Filosofía en español 
Filosofía en español

Alfonso de Palencia 1423-1492

Alfonso de Palencia, Universal vocabulario 1490 Cronista, traductor y lexicógrafo español del siglo XV (también conocido como Alonso de Palencia y Alfonso/Alonso Fernández de Palencia). Al servicio de la reina Isabel de Castilla publicó en 1490, en Sevilla, el primer diccionario latino español que se conoce, el famoso Universal vocabulario en latín y en romance (552 folios), que apareció, por tanto, dos años antes del Descubrimiento (y de que Antonio de Nebrija imprimiese, en Salamanca, su Lexicon hoc est dictionarium ex sermone latino in hispaniensem). Palencia adopta como fuente principal de su vocabulario latino el compilado, mediado el siglo XI, por Papias lombardo (el Elementarium doctrinae rudimentum, ya impreso en Milán 1476 y Venecia 1485), y su labor no consistió en una mera traslación de cada voz latina al romance, puesto que glosa y enriquece con sabias explicaciones el sentido de conceptos e ideas que ya estaban bien incorporadas al español y prueban la riqueza y madurez de una lengua que, precisamente unas semanas antes del 12 de Octubre, servirá también para que Nebrija componga su gramática sobre la lengua castellana (generaciones después un gremio, el de los gramáticos talibanes, pretenderá monopolizar, someter y aherrojar la lengua, como si de verdad fuera patrimonio suyo).

El Universal vocabulario en latín y en romance colegido por el cronista Alfonso de Palencia, a la vuelta de su primer folio, de su sobria portada, ofrece a doble columna: «Latinum || Iniuncti operis argumentum», y:

Romance

Argumento de la obra emprendida

La muy excelente señora doña Isabel Reina de Castilla, y de León, de Aragón, y de Sicilia, entre las innumerables demostraciones que ha hecho a los mortales de sus inmortales virtudes, quiso también añadir esto, que por mandado de su tan notable alteza, Alfonso de Palencia cronista de los hechos de España tomase cargo de interpretar los vocablos de la lengua latina según la declaración del vulgar castellano (que se dice Romance). Sabiendo bien la misma inventora de cosas muy provechosas, la gran dificultad que incurren los de España medianamente principiados en la latinidad, cuando por vocablos latinos menos conocidos buscan de entender los no conocidos. Fue sin duda esta diligencia de la muy poderosa Reina que lo mandó especialmente provechosa a los varones que eligieron religión. Los cuales empleados en el culto divino, no pueden más a la estrecha escudriñar las elegancias y propiedades de los vocablos latinos si no se interpretasen según la lengua materna. Por cierto el grande trabajo presente se alivia mucho con la noticia del provecho a venidero. Así que recrecen fuerzas al autor de esta obra ya venido en vejez. Cuyo sentido no cesa de se maravillar de las muchas operaciones tan crecidamente provechosas al nombre de España como en un mismo tiempo se ejecutan por su real mandamiento. En especial el remedio y destierro de la herética pravidad. Que su alteza con muy gran perserverancia contendio hacerse con autoridad del sumo pontifice, para que sus reinos ante enconados por prolongada negligencia de ponzoña que estaba ya en la muchedumbre de judaizantes, con muy solícita cura de castigo recobrasen nueva limpieza. Ni quiso mas a la luenga sufrir que la ocupación de los infieles granadis con infamia de los Reyes cristianos así durase en reposo de los ocupantes para que ella no contendiese con muy poderosa mano de muy grande hueste del todo vencer a los tales ocupadores secuaces de Mahoma, como Reina a maravillas guarnida y dotada, que la naturaleza le dio soberana hermosura. Y la fortuna singular poderío. Y la más excelente virtud de tal manera la guarneció, que siendo ella en la tierra muy bienandante haya de ser parcionera de la verdadera bienaventuranza. Lo cual pocas veces y a pocos acaece.

Fin del argumento

 
 

Marcelino Menéndez Pelayo

Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo, volumen LVII: Biblioteca de traductores españoles, tomo IV, CSIC, Madrid 1953, páginas 14-27.

Alonso Fernández de Palencia

No tenemos que lamentar escasez de noticias en este artículo. Aparte de los artículos bibliográficos que consagraron a Palencia Nicolás Antonio y Pellicer, aparte del notable puesto que ocupa en la muy erudita Historia de la literatura española del señor Amador de los Ríos, y en el Ensayo de una biblioteca española de Gallardo, recientemente el señor don Antonio María Fabié, al tomar asiento en la Academia de la Historia, ha dedicado un extenso y concienzudo estudio a la vida y obras de nuestro humanista e historiador insigne.

Nació Alonso Fernández de Palencia en Sevilla, como quieren unos, o en la ciudad de donde toma su apellido, según otros, el 19 de julio de 1423. Educóse en Burgos, en el palacio del sabio Prelado D. Alonso de Cartagena, donde hizo, sin duda, los primeros estudios y cobró muy luego afición a las letras clásicas. En su carta latina a Jorge de Trebisonda, asegura haber pasado la juventud en Italia. Allí formó parte de la familia y servidumbre del célebre Cardenal Bessarión, Obispo de Nicea, griego de nacimiento, y conoció al mencionado Jorge de Trebisonda, hijo también de la antigua Hélade. Vuelto a España antes de 1445, sirvió Palencia al Arzobispo de Sevilla D. Alfonso de Fonseca. Pero ya en 1456 obtuvo los títulos de cronista y secretario de cartas latinas, muy adecuados entrambos a sus estudios y ocupaciones habituales, y que debió sin duda a la protección del Arzobispo su señor. Hallámosle después envuelto en los negocios políticos de Castilla, y comisionado por Fonseca para ir a Roma y exponer al Sumo Pontífice sus quejas contra Enrique IV que le impedía tomar posesión de su Silla, antes trocada por la de Santiago con su sobrino llamado también D. Alonso de Fonseca. Presentada su querella, de igual modo que otras semejantes contra dicho Rey, ante Paulo II, éste nombró, para juzgarlas, a los Cardenales Bessarión y Guillermo, ante los cuales parecieron Suero de Solís, en representación de Enrique IV, y Alonso de Palencia, en nombre del Arzobispo, acusándose mutuamente de gravísimos delitos. La decisión de la corte romana fué favorable al Rey de Castilla. Tornando a España Palencia, le encontramos en 1468 aconsejando al Duque de Medina-Sidonia que consintiese en el matrimonio de Doña Isabel y Don Fernando, y consiguiéndolo con su prudencia y exhortaciones. En 1469 fué enviado a Aragón por el Arzobispo de Toledo D. Alonso de Carrillo, para vencer las dificultades que se oponían a dicho matrimonio. En Tarragona hizo, a instancias del Rey, un discreto razonamiento que convenció a muchos grandes de la corte, contrarios a dicho casamiento. A Castilla volvió nuestro Palencia para depositar en manos del Arzobispo Carrillo un rico collar de perlas y 8.000 florines, que como arras enviaba el Príncipe Don Fernando. Aconsejó nuestro cronista al Prelado de Toledo la pronta celebración de aquel enlace, y en compañía de D. Gutierre de Cárdenas fué nuevamente comisionado a Aragón para conducir al Príncipe a territorio castellano, corriendo en el viaje no pocos peligros y librándose de las asechanzas puestas a su vida, según indica él mismo en la nota final de su Universal Vocabulario. «La qual divinidad, mientras yo di eficace obra a las cosas mucho y muy mucho provechosas a la sublimación de tan grande imperatriz, guió maravillosamente mis pasos y regló y mantuvo mi sentido para el efecto de aquellos negocios que aparejaban bien andante suceso de tan soberana alteza, ca muchas veces escapé librado de las enseñanzas de los que esto contrariaban et pude acarrear a puerto seguro cualesquier cargos que yo traya o encargados de otro o tomados de mi grado.» De Zaragoza salió disfrazado Don Fernando, seguido sólo de tres servidores suyos; en Verdejo encontraron a Palencia y Cárdenas, y el 6 de octubre llegaron al Burgo de Osma, pasando de allí a Dueñas y Valladolid, donde se celebraron las bodas. En los últimos meses del mismo año 1469 hizo Palencia otros tres viajes a Aragón, para solicitar recursos, que el Rey Don Juan no pudo enviar a su hijo.

Aconsejando al Arzobispo de Toledo y al Duque de Medina-Sidonia y empleado en otras negociaciones de menor importancia aparece nuestro cronista en los años de 1471 y 1472. Enviado fué por el de Medina a Talamanca a exponer a la Princesa Isabel los agravios que aquel magnate recibía del Marqués de Cádiz; y en más de una ocasión sirvió también de intermediario entre el de Medina, el Conde de Cabra y D. Alonso de Aguilar, que por entonces andaban en continuas enemistades y discordias, compartiendo en campo de batalla la ciudad de Córdoba, como el de Cádiz y el de Medina la de Sevilla. Cuando de nuevo fué a Castilla nuestro cronista con otra comisión del Duque, tuvo ocasión de descubrir y desbaratar con su actividad y buenos consejos las asechanzas que en Segovia se tramaban contra la libertad de los Príncipes. Diputóle más tarde su señor para solicitar, en unión con Pedro de Algava, el apoyo del Arzobispo Carrillo, para su pretensión del Maestrazgo de Santiago, y suplicar asimismo a don Rodrigo Manrique, otro de los pretendientes, que desistiere de su empeño y favoreciese el del Duque. Inútiles fueron ambas tentativas. De allí pasaron los mensajeros del Duque a Zaragoza para avistarse con Don Fernando, y volviendo Algava a Sevilla continuó Palencia su viaje a Castellón de Ampurias, donde se hallaba el Rey Don Juan, a quien expuso el estado de los negocios de Castilla y las peticiones del Duque de Medina. Con cartas del Rey para su hijo tornó Palencia a Zaragoza, y allí se hallaba cuando ocurrió la muerte de Enrique IV (12 de diciembre de 1474). Con Don Fernando entró en el territorio castellano Palencia, volviendo por fin a Sevilla con cartas del Rey para la ciudad y el Duque.

En importantes comisiones emplearon después los Católicos Reyes a Alonso de Palencia. Con el Dr. Antonio Rodríguez de Lillo estuvo encargado de dar libertad a unos esclavos negros que había arrebatado de la costa de África Gonzalo de Stúñiga. Con no poca resistencia de parte del Duque de Medina logró asimismo Palencia establecer la Santa Hermandad en Sevilla. Para poner coto a los tumultos y desmanes que en aquella ciudad se sucedían, determinaron al cabo Don Fernando y Doña Isabel hacer un viaje a ella, como así lo verificaron en 1477. Palencia salió a recibirles y les expuso el estado de las cosas detenidamente. Pacificada la ciudad, residió en ella el resto de sus días nuestro humanista ocupado sólo en sus trabajos literarios. Falleció en marzo de 1492. Ya en 1480 había pedido al Cabildo de Sevilla lugar para su sepultura, donando en cambio sus libros y manuscritos. Así se lo otorgaron los capitulares.

Numerosas e importantísimas son las obras de Alonso de Palencia. Pueden dividirse en originales y traducidas, distinguiendo en el primer grupo las filológicas (reduciendo a ellas las de varia lección y amena literatura) y las históricas. De las originales hablaremos con brevedad. Son las siguientes:

Obras originales

Batalla campal que los lobos y los perros ovieron. No tiene la primera hoja el único ejemplar conocido de este libro, existente en la Biblioteca de Palacio: tampoco lleva año ni lugar de impresión, sólo esta nota final:

«Este tratado de los lobos e los perros fué compueste (sic) en el año del Señor de Mill e quatro çientos e çinquenta e siete años. Deo gratias.» Los tipos parecen ser los mismos empleados en la Perfección del triunfo militar. 4.º 25 hojas. Sin foliatura. Sig. a-b-c-d.

Este libro se escribió primero en latín, siendo dedicado al Rey Enrique IV, hacia el año 1455, según conjetura del señor Fabié. La traducción castellana fué hecha a ruegos del autor por Alfonso de Herrera. Lleva dos prólogos del autor, enderezado el uno al Rey y el otro al traductor. Es esta obrilla una imitación de la Batracomiomaquia, con un sentido moral-alegórico, claro y patente. El título del original latino (que ignoramos dónde exista) es el siguiente, según nota del señor Amador de los Ríos: Bellum luporum cum canibus, sive ΛυοκονκυνομάΧια .

De perfectione militaris triumphi. Ad Reverendissimum nobilissimumque dominum dominum Alphonsum Carrillo Archiepiscopum Toletanum Hispaniarumque primatae optimé meritum Alphonsi Palentini Regiae Majestatis Historiographi de perfectione militaris triumphi praefatio incipit... (Existen, por lo menos, dos códices de este tratado, uno en la Biblioteca del Escorial, otro en la del Cabildo de Toledo.) El mismo autor le tradujo al castellano, imprimiéndose en la forma siguiente: (Fin) Este tratado de la perfección del triunfo militar fué compuesto en el anno del nuestro salvador ihesu xpto. de mill e quatroçientos e çincuenta e nueve annos. Deo gracias. (Biblioteca Nacional.) Es obra alegórica de igual modo que la Batalla. Estos dos libros, con esmero reimpresos, y convenientemente ilustrados por el señor Fabié, verán muy pronto la luz pública en la excelente colección de Libros de antaño.

Véase más detallada descripción de ambos en el Ensayo de una biblioteca española de Gallardo.

Universal vocabulario en latín y en Romance collegido por el cronista Alfonso de Palencia. A la vuelta de la portada está en latín y en castellano el argumento de la obra. En la segunda hoja comienza el Vocabulario impreso a dos columnas (en una las palabras latinas con su explicación en la misma lengua, en otra las mismas con su declaración en romance).

Col. Hoc universale compendium vocabulorum ex lingua latina eleganter collectorum: cum vulgari expositione impressit apud Hispalim Paulus de Colonia Alemanus cum suis sociis. Id ipsum imperante illustrissima domina Helisabeth Castellae et Legionis: Aragoniae: Siciliae etc. regina. Anno salutis millesimo quadringentesimo Nonagesimo. Feliciter. Folio. 549 ps. dobles. La penúltima lleva el escudo del impresor, la última el registro de los pliegos. Sig. a-73. Letra de tortis. En el folio 448 comienza la «mención del trabajo. Et del propósito para adelante», que acaba en el 549. A la vuelta está la suscripción final ya transcrita. (Biblioteca Nacional.)

Describen con mayor o menor extensión este libro Méndez, Gallardo y el señor Fabié.

Es el Diccionario latino-castellano más antiguo de que haya noticia. Recopilóle su autor por mandado de la Reina Isabel. Al año siguiente apareció el Diccionario de Antonio Lebrija.

Opus sinonymorom Domini Alfonsi Palentini.

Alfonsi Palentini historiographi: De synonimis elegantibus liber primus incipit feliciter. Qui continet synonima nominum el prominum ac participiorum. Precedit prologus dedicatus cum ipsa tractatus prosecutione Reverendissimo patri et domino Alfonso de Fonseca et azevedo Compostellano Archipresuli.

Incipit secundus liber sinonymorum elegantium verbo congruentium feliciter... Incipit prologus (h. n.-1 vuelta).

Liber sinonymorum tertius de particulis indeclinabilibus incipit. Praemittitur prologus (h. s. 5).

En la penúltima hoja se lee:

Anno Domini Millesimo quadringentesimo septuagesimo secundo, quo quidem ipse auctor duedecimo Kalendas Augusti quadragesimum nonum suae aetatis annum complevit.

Fin. Absolutum opus sinonymorum Domini Alfonsi Palentini historiographi: Impressum Hispali por Meynardum Ungut Alemanum: et Ladislaum Polonum socios. Anno incarnationis Millesimo quadringentesimo nonagesimoprimo. Die vero vigesima quarta mensis novembris. Membrete de los impresores. Folio. 176 h. sin fol. ni recl. sig. a i-xiiii. Letra redonda. (Biblioteca Nacional.)

Véanse otros pormenores bibliográficos en las notas al discurso del señor Fabié.

De la verdadera sufficiencia de los cabdillos e embajadores. Obra desconocida. Cítala en la nota final del Vocabulario (mención del trabajo pasado).

De las lisonjeras salutaciones epistolares e de los adiectivos de las loanzas usadas por opinión. Menciónala su autor en la nota citada.

Ad nobilissimum Militem sapientissimumque Dominum Alphonsum de Velasco, in funebrem Abulensis, famosissimi Praesulis, Prefatio Alfonsi Palentini incipit. Opúsculo no descrito por el señor Fabié, pero si por Gallardo. Es una oración fúnebre del Tostado. Existe en un tomo de opúsculos de Eneas Silvio y otros. (Biblioteca de la Academia de la Historia.)

Carta a Trapezuncio con la respuesta de éste. (B. N., cód. T-291.) Publícalas el señor Fabié.

A Palencia se atribuyen asimismo las célebres Coplas del provincial, nunca impresas por su excesiva licencia.

Obras históricas

Alphonsi Palentini Historiographi gesta hispaniensia ex annalibus suorum dierum. Llamadas comúnmente Décadas latinas y por el autor Tres decadas de las cosas de mi tiempo. Nunca se ha impreso esta obra importantísima. Conócense de ella tres códices completos, uno en la Biblioteca Nacional (S-19, copia moderna), otro en la Arzobispal de Sevilla y otro en la Academia de la Historia.

Tradújose al castellano, y de esta versión, largo tiempo atribuída al mismo Alonso de Palencia, existen repetidas copias en nuestras bibliotecas.

Las Décadas latinas, obra auténtica de nuestro cronista, acaban en el año 1477.

De bello adversus maurus granatenses. Guerra contra los moros granadinos. Dase este título a una obra dividida en nueve libros (apenas comenzado el noveno) que toma la narración en el año 1482 y la lleva hasta 1489, en que tuvo lugar la toma de Baza. Algunos eruditos han creído que formaba parte de la Crónica, considerándola como cuarta Década. Está escrito igualmente en lengua latina. Se conserva un códice en la Biblioteca Nacional y otro en la Academia de la Historia.

Antigüedades de la gente española, en diez libros. Las cita el mismo Palencia en la nota final del Vocabulario, anunciando que se proponía «explicar en otros diez el imperio de los Romanos en España e desdende la ferocidad de los godos fasta la rabia morisca». Nicolás Antonio afirma que poseía una parte de las Antigüedades D. Juan Lucas Cortés.

Vida del bienaventurado Sant Alfonso (Ildefonso) arzobispo de Toledo. Desconocida.

De los nombres ya olvidados o mudados de las provincias e Ríos de España.

De las costumbres e falsas religiones por cierto maravillosas de los canarios que moran en las islas Fortunadas.

Cita este libro y los dos anteriores el mismo Palencia en la nota antes mencionada. No hay más noticia de ellos.

La mayor parte de las obras de Alonso de Palencia fueron primitivamente escritas en castellano y más tarde pensó su autor en traducirlas al latín. Dícelo él mismo en la nota citada.

Traducciones

1) Vidas de Plutarco.

Comiença el prólogo del coronista Alonso de Palençia, dirigido al ylustre e muy magnífico señor Don Rodrigo Ponce de León, duque de Cádiz, marqués de Zahara e de las siete villas, conde de Arcos, señor de Marchena, etc.: En la translaçión de las vidas de Plutarco de latín en romance. (Este encabezamiento va de letra encarnada.)

Fin. En este primer volumen hay treynta vidas de las de Plutarco traduzidas de latín en romance por el cronista Alonso de Palencia. Cá fué neçessario que las otras restantes se pusiessen en otro volumen: e ambos volúmines se imprimieron en Sevilla con industria de Paulo de Colonia: e de Johannes de Nuremberg e de Magno: e de Thomás Alemanes e todos son cuadernos.

Segunda parte.

Fin del tomo segundo. Feneçen en dos volúmines las vidas de Plutarco que fueron scriptas en griego: e traducidas en latín por diversos transladadores: e después bueltas en romançe castellano por el cronista Alfonso de Palençia. Assi que en el primer volumen se contienen treynta vidas de las de Plutarco: y en el segundo veynte e cinco vidas de las suyas con otras colligidas por algunos Actores modernos, e la vida de Carlomagno e una epístola de Ruffo que fueron impressas por Paulo de Colonia: e Johannes de Nuremberg e Magno e Thomás Alemanes en Sevilla: e se acabaron de imprimir a dos días del mes de Julio de MCCCCXCj (1491)annos.

Dos tomos folio, letra de Tortis, a dos columnas, foliatura en números arábigos. Cada volumen tiene 351 folios. El segundo comienza con la vida de Cimon así encabezada:

Plutarco Philósopho escribió en griego la vida del ilustre varón Cimon. Volvióla en latín Leonardo Justiniano, y el Cronista Alphonso de Palencia la tradujo en romance castellano.

Transcribiremos el prólogo (ya citado por el señor Fabié con presencia del ejemplar existente en la Biblioteca Nacional, el mismo que nosotros hemos tenido a la vista) porque da cuenta de las traducciones latinas que Palencia tuvo presentes para su trabajo:

«En los días del muy buen emperador Trajano natural de Espanna fué muy excellente philosopho e muy aprovado historiador Plutarcho, que entre los loados griegos de aquel siglo mereçió ser estimado principal en doctrina y en integridad de costumbres: e no poco dichoso en ser maestro de tan mentado emperador de los Romanos: que restituyó al imperio las provincias enajenadas por mengua de buenos príncipes e de nuevo annadió otras que los romanos fasta entonçes no posseieran: fué otrossí la suffiçiençia de Plutarcho cresçida en todo el saber que los gentiles presçiaban. Et assí pudo su virtud aprovechar a la bien andanza de su disciplo. El qual no menos debió estimar se por dichoso en tener tan soberano maestro. Escribió Plutarcho muchos libros de la facultad philosophica, empero no quiso descargar se de lo historial y emprendió lo verdadero e provechoso e la más digna relación de los acaesçimientos que desde Hércules fasta sus tiempos pudiera representar a los ganossos de saber quales entre los griegos e romanos oviessen floreçido en armas y en sabiduría. Et de algunos fizo comparación, quanto y en qué cosas se apareassen, segund por las vidas que escrivió se pareçe. Et allende desto recontó en estilo a maravillas conforme a tan alta empressa las notables fazannas de algunos muy valerosos capitanes. De manera que commovió los ánimos de los que gustavan a derechas el sabor del ornato e querían saber la verdad de lo acaesçido, e anteponer el cuento destas vidas a qualquier otra historial scriptura. Donde proçedió que algunos ytalianos solenes varones bien ensennados en letras griegas e latinas: visto que muchos de los latinos no alcançavan en este nuestro siglo la inteligencia de la lengua griega, quisieron dar obra a la tan provechosa traducción, cada uno dellos segund lo que permitían sus negocios particulares de que no podían vacar, salvo breve tiempo. Et todo aquello o la mayor parte de grado expendieron en tan provechosa translación. Cá el bien ensennado Lapo florentin traduxo treze vidas, conviene saber de Theseo, de Rómulo, de Licurgo, de Numa Pompilio, de Solon, de Publicola, de Themístocle, de Camilo, de Pericle, de Phoçion, de Caton uticense, de Ortoxese (Artajerjes) e de Arato. Donato Azayolo (Acciajuolo) florentin traduxo cuatro vidas, es a saber: de Alcybiade, de Hannibal, de Sçipion e de Demetrio. Guarino varon muy mentado en enseñança traduxo diez e seys vidas: la de Coriolano, de Philopemene, de Tito Quincio Flaminio, de Lysandro, de Syla, de Mario, de Eumene, de Nicia, de Marco Crasso, de Alexandro, de Dion, de Marco Bruto, de Evágora, de Platon, de Aristótele e de Homero. Antonio Tudertino traduxo siete vidas, es a saber de Fabio Máximo, de Pelópide, de Marcello, de Timoleon, de Agide et Cleomene, de Agesilao, de Pompeyo. Leonardo Aretino príncipe por entonces en Italia traduxo ocho vidas. Conviene saber de Arístide, de Paulo Emilio, de los Grachos Tiberio e Gayo, del rey Pirrho, de Demósthene, de Marco Antonio, de Tulio e de Sertorio. Francisco Bárbaro noble veneçiano traduxo la vida de Marco Caton Censorino. Leonardo Justiamo noble varón de Venecia traduxo dos vidas, la de Cymon atheniés e la de Lucio Lucullo. Jacobo Angelo de la Scarperia traduxo la vida de César. Francisco Philelpho traduxo las vidas de Galba e de Othon emperadores romanos. Un Cornelio Nepote había traducido la vida de Pomponio Áttico. Assí que los buenos latinos ytalianos no solamente preçiaron mucho que destas translaçiones tan provechosas podiessen ellos gozar, mas aun las trasladaron en lengua toscana, por comunicar tan solemne scriptura a toda la naçión ytálica. No menos los françeses e alemanes e ingleses e úngaros, gentes belicosas e ganosas de participar de tan alto conoscimiento de las soberanas proezas de los antiguos, dieron vida a la comunicación destas vidas historiales transladándolas cada una destas gentes en su lenguaje. Lo qual no es menos necessario a los nobles varones de las Espannas, que por tener nuestra lengua e vocablos tanta çercanía con la examinada latinidad, se descuydan della. Donde les recreçen no pequennas faltas de lo que para el saber mucho les aprovecharía, pero mientra meior acuerdo se acepta, no es razón que carescan los varones principales de Espanna de la lectura de tan extendida e tan autorizada historia.» Etc., etc. Añade que hizo esta versión «en su extrema vejez».

No todas las vidas de esta colección son de Plutarco. Las de Aníbal y Escipión son originales de Donato Acciajuolo, que las compuso para llenar el vacío que resultaba por la pérdida de las de Plutarco mencionadas en el catálogo de sus escritos hecho por su hijo Lamprias. A Guerino Veronés son debidas las de Platón y Aristóteles. Respecto a la de Pomponio Ático, no hay para qué advertir que es la de Cornelio Nepote, y la de Evágoras el elogio de aquel rey de Salamina hecho por Isócrates.

La traducción de Alonso de Palencia es mala y sólo notable por el tiempo en que se hizo. A pesar de sus relaciones con Bessarión y Trapezuncio no llegó a saber el griego, y así se valió de las traducciones latinas que corrían en su tiempo, no recomendables ciertamente por la fidelidad ni por la elegancia. Además de esto, el estilo es duro y la locución harto desmayada. Por eso reprendió agriamente a nuestro historiador en la centuria siguiente el docto helenista Diego Gracián, en el prólogo de su traducción de losMorales del mismo Plutarco: «Así están traducidas en romance castellano las vidas deste mismo Autor Plutarco, que más verdaderamente se podrán llamar muertes o muertas de la suerte que están escuras y falsas y mentirosas, que apenas se pueden gustar ni leer ni entender, por estar en muchas partes tan diferentes de su original griego, cuanto de blanco a prieto, como yo he mostrado a personas doctas en algunas que yo he traducido del griego» (son, sin duda, las que se publicaron en Strasburgo juntamente con las de Francisco de Encinas). Reconocimiento merece, sin embargo, nuestro intérprete por haber dado a conocer el primero en lengua castellana las vidas del historiador de Queronea.

Sevilla, 1508. Esta edición menciona Nicolás Antonio, quizá con error. No la hemos visto ni podido adquirir noticia de ella.

Madrid, 1793, imprenta Real. Dos tomos 4.º (no se publicaron más), que contienen las vidas de Teseo y Rómulo, Licurgo y Numa, Solón y Valerio Publícola, Temístocles y Camilo, Perides y Fabio Máximo, Alcibíades y Coriolano (seis biografías en cada tomo). Se suprimió en esta reimpresión el prólogo de Alonso de Palencia.

2) Las Guerras Judaicas de Flavio Josepho.

Prólogo dirigido a la muy alta e muy poderosa Señora Dona Isabel Reyna de Castilla e de León: de Aragón e de Çicilia etc. Por el su humil Cronista Alfonso de Palencia en la traducción de los siete libros de la guerra Judaica e de los dos libros contra Appion grammático Alexandrino, escriptos primero en griego por el excellente historiador Josepho sacerdote de Jherusalem. E trasladados en latín por el muy eloquente presbytero Ruffino patriarcha de Aquileya. E agora bueltos de latín en romançe Castellano por el mesmo Cronista.» (Este encabezado, de letra roja.)

En la signatura X, plana vuelta, se lee este final:

«Feneçe el libro séptimo e postrimero de la guerra Judaica escripta en Griego por el excellente histórico Josepho fijo de Mathathía sacerdote Hebreo: e vuelta en latín por el muy ensennado Presbytero Ruffino patriarcha de Aquileya, e traduzida en Romance Castellano por el Cronista Alfonso de Palencia: en el anno de nuestra salud de M.CCCC.XCI annos.»

A continuación se halla la Respuesta a Apion, y en la hoja novena de la signatura Z acaba así:

«Fenecen los dos libros de Josepho contra Appion grammático e otros philósophos Griegos, a los quales todos él supo de tal manera confutar que fizo ser baldíos todos sus falsos argumentos. E a la impressión de aquestos dos libros procedió (sic), segund el orden acostumbrado la de los siete libros de la guerra Judaica. Fueron todos impressos en Sevilla anno de ntro. salvador de mill e quatroçientos e noventa e dos annos. Por Menardo Ungut Aleman e Lançalao Polono companneros, e acabados a veynte siete días del mes de Março.» Folio, letra de Tortis, a dos columnas, signat. A-Z. (Biblioteca Nacional.)

La parte del prólogo que interesa a nuestro objeto es la siguiente:

«Propuse en mi extrema vejez continuar el estilo de bien servir a vtra. alteza dentro de los umbrales de mi pobre domicilio, cuando ya me vieda la edad e los accidentes della el exercicio que muchas veces y en tiempo que era menester pude emplear en principales negocios concernientes a vtra. real corona: segund soy cierto que vuestra excellentísima gratitud ha de ello memoria. E después de coligido el universal vocabulario que por mandado de vtra. alteza en no pocos annos aduxe a buen término e a manifiesto provecho, segund procedía de vuestra real consideración, habrá sabido vtra. Alteza la diligencia que puse en la traducción de las vidas de Plutarcho de latín en Romançe, creyendo sin me engannar en ello ser aquella translación por muchas razones muy cumplidera a la principal nobleza de vuestros Reynos e a otros muchos naturales vasallos de vuestra Real corona. E porque lo restante de la vida no se me passare sin aprovechar en lo que sintiesse de verdad fructuoso e conforme a la tal empressa, ove por bien expendido tiempo el que consumiesse en la traducción de la historia que notablemente escribió Josepho de la guerra Judayca contra los Romanos, de la destruyción de Jherusalem. En que aquel muy ensennado varón mostró tan llena amistad a lo verdadero, tan grande aborrescimiento a las malvadas costumbres de los Judíos sus contemporáneos, que en lo justo ninguno se pudiera entonces fallar más valiente para amparar la patria, ni más contrario a los que la tyrannia querían colorar con el nombre de libertad. Y escripta aquella historia en letras griegas, a causa de más extendida intelligencia por el mundo, pues en Roma la lengua griega era bien entendida por todos los nobles e por los veteranos varones militares. E en la mesma después escribió dos libros contra Appion gramático Alexandrino. E desdende, aunque aquesta narración era postrimera en su tiempo, fizo mención en ella cómo havía él escripto la antigüedad Judayca en veynte libros, comentando del principio de la creación del mundo fasta llegar a las ocasiones que los Judíos dieron a los Romanos para que del todo destruyessen a Jherusalem, después que a todas las çibdades e comarcas de Judea avían punido o destruydo, a causa de la rebelión muy desatinada e procediente de la divinal indignación que los traxo a la execución postrimera desde luengos tiempos prophetizada. Pero quando ya pareció al bienaventurado Santo Ambrosio doctor canonizado e solemnizado por la eglesia cathólica e al muy ensennado presbytero Ruffino patriarcha de Aquileya su contemporáneo que cumplía traducirse aquellas obras de Josepho en lengua latina, cada uno de ellos de por si emprendió la translación por entero. E siendo ambas muy castas e aprobadas, ovo muchos que se agradassen más de la de Ruffino por la facilidad. Mas ambos en el orden de los libros translados muestran aver acordado, que puestos en un volumen antecediesse aquello donde se faze mención del comienço de los siglos. E si yo me atreviera a la grandeza de la mayor narración en que se contienen los veynte libros, aqueste prohemio de las causas de mi traducción pussiera en lo de la antigüedad. Mas la vejez es con razón poco atrevida a las más luengas jornadas. Por ende fué mi acuerdo continuar las más breves de los siete libros de la guerra Judayca, e de los dos libros contra Appion, todavía con propósito que restándome algund vigor para la translación de los veynte primeros libros e pudiéndolo yo aduzir a deseada conclusión, a vtra. real excellencia sea desde agora dirigida la tal traducción entera juntamente con la presente ya feneçida.» Etc., etc.

A esta versión son aplicables las mismas observaciones que a la de Plutarco.

3) Espejo de la Cruz.

«Comienza el prólogo en el devoto moral libro intitulado Espeio de la Cruz. (Esto se lee en la hoja 2.ª, signatura-? La primera hoja vuelta lleva un grabado en madera.)

»Esta devota obra intitulada Espeio de la Cruz que primero fué compuesta en lengua toscana, convertió en lenguaie castellano Alfonso de Palencia coronista, a ruego del honrado e virtuoso caballero Luys de Molina, veynte e quatro de Sevilla e thesorero de la casa de la Moneda. El año de nuestra salud de mill e quatroçientos e ochenta e cinco annos acabóse de interpretar a XXI de Junio, e de imprimir a XX de Febrero. Sea loado Dios e su gloriosa madre Reyna de los cielos. Amén.

»El que primero traio desde Ytalia a Castilla este tratado impresso en toscano para que se convirtiese en romance castellano fué el reverendo e muy devoto religioso Fray Jhoan Melgarejo prior del monasterio de sant ysidro, çerca de Sevilla, el qual con zelo de la común doctrina lo fizo imprimir después que fué romançado, en Sevilla en casa de Antón Martínez de la Talle de Maestre Pedro. Todas las personas cathólicas que desta recibieren provecho spiritual son obligadas rogar a Dios por la salud de las ánimas de los que fueron desto ministros.» Folio, let. Tortis, 104 hjs. sin foliatura, signat. a 2-l 4. (Véase más detallada descripción en las notas del señor Fabié). Biblioteca Nacional.

Espejo de la Cruz, etc.

«Fue la presente obra imprimida en la çiudad de Sevilla por Meynardo Ungut alamano e Lanzalao Polono compañeros. Anno de mill e Cuatrocientos e noventa e dos annos. 4.º, let. Tortis. Citada en el primer catálogo de Salvá.

Ambas impresiones son rarísimas, y casi otro tanto acontece con las de Plutarco y Josepho.

Santander, 16 de noviembre de 1875.

Algunas obras de Alfonso de Palencia

1459 De perfectione militaris triumphi. La Perfeçion del triunfo, Ediciones críticas y estudio de Javier Durán Barceló, Ediciones Universidad de Salamanca, enero 1996, 199 págs.

1490 Universal vocabulario en latín y en romance colegido por el cronista Alfonso de Palencia, Sevilla 1490 [por los compañeros alemanes], 552 folios (texto a dos columnas: izquierda en latín, derecha en español). Colofón: «Hoc universale compendium vocabulorum ex lingua latina eleganter collectorum: cum vulgari expositione impressit apud Hispalim Paulus de Colonia Alemanus cum suis sociis. Id ipsum imperante illustrissima domina Helisabeth Castellae τ Legionis: Aragoniae: Siciliae τc. regina. Anno salutis millesimo quadringentissimo nonagesimo. Feliciter.»

Sobre Alfonso de Palencia

1875 Antonio María Fabié, «La vida y escritos de Alfonso de Palencia», Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la… recepción de Don Antonio María Fabié, Imprenta de Fortanet, Madrid 1875, 121 págs.

1876 [edición de] Dos tratados de Alfonso de Palencia, con un estudio biográfico y un glosario por Antonio María Fabié, Librería de Alfonso Durán (Libros de antaño nuevamente dados a luz por varios aficionados, 5), Madrid 1876, XCV+199 págs.

1914 Antonio Paz y Meliá, «El Cronista Alfonso de Palencia: su vida y sus obras, sus Décadas y las Crónicas contemporáneas. Ilustraciones de sus Décadas y notas varias», Revista de Archivos, 1914.

1977 Robert Tate, «Political allegory in fifteenth-century Spain: A study of the Batalla Campal de los perros contra los lobos by Alfonso de Palencia (1423-1492)», Journal of Hispanic Philology, 1977, págs. 169-186.

1978 Rafael Alemany, «En torno a los primeros años de formación y estancia en Italia del humanista castellano Alonso de Palencia», Revista de Ciencias Humanas, Universidad de Alicante, 1978, págs. 61-72.

Sobre Alfonso de Palencia en el proyecto Filosofía en español

1920 Alfonso de Palencia en la Enciclopedia Espasa.

Philosophia y philosophos en el Universal vocabulario de Alfonso de Palencia (1490)

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