Filosofía en español 
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[ Benito Amado Salazar ]

Comunicado de Pedro Mata y apéndice a este comunicado

Sres. Redactores de La Verdad,  

Muy Sres. míos: Cuando ya dan Vds. por terminado el asunto relativo al Sr. Núñez, por lo que respecta a los Sres. D. Joaquín Hysern y D. Bartolomé Obrador; cuando estos dos señores y apreciables amigos míos han quedado en el lugar que les corresponde, puesto que se les ha hecho la justicia de considerar que en el examen y aprobación del Sr. Núñez no faltaron a sus deberes bajo ningún aspecto; cúmpleme ya dirigirles a Vds. estas cuatro líneas, con el único objeto de volver por mi veracidad altamente comprometida en uno de los párrafos del artículo que han publicado Vds. en el número 10 de su ilustrado periódico.

Han estampado Vds. que yo les he dicho más de una vez que la facultad de medicina de esta corte había negado el título de bachiller al Sr. Núñez. Esto ha sido una equivocación. Han confundido Vds. una cosa con otra. Lo que yo les dije, después de haber convenido ya en que me se haría justicia, y de no haber podido obtener que se hiciera otro tanto con mis amigos, es que al Sr. Núñez no se le dio certificación de su acto de bachiller, y esto que he dicho de palabra lo digo ahora por escrito, y añadiré todavía que tampoco se le dio el diploma de dicho grado. El diploma de bachiller se firmó y fue entregado al Sr. Núñez, cuando ya hacía tiempo que estaba revalidado. El señor ministro de la Gobernación remitió una orden a la facultad de medicina de esta corte para que se expidiera el título de bachiller a los individuos, cuyos nombres iban en una lista adjunta. Entre estos individuos estaba el Sr. Núñez. La orden es del 7 de abril de 1845. El Sr. Núñez, si la memoria no me es infiel, se revalidó en 1844.

De consiguiente, no habiéndose dado al Sr. Núñez certificación de su examen de bachiller; no habiendo recibido el diploma de tal, hasta después del 7 de abril de 1845, resulta evidentemente que la posesión de dicho documento hoy día, no puede alegarse como un hecho que destruya mis verdaderas aserciones. Quedan estas por lo tanto en pie y con toda la fuerza necesaria para prestarse a sus genuinas consecuencias, cabiéndome la satisfacción de haber podido hacer esta defensa, sin ponerme en desacuerdo con mis amigos y compañeros de tribunal, puesto que lo que yo afirmo no lo desmienten ellos. Soy de Vds., S. S.

Pedro Mata.  

Tiene razón el Sr. Mata y nosotros la tenemos igualmente. En nuestro número 7 hemos asegurado que se había negado a Núñez el certificado del grado de bachiller, es decir, un documento provisional que solicitaba para acreditar su examen en Barcelona. Pero en el juicio con los señores Hysern y Obrador se ha confundido involuntariamente el certificado con el título, de donde resulta nuestra equivocación y la justa queja del Sr. Mata. Mas el cargo que entonces hemos dirigido, no solo queda en toda su fuerza, sino que se confirma más y más por las revelaciones que contiene el anterior comunicado. Si a Núñez se le negó la certificación del grado, y si el título no pudo expedirse hasta después del 7 de abril de 1845, en cuya época ya era doctor ¿con qué documentos legales se le ha recibido en Barcelona?

De este punto y de la real orden en que se asegura que el Sr. Núñez ha hecho en Francia todos los estudios necesarios para ser médico, pensamos ocuparnos con la detención que merecen ambos particulares. Si los profesores de la facultad de Madrid tuvieron que defenderse ante la opinión pública por haber graduado de bachiller al Sr. Núñez, esperamos que imitarán su conducta los catedráticos y el secretario de Barcelona. El hecho es grave, las consecuencias fatales, y nosotros nos hallamos cada vez más dispuestos a no consentir que la ciencia sea ultrajada impunemente. Analizaremos pues los actos del Sr. Núñez ante la facultad que le ha hecho licenciado y doctor, y valiéndonos de documentos ya publicados en otro periódico y de los que nosotros tenemos a la vista probaremos, o que no ha presentado los documentos que se citan en la real orden, o que estos son falsos, e ilegal por consiguiente su título de médico.

Nuestros afanes se dirigen a obtener la debida reparación del insulto hecho por un curandero a la más noble de todas las ciencias. Las ilegalidades, ya lo hemos dicho, jamás prescriben, y siempre hará justicia el gobierno que recoja al diácono intruso en la medicina un título, que no ha obtenido por los medios severos que se ha exigido a los demás.