sancho el Mayor de Navarra introdujo a los Cluniacenses, primero en San Juan de la Peña, después en Leire en 1022, luego en Oña en 1033.

Los monjes cluniacenses eran entonces los que más trabajaban por la reforma de la Iglesia. Sólo una tacha se advierte en ellos: eran enemigos de la cultura clásica profana, por razones de reforma.

Epoca de los monasterios vascos

Es la grande época de los monasterios vascos, cuya fama atrajo a San Eulogio y cuyas bibliotecas admiró y de donde llevó libros para copiarlos, como consta en su famosa carta: la riquísima biblioteca del Monasterio de San Zacarías a orillas del Arga, probablemente en Cilbeti; el monasterio de Albelda, fundado por Sancho el Mayor de Navarra, con su riquísima biblioteca, donde brillan el abad Salvio escritor, Vigila autor del Vigilano, el monje Gomesanno, Sarracino y García; el monasterio de Santa María la Real de Nájera, segunda corte de Navarra, fundado por el rey García de Navarra, con riquísima biblioteca; el monasterio de San Pedro de Usún en el siglo IX; el monasterio de Hirache, floreciente cuando los moros invadieron la península; el monasterio de San Millán de la Cogolla fundado por reyes navarros; el famoso monasterio de Leire al que fué donada la ciudad de San Sebastián; [35] el monasterio de Isusa de Salazar; el monasterio de San Martín de Ronkal.

En el siglo XI existen en Navarra más de 48 monasterios: sólo Hirache tenía anejos más de 25. Leire e Hirache eran los más famosos.

San Eulogio de Córdoba, después de su visita, llama antiquísimos monasterios; todos centros de cultura: en el siglo VIII brilla el de San Zacarías, estudio público de Teología y refugio de ciencias, según le llama un autor.

La filosofía de estos monasterios es la transmitida por San Agustín, San Isidoro, Prudencio, Porfirio y algunos comentaristas de Aristóteles.

En el siglo XIII con la cultura y filosofia judía y de los monasterios, encontramos una figura interesantísima y destacada, Rodrigo Ximenez de Rada, de Puente la Reina, Arzobispo de Toledo, famoso teólogo en el Concilio IV de Letrán; hay que tener en cuenta que en toda la Edad Media la Filosofía está en los Tratados de Teología y en los teólogos; y no hay que olvidar la figura de Guillermo de Tudela, que canta la cruzada contra los Albigenses, y al fraile navarro autor de «Los diez mandamientos».

Universidades peninsulares

Los estudiosos vascos asisten a la Universidad de París, centro de la cultura y de la filosofía, donde comienza la era de los grandes escolásticos.

En el siglo XIV comienza el auge de las Universidades [36] peninsulares. Los estudiantes vascos se forman principalmente en las Universidades de París y Lérida. La reina Juana I de Navarra funda en París un Colegio para la nobleza navarra, donde se explican Filosofía, Ciencias Naturales y Gramática. A fines de este siglo comienza en las Universidades peninsulares el funcionamiento de las Facultades teológicas, donde se cultivará con intensidad la Filosofía, como preparación necesaria para el estudio de la Teología. Carlos II de Navarra intenta crear en Ujué una gran Universidad, que le costó mucho dinero, pero que no logró terminar.

Tenemos noticia de dos estudiantes navarros que estudian en Universidades alemanas y de la frecuente intercomunicación existente entre estudiantes vascos con las Universidades de París, Tolosa, Montpellier, Roma, Bolonia, Oxford y Cambridge.

Como figuras de la filosofía vasca en esta época cabe señalar entre otros: al rey Carlos II de Navarra, a los médicos García y Nicolao de Pamplona; al Canciller Pedro López de Ayala; sin olvidar la filosofia de los judíos vascos y de los Monasterios vascos.

Progresos de la Filosofía Vasca

En el siglo XV se nota un notable progreso de la cultura y de la filosofía vasca, efecto, sin duda, de la asistencia a las Universidades. Las Universidades avanzan; aumenta el número de asistentes a la Universidad. Los [37] vascos tienen sus preferencias por las de París, Toulouse, Cahors, Salamanca; las más famosas de aquellos tiempos.

Va adquiriendo figura la filosofía vasca en Martín de Guetaria, famoso teólogo que asiste al Concilio general de Constanza como representante del rey Carlos III de Navarra; en Martín de Biana, Profesor de Teología nombrado por Alejandro VI; en Melchor Fernández Zaraá Bolibar, de Mondragón, Profesor de Teología y Filosofía Natural en la Universidad de Alcalá y Rector en la misma Universidad; en el Príncipe de Biana, el que muestra mayores aspiraciones filosóficas en el siglo XV, siglo de los moralistas, según Menéndez y Pelayo, traduciendo las Eticas de Aristóteles y formulando en su «Epístola a todos los valientes letrados de España» el plan de una Etica cristiana; en su Biblioteca se encuentran las obras de San Buenaventura, Santo Tomás, Rabano Mauro, Lactancio, algunas obras de Aristóteles, diversas obras de Moral o Etica de filósofos franceses, &c.; en Lope de Ocamica o Lope el Vizcaíno, gran teólogo, de Guizaburuaga, &c.

Siglo de oro de la Filosofía Vasca

Y llegamos al siglo XVI, siglo de oro de la Filosofía Vasca, en que aparece floreciente y creadora la Filosofía Vasca, influyendo en otras culturas de otros países. A los estudiantes vascos vemos frecuentar las Universidades de Salamanca, Alcalá, París, Toulouse y Cahors, centros de la cultura mundial; acuden también a las Universidades [38] de Bolonia, Oxford, Cambridge, Padua, Roma, Burdeos, Países Bajos, Lituania, Bohemia. En esas mismas Universidades explican Profesores filósofos y teólogos vascos.

Florecen las Universidades vascas de Hirache y Oñate, donde se explica Filosofía.

Filósofos vascos son los que orientan las famosas Universidades de Salamanca, Alcalá, París, Toulouse y Cahors, principalmente la de Salamanca, que se convierte en centro orientador de la cultura filosófica y teológica del mundo sabio. En esas explicaciones dibujan sus sistemas característicos los filósofos vascos.

Francisco de Vitoria y su escuela

Creadores de nuevos sistemas filosóficos tenemos: a Francisco Vitoria, de Vitoria. Su oriundez vasca reconocen los historiadores dominicos de Salamanca. El mismo se afirma consciente vasco y gamboíno, como consta en una de sus lecciones; estudió en París, fué Profesor en el convento de Dominicos de París, después en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, y en 1526 ganó por oposición la principal cátedra de la Universidad de Salamanca, entonces la primera del mundo.

Al entrar Vitoria en la Universidad de Salamanca, ésta seguía los métodos del siglo XV: no había asimilado las tendencias renacentistas: existía un estado de incertidumbre y anarquía parecido al que había en el siglo XIII al advenir Santo Tomás. Vitoria es otro Santo Tomás: sin destruir, revisa valores; armoniza Escritura Sagrada, [39] Santos Padres, Pedro Lombardo, Alejandro de Alés, Alberto Magno, Santo Tomás, San Buenaventura, Escoto, Durando; a Santo Tomás le da puesto preferente por su orden. Después de revisar construye, sin petulancias, sin formulismos; sus lecturas son una nueva escuela filosófica, un fondo común y un lugar teológico para los posteriores. Es de espíritu amplio, alejado de todos los exclusivismos de escuela. Los razonamientos de alta especulación los pone en condiciones de inmediata utilización práctica, revividos y esclarecidos. Tiene todas las características de la inteligencia vasca.

Transforma la enseñanza de las Universidades; forma escuela; más de mil alumnos le escuchan; crea discípulos que van repartiéndose por las mejores Universidades de Europa y de Ultramar, donde implantan la filosofía vasca vitorista.

Los escritores extranjeros proclaman a Vitoria, precursor de filósofos modernos y de Tratadistas como Grocio.

Su filosofía fué seguida y tuvo grande influencia en otras culturas de diferentes naciones.

De la escuela de Vitoria y filósofo de fama mundial del siglo XVI, es Domingo Báñez, de familia de Mondragón, como él mismo proclama llamándose «Mondragonensis». Catedrático famoso de Prima de Teología de la Universidad de Salamanca; gran comentarista de Aristóteles y de Santo Tomás; valiente controversista contra Molina; compuso diversas obras.

De la escuela vitorista es Baltasar de Ayala, otro de los fundadores del Derecho Internacional. [40]

Figura como de los buenos discípulos de Vitoria Andrés de Tudela, que fué Profesor de Universidades de España y Portugal.

Otro de los buenos discípulos de Vitoria de esta época es Martín de Rada, que marchó con Legazpi a la colonización de Filipinas llevando como guía los principios vitoristas.

Vitoria y su escuela es la más completa manifestación del pensamiento filosófico vasco.

Martín de Azpilcueta y su escuela

Con las mismas características vascas de profundidad, claridad y practicidad, aparece en este mismo siglo otro vasco, representando otra orientación en la escuela filosófica escolástica, maestro de grandes discípulos: Martín de Azpilcueta, o Doctor Navarro, tío de San Francisco Javier, originario de familia Baztanesa, cooperador en la confección del Fuero General de Navarra, fiel a sus reyes de Navarra, que exclama en sus obras: «confieso y me alegro de ser navarro y vasco, de aquella antigua nación»: fué entusiasta apologista de la lengua vasca.

Discípulo de otro vasco, famosísimo filósofo y teólogo, Carranza, de Miranda de Arga; hizo sus estudios en Alcalá, Toulosse y Cahors; catedrático en la Universidad de Toulouse, después en la famosa Universidad de Cahors, luego y durante veinticuatro años catedrático de Prima de la Universidad en la de Salamanca, ganada por [41] oposición; después Catedrático y Rector en la de Coimbra.

Pertenecen a su escuela, además de Covarrubias, Arias, Sarmiento, Pedro Deza, famosísimos, Francisco de Navarra, hijo del Mariscal de Navarra D. Pedro, Rector de la Universidad de Salamanca, famoso teólogo del Concilio de Trento, Prior de Roncesvalles, muy consultado en Navarra, y muy amigo del Dr. Navarro: Diego de Alava y Esquivel, Obispo de Astorga, que se hizo famoso en el Concilio de Trento.

Juan de Ripa, lector de Teología en Salamanca. Pedro de Albret o de Navarra, hijo de Juan de Albret Rey de Navarra, vocal del Concilio de Trento y Obispo de Cominges; Miguel de Oronsuspe, de Olite, teólogo del Concilio de Trento, &c.

La Filosofía Vasca y los Jesuítas Vascos

En este mismo siglo aparece otra modalidad de la filosofia vitorista, la filosofía vasca de los jesuítas vascos, que en el próximo siglo ha de alcanzar su máximo esplendor.

San Francisco Javier Jassu Azpilcueta, formado en la Universidad de París, antes de entrar en la Compañía obtuvo en la misma Universidad una cátedra de Filosofía en el Colegio de Beauvais y la regentó con lucimiento varios años.

Martín Olave, de Vitoria, formado en las Universidades [42] de Alcalá y París con fama de aventajado ingenio, ya antes de entrar en la Compañía fué catedrático de Filosofía en la Universidad de París y asistió como Procurador del Arzobispo de Ausburgo al Concilio de Trento, doctísimo y gran disputador; ya jesuíta, fué uno de los fundadores del famoso Colegio Romano donde explicó filosofia. Siguiendo a Vitoria comenzó a explicar la Suma de Santo Tomás; lo cual suponía una revolución en Italia, que seguía explicando por las Sentencias de Pedro Lombardo: dejó algunos manuscritos.

Juan de Dicastillo, explicó Filosofía en Murcia y Toledo.

Tomás de Ituren, escribió con el pseudónimo de Tomás Pío unos comentarios a la Primera Parte de la Suma de Santo Tomás.

Pedro Hurtado de Mendoza y la Puente, de Balmaseda, maestro de Ripalda, Profesor de Filosofía y Teología en Valladolid y Salamanca, escribió un interesante Tratado de Filosofía.

Pedro de Ortigosa, Catedrático en Méjico, &c.

Juan de Huarte

Otra dirección y sistema filosófico dibuja Juan Huarte de San Juan, de San Juan de Pie de Puerto, que estudió en la Universidad de Huesca, conocedor de la Medicina y de la Filosofía clásicas; es el primer iniciador de la orientación fisiológica y experimental de la Psicología moderna; sus intuiciones se encuentran después en Bacón [43] y Descartes: influyó también en Montesquieu: existen más de cuarenta ediciones y traducciones de su obra. Se adelantó a Lavater, Cabanis y Gall; fué el engendrador inconsciente de no pocos sistemas materialistas y del empirismo sensualista.

Miguel Servete y Juan de Celaya

Otra orientación muy personal y de influencias consiguientes fué la filosofía neoplatánica y panteísmo naturalista del famoso Miguel Servete, con muchas probalidades de oriundez tudelana, que tuvo influencia en la filosofia alemana.

Quiero omitir la enumeración del pensamiento filosófico de Diego de Usarraga, Juan de Acevedo, navarro, de Fr. Diego de Estella, de Diego Malón de Chaide, de Diego de Zúñiga, de Martín de Isasa, de Juan Bautista Lisaca, de Juan de Alzolaras (de Cestona), de Domingo de Aldabe (que dejó escritos diversos Tratados de Filosofía), Miguel de Ulzurrun (Senador del reino de Navarra), de los hermanos Vergara, &c.

En estas citas quiero hacer mención de uno de los más famosos catedráticos de la Universidad de París, Juan de Celaya, quien explicó a últimos del siglo XV y principios del XVI, famoso nominalista, partidario de Buridán, a quien Vitoria le llama maestro suyo.

Profesores y estudiantes vascos

En el siglo XVII entran en decadencia las Universidades [44] por las luchas internas, por exclusivismos de doctrinas y por el favoritismo indisciplinado de los Colegios.

Profesores vascos explican en todas las Universidades. Cuenta Lope de Vega de un Profesor guipuzcoano de la Universidad de Alcalá que explicaba griego, que vió entrar en clase a unos personajes de la Corte y, fingiendo hablaba en griego, comenzó a hablar en vascuence; pero un estudiante vasco descubrió la superchería.

Los estudiantes vascos se presentan muy unidos frente a los demás en las luchas estudiantiles. Es curiosa la lucha de las naciones de Bizkaia y Guipúzcoa en 1644 con los pobladores de Salamanca; los estudiantes vascos hicieron frente a toda la población y mataron en la lucha a dos paisanos; para calmar los ánimos un estudiante vasco fué ahorcado.

En el País vasco funcionan tres Universidades en que se explica Filosofía; Hirache, Oñate y Pamplona; Hirache, con esplendor.

Los jesuítas representantes de la Filosofía Vasca

Decae la enseñanza de las Universidades porque los Colegios de la Compañía por su organización y competencia se atraen a toda la gente estudiosa.

En este siglo, así como los dominicos en el anterior, los jesuítas son los representantes más destacados de la Filosofía vasca, siguiendo fundamentalmente la orientación [45] vitorista con una inclinación mayor que aquéllos a la tendencia platónica. Es también siglo de oro.

Figuras de primer orden y jefes de escuela con todas las características del pensamiento vasco son:

Juan Martinez de Ripalda, de Pamplona: su obra monumental metafísica «De ente supernaturali», elogiada por filósofos, le coloca como uno de los mejores filósofos de Europa.

Diego Ruiz de Montoya, sigue el sistema vitorista y hace una revolución en la enseñanza de las Universidades aliando el método positivo con la Metafísica.

Martín de Esparza Artieda, salacenco, discípulo de Ripalda, famosísimo filósofo y teólogo; dejó escritas varias obras; el primer probabilista en Moral.

Valentin de Erice, profesor muy renombrado de la Universidad de Salamanca, hijo de Pamplona; uno de los mejores filósofos de la tendencia vitorista, citado por todas las eminencias de los siglos XVII y XVIII, especialmente por los de la Sorbona.

Rodrigo de Arriaga, profesor de la Academia de Praga durante cuarenta años, conocido en Europa por las características vascas de profundidad de ingenio, agudeza singular y practicidad: dejó escrito un notabilísimo Curso filosófico.

Miguel de Abendaño y Esténaga, de Idiazábal, Rector de varios Colegios de la Compañía, dejó escritas varias obras filosófico-teológicas.

Miguel de Elizalde, de Echalar, famoso probabiliorista, [46] profundo filósofo en su obra «De la naturaleza de la opinión», profesor en el Colegio Romano.

Antonio Pérez, de Puente la Reina, famoso Profesor en Salamanca y el Colegio Romano, profundo filósofo y teólogo, sutilísimo: modernas autoridades le dedican entusiastas encomios.

Cristóbal Vega, de mucha valía, aunque poco conocido, Catedrático en varias Universidades.

Iñigo de Lodosa, Pedro Benedic de Rada, casedano, etcétera, &c.

Filósofos escotistas vascos

La tendencia escotista, vestida con características vascas, es seguida por Pedro de Urbina, de Berantevilla, franciscano; por Francisco de Tolosa, franciscano; por Fr. Juan de Iribarne e Iraburu, famosísímo escotista; por Luis Pueyo Abadía, profesor escotista.

Filósofos tomistas vascos

Filósofos famosos con características vascas de preferencia tomista figuran:

Juan Juániz, de Muruzábal, que escribió un texto famoso de filosofía que sirvió en algunos centros de enseñanza.

Juan Martínez de Ripalda, de Olite, gran filósofo y metafísico, explicó en Nueva Granada; dejó escritas varias obras. [47]

Martin de Aguirre, que brilla como filósofo en Méjico.

Juan de Echalaz, de Muruzábal, Profesor en Salamanca: Pedro Aingo de Ezpeleta, de Tudela, Profesor de Filosofia en la Universidad de Santa Cruz de Valladolid; Juan de Zabaleta, quien de gran actor teatral se convirtió en filósofo y dejó escritas algunas obras; Pedro de Ochagabia y Mauleón, de Falces, Profesor de Salamanca y alegado por las eminencias teológicas: Jerónimo Basilio de Bengoechea, Profesor en Teruel; Bernardo Ruiz de Conejares; Juan Madariaga; Tomás de Monzábal; Juan de Lezcano; Cristóbal Moya y Munguía; el capuchino Gaspar de Blana; Lorenzo Ortiz de Ibarrola y Ayala; Juan de Iturrieta, catedrático de Oñate; Jerónimo Javier (sobrino de San Francisco Javier); Juan de Palafox, &c.

Dominicos vascos siguen la tradición vitorista de la filosofía vasca: Juan Ibáñez de Santo Domingo, de Vitoria, Profesor de Filosofía en la Universidad de Manila; Gonzalo de Arriaga, Rector del Colegio de Madrid, comentarista de Santo Tomás; Juan Larrinzar Lazcano, Profesor de Filosofía en Valladolid; Jacinto Esquível y Ugalde, de Vitoria, Profesor de Filosofía en Manila; Fr. Leandro del Smo. Sacramento, de Villafranca de Navarra, de los que más han influído en el progreso de la Moral; Fr. Manuel de la Concepción, autor de diversos tratados filosóficos, de Azagra, sobrino del anterior. [48]

Filósofos vascos de diversas escuelas

Menéndez Pelayo presenta a Pedro Sánchez de Lizarasu como uno de los más puros seguidores de la filosofía lulista; dejó escritas varias obras y manuscritos; el secretario Jorge de Barakaldo sigue la filosofía ramista con tendencias aristotélicas; el carmelita sangüesino Raimundo de Lumbier, autor muy fecundo, es considerado como teólogo y filósofo de primer orden en lo escolástico; un amigo del anterior, Juan de Arana, de Pamplona, famoso Profesor en Zaragoza, considerado como de primera magnitud; Gabriel de Landa, de Durango, una lumbrera; el carmelita tafallés, Inocencio de San Andrés, eminentísimo teólogo; el vasquista Andrés de Poza y su hijo el platonista Juan Bautista Poza.

Las prohibiciones de Felipe II, acerca de textos y Profesores y de intercambios por el peligro de la herejía, hicieron que no se desarrollaran abiertamente otras filosofías.

Influencia del cientismo

Siglo XVIII. En los últimos años del siglo anterior se observa la influencia del cientismo, la tendencia a la curiosidad científica. En el siglo XVIII aumenta esa curiosidad por las ciencias, a medida que disminuye la potencia especulativa. Las ideas pedagógicas de Rousseau y Locke sustituyen a las de Vives. [49]

En la península subsisten veinticuatro Universidades: tres florecientes, Salamanca, Valladolid y Alcalá; Hirache aún puede llevar una vida decente; Oñate lleva una vida muy pobre y los Profesores se marchan no pudiendo vivir. En las Facultades de Artes hay seis cátedras de Filosofía (tres de filosofía tomista y tres de la suarista).

La guerra de sucesión a la corona de España había producido una gran desorganización.

La filosofia nueva va entrando en las Universidades y entre la gente culta.

En 1700 hay una queja del Colegio-Universidad de Sevilla a los profesores sobre ese afán por las ciencias. En las Universidades, aunque privaba Aristóteles, y a pesar de todas las prohibiciones, comienzan a leerse Newton, Descartes, Gassendi, Bacón. En 1766 el Conde de Aranda manda oposiciones para las cátedras de Filosofía sin distinción de opiniones. En la Circular de 1781 el General de los Carmelitas recomienda la lectura de la nueva Filosofía.

En el País Vasco la Sociedad de Amigos del País, con conocimiento de las características vascas, sabe recoger esa nueva tendencia e impulsa el estudio de las ciencias, envía alumnos al extranjero para su mejor preparación, y sabe conciliar en el Colegio de Vergara el estudio de la Metafísica y de la Filosofía Moral, según consta en sus programas.

En esta nueva tendencia filosófico-científica figuran Diego de Larrañaga, José Garcés Eguía, el químico [50] Munárriz, los hermanos Elhuyart, Ignacio Ruiz de Luzuriaga, &c.

En el movimiento extra-escolástico de la Filosofía con sello vasco, figuran Pablo de Olavide, gran reformador de Universidades, rebelde a la filosofia enciclopedista, y VaIentín de Foronda, quien más que traducir arregló la Lógica de Condillac.

Influencia del espíritu vitorista se nota en Manuel Ignacio Altuna y Portu, íntimo amigo de Rousseau, a quien trató de convertirle, de quien Rousseau hace grandes elogios como espíritu pensador y moderno, y en el platonista Conde de Peñaflorida Francisco Xabier María de Munibe e Idiáquez, de espíritu filosófico penetrador.

Entre los defensores del aristotelismo figuran: Juan Martín Lesaca, que combatió a Zapata y Martínez, escépticos, y a Alejandro de Abendaño: Bernardo López de Araujo y Azcárraga: Fr. Antonio de Ubillos, franciscano, amigo del Conde de Peñaflorida, que quiere conciliar la tendencia aristotélica con la científica: el capuchino Andrés de Tafalla, famoso filósofo, catedrático de la Universidad de Valencia, muy consultado, médico eminentísimo: el franciscano Fernando de Cadiñanos, de Vitoria: Fr. Francisco de Gamboa, de San Sebastián, eminente catedrático de Salamanca, fundador del Colegio de Santo Tomás de Villanueva, y el gran escritor euskérico y Profesor de Filosofía, Agustín Cardaberaz, de Hernani. [51]

Filósofos vascos del siglo XIX

Ya en los últimos años del XVIII se notaba decadencia en el movimiento del pensamiento filosófico vasco.

Por la reforma de 1807 se suprimen las Universidades de Hirache y Oñate: esta última se abrirá después en período pasajero.

Aun en este siglo de desgracias surgen pensadores filósofos vascos que revisten las características vascas; los más distinguidos representantes son: José Mendive, jesuíta, uno de los filósofos modernos más notables, que escribió dos cursos completos de Filosofía, en latín y castellano, y un curso de Teología, de texto en muchos centros de enseñanza.

Juan José Urráburu, jesuíta, Profesor de Filosofía en la Universidad Gregoriana, que publicó una monumental obra en ocho volúmenes, «Institutiones Philosophiae», uno de los más grandes tesoros que posee la literatura neoescolástica.

El P. Minteguiaga, jesuíta, que escribió su famosa obra «Moral independiente y los principios del Derecho Nuevo».

El donostiarra P. José María Larroca, filósofo, instaurador de la Universidad de Friburgo, en Suiza, donde se ha cultivado la filosofía.

Manuel Antonio Gorosábel, de Legazpia, catedrático de Filosofía en la Universidad de Oñate.

Vicente Manterola, donostiarra, catedrático de Filosofía en el Instituto de Guipúzcoa. [52]

Luis María Eleizalde e Izaguirre, de Régil, catedrático de Filosofía en diversos Institutos, que dejó escritos tratados de Filosofía; de cuño vasco y de temperamento filosófico, &c., &c. {(1) Estas notas están tomadas de: Nicolás Antonio, «Biblioteca Hispana Nova». M. Pelayo, «La Ciencia española y Ensayos de Crítica Filosófica». Astrain, «Historia de la Compañía». «Biblioteca de teólogos españoles» dirigida por los padres dominicos. A. Ballesteros, «Historia de España». Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra. Boletín de la academia de la Historia. Revista Internacional de Estudios Vascos. Diction. de Theologie catholique Vacant-Mangenot, &c., &c. Advertencia: Estas noticias no son más que una iniciación que permitirá revisión, ampliación y perfeccionamiento.}

El euskera, vehículo del pensamiento filosófico

También la lengua eúskara ha servido de vehículo para expresar el pensamiento filosófico vasco, principalmente en su aspecto metafísico y en el crítico del valor religioso. Los nombres de Axular, Materre, Pouvreau, Tartas, Gasteluzar, Mondongo Dasantza, Migel Xurio, Larramendi, Mendiburu, Kardaberaz, Haraneder, el autor de Gudu Espirituala, Joannes d'Etcheberri, Alexandre de Mihura, Martín Maister, Bernard Larregui, López Apeza, Andre Baratziart, Agire, Geriko, Lardizabal, Kortazar, Astarloa, Fr. Bartolomé de Santa Teresa, Joaquín de Lizarraga, &c., son testimonio de ello.

Estos literatos vascos demuestran la aptitud de la [53] lengua vasca para la expresión del pensamiento filosófico. Como dice muy bien Azkue, los sufijos indican cualidades abstractas; y la riqueza de la sufijación vasca para expresar el pensamiento abstracto es incalculable.

Que no tenga la lengua vasca ciertos vocablos usados en la filosofía no es extraño: tampoco los tenía el latín y los creó de sus vocablos adjetivos.

Característica de la Filosofía Vasca

La característica de la Filosofía Vasca es la penetración, profundidad, sutileza, intuición y su practicidad.

Predomina el aspecto metafísico; cultiva también el aspecto crítico del valor moral, del valor religioso y del valor lógico y del estético.

Ha creado sistemas propios: vitorismo, huartismo y servetismo de características destacadas; ha impreso el cuño del pensamiento vasco en los sistemas filosóficos existentes, aristotelismo, platonismo, escolasticismo, tomismo, escotismo, lulismo, ramismo, cientismo, criticismo, &c.

La contribución de la Filosofía Vasca a la Filosofía Cristiana es enorme: en el siglo XVI y en el XVII los filósofos vascos han sido el factor principal de la Filosofía Cristiana.

Y la Filosofía Vasca es predominante y fundamentalmente cristiana. [54]

Estima de la Filosofía Vasca

Y termino con palabras de Menéndez y Pelayo: «Donde no se conserva religiosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisarlo todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida, y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil...

»Es por desdicha frecuente en los campeones de las más distintas banderías filosóficas, políticas y literarias, darse la mano en este punto sólo: estimar en poco el rico legado científico de nuestros padres, despreciar libros que jamás leyeron, ir a buscar en incompletos tratados extranjeros lo que muy completo tienen en casa».

«La cultura filosófica, diremos con el sabio profesor de la Universidad de Estrasburgo, Baudin, nos pondrá en nuestras manos el gobierno de la vida y de la ciencia empírica, nos dará el dominio de nuestras ideas y el dominio de nosotros mismos.»


Transcripción íntegra (respetando literalmente ortografía y nombres) del folleto Filosofía Vasca por el P. Miguel de Alzo O.M.C., Euskaltzaleak, Donostia 1934, 54 páginas. En la contraportada figura: «Precio: 1,50.» En las solapas la relación de publicaciones de Euskaltzaleak.}

Publicaciones de Euskaltzaleak

Poesía
Eusko-Olerkiak. I. Certamen de Rentería. 1930.
Eusko-Olerkiak. II. Certamen de Tolosa. 1931.
Eusko-Olerkiak. III. Certamen de Hernani. 1932.
Eusko-Olerkiak. IV. Certamen de Uretxua. 1933.
Eusko-Olerkiak. V. Certamen de Zarauz. 1934. (En prensa).
Umezurtz Olerkiak. Xavier de Lizardi
Fábulas
Ipuiak. Agustín de Ituriaga.
Alegiak. Mateo de Zabala
Teatro
Amal. Rabindranath Tagore
Bost-Urtian. Toribio de Alzaga
Egiazko Jainkoa. X.
Iparagire. Antonio Mª de Labayen
Ostegun-Gizena. Antonio Mª de Labayen
Sorgiñak. Barbier-M. de Lekuona
Wilhem Tell. Federico Schiller (en prensa)
Acción Cultural
Itz-Lauz. Xavier de Lizardi
Muerte del Euskera. J. Aitzol
Filosofía Vasca. Miguel de Alzo
Lucha de idiomas (en prensa)