Filosofía en español 
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Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

Saludo pronunciado por el Secretario general, L. Vernochet, en la apertura de la Conferencia


El Comité Ejecutivo de la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza, en cuyo nombre hablo, saluda por mi conducto a todos los camaradas que van a tomar parte en estas Jornadas pedagógicas que inauguramos hoy.

Todos vosotros conocéis el orden del día de nuestra Conferencia; pero, por si alguien lo ignora, no estará de más comenzar nuestras tareas recordando los términos precisos con que, a guisa de conclusión, expresamos nuestro pensamiento en un debate de esta misma naturaleza celebrado en 1926, cuando nuestro Congreso de Viena.

La resolución del Congreso de Viena decía así:

“El IV Congreso de la Internacional de los trabajadores de la enseñanza, después de haber estudiado las siguientes cuestiones: “Escuela y Moral”, “Escuela y Religión”, y la “Lucha contra la guerra y el imperialismo”,

Reconoce que las escuelas de los Estados burgueses, lo mismo las religiosas que las laicas, inculcan a los hijos del proletariado una ideología y una moral conducentes a perpetuar la actual dominación política, económica y moral de la clase capitalista.

Y denuncia a toda la clase trabajadora la existencia de este medio de esclavizarla moralmente.”

Ese fue el texto que en 1926 se votó por unanimidad y a propuesta de una Comisión integrada por los informantes de los temas enumerados anteriormente, y de cuya comisión formaban parte los camaradas de Portugal y de Italia, que en aquella ocasión pudieron tomar parte en nuestros debates.

Hoy, en estas Jornadas históricas, en las que por vez primera una organización de trabajadores de la enseñanza va a plantearse desde un punto de vista internacional las principales reivindicaciones pedagógicas, íntimamente identificadas con los ideales de la clase obrera en lucha por su emancipación, me vais a permitir que llame la atención –no la vuestra, que no lo necesitáis, ya que sois pedagogos conscientes– de todos los trabajadores de la enseñanza del mundo, acerca de la importancia del primer tema de nuestro orden del día, es decir, acerca de la “Situación del niño proletario”.

¿Por qué en el umbral de todo estudio pedagógico ha de figurar esta preocupación…? Porque para nosotros no hay “Derechos del Niño”, ni existe “el Niño” en abstracto. Para nosotros sólo existe el niño del proletariado y de las clases oprimidas, niño que no tendrá más derechos que aquellos que le conquiste la fuerza. Nada de pedagogía fuera de la realidad, es decir, al margen de las clases sociales.

La I.T.E., integrada por educadores cada día más íntimamente incorporados, en virtud de una ley histórica, al proletariado; por educadores de los hijos del pueblo, conscientes de su obligación de decir la verdad al proletariado, declara al comenzar las tareas de esta Conferencia, que, dentro de los límites de su actividad en la organización de los maestros, jamás traicionó los intereses de la clase obrera.

Nosotros llamamos a los trabajadores de la enseñanza para que se incorporen a la vida sindical, para que convivan con los obreros, pues para todo maestro, su principal deber, el más imperioso, consiste en adquirir conciencia de su deber de clase.

Por eso en el preámbulo de nuestros estatutos decimos:

“Sólo la revolución social será capaz de crear una escuela libre y unos maestros libres, al mismo tiempo que liberte a las masas trabajadoras. Sólo la clase trabajadora tiene un interés efectivo y permanente en la renovación de los actuales métodos de enseñanza.”

Nuestras Jornadas pedagógicas van a celebrarse dentro del espíritu de las resoluciones de nuestros Congresos y dentro del espíritu de nuestros estatutos. Pero antes de comenzar los trabajos, tenemos todavía un nuevo deber que cumplir. Es el deber de proclamar muy alto que no habría posibilidad de llegar a una confrontación de ideas digna de esta Conferencia, digna de los educadores aquí reunidos al llamamiento de nuestra Internacional para celebrar las Jornadas pedagógicas, si todos, y con un mismo fervor, y como preludio de nuestros trabajos, no exigimos la participación en nuestros debates de los educadores soviéticos a quienes la burguesía alemana prohíbe la entrada en Alemania, de los educadores del único país que ha hecho ya su revolución social.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 11-12.]