Filosofía en español 
Filosofía en español


Materia

F. Matière. – It., P. y C. Materia. – In. Matter. – A. Stoff, Materie. – E. Materio. (Etim. De igual voz latina.) f. Substancia extensa e impenetrable, capaz de recibir toda especie de formas. Substancia de las cosas, consideradas con respecto a un agente determinado. La leña es Materia del fuego. || Muestra de letra que en la escuela imitan y copian los niños para aprender a escribir. || Pus. || fig. Cualquier punto o negocio de que se trata. Esa es Materia larga. Asunto de que se compone una obra literaria, científica, &c. || fig. Causa, ocasión, motivo.

Materia animal. La que entra en la composición de los animales.

Materia caótica. Geología. Materia que ha permanecido en estado molecular.

Materia de Estado. Todo lo que pertenece al gobierno, conservación, aumento y reputación de los Estados.

Materia del Sacramento. Aquella cosa o instrumento, física o moralmente sensible, y la acción aplicativa de ella a la forma, por la cual se significa el efecto propio del sacramento; como en el bautismo el agua natural y la ablución; en la penitencia, los pecados cometidos después del bautismo y los actos del penitente, contricción, confesión y satisfacción, y así en los demás sacramentos.

Materia Farmacéutica. Estudio de los productos naturales usados como medicamentos. Se llama también farmacognosia, y algunos lo han denominado también farmacología, aunque esta palabra se usa también con otro significado (V. las voces correspondientes).

Materia Médica. Conjunto de los cuerpos orgánicos e inorgánicos de los cuales se sacan los medicamentos. Parte de la terapéutica que estudia los medicamentos.

Materia Parva. Cantidad pequeña de una cosa, y más particularmente corto alimento que se permite tomar por la mañana en los días de ayuno.

Materia Próxima del Sacramento. Acción con que, aplicada la materia remota a la forma, se hace el sacramento. Dícese próxima porque entre ella y la forma no media otra cosa.

Materia Remota del Sacramento. Instrumento o cosa, física o moralmente sensible, con que, aplicándose a la forma, por medio de la acción, se hace el sacramento. Dícese remota, porque la acción aplicativa media entre ella y la forma.

Materia Unitiva. En las artes se dice algunas veces del cemento, betún, &c., que sirve para unir entre sí materiales diversos.

Primera Materia. Cada una de las que se consideran principalmente necesarias para las labores de una industria o fabricación. Para una fábrica de hilados son Primeras Materias el lino, el cáñamo o el algodón en rama.

Cocer, o cocerse, las Materias. fr. Llegar a corromperse del todo los humores que hay en las heridas, llagas o apostemas, hasta ponerse en estado de reventar o de poderse abrir. || En materia de. loc. En asunto de, tratándose de. || Entrar en Materia. fr. Empezar a tratar de ella de intento.

Materia. Derecho. Aquello sobre que recae una relación jurídica, o sea la cosa o servicio objeto de ésta (V. Derecho y Cosa). || También la relación jurídica o asunto sobre que versa un pleito o causa.

Materia. Filosofía. En su concepto vulgar se confunde con la substancia material (V. Substancia), o con el cuerpo (V. Cuerpo). En este sentido se contrapone al espíritu. Pero no es preciso atender al espíritu para formarse cabal idea de la materia, pues el conocimiento de ésta es mas inmediato que el de aquél. Entrando en la investigación de la materia en sí, ante todo se presenta la doctrina de los filósofos, que coinciden en su explicación de la esencia de la materia, con la idea vulgar de que es toda la substancia corpórea. Estos son los atomistas (V. Atomismo). Los demás filósofos han entrado desde los [911] tiempos antiguos en profundas investigaciones par explicar lo que es en sí la materia. Se reducen a dos los sistemas principales que de este estudio han surgido. El Dinamismo y el Hilomorfismo. En el dinamismo la materia desaparece, pasando a la categoría de mero fenómeno (V. Dinamismo). Al contrario que el hilomorfismo, en que forma una parte principal del sistema. En él, fuera de otras divisiones menos importantes, se considera la materia prima y la segunda. La segunda es el compuesto de dos partes substanciales que se denominan Materia prima ) Forma substancial. Lo principal en el estudio de la primera de estas dos partes, propio de este lugar, es 1) Su existencia 2) Su estricto concepto; 3) Su unidad en el universo; y 4) Su relación con la forma...

1) La idea de esta materia primera, indispensable para poder probar su existencia antes de discutir su naturaleza, es la de un algo substancial, sujeto en que se apoya inmediatamente la cuantidad, y último substrato de los cuerpos en las más íntimas transformaciones que en sí nos manifiestan. Que este algo substancial deba existir en los cuerpos, desde Aristóteles acá se prueba por el hecho de las mutaciones substanciales, muy difíciles antes de concebir por el atraso de la química y muy fáciles ahora. Es el caso de la transformación que deben sufrir el oxígeno y el hidrógeno para venir a resolverse en agua (V. Mutación). Como esta mutación no ha sido una suma de un aniquilamiento de los dos cuerpos que antes teníamos y una creación del agua que nos queda, sino que ha permanecido algo substancial de lo que antes teníamos (en lo cual conviene todo el mundo), si luego, llamamos materia primera este residuo, quedará probada la existencia de ésta, según aquel vulgar concepto, admitido por punto de partida. Porque evidentemente esta parte substancial que nos queda conserva en sí la cuantidad que antes teníamos, y sin ninguna duda es el último elemento de los cuerpos en cuestión, y sujeto de sus más íntimas transformaciones. Los antiguos, por su ignorancia de los verdaderos elementos químicos, no tenían un argumento tan perentorio, pero todavía vislumbrando de una manera general la interminable serie de transformaciones corpóreas que llegan hasta la más íntima realidad de la substancia sensible, no dejaban de apoyarse en él (V. Suárez, Disputatio metaphysica, XIII, sección I). Y aun les quedaba otro en el fondo idéntico, pero conocido con términos distintos. Era el fundado en el fenómeno de la digestión, por la cual el alimento pasa a ser de la substancia del animal que lo digiere. También aquí hay verdadera transformación substancial sin propio aniquilamiento ni creación. Dígase lo mismo de la increíble multitud de fenómenos de generación animal. Todo lo cual prueba que la existencia de esta materia, según el concepto aquí considerado, es un hecho científicamente cierto.

2) Ni es menester para explicarla, insistir en que es substancial, en que si en algo se tropezase sería con las dificultades generales al conocimiento de toda substancia. Más complicación trae el que se haya de decir consiguientemente a los argumentos que prueban su realidad, que es una substancia incompleta, pero aun en el caso que la dificultad que esto importa destruyese el concepto de substancia incompleta; por la fuerza de los argumentos, quedaría en pie la existencia de la materia, debiéndose negar en tal hipótesis que las transformaciones de los cuerpos sean substanciales; y quedaría probado el atomismo, de lo que cada día se a en oposición al dinamismo, está más lejos (V. Substancia). Así que la materia primera es una substancia incompleta en orden al menos a su existencia natural, necesitándose, para que exista de otro elemento substancial, que se denomina forma (V. este art.). Además, por la misma, razón con que hemos llegado a su existencia, vemos que la materia desempeña en el cuerpo sujeto a transformaciones substanciales, el oficio de sujeto, en el sentido primitivo de esta palabra, que viene del latín subjacere, estar debajo, y por ende, sustentar, o servir de base, o tener capacidad de recibir en sí, como si fuera un recipiente. Y de aquí resulta lo que en el concepto propio de la materia primera importa, más serias dificultades de orden metafísico, no del físico o científico, pues éstas todas se reducen a la explicación de los fenómenos de la mutación substancial. Entrando, pues, en el orden metafísico, se ha de considerar a la materia primera como un puro sostén en orden a la existencia de las formas, que son principio íntimo o radical de las propiedades de los cuerpos en cuanto extensos, pues a sólo esto la reducen las pruebas de su existencia. En lenguaje técnico, se expresa esto llamando a la materia pura potencia, se entiende receptiva. Y aunque no todos interpreten así el calificativo pura, es lo más lógico hacerlo dadas las pruebas. Porque entenderlo, significando que la materia sea como un mero posible, es por lo mismo negar su realidad contra lo probado. Del mismo modo parece contrario a la afirmación de la materia primera, negar su existencia propia y distinta de la de la forma, lo que hace toda la autorizadísima escuela llamada Tomista. Por esta misma divergencia que, en una cosa tan íntima a la realidad de la materia, existe, se comprende cuán lejos está el ingenio humano de formarse un concepto estrictamente propio de lo que es en sí la materia, por algo positivo. Únicamente por vía de negaciones y por comparación con la forma, la cuantidad, &c..., llegamos a tener de ella una idea que se puede llamar propia, en cuanto nos sirve para distinguirla de todo lo demás. Es un caso clásico de las dificultades de comprensión filosófica, que exageradas conducen al agnosticismo de Kant. La razón fría, ni admite un conocimiento adecuado de lo que es en sí la materia, ni niega toda inteligencia de su realidad objetiva, pues queda probada su existencia con un mínimum al menos de propiedades.

3) Y aun una de las propiedades de esta materia en su último concepto tan abstracta y discutida entre atomistas, dinamistas y escolásticos, resalta no sólo con la luz de una excelente teoría metafísica, sino con la claridad de una verdad científicamente probada. Es su unidad. Y es innegable que en su esencia es sólo una la materia en el mundo que habitamos. Porque en primer lugar es la misma la materia primera que entra en el oxígeno y en el hidrógeno, de lo que no deja ninguna duda la homogeneidad de la materia del agua que de la mezcla de entrambos elementos resulta. Y conocida la igualdad de la naturaleza de la materia del oxígeno y del hidrógeno, liemos de concluir la igualdad de la materia que se halla en todos los demás elementos. Porque de una manera general se puede afirmar que todos los demás cuerpos simples se pueden mezclar con alguno de aquellos dos que tienen materia de una misma naturaleza, y en todas estas mezclas la masa resultante es también homogénea, de donde resulta que la materia de todos los demás cuerpos simples existentes en nuestro [912] planeta, tienen una materia de la misma naturaleza de la del oxígeno o hidrógeno, por lo que, según el principio de identidad, queda demostrado que todos los cuerpos simples, y por tanto lo mismo los compuestos en quienes permanece, tienen una materia primera específicamente la misma. Con una seguridad igual se extiende la afirmación a la homogeneidad de la materia universalmente considerada, esto es, incluyendo también los cuerpos celestes. La prueba del hecho la da el análisis espectral de los astros, que nos da a conocer en los mismos en general cuerpos existentes en la Tierra; de donde, dada la uniformidad que reina en las leyes del universo, la razón descansa en la afirmación absoluta de la unidad, aunque fuera en absoluto posible descubrir un día en una estrella algún elemento que no se encuentre entre los terrestres. Aristóteles, no contando con un medio tan poderoso de investigación, y por el error que cometió defendiendo que la materia es eterna, tuvo que decir que la materia celeste era incorruptible, y por lo mismo la supuso diferente en especie de la terrestre. La misma falsa hipótesis había dominado hasta los tiempos modernos entre iniciados y profanos en la ciencia metafísica.

4) La relación de la materia primera con la otra parte constitutiva de los cuerpos, se expresa diciéndose que la materia tiene apetito innato de la forma, esto es, capacidad y tendencia natural para recibirla en sí. Es esta una relación trascendental, es decir, que el mismo ser de la materia primera, su esencia íntima, es una tendencia a sustentar la forma. Por la unidad de la materia demostrada en todos los cuerpos, consta que esta relación trascendental de cada porción de materia a la forma, no estará de hecho determinada para cada una de las muchas formas que en realidad puede recibir supuestas las necesarias disposiciones, pues no puede al mismo tiempo tener una materia determinada las contrarias disposiciones que se requieren para recibir las formas todas de que es capaz. En esta manera de representar generalmente que la materia se relaciona intrínsecamente con la forma que la completa, convienen los escolásticos. Son encontrados ya sus pareceres al responder a la cuestión, si podría Dios por milagro sustentar en su ser la materia sin ninguna forma. La divergencia depende de la teoría acerca de la existencia de la materia. Los que con Suárez (1. c.) dicen muy verosímilmente que la tiene propia, afirman que Dios podría hacer semejante milagro. Al contrario los que niegan dicha existencia. Otra cuestión, renovada estos últimos años entre los escolásticos, referente a la relación de la materia con la forma, es la de averiguar si la materia individualiza la forma. Los llamados tomistas sostienen que es una de las doctrinas fundamentales de la filosofía de santo Tomás, que la materia es el principio de individuación; los demás filósofos católicos continúan defendiendo desde hace siglos que ante la razón son de escasa fuerza los argumentos que se aducen para persuadir esta hipótesis. V. Individuación (Principio de).

Materia. Física. [...]

Materia. Teología. 1) Creación de la Materia; 2) La Materia en los Sacramentos. 1) Es uno de los dogmas cristianos más definidos, que Dios ha creado la Materia. Se incluye en la primera página de los libros revelados, y se contiene en todos los símbolos. La razón natural también alcanza la verdad de este hecho; pero la carencia absoluta de experiencia sobre lo que es en sí la creación, hace que los más grandes ingenios, que no tuvieron el auxilio de la revelación en su filosofía, no llegaron a descubrir esta verdad. El materialismo, en cuanto ateo, hubo también de negar que la materia fuese creada. Los modernos monistas tampoco se levantan a la concepción de la posibilidad metafísicamente indiscutible de la primera producción de la materia; y en general todos los ateos niegan el hecho atestiguado por Dios, de que El en un principio criase la materia. Se ha confundido mucho con este hecho de que la materia haya sido creada, otra cuestión muy diferente, y es la de si ha existido o podía al menos existir ab aeterno. En lo primero o cuanto al hecho, hay que responder negativamente, esto es, la materia no ha existido sino en el tiempo o desde el principio del tiempo. También en este punto la revelación cristiana es categórica. Cuanto a la posibilidad de que Dios crease la materia ab aeterno, o sea de manera que con respecto a ella no hubiese tiempo por el mero hecho de que empezase a existir, el dogma católico no se ha pronunciado en ningún sentido. En los primeros siglos del cristianismo los doctores católicos, menos metafísicos, negaron la posibilidad de que Dios criase ab aeterno; pero fue una de las manifestaciones del genio de santo Tomás de Aquino caer en la cuenta de que no es lo mismo que se dé la creación ó que se dé en el tiempo, y de que esto último no se prueba que haya de suceder por necesidad metafísica ó absoluta. Véase Creación.

2) En los siete Sacramentos de la Iglesia católica hay una parte esencial que se llama y es materia de los mismos. La razón de esto se halla en que siendo por necesidad e institución divina los Sacramentos signos sensibles, y constando de cosas y palabras (V. Sacramento), las mismas cosas en cuanto son menos significativas que las palabras, se han denominado materia de los Sacramentos; como se llama materia en todas las demás cosas, aun vulgarmente, lo menos determinado que entra en las mismas. Así la materia de una estatua es lo que menos representa en ella en cuanto tal, y así en lo demás. Los protestantes, que en un principio hacían oposición especial a todo lo que en lo dogmático del catolicismo estuviese revestido de formas escolásticas, creyeron que había especial dificultad en esta terminología, dificultad que se encontró ser nula. Qué sea lo que en cada Sacramento es su Materia, se encuentra determinado por Eugenio IV en el concilio de Florencia, en el decreto pro Armenis (22 de Noviembre de 1439), que es una instrucción práctica, y no declaración dogmática en lo que toca a este punto; y está tomada la doctrina del opúsculo de santo Tomás, De fidei articuli et septem Sacramentis. Según este importantísimo documento que muchos creyeron y, aun algunos creen, que define la cosa como de fe, la Materia de los Sacramentos es en el Bautismo el agua verdadera y natural, [916] fría o caliente; en la Confirmación el crismahecho de aceite y bálsamo y bendecido por el obispo; en la Eucaristía el pan de trigo y el vino de la vid al que se mezcla una muy módica cantidad de agua; en la Penitencia, los actos del penitente, a saber: la contrición, la confesión y la satisfacción; en la Extremaunción, el aceite de oliva bendecido por el obispo; en el Orden, la entrega de los instrumentos con que se confiere este sacramento, ir del Matrimonio no determina nada, pero siendo el Matrimonio en su esencia un contrato, se entiende que su materia es la del mismo contrato. Entre los teólogos católicos existen graves dudas sobre si la materia esencial del Orden es la que este decreto señala, y se puede decir que la opinión más probable en esto, es que lo esencial en la materia del Orden es la sola imposición de las manos (V. Orden). Por lo demás, la materia se puede considerar en sí o en su aplicación al conferirse el Sacramento. De la primera manera se llama materia remota, y en cuanto se aplica, próxima. Es, pues, la materia en los sacramentos, una parte esencial de los mismos, como lo es en los cuerpos en cuanto se componen de materia y forma; de manera que el defecto de la materia propia, aun inculpable, anula la virtud del Sacramento, como quiera que por el mismo caso que no se emplee la materia propia, deja de existir el Sacramento, como deja de existir toda otra cosa una vez que falta para la misma algo que le sea esencial. Por lo mismo el señalar la materia de cada Sacramento pertenece al que lo instituyó, y como todos fueron instituidos por Jesucristo, ni los apóstoles ni los papas pudieron o pueden cambiar la materia de los Sacramentos. En el modo de admitir esta última consecuencia existen muchos matices entre los teólogos católicos. Y en realidad, hay muchas dificultades objetivas, porque todo depende de la determinación con que Jesucristo instituyó cada Sacramento. V. Sacramento.

Bibliografía. Para las ideas filosóficas sobre la materia véanse en general los tratados de Cosmología, y los muchos estudios sobre Materia y Energía de estos últimos tiempos, aunque en orden a la teoría dicen mucho más los primeros, entre los que se recomienda por su crítica el de H. Schaaf, Institutiones Cosmologiae (Roma, 1907). Acerca la idea de la materia en los filósofos griegos, discurren largamente los historiadores de la filosofía antigua, como Zeller, Gomperz y P. Deussen, Algemeine Geschichte der Philosophie mit besonderer Beruecksichtigung der Religionen (Leipzig, 1911). Lo que toca a la creación de la materia, lo tratan los teólogos en los libros De Deo Creante; y en los De Sacramentis in genere, se discute lo de la materia como constitutivo de los mismos. Entre los tratados más clásicos de la teología católica en este punto, hay que contar los de los españoles Suárez y Lugo, tt. XX y III respectivamente de la edición Vives de sus obras.