Filosofía en español 
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Ramiro de Maeztu

La Inquisición

Celebran las izquierdas en estos días
el centenario de la abolición del Santo Oficio.

¿Y por qué no el de la matanza de frailes y aquel arabista, Padre Artigas, cuyos sesos hirvieron en una taberna de la Concepción Jerónima? Por lo que hace a la Inquisición el mundo empieza a saber la verdad. Tengo sobre la mesa un folleto, «anticipo de un libro», titulado: Inquisición sobre la Inquisición, por el mejicano D. Alfonso Junco. Como buen americano se educó en la idea de que la Inquisición había matado a tantos indios como en tiempos paganos y caníbales se sacrificaban por millares a dioses insaciables. Se encontró con que, en tres siglos, la Inquisición no había hecho en toda la Nueva España más que 43 víctimas, ninguna de los indios, expresamente exentos de su jurisdicción.

En su Historia de la Inquisición, nuestro inefable Juán Antonio Llorente, calculó que sus víctimas habían sido 341.021, de las cuales 31.912 fueron quemadas (vivas o muertas); 17.659 quemadas en estatua, y 291.450 penitenciadas, muchas de ellas con penitencias de índole espiritual, «como salir los viernes en procesión de disciplinantes». Pero en estos años se ha empezado a revisar las cuentas de Llorente. Del tribunal de Córdoba dice el grandísimo embustero que hizo ejecutar, en total, a 2.127 víctimas. El Sr. Ramírez de las Casas examinó sus autos de fe. Resultó que los ajusticiados fueron 36. Llorente había dicho que el tribunal de Canarias hizo matar a 1.118 personas. Revisados sus autos por el Sr. García Rodrigo, quedó la cifra reducida a 13 víctimas. Los demás números de Llorente tienen el mismo fundamento que los de Córdoba y Canarias.

Se ha acusado a la Inquisición de haber estorbado el desarrollo intelectual. A ello contesta el Sr. Junco: «Nunca el genio español ha pensado con más nervio, originalidad y brío que en plena Inquisición, y da la casualidad de que con ella coincida la edad de oro de las letras españolas». No será por estas tierras el bíblico jardín, pero no fue aquí donde se ejecutó a Miguel Servet, ni a Vanini, ni a Giordano Bruno, ni al canciller Tomás Moro. En vano se buscará entre las víctimas de la Inquisición española un sólo nombre de prestigio intelectual.

El carácter benéfico de la Inquisición fue ponderado por Zurita, Santa Teresa, Mariana, Fray Luis de Granada. Fueron inquisidores el cardenal Cisneros. Fray Diego de Deza, protector de Colón, D. Alonso Manrique, amigo de Erasmo. Se honraron de pertenecer al Santo Oficio Lope de Vega, Rioja, Rodrigo Caro. Su debelador, Llorente, después de haber perdido la fe, aceptó el cargo de comisario de la Inquisición en Logroño y luego de secretario general, para ser destituido por la autoridad eclesiástica: se hizo afrancesado en 1808, tuvo que ser depuesto por los franceses del cargo de Director de Bienes Nacionales, por no dar cuenta de 11 millones de reales y acabó traduciendo las Aventuras del baroncito de Faublas, novela pornográfica...

Ramiro de Maeztu