Filosofía en español 
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Fin de semana · Wochenende

Walter Ruttmann · 1930

 

Un año después de la irrupción del cine sonoro, Walter Ruttmann realiza en Wochenende lo que se presenta como “película sonora sin imágenes”. Como era de esperar esta obra es reivindicada, además de por el gremio del cine (en tanto está registrada, con el entonces novedoso sistema Tri-Ergon, en la pista de sonido óptico de una película en “negro y negro”, y que el propio autor dejó dicho que la tenía por “arte fotográfico sonoro”), por el gremio de la radio (pues también se transmitió por radio, aunque primero se estrenó en un cine) y hasta por el gremio de los músicos (cuando la tienen por ejemplo pionero de música concreta ensamble de materiales sonoros en bruto). Es un hecho que, entonces, los 11'10'' que dura esta “banda sonora” no hubieran podido difundirse en otro soporte que no fuera una película parlante. Los rutinarios glosadores de esta obra encuentran especial sosiego en asociarle atributos académicos tales como vanguardia o experimental.

Un film “sin imágenes”

Walter Ruttman nos sorprende otra vez. El genial realizador alemán, virtuoso del cinema puro visual, trabaja hace tiempo para conseguir el empleo eficaz del nuevo procedimiento parlante. Y siempre en la vanguardia, lanza ahora un film “sin imágenes”, titulado “Weekend” (fin de semana).

Con este film demuestra el maestro germano que se está haciendo un empleo defectuoso del sonido aplicado al cinema. En “Weekend” el vehículo de expresión es el sonido, gracias al cual consigue expresar cosas que la imagen no puede expresarnos. Cree, en consecuencia, que en un film el sonido y la imagen no deben apoyarse mutuamente para subrayar la expresión, sino que, por el contrario, deben complementarse en sentido longitudinal: ser el uno prolongación del otro.

Lo que es preciso encontrar, y él lo ha hecho, es el sonido que nos sugiera a la imagen, como antes encontró la imagen que nos sugería al sonido. He aquí las declaraciones que ha hecho a un redactor de “Pour Vous”:

“Fuera de los límites impuestos a los instrumentos, nosotros disponemos hoy de un campo vastísimo: todo lo que es susceptible de ser vivo nos pertenece, y podemos extraer de la vida misma mucho más de lo que habíamos extraído con el cinema mudo. Este dominio se encuentra ensanchado por las condiciones del espacio; hay una perspectiva del sonido, como hayuna perspectiva de la línea, perspectiva que en aquél se obtiene aproximando o alejando del micrófono una gama infinitamente variada de valores sonoros.”

“Weekend” ha sido “fotografiado” sobre banda corriente, y su montaje efectuado con arreglo a las normas usuales en cinema mudo.

(José Pizarro, “Un film ‘sin imágenes’”, La Nación, Madrid, martes 29 de julio de 1930.)

1931 «Haciendo un análisis con espíritu científico llegamos a la clasificación, base de todo estudio. Con ella delante podemos imaginar las distintas combinaciones de sonido e imágenes, su relación y dependencia, los efectos fisiológicos y psicológicos de determinado género o mezcla de géneros de películas. Todas las películas con sonidos posibles pueden clasificarse dentro de uno de los grupos siguientes, o son producto de la mezcla de varios de ellos: 1. Películas sonoras (¿?), o sea, las mudas, con adaptaciones musicales, asincrónicas. 2. Películas habladas, sincrónicas. 3. Películas con sonidos, ruidos, etcétera, con o sin imágenes. En esta clase de películas la palabra sincronismo pierde su sentido estricto y va reemplazada por una concatenación de ideas, impresiones acústicas e imágenes. 4. Imágenes sonoras, que no corresponden al grupo 1, sino que son más bien la inversa de las del grupo 3, según que el sonido se adapte a la imagen o la imagen al sonido. Las películas de los grupos 1 y 2 son conocidas de todos. Los yanquis no han ido más allá. Las del género 3 y 4 sólo en parte se han realizado hasta ahora. Al grupo 3 pertenece una película de vanguardia: Weekend, película sin imágenes, donde una serie de sonidos, utilizados como elementos de expresión (sin palabras casi), nos van narrando toda una historia. Las del grupo 4 utilizan la relación ideológica que existe, para el intelecto medio, normal, entre un determinado paisaje y cierto género de música. Algún elemento móvil del paisaje se emplea para marcar el ritmo de la música, como, por ejemplo, el oleaje de un trigal barrido por el viento.» (Miguel Pereyra, “Criterio racional y criterio yanqui en lo relativo a películas con sonidos”, Heraldo de Madrid, miércoles 2 de septiembre de 1931, pág. 7.)

1948 «Con el film alemán Week-End, de Ruttmann, nos encontramos ante una de las obras más originales y arriesgadas de este período. Se trata, nada menos, que de un film sin imágenes. Esta es idea totalmente original para contarnos a través de sonidos que nos son familiares, de rumores concebidos, de ecos de la naturaleza, los cambios perceptibles de un día de trabajo a otro de fiesta, a un domingo cualquiera pasado al aire libre. Oímos, pues, desde el quiquiriquí del gallo a las canciones de rueda de los chiquillos; los chillidos de los borrachos y la vuelta al trabajo, al llegar el lunes. Por primera vez, los sonidos son capaces de crear un mundo nuevo, de evocar una serie de sensaciones. El juego acústico de Ruttmann consiste en el encadenamiento rápido de frases cortas, de sonidos evocadores que en el montaje nos sugieren nuevas analogías. La voz del hombre de negocios que pide un número por teléfono, una de cuyas cifras coincide con la que dice un muchacho que en la escuela canta la tabla de multiplicar y, luego, ese mismo número lo oímos por boca del encargado del ascensor de unos grandes Almacenes que advierte la llegada a los distintos pisos, con las especialidades que se encontrarán en los mismos. Si en Melodía del mundo, Ruttmann creó un lenguaje nuevo de confrontaciones por medio de la imagen, aquí nos lo da por medio de los sonidos. No se trata de una armonía imitativa de acentos musicales. Es el sonido el que nos hace pensar en las imágenes: el crescendo y el descrescendo de la banda militar nos sugiere el desfile que se acerca y se aleja. Y este nuevo procedimiento que nos trae el primer film auténticamente sonoro que existe, es, también el último: la misma perfección entraña su limitación. Week-End queda, pues, como una obra única que tiene en ella misma su principio y su fin. De Ruttmann también y alemán, es el documental El enemigo en la sangre, de orientación profiláctica.» (Ángel Zúñiga, Una historia del cine, Ediciones Destino, Barcelona 1948, tomo primero, págs. 441-442.)