Filosofía en español 
Filosofía en español

Comentarios críticos al Diccionario soviético de filosofía

Hegel

Hegel en el Diccionario soviético de filosofía


 

Hegel · Daniel López Rodríguez · 22 de marzo de 2018

Hegel es retratado en el diccionario como el filósofo de la burguesía alemana de principios del siglo XIX, y es al mismo tiempo “progresista”, dado el Espíritu en continuo desarrollo (lo que implica una serie de negaciones, esto es, de superaciones) y “pusilánime”, dado el compromiso de Hegel con el feudalismo de Federico Guillermo III de Prusia, al reivindicar a la monarquía feudal prusiana, con ligeras reformas constitucionales, como “la última y superior etapa del desarrollo de la sociedad humana”. “La dialéctica de Hegel está vuelta hacia el pasado y no hacia el presente y el porvenir”. Y afirma Marx: Hegel “quiere un sistema de casta medieval, pero en el sentido moderno de un Poder Legislativo, y quiere un Poder Legislativo moderno, pero en la envoltura de un sistema de casta medieval. Lo que es un sincretismo de la peor especie”. Como se dice en la tercera edición, “La reacción que siguió al Congreso de Viena [de 1815] hizo sentir su influjo sobre el propio Hegel”. De ahí que se transformase en “el creador de la filosofía oficial de la Prusia monárquica” desde que ingresó como profesor en la Universidad de Berlín en 1818. Y esto parece dar a entender que se comprende a Hegel como un defensor del statu quo y por tanto como un contrarrevolucionario.

Hegel despreciaba a las masas populares y las consideraba como una fuerza ciega. Y exaltaba al mundo germánico como la encarnación del “espíritu del mundo nuevo”, y situaba a los eslavos entre los pueblos “no históricos”. La guerra era vista por el filósofo alemán como un fenómeno eterno y necesario para el desarrollo social e histórico. Y añade el diccionario que los “fascistas alemanes” (los nazis) “explotaron estas concepciones reaccionarias de Hegel para su propaganda en favor del racismo y de la hegemonía de Alemania”. Pero Hegel no era antisemita: “El hombre vale porque es hombre y no porque sea judío, católico, protestante, alemán o italiano”. Aunque enseguida matiza para evitar el cosmopolitismo abstracto y vago: “La conciencia de este valor del pensamiento es de una infinita importancia, y sólo es imperfecto cuando se fija como cosmopolitismo para oponerse a la vida concreta del Estado” (G. W. F. Hegel, Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y ciencia política, Traducción de Juan Luis Vermal, Edhasa, Barcelona 2005, pág. 327). Y más adelante sentencia: “Por más correcta que pueda ser formalmente la oposición al otorgamiento de derechos civiles a los judíos, basada en que no se considerarían simplemente como un grupo religioso particular, sino como pertenecientes a otro pueblo, las voces que se elevan contra ellos por esta y otras razones pasan por alto que en primer lugar son hombres y que esto no es simplemente una cualidad superficial y abstracta” (G. W. F. Hegel, Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y ciencia política, Traducción de Juan Luis Vermal, Edhasa, Barcelona 2005, pág. 396). Luego los nazis tomaron de Hegel su filosofía de la historia que desembocaba en la hegemonía mundial de Alemania, que tomaría el relevo de la antorcha de la universalidad, aunque Hegel no fuese antisemita. Así, el idealismo alemán contiene elementos abundantes que posteriormente aparecieron en el nazismo, pero eso no quiere decir que el idealismo alemán apuntase o desembocase necesariamente en el nazismo. Pero quizá no sea demasiado descabellada cierta afirmación que sostuvo Nietzsche: “nosotros alemanes somos hegelianos, aun cuando nunca se hubiera dado un Hegel” (Martin Heidegger, Hegel, Traducción de Dina V. Picotti C., Prometeo Libros, Buenos Aires 2005, pág. 13).

«En 1944, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética condenó severamente las insuficiencias y los errores del tercer tomo de la Historia de la Filosofía en el que se diluía la diferencia radical entre la dialéctica hegeliana y la dialéctica marxista, diferencia que expresa la oposición entre la concepción del mundo burguesa y la concepción del mundo proletaria. El Comité Central condenó la manera no crítica de exponer la filosofía hegeliana en general».

Se reivindica a la filosofía hegeliana como una de las tres fuentes del marxismo (junto al materialismo francés y la economía política británica). El Diamat valora en el sistema hegeliano su anti-agnosticismo (pues tanto en Hegel como en el Diamat se niega el ignorabimus), su historicismo, su fe en la razón humana, su doctrina lógica en la que el filósofo alemán conecta el mundo real con las leyes del conocimiento porque el mundo es entendido como la manifestación de la Idea, el concepto y el Espíritu. Esta tesis está pensada contra el agnosticismo de Kant (que postula la incognoscibilidad de la cosa en sí).

Lo primero que se dice en el diccionario es que el sistema hegeliano es un “idealismo objetivo (absoluto)”, donde el fundamento del mundo es una cierta Idea absoluta objetiva en el sentido de que es anterior a la existencia de la Naturaleza y del hombre. No se trata de una Idea estática sino dinámica, activa y por ello, al moverse y cambiarse, contradictoria al negarse y transformarse en su contrario. Esto implica tras fases generales en su autodesarrollo: 1) la Lógica, que consiste en la existencia “premundial” de la Idea absoluta en tanto sistema de conceptos-categorías lógicos y por ello la Lógica opera en el pensamiento puro y estudia el desarrollo de la Idea en su propio seno; 2) la Naturaleza, esto es, el “otro ser de la Idea absoluta”, y consisten en la exterioridad, la “encarnación de la Idea absoluta”, entendiéndose como algo espacial y no temporal; 3) el Espíritu, que vendría a ser la fase superior de la Idea, donde la Idea niega o supera la Naturaleza y vuelve a sí misma en el saber absoluto del Espíritu Absoluto donde todo lo real es racional y todo lo racional es real. Hegel sostiene que la filosofía es una “ciencia absoluta” y su propio sistema es la culminación del autodesarrollo de la Idea.

El diccionario reivindica el método dialéctico que impregna la filosofía hegeliana en toda su sistematicidad. Pero esta dialéctica no está separada de su idealismo, y por ello se ve en la filosofía hegeliana una notable contracción entre su método, que sostiene que el desarrollo del conocimiento es infinito, y el sistema que lo sustenta, pues en tal sistematicidad se postula a la propia filosofía hegeliana como el final de todo desarrollo y la verdad consumada sin ulteriores episodios, es decir, “la verdad final, acabada de una vez para siempre”, como se añade en la segunda edición.

Marx y Engels invierten la dialéctica hegeliana poniéndola del todo “sobre los pies” y tomaron su “médula racional” desechando su “corteza idealista” en pos del materialismo (de ahí que se hablase después de “materialismo dialéctico”). El método dialéctico de Marx es un reverso del método hegeliano. El “punto de partida idealista” hace que el sistema hegeliano sea “un sistema que se da de bofetadas con los hechos” (Friedrich Engels, Dialéctica de la naturaleza, Traducción de Wenceslao Roces, Grijalbo, Barcelona, Buenos Aires y México D.F 1979, pág. 33). Por eso el materialismo de Marx trató de eliminar la “inversión ideológica” de Hegel, tratando de poner la dialéctica hegeliana “cabeza abajo”, “o mejor dicho, a invertir la dialéctica, que estaba cabeza abajo, poniéndola de pie” (Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Editorial progreso, Moscú 1981, pág. 381). No obstante, esta fórmula era didáctica para que fuese inteligible para el público, “pero que en realidad no significaba nada y, sobre todo, era totalmente errónea, porque sugería que la diferencia entre el idealismo de Hegel y el materialismo de Marx consistía en que, para Hegel, el Ser brotaba de la conciencia y de sus Ideas (y no ya de una conciencia divina, sino de una conciencia humana que, en consecuencia, quedaría reducida a la condición de concepto subjetivo, como lo era el de ‘cabeza’) mientras que para el materialismo eran las ideas y la conciencia la que brotaba de la materia. Como si Hegel hubiera ‘puesto’ a la conciencia en una cabeza (cuando, ya desde los supuestos del idealismo kantiano, esa cabeza, en cuanto entidad corpórea, era resultado de la aplicación de las categorías y de las formas a priori de la sensibilidad del sujeto operatorio) o, a lo sumo, en una mente preexistente al Mundo, es decir, como si a la ‘Filosofía del Espíritu’ de Hegel no le correspondiera en el sistema un lugar posterior a la ‘Filosofía de la Naturaleza’” (Gustavo Bueno, “La vuelta del revés de Marx”, El Catoblepas, nº 76, nodulo.org/ec/2008/n076p02.htm, Junio 2008, pág. 2).

Como sostiene Gustavo Bueno, la vuelta del revés de Marx al sistema hegeliano no consistía en un giro de 180º, y por ello no se trataba de una transformación global ni de una enmienda que pondría bocabajo a la totalidad del sistema hegeliano. Marx adaptó e hizo suyas muchas partes formales del sistema hegeliano, “pero permutándolas en sus relaciones, dentro de una orientación global propia de signo materialista” (Gustavo Bueno, “La vuelta del revés de Marx”, El Catoblepas, nº 76, Junio 2008, pág. 2).

Daniel López Rodríguez

1978 “El idealismo dialéctico de Hegel”, en Historia de la filosofía premarxista, capítulo VIII, Progreso, Moscú 1978, págs. 342-371.

 
→ Edición conjunta del Diccionario soviético de filosofía · índice de artículos del DSF
Las cuatro versiones soviéticas del Diccionario filosófico de Rosental e Iudin
Diccionario filosófico marxista · Rosental & Iudin · Montevideo 1946
Diccionario de filosofía y sociología marxista · Iudin & Rosental · Buenos Aires 1959
Diccionario filosófico abreviado · Rosental & Iudin · Montevideo 1959
Diccionario filosófico · Rosental & Iudin · Montevideo 1965
Diccionario marxista de filosofía · Blauberg · México 1971
Diccionario de comunismo científico · Rumiántsev · Moscú 1981
Diccionario de filosofía · Frolov · Moscú 1984