Filosofía en español 
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Arriando la bandera española · Tearing down the Spanish flag

Vitagraph Studios · 1898

 

Esta escena de propaganda y celebración imperial norteamericana fue grabada en Nueva York, en la azotea de los estudios Vitagraph, en Brooklyn, para representar la ocupación norteamericana de la isla de Cuba ante un dibujo del habanero Castillo del Morro (levantado por los españoles en 1589). Fue realizada por los propietarios y fundadores de Vitagraph Company of America, James Stuart Blackton (1875-1941) y Albert Edward Smith (1875-1958), ambos hijos de la Gran Bretaña devenidos yanquis. Edison Manufacturing Co. replicó la escena en enero de 1899 para kinetógrafo, con el título Raising Old Glory over Morro Castle (y de pasó aprovechó para registrarla como suya, el 4 de febrero de 1899, tal como se conserva en la Biblioteca del Congreso useño). Algunos rebañadores filmólogos, entre el despiste y la exageración, tienen esta escena por obra “pionera del género bélico en la historia del cine”. En 1952 el corneliano Stainton la incluye en “A 60-Year Calendar of Motion Pictures”.

Raising Old Glory over Morro Castle (1899) (LOC)

1948 «… y Smith y Blackton exhiben: “Olas en Coney Island”, “El mal muchacho”, “Los bomberos acuden a una alarma”, y esto sí que es importante, el día 21 de abril, pocos minutos después de la ruptura de relaciones entre España y América, se reúnen en su Estudio y al día siguiente lanzan “Tearing down the Spanish flag”.» (Ángel Zúñiga, Una historia del cine, Ediciones Destino, Barcelona 1948, tomo primero, pág. 19.)

1949 «El 1897, que es el año en que Georges Méliés toma conciencia de su misión, señala para el cine mundial el comienzo de una crisis casi mortal. En Norteamérica, Edison declaró la guerra de las patentes, empleando para ello ejércitos de alguaciles. Los intereses que representaba querían monopolizar la invención. Uno tras otro, los rivales de Edison desaparecieron. La Biograph y la Vitagraph quedaron solas. La primera se especializaba en actualidades. La segunda, fundada por Stuart Blackton, habíase iniciado con dos éxitos de realización: El ladrón sobre los tejados y Desgarremos la bandera española, película patriótica editada al comienzo de la guerra hispano-norteamericana. Pero las persecuciones judiciales entorpecieron la producción de una sociedad sin solidez. A partir de 1898 las realizaciones norteamericanas se reducían a las películas Edison y a las cortas bandas picarescas que producía la Biograph para sus aparatos de visión individual, los Mutoscopios. Carentes de competencia, estos films –de los cuales poco sabemos– fueron mediocres. El desinterés del público por el cine coincidió en Francia y en Europa, con la catástrofe del Bazar de la Charité. La lámpara de éter de un proyector encendió la pira imprudentemente erigida por organizadores irresponsables y doscientas personas “de la mejor sociedad” quedaron carbonizadas.» (Georges Sadoul, Histoire d'un art: le cinéma, Flammarion, Paris 1949. Historia del Cine. I. La época muda, traducción de José Agustín Mahieu, Ediciones Losange, Buenos Aires 1956, pág. 36.)

2005 «Noventa segundos de furor. La primera película de guerra norteamericana –y al mismo tiempo el primer film de propaganda bélica– es Tearing Down the Spanish Flag, del productor y dibujante inglés James Stuart Blackton. Hecha en el tejado del edificio Morse, en la calle Nassau de Manhattan, Nueva York, la cinta –que apenas dura noventa segundos– conmociona al público. Incluso muchos creen que se ha filmado en Cuba y en medio de la lucha. Ese minuto y medio estremecen a la ciudad y garantizan que más de un siglo después el cine norteamericano reine en todo el planeta, más allá de las diferencias de idioma y cultura. Tearing Down the Spanish Flag, realizada al día siguiente de EE. UU. declararle la guerra a España, el 26 de abril de 1898, muestra de forma incipiente las características del género. La parte del tejado donde se realiza la filmación mide 10 por 12 pies. El fondo es el edificio contiguo. Pero esos escasos recursos bastan para emocionar a un público propicio, en una época ya desaparecida de ingenuidad cinematográfica. Según cuenta Blackton, él y su camarógrafo, Albert Smith, disponían tan sólo de un asta y dos banderas de 18 pulgadas (una estadounidense y otra española) para crear la “conmovedora” escena. Resultaron suficientes. Smith opera la cámara. Blackton agarra la bandera española. La arranca del asta e iza la norteamericana. Gritos de euforia en la sala. “Fue nuestra primera película dramática”, dice Blackton, quien agrega: “El efecto que causó resultó sorprendente. Produjo un gran alboroto. Por supuesto, estábamos en guerra y la gente se encontraba muy emocionada. Aunque las banderas medían 18 pulgadas, en la pantalla aparecían como banderas grandes, de 36 pulgadas. Ese fue el comienzo de la técnica de hacer aparecer a los objetos en miniatura como si fueran de tamaño real”. El valor fílmico de Tearing Down the Spanish Flag radica en su temprana capacidad para movilizar los sentimientos de los espectadores con un mínimo de recursos. Los apenas noventa segundos tienen también una importancia política e ideológica: evidenciar la importancia del medio como vehículo de agitación y propaganda –una cualidad que varios años después explotarían con virtuosismo y alevosía el cine soviético y el nazi.» (Alejandro Armengol, “La guerra que salvó al cine”, Encuentro de la cultura cubana, Madrid, invierno 2005-2006, nº 34, págs. 207-208.)