Filosofía en español 
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Plácido Jove Hevia  1823-1909   Desde 1879 vizconde de Campo Grande

Plácido Jove Hevia

Político, diplomático, escritor y poeta español, que en 1845 compone un soneto al “alma nacional”, dedicado a la juventud española y publicado por el periódico monárquico La Esperanza (Madrid, 22 de octubre de 1845): “El alma nacional”: «Que aferrada a la histórica experiencia / El alma nacional ha conservado: / Cristiana religión y monarquía, / Ese poder con que nació la España / Y al tocarle se hundió la patria mía...»

En 1848 fue pionero en glosar la paz perpetua exaltando a Kant, como realización, al fin y al cabo, de la doctrina de Jesucristo, en De la confederación de los pueblos, como único medio de realizar su derecho natural, “Discurso leído en la Universidad Central, por Plácido Jove y Hevia, Abogado del Ilustre Colegio de esta Corte, e individuo de la Sociedad Económica Matritense, en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Jurisprudencia” (Imprenta del Colegio Nacional de Sordo-Mudos, Madrid 1848, 16 páginas), en ceremonia realizada el domingo 2 de julio de 1848 (tres meses después del inicio de la difusión desde Londres del Manifiesto del Partido Comunista, y de que Francia proclamase su Segunda República; y cuando comenzaban a llegar a Madrid las noticias de la represión de la nueva revolución francesa, “subversión de la sociedad burguesa”, tras las parisinas jornadas de junio dirigidas “por la fracción republicana de la burguesía”, que supusieron incluso la muerte del arzobispo Dionisio Augusto Affre del disparo recibido mientras andaba mediando entre barricadas). Como es natural Plácido Jove no se mueve a la escala de Las luchas de clases en Francia de Marx, sino de la buscada armonía entre Naciones. (En septiembre de 1845 había sido nombrado Lorenzo Arrazola primer catedrático de derecho internacional de la universidad española, para cumplir el Plan General de estudios de Pedro José Pidal, que centralizaba en España el doctorado en la Universidad de Madrid y establecía además que, para graduarse de doctor en Jurisprudencia, debía cursarse un año de Derecho internacional, la nueva disciplina recién institucionalizada.)

«Grado de doctor. El domingo último recibió en la universidad central de esta Corte el distinguido joven don Plácido Jove y Hevia la investidura de doctor en jurisprudencia. La memoria que con este motivo leyó Sobre la confederación de los pueblos, y que hemos tenido el gusto de leer después, llamó justamente la atención del auditorio, no solo por la elevación de su estilo, sino por su elegancia y pureza. También agradó sobremanera el elocuente discurso con que terminó el acto.» (El Clamor Público, periódico del partido liberal, Madrid, martes 4 de julio de 1848, pág. 3.)

«Ayer recibió la investidura de doctor en jurisprudencia un joven conocido ya por su laboriosidad y su talento, don Plácido Jove y Hevia; y en verdad que pocos se habrán acercado con mayores merecimientos a recibir el bautismo de la ciencia. «De la confederación de los pueblos, como medio de realizar su derecho material»: tal fue el tema sobre que versó su discurso. Este, escrito, como todos los trabajos del señor Jove, con un estilo elegante y correcto, y nutrido de juiciosas ideas, llenó cumplidamente las esperanzas de todos. El candidato respondió también con facilidad y acierto a las oportunas observaciones que le hicieron los doctores Baquer y Pinuaga. Por último, las palabras que pronunció para dar gracias por la honra que acababa de obtener, hallaron vivas simpatías en cuantos se hallaban presentes a tan solemne acto. He aquí algunos párrafos de la disertación del señor Jove: «¿Cuál es, pues, la verdadera noción del derecho? Nuestras hermanas las universidades de Alemania nos lo han dicho en estos últimos tiempos. Sobre las contiendas de las escuelas exclusivas y por lo tanto falsas, aparece la gran figura de Kant, abrazando todos los elementos que hasta entonces se habían creído encontrados y coordinando todas las verdades para formar la gran verdad. Kant y las escuelas de él derivadas han dado cima al estudio de la noción del derecho, si bien son demasiado abstractas y hasta ininteligibles a veces a nuestra compresión meridional, en lo que respecta a los principios puramente filosóficos.» «Todos los atributos esenciales y todos los fines de la naturaleza humana en sus relaciones obligatorias: he aquí el derecho. El es uno mismo en cualquier esfera de actividad en que obre: en la familia como en las pequeñas comunidades, en las naciones como en la gran asociación universal, es siempre el mismo en su esencia; solo varía en atención a las individualidades a que se le aplica: es como una expresión matemática en que solo hay que sustituir los términos.» «El poder internacional acabaría con las conquistas evitando el escándalo de que miles de hombres, convertidos en máquinas, marchen a morir porque su señor cuente con una ciudad más en su imperio. El poder internacional realizaría la paz perpetua, tan deseada por muchos filósofos y que el gran Enrique IV ha tratado de establecer.» «Hemos llegado a la prometida consecuencia de nuestra doctrina: la paz perpetua entre las naciones, la realización de la doctrina de J. C. que se anunció al mundo con himnos de paz y que no cesó de predicarla, continuando su Iglesia con tan santa amonestación, pues según una reciente expresión del gran Pontífice actual: “Siempre se estremece con las discordias de los hombres.” La paz perpetua realizaría el gran pensamiento de fraternidad que conmueve el corazón de las naciones adelantadas. La paz perpetua disminuiría esos innumerables ejércitos permanentes que agotan la riqueza de las naciones, que ponen las familias a contribución robándolas sus individuos, y que dan una excesiva influencia al poder militar; porque si es preciso reconocer su importancia, cuando se limita a ser la salvaguardia de la ley, forzoso es ya también que tenga efecto el cedant arma togae del grande orador.» (La Esperanza, periódico monárquico, Madrid, martes 4 de julio de 1848, pág. 4.)

«IX. Excmo. Sr. D. Plácido de Jove y Hevia, Vizconde de Campo Grande. De Villaviciosa. Periodista, diputado y senador asturiano ha desempeñado los altos cargos de Ministro plenipotenciario y Subsecretario de Hacienda y es Doctor en Derecho, académico de Ciencias Morales y Políticas y miembro de otras corporaciones científicas y literarias de España y del Extranjero, habiendo publicado importantes trabajos sobre asuntos de derecho internacional y otras materias. Ha escrito algunas poesías, y en el dialecto asturiano Cuatro verdades al pueblo; Pachu y Pericu ó El ferrocarril de Langreo, (romance diálogo para la danza prima, 1852) y otro –1858– del que entresacamos los siguientes trozos: Semos d'aquellos vasallos, / Fechos á l'antigua usancia, / Que de mozos deprendimos: / 'Quién dixo Rey, dixo Patria.' / Semos los pocus que queden / Allá de la francesada / Que guerriámos per Fernandu / Cuando el francés vinu a España. / Mire: delgunos decinnos / Qu'era llocura extremada, / Qu'éramos pocus e probes, / E al mundu venciera Francia; / Más gritandu ¡viva el Rey! / E ¡viva la Virxen Santa! / Echamos el francés fora / Traximos el Rey a casa: / Non ye llocu e vence siempre / El que fá lo que Dios manda.» (Poesías selectas en dialecto asturiano..., publicadas por el Excmo. Sr. D. José Caveda, nueva edición anotada y aumentada de D. Fermín Canella Secades, Imprenta de Vicente Brid, Oviedo 1887, págs. 295-296.)

«De sociedad. A la edad de ochenta y seis años ha fallecido en Madrid D. Plácido Felipe de Jove y Hevia, vizconde de Campo Grande. El finado conquistó en su juventud un envidiable puesto en el periodismo, y en las columnas de El Tiempo y La Época dejó muestras de su talento y cultura. Ingresado en la carrera consular, desempeñó sus funciones en Atenas, Nápoles, Malta, Perpiñán, Hamburgo, Lisboa y Argel. En 1864 tomó asiento en las Cortes, y algunos años después, realizada la Restauración, fue jefe de la sección de comercio en el ministerio de Estado, subsecretario de este departamento y del de Hacienda, director general de Aduanas, vocal de la Junta de Aranceles y de los Consejos de Agricultura y Sanidad, y director de la Compañía Arrendataria de Tabacos. En la actualidad era senador vitalicio, para cuyo cargo fue nombrado por el señor Cánovas en 1891, y bibliotecario perpetuo de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Descanse en paz el respetable hombre público, y reciba su familia nuestro sincero pésame.» (ABC, Madrid, miércoles 23 de junio de 1909, pág. 4.)

Sobre Plácido Jove Hevia en el proyecto Filosofía en español

1892 Plácido de Jove y Hevia, en Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

Textos de Plácido Jove Hevia en el proyecto Filosofía en español

1845 El alma nacional

1848 De la confederación de los pueblos, como único medio de realizar su derecho natural

gbs