Filosofía en español 
Filosofía en español

Aniceto Olano Galarraga 1896-1966 (a) Fray Miguel de Alzo OFMCap

Aniceto Olano Galarraga 1896-1966 alias Miguel de Alzo OFMCap Clérigo católico español e ideólogo de la filosofía vasca, nacido el 17 de abril de 1896, hijo de una familia de labradores, en la aldea de Olazabal, o Alzo de Arriba (Guipúzcoa), conocido también por «Miguel de Alzo» y «Aita Amialde». Como había sucedido con sus dos hermanos mayores, Miguel Angel (1891-1970, capuchino misionero en Guam, en el archipiélago micronesio de las Marianas) y Dionisio (1894-1964, capuchino y escritor en vascuence), también Aniceto fue captado desde muy joven por la organización Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum, que le sometió al aprendizaje habitual que practicaba durante aquellos años con los jovencitos que adquiría en aquellas partes de España: el estudio de las llamadas «humanidades» en su «Seminario Seráfico de Alsasua» (Navarra), la imposición del hábito capuchino, a los quince años, en el Convento de Sangüesa (Navarra) –al aceptar esa regla y vestir su hábito, el doce de agosto de 1911, el nuevo fraile capuchino adoptó el alias de «Fray Miguel de Alzo OFMCap»–, unos meses de adaptación y noviciado antes de confirmar la profesión religiosa –el quince de agosto de 1912–, los estudios de Filosofía en el Convento de Fuenterrabía –donde se graduó de bachiller el 14 de octubre de 1918– y tras la instrucción en Teología recibida en Pamplona, la ordenación como presbítero, el tres de abril de 1920. Ya capuchino y sacerdote prosiguió Aniceto Olano –Miguel de Alzo– su formación en la Universidad de Madrid (Besteiro le otorgó una matrícula de honor), donde estudió Derecho y Filosofía y Letras, hasta que decidió trasladarse a Barcelona, en cuya universidad «florecían, al parecer, con más lozanía los estudios de Filosofía». Mantuvo por lo visto estrecha relación con Jaime Serra Hunter, profesor de Historia de la Filosofía, y con Tomás Carreras Artau, profesor de Ética, «en los seminarios de Metafísica y Folklore, que respectivamente dirigían».

«Por el trienio de 1920 al 1922 fué llamado a Barcelona, por la Mancomunidad Catalana, el Dr. Georges Dwelshauvers, para que bajo los auspicios de «Studis Catalans» dirigiera el Laboratorio de Psicología experimental. Este eminente filósofo, hasta entonces profesor de la Universidad de Bruselas y actualmente fundador y director del Laboratorio de Psicología experimental del Instituto Católico de París, asoció como a colaborador íntimo, durante los tres años de su permanencia en Barcelona, al P. Miguel de Alzo.
Sus estudios en la Universidad de Barcelona, donde en casi todas las asignaturas obtuvo Matrícula de Honor, y las investigaciones diarias y perseverantes en los laboratorios y seminarios de investigación de personalidades filosóficas eminentes, han capacitado sobremanera al autor de este folleto para ser el investigador de la escuela filosófica nacional vasca.
Esta seria formación filosófica, contrastada con la asistencia a escuelas y métodos diferentes y diversísimos, y los constantes estudios realizados sobre las doctrinas de los filósofos vascos en las vigilias pacientes de su celda solitaria, autorizan al P. Alzo para poder proclamar, primeramente la revelación, de que una filosofía vasca existe; y en segundo lugar llevar a cabo la formación y metodización de una doctrina filosófica euskeldun con la publicación de libros y disertaciones de los pensadores vascos y los estudios críticos que sobre ellos y sus ideas y teorías han de hacerse. (José Ariztimuño Olaso, Aportación a la cultura vasca, 1934.)

Entre 1922 y 1924 ejerció como capellán militar del ejército español en África, donde se luchaba entonces por mantener la cristiandad de aquellas gentes, confundidas por los fanáticos musulmanes rifeños. Vuelto a Barcelona impartió la clase de vascuence que organizó la Sociedad de Estudios Vascos en el Solar Vasco-Navarro de Barcelona, hasta que en 1925 se disolvió el Solar. En 1926 obtuvo, por la Universidad Gregoriana de Roma, la licenciatura en Derecho canónico.

Culminada su formación, la organización a la que pertenecía le destinó como profesor en el Colegio de Lecároz, que los capuchinos habían construido en uno de los parajes más pintorescos del valle de Baztán (Navarra). Este convento, cuya primera piedra se había puesto en 1888 y fue inaugurado en 1891, como «Seminario Seráfico Capuchino para las misiones de España y Ultramar», sufrió los reajustes obligados tras la nueva realidad española posterior a 1898, y se fue transformando en un Colegio de segunda enseñanza, el «Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo», un internado que alcanzó gran fama durante las primeras décadas del siglo XX –hasta la dispersión de sus frailes por todo el mundo, tras el 18 de julio de 1936– y en el que sus 260 plazas para alumnos internos resultaban insuficientes para la demanda que gozaba entre una parte de la burguesía católica española (de ese colegio escribió por aquellos años Julio Altadill: «Jamás se han visto mejor que en Lecároz harmonizadas la asistencia intelectual y física con la economía, una comida sana, esmerada y abundante, clima encantador y educación religiosa irreprochable» EUI 29:1265, 1916) [a finales de los años ochenta del siglo XX, consumada ya la imparable decadencia de la organización capuchina por esos pagos, el edificio fue adquirido por el Estado y transformado en Instituto público de enseñanza secundaria].

El Colegio de Lecároz se convirtió desde muy pronto en un foco importante, cultivado por aquellos frailes capuchinos, de gestación, cultivo y propagación de algunas de las variantes del nacionalismo vasco. Enardecidos por las doctrinas de Sabino Arana Goiri, los primeros logros de la reivindicación autóctona de estos frailes se produjeron respecto de la propia organización administrativa de su orden, cuando lograron la secesión de un virtual Distritus Nullius Matritense al que estaban adscritos, y que dependía directamente del general capuchino residente en Roma (lo que tenía sentido cuando, antes de 1898, el Convento de Jesús de Medinaceli de Madrid se complementaba con el Convento de Lecároz, donde debían germinar los apóstoles capuchinos destinados a Ultramar).

Al lograr cierta autonomía tanto de Roma como de Madrid, el Colegio de Lecároz alcanzó un notable protagonismo, que facilitó su conversión en uno de los semilleros del nacionalismo cultural vasco. Como es obvio, el nuevo nacionalismo cultural por construir debía fundamentarse sobre los tres pilares característicos de estos procesos ideológico políticos: la música, la filosofía y la lengua.

En el Colegio de Lecároz se cultivó con especial cuidado la formación musical, y en las entrañas de sus muros se gestó el nacionalismo musical vasco de mano capuchina: Ismael Echezarra Quian («fray Israel de Tudela»), José Gonzalo Zulaika Arregui (1886-1956, «fray José Antonio de Donostia», «Padre Donostia», «Aita Donostia», al que ya en 1918 homenajearon las Juventudes del Partido Nacionalista Vasco, que presentaron al capuchino como el mejor teorizante musical del patrimonio vasco, que le llevó a creerse y convertirse en el verdadero apóstol de la música vasca –los compositores de la zona peregrinaban a Lecároz para presentar a la crítica del padre Donostia sus rasguños: Luis Urteaga, Víctor Zubizarreta, Juan Tellería –el autor de la música del Cara al Sol– &c.), Hilario Olazarán Salanueva (1894-1973, «Fray Hilario de Estella», «Aita Hilario Lizarrakoa», adalid del nacionalismo musical vasco, con un curso vital similar al de Aniceto Olano, pero dos años antes: nacido en Estella en 1894, alumno en 1906 del Colegio Seráfico de Alsasua, hábito capuchino en el Convento de Sangüesa en 1909, profesión religiosa en 1910, estudios de filosofía en el Convento de Fuenterrabía y profesión solemne en 1913, estudios de Teología en Pamplona y ordenación como presbítero en 1917, profesor del Colegio de Lecároz. Allí se hizo famosa la pareja que formó con el P. Donostia, y fueron muy celebrados los dúos de cámara en los que él tocaba el piano mientras el P. Donostia tañía el violín, y hasta los tríos, cuando introducían la flauta del padre José de Lesaka. La flauta vasca, el txistu, fue del gusto de Aita Hilario, que se convirtió en uno de sus difusores más efectivos, sobre todo tras la iniciativa de la Sociedad de Estudios Vascos, Eusko Ikaskuntza, de regalar txistus a cuantos pueblos lo solicitasen con promesa de aprovechamiento. Publicó en 1927 El txistu, lo que es y cómo se toca. Rafael Sánchez Mazas escribió en el ABC: «El P. Hilario enseñó a muchos niños a ser tamborileros, arte que hace a los niños graciosos, alegres y elegantes...». Tras la guerra se exilió a Chile, donde compuso distintas obras, como «Himno para los Jueves Eucarísticos» y «Pan de Dios, Himno del Congreso Eucarístico de Chile»), &c.

Aniceto Olano Galarraga participó activamente en la vida del Colegio de Lecároz, del que fue profesor de filosofía y de derecho, asumiendo incluso la responsabilidad de prefecto de estudios entre 1926 y 1936. Allí tuvo ocasión de asistir a la inolvidable velada que tuvo lugar el 23 de agosto de 1927 (el mismo día, por cierto, en el que eran sometidos a la silla eléctrica los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti), cuando el compositor francés Mauricio Ravel (de padre suizo pero de madre de origen vasco) interpretó al piano su «Sonatita», y el padre Donostia «Herrimina» y «Gure Herria», ante un público que difícilmente podía contener sus emociones, y entre el que se contaba con la presencia del presbítero católico José Javier Zubiri Apalategui –que acababa de ingresar, el 13 de diciembre de 1926, como catedrático de Historia de la Filosofía, en la Universidad de Madrid–, del arabista y presbítero católico Miguel Asín Palacios, del Marqués de Caviedes, del Conde de Casa Miranda y Urcola, &c.

«De manera ostentosa y con una regia presentación, así en su externa presentación, como en la parte gráfica, enriquecida bajo todos aspectos, ha salido al público, de los talleres de la Editorial Gurea de San Sebastián, el suntuoso volumen titulado El libro de oro de la patria, retablo maravilloso digno de la entidad Vasconia, a la cual está consagrado. Ostenta en su exterior un maravilloso escudo bordado magistralmente en sedas de colores, ofreciendo al lector los heráldicos emblemas de la región euskalerriana y en su interior, una rica reproducción miniada en colores de la cubierta del Estatuto vasco presentado a la discusión del parlamento por las provincias hermanas. Han colaborado en ese riquísimo libro los Sres. Valera (Presidente de Irlanda), Maciá (Presidente de la Agrupación Catalana), Sabin Arana y D. Arturo Campión, con vibrantes dedicatorias. A continuación aparecen labores de Bosch y Guimperá, Maspons, Estornés Lasa, Juaristi, Aristimuño, Solano, Laffife, Zalba, Irujo, Múgica, Irigaray, Iñurrategui, Campión, P. Miguel de Alzo, Onaindia, Irazusta, Zabalo, Jáuregui, Uranga, Altadill, Gumichaga, Barandiarán, &c., &c. Las láminas en colores (admirables labores), representan la Casa de Juntas de Gernika, una peregrinación, Juan Sebastián de Elkano, el desembarco en Sevilla, tipos vascos en día de nieve, la viejecita de las rosquillas, Nekazaria, el Angelus, un típico portalón de Baztán, Oronoz, puesta del sol en Larrhun, Ainhoa, mañana de domingo en Oñate, Larrazabal Neguan (dos paisajes), Itxarkundia, Montes Iturrioz, el amaiketako, Mirenchu Olasagasti, un txistulari y holganza obligada…» (Boletín de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, Pamplona, tomo XVIII, nº 1, primer trimestre de 1934, pág. 60.)

En aquel ambiente de creación nacionalista que se vivía en el Convento de Lecároz, y estimulado sin duda por el recuerdo del catalanismo filosófico que había conocido en Jaime Serra Hunter y sobre todo en Tomás Carreras Artau [acababa de publicar Introducció a la història del pensament filosòfic a Catalunya, Barcelona 1931], decidió Olano adoptar el papel de reivindicador universal de la filosofía vasca. Euskaltzaleak publicó en 1934 el imprescindible opúsculo titulado Filosofía vasca (disponible desde septiembre de 1999 en edición digital, por el Proyecto Filosofía en español), del que no es preciso decir nada más, pues su lectura es irrenunciable, aunque sólo sea para comprobar de nuevo que la realidad supera la más fantástica ficción imaginable. Cuenta esta publicación del capuchino con una presentación, «Aportación a la cultura vasca», del presbítero nacionalista vasco José Ariztimuño Olaso, alias Aitzol. Ya en 1931, recién proclamada la República, había Olano colaborado con Olaso, pues fray Miguel de Alzo fue uno de los ponentes del Congreso de Bilingüismo organizado por la Sociedad de Estudios Vascos / Eusko Ikaskuntza en San Sebastián, el 25 y 26 de agosto, y en Bilbao, el 28 y 29 de agosto de 1931. En 1934, el mismo año de la publicación de tan definitiva reivindicación de la filosofía vasca, fue este padre capuchino elegido vocal de la sección de primera enseñanza de la Sociedad de Estudios Vascos, pasando a formar parte de la Junta Permanente de Eusko Ikaskuntza. Miguel de Alzo fue también colaborador habitual de la revista donostiarra Yakintza, dirigida por Aitzol, y escribió en la Revista Internacional de Estudios Vascos y en el diario El Día (por ejemplo el 19 de enero de 1934 y el 18 de junio de 1936).

Al estallar la guerra civil se dispersaron los capuchinos del Convento de Lecároz por distintas partes del mundo, facilitándose así la difusión universal de nacionalismo vasco tan cultivado. Fray Miguel de Alzo se refugió en Francia, primero en Bayona y luego en Bègles, pequeña villa con puerto pesquero cercana a Burdeos, dedicado al auxilio de exiliados vascos, integrado en la Liga Internacional de Amigos de los Vascos (impulsada por el PNV Partido Nacionalista Vasco, fue creada el 16 de diciembre de 1938 –en la sección francesa, controlada por Javier Landaburu [padre de Eneko, Ander y Gorka Landaburu] estaban implicados Jean Verdier, cardenal y arzobispo de París, Jacques Maritain, François Mauriac, &c.–). Cuando se desencadenó la Segunda Guerra Mundial decidieron sus superiores trasladarle a Córdoba (Argentina). El doce de junio de 1940 embarcó en Burdeos a bordo del Croix, y llegó a Buenos Aires el cuatro de octubre de 1940, tras un viaje accidentado, a bordo del Astri. En la Córdoba argentina fue superior y párroco (1942-1948), puestos que ocupó los tres años siguientes en Buenos Aires. Entre 1951 y 1957 se le encargó poner en marcha un Colegio en Necoechea (provincia de Buenos Aires), desde donde se trasladó al Colegio Euskal Echea, fundado por los capuchinos navarros en 1904 en la ciudad de Llavallol (en la provincia de Buenos Aires). En 1960 se retiró al Convento del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya (cuya construcción habían iniciado los capuchinos ya en 1896, en una zona pobre de Buenos Aires), donde falleció el tres de enero de 1966.

«R. P. Fr. Miguel de Alzo (Capuchino). En el presente número del Boletín vemos con gran dolor que dos miembros del Instituto Americano de Estudios Vascos pasan del cuadro de integrantes del Instituto al de los miembros fallecidos: Dr. Jorge Artayeta y Padre Miguel de Alzo, capuchino. En el breve espacio de seis días se nos han ido estos dos ilustres compañeros: el 29 de diciembre de 1965, el primero, y el 3 de enero de 1966, el segundo. Q.E.P.D. El doctor Juan José Guaresti nos ha trazado con cariño de gran amigo la semblanza del doctor Jorge Artayeta. Al que suscribe le corresponde hacer la memoria del Padre Miguel de Alzo, y la hace con afecto de hermano y compañero de muchos años.
El Padre Miguel de Alzo, cuyo nombre genealógico es Aniceto de Olano y Galarraga, nació en el caserío de Olazabalzarra de la villa de Alzo, en Guipúzcoa, a la una de la tarde del día 17 de abril de 1896, siendo solemnemente bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial de Santa María de la misma villa. Siguiendo el ejemplo de sus dos hermanos mayores, Mons. Miguel Angel de Olano, Obispo Titular de Lagina, y Padre Diego de Alzo, siendo niño ingresó en el Seminario Seráfico de los Padres Capuchinos de Alsasua (Navarra), donde cursó los estudios de Humanidades. Emitió su primera profesión religiosa en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos el 15 de agosto de 1912, y concluidos los estudios de Filosofía escolástica y de Teología, fue ordenado sacerdote en la capilla de San Francisco de Xabier de Pamplona el día 3 de abril de 1920. Al mismo tiempo que los cursos de Teología, estudió el bachillerato civil en calidad de alumno libre, y su título de bachiller lleva la fecha del 14 de octubre de 1918. Después de su ordenación sacerdotal, siguió estudios superiores en la Universidad de Barcelona, matriculándose simultáneamente en las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras.
Debió interrumpir sus estudios para servir en el ejército español, en calidad de capellán recluta, en la zona de Marruecos, donde su celo sacerdotal no se limitó al cumplimiento de sus tareas específicas entre los soldados, sino que también llegó a la población civil de los arrabales de Melilla, como el Zoco el Arbáa de Akermán, donde inauguró una capilla.
Continuando luego sus estudios universitarios, llegó a graduarse en breve tiempo de Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, sección Filosofía. Completó los estudios universitarios civiles con la licenciatura en Derecho Canónico, obtenida en la Universidad Gregoriana de Roma, en el solo curso de 1925 a 1926, con muy buena calificación.
Concluida su formación intelectual, el Padre Miguel fue destinado al Colegio de Lekarotz, donde desempeñó, en circunstancias bien difíciles las funciones de Prefecto de Estudios y de Profesor, alternando las tareas escolares con el ministerio sacerdotal en los pueblos del Baztán y del Bertizarana. Al mismo tiempo colaboraba intensamente en instituciones culturales vascas.
La guerra civil española le sorprendió en San Sebastián, participando en unas jornadas de estudio de carácter internacional, y los azares de la guerra le obligaron luego refugiarse en Francia. Su residencia en aquel país la tuvo en Bégles, cerca de Bordeaux; y allí se dedicó, muy intensamente a procurar socorro material y espiritual a cuanto necesitados se le ponían al alcance, en estrecha unión con el Secrétariat Social du Sud-Ouest, ejerciendo, al mismo tiempo, el ministerio sacerdotal en ayudar o suplir a párrocos de aquella arquidiócesis o en atender a colonias de refugiados.
La marcha de la segunda guerra mundial le obligó a solicitar de sus Superiores el traslado a la Argentina. Efectivamente, el 12 de junio de 1940, embarcó en el GROIX, en Burdeos, para llegar al puerto de Buenos Aires, el 4 de octubre siguiente, en el ASTRI, después de un viaje tan azaroso como largo.
Su primer destino en la Argentina fue la ciudad de Córdoba, donde llegó el 15 de octubre de 1940. De allí pasó a Nueva Pompeya de Buenos Aires (1948), a Necochea (1951), a Euskal-Echea de Llavallol (1957) y a Nueva Pompeya de Buenos Aires (1960). La obra del Padre Miguel en la Argentina fue extraordinariamente intensa y eminentemente sacerdotal. La parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Córdoba, a cuyo cargo estuvo por seis años, fue donde más ampliamente desarrolló sus grandes facultades y su inagotable dinamismo en obras de apostolado y de asistencia social. Queda en pie, y muy floreciente, la obra maravillosa de los Consultorios Médicos gratuitos, a la que él diera comienzo el 5 de abril de 1943 en la cripta de la grandiosa iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Sin embargo, siempre encontraron en el Padre Miguel apoyo entusiasta y colaboración eficaz las empresas de progreso social y cultura intelectual, muy especialmente las de carácter vasco. El Padre Miguel era de mucha iniciativa y gran organizador; y puso esas sus excelentes dotes al servicio del movimiento cultural vasco, especialmente en el lustro 1931-1936, siendo uno de los colaboradores más eficientes de "Euskeraren Adixkideak" de Pamplona, "Eusko-Ikastola-Batza" de Bilbao y Sociedad de Cultura Vasca EUSKALTZALEAK de San Sebastián y de su revista YAKINTZA {1933-1936), en la que se publican interesantísimas colaboraciones suyas sobre Pedagogía, Filosofía Vasca, Derecho Vasco y Bilingüismo.
En la carta que un compañero suyo de estudios escribió al Padre Miguel, en ocasión de celebrar el 50 aniversario de su vida religiosa, se contiene este magnífico testimonio de su personalidad ya desde joven: "Con incontenible emoción, pletórica de los más bellos y vivos recuerdos de nuestra ya larga vida, me dirijo a ti, nuestro antiguo y siempre exactísimo y ejemplar decano, para transmitirte mi más cordial, afectuosa y emocionada felicitación de tu 50 aniversario de vida re1igiosa, llevada, como todos sabemos, que siempre la llevó aquel Fray Miguel de Alzo, el primero en el coro, en el asearse, en el estudio..., en todo. Que Dios recompense tus ejemplos para mí indelebles, y aquella tu jovialidad y ejemplar predicación". El Padre Miguel siguió esa misma línea hasta el fin.
Fr. Bonifacio de Ataún OFMCap.»
(Necrológica aportada por la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, publicada en el Boletín Americano de Estudios Vascos, volumen 17, nº 64, Buenos Aires, enero/marzo 1966.)

Escudo de Alzo Altzo

Alzo / Altzo 

A principios del siglo XXI los dos personajes más famosos apellidados Olano y oriundos de Altzo son Xabier Olano Jauregui –miembro de la Junta General de Guipúzcoa por EH Euskal Herritarrok, luego vinculado a Batasuna, a EH Bildu, &c.– y Abraham Olano Manzano, ciclista del circuito internacional. A finales del siglo XX, según Eustat, contaba este municipio con 329 habitantes, bien controlados oficialmente por sus pastores y guardianes: en 1996, aseguran, eran 305 euskaldunes y 6 cuasi-euskaldunes, todos vascófonos, excepto 2 «parcialmente castellanizados». Menos habitantes, de cualquier modo, que a mediados del siglo XIX:
«Alzo. Villa en la provincia de Guipúzcoa, diócesis de Pamplona (11 leguas), audiencia territorial de Burgos (32 leguas), capitanía general de las provincias Vascongadas (13 leguas), partido judicial de Tolosa (1 legua), con ayuntamiento de por sí. Situada a la derecha del camino real de posta de la carrera de Francia y orilla oriental del río Oria, su clima sano, comprende las aldeas de Alzo de Abajo y Alzo de Arriba, u Olazabal, que se separaron de Tolosa. Hay dos parroquias independientes; la de arriba (Asunción de Nuestra Señora), está servida por un rector que presentan los dueños de las casas de la feligresía; y la de abajo (San Salvador), por un beneficiado rectoral que presenta el conde de Villafuente: esta última población, próxima al citado Oria, se le llamaba Olazabal, por la casa de este nombre cercana a la iglesia, y a la que corresponde el patronato que ejerce el referido conde. El término se extiende a una legua de Este a Oeste, y 1/2 de Norte a Sur: confina al Norte con Tolosa, por Este con Leabúru, al Sur con Lizarza, y a Oeste con Alegría, interpuesto el Oria, al cual se une el Arages después de recorrer el territorio: este es quebrado y montuoso, pero bastante fértil, con especialidad en la ribera. Los caminos son vecinales y poco cuidados; y el correo se recibe en la capital del partido. Produce toda clase de cereales, pero la principal cosecha es de cebollas, que en carretillas conducen a los mercados de Tolosa, así como la leña de sus montes: hay alguna caza, y cría ganado vacuno, lanar y de cerda. Población: 72 vecinos, 360 almas. Su riqueza territorial: 21.735 reales; la industria y comercio: 3.000 reales.» (Pascual Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid 1845, tomo II, pág. 216.)

Bibliografía de Aniceto Olano Galarraga

1927 «La voluntad moral en San Buenaventura», en Cátedra de Ética. Seminario dirigido por el catedrático Dr. Tomás Carreras y Artau (Serie 1. Notas y materiales para la historia de la ética; nº 2), Barcelona 1927.

1934 Miguel de Alzo, Filosofía Vasca, Euskaltzaleak, San Sebastián 1934, 54 páginas.

1935 en colaboración con Bonifacio de Echegaray, Eduardo Landeta Aburto y José de Ariztimuño, Lucha de idiomas en Euzkadi y en Europa, Euskaltzaleak, San Sebastián 1935.

Textos de Aniceto Olano Galarraga en el proyecto Filosofía en español

1934 Filosofía Vasca

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