Zeferino González (1831-1894) Obras del Cardenal González |
Filosofía elemental Capítulo preliminar |
Según Santo Tomás, la palabra Filosofía trae su origen de Pitágoras, el cual, interrogado sobre su profesión, respondió que era filósofo, es decir, amador de la sabiduría, puesto que dicha palabra está compuesta de las griegas philos amante, y sophos sabio. De aquí el nombre de Filosofía, la cual, considerada etimológicamente, no es otra cosa más que el amor de la sabiduría. Luego bien podrá afirmarse que la filosofía para los antiguos era lo mismo que amor de la verdad, toda vez que la verdad constituye el fondo y la realidad de la sabiduría (1). Y también puede afirmarse que los antiguos al apellidar así a la filosofía, se manifestaban más sobrios y prudentes que los modernos, cuando apellidan a la misma la ciencia universal, la ciencia trascendental, la ciencia de las ciencias, denominaciones nada modestas y no muy exactas, que pueden considerarse como la expresión de las tendencias racionalistas de la filosofía [2] moderna cuando pretende emanciparse de toda superioridad o freno y de toda subordinación a la Razón de Dios, proclamar su autonomía e independencia absoluta, y juzgar soberanamente de todas las cosas.
{(1) Algunos pretenden que la palabra philosophia, trae su origen del hebreo, porque el sophos que entra en su composición tiene sus radicales en un verbo hebreo que significa contemplar.}
El origen absolutamente primitivo de la Filosofía coincide con su origen divino y preternatural, o sea con la acción de Dios que infundió al primer hombre la ciencia más o menos perfecta de las cosas naturales. Porque, como enseña con razón santo Tomás, así como el primer hombre salió perfecto en el orden físico de las manos del Creador, así debió recibir de este la perfección necesaria en el orden intelectual para poder enseñar a sus hijos (1).
{(1) «Sicut primus homo institutus est in statu perfecto, quantum ad corpus, ut statim posset generare; ita etiam institutus est in statu perfecto, quantum ad animam, ut statim posset alios instruere et gubernare. Non potest autem aliquis instruere nisi habeat scientiam. Et ideo primus homo sic institutus est a Deo, ut haberet omnium scientiam, in quibis homo natus est instruit.» Sum. Theol. 1ª, p. g 94, art. 3.}
Concretándonos al origen humano de la Filosofía, si se habla de su origen histórico o cronológico, diremos que este es incierto o desconocido; pues aunque tenemos por más probable que la India es el país en donde la filosofía adquirió por vez primera organismo rigurosamente científico, es lo cierto que graves críticos atribuyen este honor a los filósofos griegos.
Si se habla empero del origen racional o lógico de la filosofía, este debe buscarse: 1º en la admiración, porque, como dice santo Tomás, todos los hombres tienen naturalmente deseo de saber las causas de aquello que observan; así es que los hombres comenzaron a filosofar impulsados por la admiración de los fenómenos que veían y cuyas causas les eran desconocidas. 2º La naturaleza misma del hombre; porque, como observa el citado santo Doctor, «toda naturaleza tiene inclinación natural a la operación que le es propia: siendo pues operación propia del hombre en cuanto hombre, el [3] entender, puesto que por esta operación se diferencia de las demás cosas; síguese de aquí que el deseo del hombre se inclina naturalmente a entender, y por consiguiente a saber.» La primera de estas dos causas puede apellidarse causa ocasional; la segunda, causa eficiente.
Para determinar cuál sea la idea o noción de la filosofía, es preciso determinar su objeto, porque la naturaleza y propiedades de cualquiera ciencia o facultad, se hallan en relación con la naturaleza y condiciones de su objeto.
El objeto cuyo conocimiento ha constituido el fondo y ser de la filosofía, no ha sido el mismo en todos los tiempos. La filosofía griega durante sus primeros pasos y en su primer período de formación y evolución, se halló reducida a la física general o cosmología, como se ve en los trabajos y sistemas de Tales, Heráclito y demás representantes de la escuela jónica.
Con Pitágoras, Sócrates y Platón, la Filosofía hace entrar en su objeto a las matemáticas, algunas nociones más o menos completas de lógica y metafísica, y principalmente la moral y política. Finalmente, la inteligencia profunda y enciclopédica de Aristóteles desarrolla y perfecciona la lógica y la metafísica, a la vez que imprime a las demás partes de la filosofía un organismo propiamente científico. De aquí tuvo origen la división de la filosofía entre los antiguos en Lógica, Física, Metafísica, Moral y Matemáticas, división adoptada después por la generalidad de los Escolásticos, si bien algunos de estos excluyeron de esta división las Matemáticas, así como excluían también la Medicina y la Historia natural, porque las consideraban como derivaciones y auxiliares de la Física, más que como partes propias de la Filosofía rigurosamente tomada.
Después que Descartes y Bacon, secundando el movimiento pagano del Renacimiento y el racionalista del [4] Protestantismo, separaron a la filosofía del principio católico y de las tradiciones científicas de la filosofía escolástica, fue tal la confusión que se introdujo en el terreno filosófico, que apenas se encontrarán dos escritores que presenten la misma noción, ni la misma división de la Filosofía. De aquí la multitud y diversidad de definiciones y divisiones de la misma que se observa entre los modernos (1). Es justo observar que a esta confusión y diversidad de opiniones en orden a la noción y división de la Filosofía, ha contribuido también el descubrimiento y desarrollo de algunas ciencias naturales y físicas, que tienen relaciones más o menos directas con la Filosofía, y que antes, o se hallaban en un estado imperfecto, o eran completamente desconocidas.
{(1) Como prueba y ejemplo de la diversidad que reina entre los filósofos modernos en orden a la división de la Filosofía, indicaremos algunas de estas divisiones.
Wolf dividía la Filosofía en teorética y práctica. La primera comprende la Ontología o ciencia del ser y de sus determinaciones universales; la Psicología, la Cosmología y la Teología. La segunda abraza la Ética, la Política, el Derecho natural y de gentes.
División de Beck.
La Filosofía se divide en teorética y práctica. La primera comprende: 1º la filosofía formal o sea la Lógica: 2º la Metafísica, la cual se subdivide en filosofía ideal o sea la Ontología y la crítica de las facultades de conocer, y en filosofía real, que abraza la Psicología, la Cosmología y la Teología o filosofía de la religión.
La filosofía práctica comprende: 1º la filosofía del derecho: 2º la filosofía moral: 3º la filosofía del arte, o sea la ciencia de lo verdadero, del bien y de lo bello.
División de Schulze.
La Filosofía comprende las partes siguientes: 1º Lógica y Psicología: 2º Filosofía práctica, o sea la moral: 3º Metafísica, o filosofía teórica. 4º Estética: 5º Historia de la filosofía.
Sería fácil multiplicar los ejemplos, porque apenas se encuentran dos filósofos que señalen a la Filosofía las mismas partes, así como tampoco la misma noción o definición.}
Para evitar, pues, semejante confusión, y poder formar una idea racional de la Filosofía y de sus partes, convendrá no perder de vista las siguientes observaciones: [5]
1ª Hay algunos que toman la Filosofía en un sentido tan lato y universal, que parecen encerrar o comprender en ella casi todas las ciencias, identificándola en cierto modo con la enciclopedia de los conocimientos que el hombre puede adquirir con sus fuerzas naturales. Semejante pretensión es menos disimulable entre los modernos que entre los antiguos, en atención al incremento y desarrollo que han recibido las ciencias naturales, algunas de las cuales ni siquiera eran conocidas de los antiguos. Así no es de extrañar que estos dijeran con Cicerón que la Filosofía era Rerum divinarum, et humanarum, causarumque, quibus hae res continentur scientia (1).
{(1) Es curiosidad crítica digna de notarse que esta definición de la filosofía de Cicerón se encuentra casi en idénticos términos en las obras de Clemente de Alejandría, Strom., lib. 1º, cap. 5. Y sin embargo, no es probable que el filósofo de Alejandría hubiera leído las obras de Cicerón.}
2ª Hay otros por el contrario, entre los modernos, que limitando demasiado el objeto de la Filosofía, puede decirse que la reducen a una ciencia puramente subjetiva, o sea al conocimiento de la naturaleza, fuerzas y leyes del yo humano como ser inteligente; resultando de aquí que la Filosofía queda en realidad reducida a la Psicología. Esta filosofía del yo, que encierra una concepción incompleta e inexacta de la ciencia filosófica, constituye el fondo y la esencia de los sistemas racionalistas y panteístas que tanto abundan en la época presente; empero su origen primero debe buscarse en la filosofía semiracionalista de Descartes, el cual al romper y anular las tradiciones de la filosofía escolástico-cristiana, y sobre todo al exagerar la importancia científica de su principio de conciencia y la del método psicológico, echó los cimientos de esa filosofía del yo, cuya última evolución ha sido y es el panteísmo y la divinización del hombre bajo diferentes formas (2). [6]
{(2) Entre nuestros filósofos españoles ha cundido también la idea o costumbre de reducir la Filosofía a la Psicología, como se [6] observa en la mayor parte de los manuales o Elementos de filosofía publicados en nuestra patria durante esta época. El mismo señor Gutiérrez, cuyo Curso completo de filosofía es de los más excelentes y apreciables, dice que esta, tomada en sentido estricto y riguroso, es la ciencia que investiga y explica los fenómenos sensibles, intelectuales y morales del hombre. Preciso es confesar que semejantes definiciones que destierran de la Filosofía la Ontología, la Cosmología y la Teodicea, dan una pobre idea de esa ciencia que tanta importancia tiene en la historia de la humanidad y de la civilización, y que forma una aureola de gloria en torno de los nombres de Platón, Aristóteles, Santo Tomás y Leibnitz.}
En armonía con esta concepción exclusivamente psicológica de la Filosofía, vemos a filósofos modernos de los más notables que definen la Filosofía de una manera evidentemente incompleta, y por lo mismo inexacta e inadmisible. Así, por ejemplo, para Reid la Filosofía no es otra cosa más que la ciencia del espíritu humano, desterrando de ella por consecuencia la Ontología, la Cosmología y la Teodicea.
Para Kant, la Filosofía es la ciencia de las leyes según las cuales se desenvuelve el conocimiento, o en otros términos, la ciencia de los principios y leyes que presiden al desarrollo de las facultades cognoscentes del hombre. Para Fichte la Filosofía no es más que la ciencia del yo puro en cuanto se pone y afirma por medio de la tesis, de la antítesis y de las síntesis, es decir, en cuanto se conoce y se pone a sí mismo como yo, como no-yo, y como identidad del yo y del no-yo. Para Hegel la Filosofía es solamente la ciencia del desarrollo de la Idea por medio de sus tres momentos, de donde se deduce que para Hegel la Filosofía se reduce a una especie de psicología dialéctica. Para Cousin la Filosofía es «la evolución de los elementos contenidos en la espontaneidad de las facultades del yo, por medio de la reflexión libre e independiente de toda autoridad.» Para Herbart la Filosofía es solamente la elaboración de los conceptos.
Pondremos término a este catálogo haciendo notar, que [7] todas estas definiciones de la Filosofía y otras análogas que pudiéramos citar, pueden ser consideradas como derivaciones más o menos inmediatas y directas, y como la expresión, múltiple en la forma pero idéntica en el fondo, de la definición de Descartes cuando decía que la Filosofía es el conocimiento o análisis del sujeto pensante o sea del espíritu humano, deducido de principios evidentes. En el fondo de todos los sistemas indicados se halla la filosofía cartesiana, como la base y el substratum general de los mismos: no sin razón, pues, hemos asentado antes que en Descartes y en su filosofía se encuentra el verdadero origen de esa filosofía del yo que se revela y termina generalmente en el panteísmo bajo diferentes formas.
Apartándonos, por lo tanto, de los dos extremos indicados, diremos que la Filosofía no es ni el conjunto de todas las ciencias naturales, ni tampoco el mero estudio del hombre, sino el conocimiento científico pero general de todas las cosas naturales en cuanto se hallan representadas y contenidas en Dios, el mundo y el hombre, ya considerados en sí mismos estos objetos, ya considerados en sus elementos, causas y leyes universales de ser y de conocer. La Filosofía, tomada en su sentido natural y más racional, extiende sus investigaciones a todos los seres, pero de una manera peculiar y como característica. Con respecto a Dios y al hombre, que constituyen los dos objetos más importantes para la humanidad, la Filosofía no se contenta con un conocimiento general, sino que desciende a conocimientos más determinados y concretos sobre los atributos, relaciones, causas y leyes de dichos objetos; pero aun en este caso la Filosofía se mantiene en cierto grado de generalidad; pues ni la teodicea desciende a examinar todas las relaciones de algunos atributos divinos entre sí y con el mundo, o las que cada ser determinado tiene con Dios; ni la psicología desciende al terreno propio de la Fisiología o de la Medicina. Con respecto al tercer objeto o sea el mundo, la Filosofía se limita al conocimiento general de sus elementos, causas, propiedades y leyes comunes, sin descender a la investigación especial de [8] los seres particulares que contiene, la cual deja a las ciencias físicas, exactas y naturales.
En relación con estas aclaraciones sobre la noción o descripción de la Filosofía antes consignada, podrá definirse esta de una manera más precisa y acomodada a las reglas de la lógica diciendo que es: el conocimientos cierto y evidente, pero relativamente general, de Dios, del mundo y del hombre, adquirido por las fuerzas propias de la razón humana. Dícese conocimiento cierto, para excluir la probabilidad y la hipótesis que no forman parte de la ciencia rigurosamente tomada: evidente para separar la filosofía de la fe y aun de la teología, cuyos principios son ciertos, pero no evidentes, para la razón humana: relativamente general, 1º para indicar que la filosofía no desciende a ciertos conocimientos especiales sobre estos objetos: 2º para significar que aun respecto de los tres objetos expresados, la filosofía se mantiene en un orden de investigaciones más o menos elevado y general, según la naturaleza y la importancia de los mismos respecto del hombre (1).
{(1) Esta definición no se diferencia en el fondo, y en cuanto al sentido de la que solían dar los Escolásticos cuando decían que la Filosofía es «el conocimiento cierto y evidente de las cosas por sus causas superiores, adquirido por la luz natural: cognitio certa et evidens rerum per altiores causas naturali lumine parta.»}
Toda vez que no pocos de nuestros conocimientos e investigaciones en orden a los objetos indicados, consisten y se apoyan en probabilidades, analogías e hipótesis, las cuales por más que no sean conocimientos científicos rigurosos, constituyen, sin embargo, una parte importante de la Filosofía, y pueden apellidarse conocimientos racionales, si queremos definir la Filosofía en cuanto abraza también esta clase de conocimientos e investigaciones podremos hacerlo en los siguientes términos: «Conocimiento científico y racional, pero relativamente general de Dios, del mundo y del hombre, adquirido con las fuerzas propias de la razón humana.» [9]
De lo que acabamos de exponer en orden a la idea y definición de la Filosofía, fácil es inferir que, en nuestra opinión, aquella debe dividirse en filosofía subjetiva, y filosofía objetiva.
La primera comprende: 1º la Lógica que investiga y expone las diferentes operaciones, las leyes y el orden con que la razón humana realiza la investigación científica y el conocimiento de la verdad: 2º la Antropología o Psicología, que trata del alma humana, de sus facultades sensibles, intelectuales y morales, y de sus propiedades y manifestaciones: 3º la Ideología, que trata del origen, naturaleza y formación de las ideas consideradas en general.
La filosofía objetiva abraza: 1º la Ontología, que trata del ente, de sus propiedades o atributos, y de las nociones objetivas generales y fundamentales relacionadas con el ente: 2º la Cosmología, que trata del mundo o de la naturaleza material, de sus elementos primitivos y de las propiedades principales de las sustancias corpóreas, pero todo bajo un punto de vista universal: 3º la Teología natural o Teodicea, a la que pertenece investigar la existencia, naturaleza y atributos de Dios, según que se hallan al alcance de la razón humana: 4º la Moral, que trata de los principios y leyes generales que constituyen, determinan y modifican las acciones del hombre, considerado como ser moral.
Bajo otro punto de vista puede dividirse la Filosofía en teórica y práctica. Comprende la primera todas las partes indicadas, a excepción de la Moral, que constituye la filosofía práctica. [10]
La importancia y utilidad de la Filosofía es una verdad práctica y de sentido común. Si se considera la Filosofía por parte de su etimología, nada más digno del hombre, como ser inteligente, que el amor de la sabiduría.
Si se considera la misma por parte de su significación real, para reconocer a primera vista su importancia y utilidad basta tener presente: 1º que por medio de ella se desarrollan, robustecen y perfeccionan las facultades del hombre, y principalmente las intelectuales, por razón de las cuales el hombre se distingue y se eleva sobre todos los demás seres del mundo, lo cual vale tanto como decir que la Filosofía constituye la perfección más noble y característica del hombre como ser inteligente en el orden natural.
2º El oficio y efecto de la Filosofía es por una parte dirigir y conducir al hombre al conocimiento y posesión de la verdad, y por otra ordenar y dirigir sus acciones morales en armonía con el conocimiento y posesión de Dios como último fin del hombre por medio de la práctica de la virtud: y la virtud y la verdad son los bienes más excelentes, o mejor dicho, los únicos bienes verdaderos a que el hombre debe aspirar en esta vida. San Agustín decía: que puesto que Dios es la misma sabiduría, el verdadero filósofo es aquel que ama a Dios (1). Sentencia que puede acomodarse sin violencia a lo que acabamos de decir de la Filosofía, por más que su sentido natural en San Agustín se refiera a la sabiduría sobrenatural. [11]
{(1) «Porro si sapientia Deus est, per quem facta sunt omnia, sicut divina auctoritas veritasque monstravit, verus philosophus est amator Dei. De Civit. Dei, lib. 8º, cap. 1º.»}
3º La historia enseña que la Filosofía, a vuelta de muchos y graves errores, ha contribuido poderosamente al desarrollo y progreso de las ciencias, así naturales y físicas como morales y políticas, las cuales todas tienen su base y reciben sus principios de la Filosofía, que viene a ser como el tronco del cual derivan todas aquellas ciencias de una manera más o menos inmediata y directa. Lo mismo puede decirse del desarrollo y progreso de las instituciones sociales y políticas, de la legislación, y en general de los principales elementos y manifestaciones de nuestra civilización.
4º Ni es menos evidente la utilidad de la Filosofía bajo el punto de vista cristiano; pues la experiencia, la historia y la razón enseñan de consuno: 1º que la Filosofía abre y prepara el camino para reconocer la verdad de la Religión Católica: 2º que sirve de poderoso auxiliar a la fe, ya para defenderla contra los ataques de los herejes e incrédulos, ya para poner de relieve su verdad y sus ventajas, ya para exponer y desarrollar de una manera racional y científica sus dogmas, y sobre todo y principalmente, para sistematizar la doctrina de la revelación por medio de la Teología, la cual recibe de la Filosofía su organismo científico (1). [12]
{(1) Los Padres y Doctores de la Iglesia, con raras excepciones, ensalzan a porfía las ventajas y utilidad que la doctrina revelada por Jesucristo reporta de la Filosofía, distinguiéndose entre ellos, además de San Agustín y Santo Tomás, Clemente de Alejandría, el cual enumera y expone con frecuencia los oficios, utilidad y relaciones de la Filosofía con respecto a la verdad revelada: «Quod si non comprehendit quidem graeca philosophia veritatis magnitudimem... at maxime regali quidem doctrinae viam praeparat, utcumque castigans, et mores prius formans, et ad suscipiendam veritatem confirmans eum, qui opinatur esse Providentiam.» Strom.,, lib. 4º, cap. 5º.
«Est autem per se perfecta, dice más adelante, et nullius indiga Servatoris doctrina, cum sit Dei virtus et sapientia: accedens autem graeca philosophia veritatem non facit potentiorum, sed cum [12] debiles efficiat sophistarum adversus eam argumentationes», &c., Ibidem, cap. 20.
«Non erit igitur eorum ignarus (gnosticus seu sapiens christianus) quae ad encyclicas disciplinas et graecam philosophiam percipiendas conducent... Quibus enim improbe et malitiose utuntur harersium patroni, iis recte utetur Gnosticus.» Ibid., lib. 8º, cap. 10.
«Eum bene et utiliter eruditum existimo, qui omnia refert ad veritatem, adeo ut ex... ipsa philosophia colligens quod utile est, tutam ab insidiis servet fidem.» Ibid., lib. 1º, cap, 9º.}
Si a lo dicho se añade que en nuestros días los ataques principales y más peligrosos contra la Religión Católica proceden del terreno filosófico, no es posible poner en duda la utilidad y hasta la importancia suprema de una filosofía cristiana, verdadera y sólida para rebatir los ataques de la filosofía racionalista.
Para que la Filosofía pueda obtener estos resultados es preciso que se sujete a las
Las cuales pueden reducirse a las siguientes:
1ª No enseñar ni afirmar cosa alguna que se oponga a las verdades reveladas por Dios. Una verdad no puede ser contraria a otra verdad; y las verdades enseñadas por Dios poseen los caracteres de certeza absoluta, siendo como es imposible que Dios sea falible o engañe a otros.
2ª Exponer los problemas fundamentales de la Filosofía de tal manera que su solución no conduzca lógicamente a conclusiones o deducciones que no puedan conciliarse con las verdades de la revelación. Si, como hemos dicho más arriba, una verdad no puede ser contraria a otra verdad, deberemos desconfiar con justicia de toda solución determinada de algún problema filosófico, si esta solución conduce lógicamente a deducciones o doctrinas contrarias a la verdad revelada. [13]
3ª Conservar la vista fija en las verdades de la revelación católica, ya porque sirven de punto de apoyo y de partida para proceder con seguridad en la investigación y solución de los problemas filosóficos, ya principalmente porque estas verdades, como manifestaciones que son de la Razón divina derraman mucha luz sobre las verdades del orden puramente natural y especialmente sobre ciertos problemas filosóficos de la mayor importancia y trascendencia. La misma historia de la Filosofía nos revela que la doctrina católica ha hecho relativamente fácil y sencilla la solución de los grandes problemas sobre el origen del mundo, sobre la providencia y acción de Dios en el universo, sobre la naturaleza y origen del mal, sobre el destino del hombre sobre la tierra y su último fin después de la muerte, problemas en orden a los cuales la antigua filosofía pagana caminaba envuelta en sombras y perpetuas contradicciones.
4ª Ilustrar, confirmar y desenvolver aquellas verdades que, aunque consideradas en sí mismas, no son superiores a la razón humana, pertenecen al propio tiempo a la revelación, ya por razón de su importancia moral y religiosa, ya principalmente porque si no exceden las fuerzas físicas de la razón, sí exceden las fuerzas morales de la generalidad de los hombres, los cuales no se hallan en aptitud y condiciones para llegar a su conocimiento de aquella manera pronta, expedita y segura que reclama su importancia en el orden moral, social y religioso. Tales son, entre otras, la existencia y providencia de Dios, la inmortalidad del alma, su destino presente y futuro, la creación libre del mundo.
5ª Indicar y exponer la relación que algunas verdades reveladas y superiores a la razón tienen con otras verdades puramente naturales, como sucede, por ejemplo, con los dogmas relativos a la gracia y al pecado original, dogmas en los cuales el filósofo cristiano descubre relaciones y analogías con ciertos fenómenos naturales y de experiencia, y que al propio tiempo derraman viva luz sobre ciertos problemas filosóficos.
6ª Tener presentes los escritos y tomar en cuenta la [14] doctrina filosófica de los Padres de la Iglesia y Doctores escolásticos, y con especialidad de Santo Tomás; porque en las obras de los Padres de la Iglesia y de los Escolásticos, se halla contenida la filosofía cristiana, y por consiguiente la filosofía verdadera en cuanto a la solución de los problemas fundamentales y más importantes de la Filosofía. Esto no quiere decir que se halle todo en aquellos escritos, ni tampoco que hayamos de adoptar siempre sus opiniones filosóficas, especialmente cuando se trata de materias o problemas de importancia secundaria, ni menos que su filosofía sea completa quoad omnia, de modo que no pueda ser modificada, perfeccionada y completada en muchas materias con el progreso y doctrinas de la filosofía moderna. Sin embargo, con respecto a Santo Tomás, bien puede decirse que en sus diferentes obras se encuentra cuanto de sólido y verdaderamente filosófico ha añadido la filosofía moderna a la antigua de los Padres y Escolásticos.
Una filosofía escrita y enseñada con sujeción a estas leyes será una filosofía cristiana (1), y por lo mismo sólida y [15] verdadera, en la cual no hallarán cabida los monstruosos errores del positivismo y panteísmo que degradan y desprestigian a la filosofía moderna.
{(1) El siguiente pasaje de Mattlés, que transcribimos con gusto, contiene y explica la diferencia radical que separa la filosofía cristiana de la filosofía racionalista, tanto antigua como moderna: «La philosophie grecque part de la nature, voit dans la substance de la natura Dieu, et dans toutes les existences des manifestaions de Dieu. La philosophie moderne part de l'homme; elle voit Dieu dans l'esprit humain, et dans toutes les existences des produits et des phenomènes de cet ètre pensant. La philosophie intermediaire des Pères et des Scholastiques part du dieu reel et cherche à reconaitre d'abord ce Dieu en lui m'me, en suite le monde comme crèation de Dieu, c'est à-dire, à le comprendre comme la realisation dùn plan conçu avec intelligence. Ainsi l'histoire nous apprend que la verité se trouve dans cette derniere theorie, car elle nous fait reconaitre que l'essence de la creature qu'on la voie dans la substance de la nature ou dans l'esprit pensant, n'est en veritè pas l'absolu, qu'il existe un Dieu qui a creè cet être avec tout ce qui apparait autour du lui. Elle nous le fait reconaitre non-sculement en nous apprenant que la philosophie atheistique (dite pantheistique) a [15] contre elle le bon sens du monde entier, la conscience de tous les hommes raisonnables et impartiaux... mais surtout en mettant devant nos yeux la deplorable fin à laquelle sont parvenues les deux philosophies atheistiques, non par accident, non faute, de logique nais par un developpement tout à fait naturel, fatal, necessaire, tandis qu'en meme temps elle nous demontre que la philosophie theistique intermediaire ne donne que des idèes qui prouvent, par le fait et d'une maniere irrefragable, qu'elles sont vraies ou correspondent à des realitès.» Apud Goschler, Diction. encycl. de la Theol. cat., t. XVIII, pág. 190.}
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Zeferino González | Filosofía elemental (2ª ed.) Madrid 1876, tomo 1, páginas 1-15 |