Filosofía en español 
Filosofía en español

Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

II. Fin de la Educación

Intervencion del camarada Pinkievitch


Grandes aplausos subrayan el exordio del camarada Pinkievitch.

Agradezco mucho la acogida fraternal que me hacéis. Comprendo perfectamente que esta acogida no está dedicada a mí personalmente, sino a toda la delegación soviética, o mejor aún, a la totalidad de los trabajadores de la enseñanza y de la clase obrera de la Unión Soviética, que trabajan para realizar la idea socialista.

Yo os transmito el saludo de los maestros de toda Rusia. ¡Viva la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza! ¡Viva la clase obrera!

Permitidme, ya que no estoy aquí más que desde hace algunas horas, exponer algunas consideraciones de principio sobre las cuestiones pedagógicas. ¿Cuál es entre nosotros el fin del proceso pedagógico?

Nosotros damos a esta pregunta una respuesta clara: la misión de nuestra escuela es formar hombres útiles, sanos, aptos para el trabajo.

Quizás esta definición tenga necesidad de ser rectificada un poco; nosotros decimos más bien “constructores del régimen socialista”, porque nuestra sociedad, que se encuentra actualmente en un estado de transición, no está todavía en estado de construir un régimen realmente comunista.

Tal es el fin que el Estado propone a la Escuela.

Pero se puede también plantear esta cuestión desde el punto de vista del niño. El niño no debe ser objeto, sino sujeto, y debe comprender el fin del trabajo escolar. Ese fin se le da ya propuesto a los niños; pero ellos deben fijarse también un fin.

Cooling fragmenta toda la enseñanza en proyectos, y los alumnos escogen para sí uno de esos proyectos. La diferencia entre esa concepción y la nuestra estriba en que nuestros proyectos están orientados hacia la sociedad. Esos proyectos pueden ser: un día en el bosque; participación en la lucha contra los insectos; trabajo de los niños con los analfabetos. En relación con ese trabajo, los niños adquieren diferentes conocimientos. Diréis que esos deberes pueden también ser propuestos desde arriba. Pero basta con dar una vez un ejemplo a los niños; a continuación, encuentran ellos mismos el tema de su trabajo, las direcciones y los medios.

De esta manera se encuentra resuelta la antítesis entre el fin libremente elegido y el deber, porque los niños se proponen a sí mismos el deber que han de realizar, y nos encaminamos a la síntesis.

A todo eso está íntimamente ligado el self-government de los alumnos. Y de esta manera llegamos a los centros de interés, a la escuela activa, a los métodos de investigación, a la Escuela del Trabajo.

Naturalmente que todas esas tareas no pueden llevarse a cabo más que disponiendo de maestros capaces, convenientemente formados. Puedo asegurar que la mayoría de los maestros se asimilan con entusiasmo la nueva concepción. Por eso quiero concluir gritando: ¡Viva el maestro soviético y el maestro moderno en el mundo entero!

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 125-126]