Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano
Montaner y Simón Editores, Barcelona 1887
tomo 2
páginas 675-676

Arquetipo

Filosofía. Modelo o forma primera. Es más que sinónimo amplificación, en sentido jerárquico, de lo que expresa la palabra idea en el tecnicismo platónico. Expresa, pues, el arquetipo las formas sustanciales (ejemplares eternos y perfectos) de las cosas que existen de toda eternidad en el pensamiento divino. Fácil es apreciar cómo llegó Platón a estas supremas abstracciones del arquetipo. Platón, es, en cierto sentido, el más fiel discípulo de Sócrates; cree como éste que «la ciencia consiste en lo universal» y aspira a ello por medio de la abstracción. Para el fundador del idealismo «la mayor certeza se halla en la mayor abstracción». Al ejercitar ésta, distingue dos mundos: el de las cosas sensibles, rayano con el no ser, y el de lo inteligible, que es lo real mismo en sí, el tipo, la idea o el ejemplar, que reproducen las cosas sensibles por su participación de las ideas. Pero este mundo de las ideas (mito y simbolismo, de que se halla influido todo pensamiento idealista) requiere una jerarquía según Platón. Progreso es éste muy importante debido a la dialéctica platónica; porque sirve de base a toda clasificación y además porque establece claridad y orden en la manera de tratar los asuntos; pero esta verdad da después, al menos como efecto de las exageraciones en la abstracción formalista y lógica, lugar a un error, el de que las ideas más vacías o más abstractas se consideran las superiores y se colocan en el vértice de las clasificaciones. Se convierte así la abstracción en escala para ascender al cielo y se volatiliza la realidad, llegando a estimar que una idea está más cerca de la verdad cuanto más lejos se halla de los hechos. (De esta lógica errónea saca la última consecuencia, con rigor inflexible, la dialéctica hegeliana cuando dice: «el ser –la idea más abstracta– es la nada».) Así lleva la abstracción de la Dialéctica a regiones, en las cuales predomina el mito y el símbolo; asciende indefinidamente el pensamiento, arrojando el lastre de lo real, aligera la natural gravitación hacia lo terrenal y nos introduce en la región del sueño, del mito y de las generalidades. Ya la palabra ei1doV de donde procede la nuestra idea, revela el simbolismo, pues expresa la especie opuesta al individuo y aún separada de él (la cual no es nunca real). Después para establecer la jerarquía del mundo inteligible, la imaginación se representa (siempre fuera de la realidad) el prototipo o arquetipo (la idea primera entre las demás de igual orden), de cada especie. Resulta, por lo mismo, como dice Janet, que «todo arquetipo es siempre una abstracción», procedente del vicio general de que adolece la dialéctica platónica, cuando separa la idea del individuo, la niega la existencia sensible, la cercena sus cualidades particulares y luego que la ha dejado reducida a un molde vacío, la proclama principio típico y ejemplar de la realidad de las cosas sensibles. Esta misma palabra arquetipo ha sido usada por los Escolásticos (sobre todo por aquellos que se acercan algo al sentido platónico hábilmente combinado con la doctrina aristotélica por Santo Tomás) como la idea primordial, que ha presidido a la creación del mundo. Después usó también la palabra arquetipo Locke (V. su Ensayo del Entendimiento humano), pero atribuyéndola significación distinta o la que le diera en un principio Platón. Para Locke los arquetipos son ideas, que no tienen semejanza con ninguna existencia real, ni con la nuestra ni con la de los objetos externos. Concibe e1 espíritu los arquetipos mediante la reunión arbitraria de los conceptos simplicísimos, sin que puedan ser por lo tanto copias de las cosas. Después de Locke, apenas si se emplea la palabra arquetipo. Sólo la usa Gœthe en el hermoso símbolo de su poema El Fausto personificando las ideas en las Madres, que con sus antorchas iluminan la región de las sombras y van guiando al héroe del poema. Lo que Platón llamaba arquetipo o ideas madres, Gœthe lo personifica en las Madres de la vida, símbolo de la luz de la inteligencia, que con su previsión nos guía en la vida. La hipótesis del arquetipo ha ejercido gran influencia en la Filosofía de la Naturaleza después del siglo pasado y comienzos del presente. Gœthe, Oken, Carus, Geoffroy Saint-Hilaire y otros naturalistas filósofos han concebido la escala zoológica determinada y producida según tipos primitivos y originarios (arquetipos) y se citan anticipaciones ideales de Oken que después han obtenido comprobación perfecta por los progresos de la experiencia. A ellas pertenecen el arquetipo vertebral de Gœthe y sus vistas geniales en la Morfología de las plantas.


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