XIX Congreso Mundial de Pax Romana España 1946

 
El Escorial
Día 4 de julio de 1946 a las once de la mañana

Sesión sobre los problemas de ayuda
a los universitarios víctimas de la guerra

Bajo la presidencia del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo auxiliar de Madrid, y del Presidente internacional, Sr. Ruiz-Giménez, se abre la sesión.

El Sr. Ruiz-Giménez dice se va a dedicar esta sesión al problema de la reconstrucción, a algunas cosas concretas que se pueden hacer para la ayuda a la reconstrucción universitaria y a los hermanos que han sufrido como consecuencia de la guerra. Considera que esto es lo que de una forma positiva puede realizar PAX ROMANA. El resto de la sesión se dedicará a las conclusiones que quedaron pendientes. Inmediatamente después se reunirán los jefes de las Delegaciones para detalles relacionados con la ida a Friburgo, y a última hora de la mañana volveremos a reunirnos en sesión plenaria, para que estas propuestas que se hagan ahora puedan estudiarlas los elementos de las Delegaciones y puedan ser aprobadas, y además hacer la lectura general de las conclusiones, volviendo a los puntos que quedaron pendientes.

Antes de empezar la sesión, y para que no quede ningún equívoco en el ambiente, le interesa a la Presidencia, en nombre del Comité Ejecutivo nacional de la Organización, decir acerca de la noticia dada en un periódico de la mañana sobre cierto acto realizado ayer, que ni el Congreso ni las Delegaciones han tomado parte alguna en él. Desde luego, todos tenemos la más cordial adhesión a los actos cuando se trata de honrar la memoria de un muerto; pero queremos hacer constar que no ha habido participación de PAX ROMANA en ninguna de estas solemnidades.

El Canciller de la Universidad de Manila dice: «Ya ayer, de una manera breve, di una idea general de las grandes pérdidas ocasionadas por esta guerra en la Universidad de Manila, y, de modo especial, en la Universidad Católica de Santo Tomás. Concretando algo más, dice que de ocho Universidades que existían en Manila, todas, exceptuando los nuevos edificios de la Universidad de Santo Tomás y algunos aislados, han quedado destruídas. De esas ocho Universidades, sólo la Universidad de Santo Tomás es católica; las otras siete son neutras o sectarias. La Universidad Católica, que es la que más interesa, con la guerra ha perdido el antiguo edificio, que era el más importante, y que alojaba las Facultades de Medicina, Leyes y Derecho civil. La Facultad de Medicina tenía, [127] además, el Hospital Clínico y el de San Juan de Dios, todos los grandes laboratorios, la sala de Anatomía, la sala de aparatos y todo lo que trae consigo una Facultad de Medicina, capacitado todo ello para mil quinientos alumnos, que tenía la Facultad antes de la guerra.

Se necesita, primero, ayuda espiritual en el sentido de continuo contacto con PAX ROMANA por medio de publicaciones y de libros que allí, con las dificultades de la guerra, no han comenzado aún a llegar; se necesitan edificios, puesto que se han perdido los antiguos. Provisionalmente, la Universidad Católica de Santo Tomás se ha podido arreglar, aplicando el edificio dedicado a educación para hospitales y utilizando hasta las barracas que dejaron allí los militares que ocuparon el edificio para hospital militar desde octubre de 1945 hasta enero de 1946, en donde instalaron un magnífico hospital militar, el más grande del Extremo Oriente. Pero esto ha privado de dos edificios para las demás Facultades, y estamos dando las clases en barracas, que son molestas por el calor. Aquello es un horno; sin embargo, es tal el entusiasmo y el interés de los estudiantes por seguir sus estudios en la Universidad Católica, que en dos meses tenemos ya cuatro mil alumnos, y en julio, que comenzará el curso regular, pasarán de siete mil, pero en condiciones malas, porque hay carencia también incluso de libros. Por eso, la ayuda primera debiera ser proveerlos de libros. La misma noche de la liberación de Manila comenzaron los japoneses a bombardear los edificios, y en ese bombardeo sufrió particularmente la Biblioteca, que servía de refugio de los internados, ocasionándose una gran pérdida de libros. De todas las ciudades del Mundo, ninguna habrá sufrido como Manila. Por la misma construcción, fuerte y sólida, que tienen los edificios de ciudades como Londres y otras de Europa, las pérdidas y los destrozos no han sido tan grandes como en Manila, que puede decirse que hoy es una ciudad en ruinas, e, indudablemente, de todas las Universidades católicas, ninguna ha quedado tan perjudicada como la de Santo Tomás. Dada la importancia que tiene hoy aquel centro y dado el interés enorme que hay para estudiar en él, su reconstrucción es un problema que urge, y cuanto se pueda hacer en el sentido cultural de enviar libros, especialmente en lo que se refiere a profesionales católicos y ayuda económica en la forma que sea, tendrá una gran importancia.

El Sr. Ruiz-Giménez anuncia que oído el Canciller de Manila, sobre alguna de las necesidades concretas para la reconstrucción universitaria, el P. Sancho, antiguo Rector de la Universidad, quiere añadir algunos datos complementarios y decir cómo podría empezar a hacerse esta ayuda y en qué forma se podrían incorporar todos a esta obra de reconstrucción.

El Rvdo. P. Sancho, ex Rector de la Universidad de Manila, manifiesta que aquí, en España, en cuanto se supo el bombardeo de Manila y la destrucción de los edificios, el antiguo de Intramuros, juntamente con el Hospital Clínico y el de San Juan de Dios, se trató de organizar un movimiento de simpatía que se tradujera en algo práctico. Afortunadamente se encontró una respuesta siempre fácil a la creación de este clima; se tendió la mano y se pidió ayuda donde podía encontrarse, sobre todo en las esferas gubernamentales. Esto es muy natural; las pérdidas de la Universidad se calculan en cerca de cincuenta millones de pesetas, o sea, cuatro millones largos de dólares. Hacer una colecta para recoger cuatrocientas o quinientas mil pesetas, estaría bien, pero no resolvería nada; había que afrontar el problema totalmente, y por eso se acudió allí donde se debía acudir. Afortunadamente, se nos escuchó. Hasta ahora, nada se ha dado; esperamos –dice el P. Sancho– que en el futuro se nos dará.

Después se trató de buscar contacto con los Rectores de todas las Universidades españolas, para ver si en ellas se podía crear un clima favorable a la resolución de este problema fundamental.

El mundo del futuro, no próximo, sino remoto, es el Extremo Oriente. Son mil millones de hombres inteligentes, muy inteligentes; los japoneses ya sabemos que son inteligentes a su modo, pero los chinos son mucho más inteligentes y son quinientos millones de hombres. El día que estos hombres se pongan en movimiento, ¿qué va a ser de la Humanidad? Pues cualquier día saldrá un Chank-Kai-Chek que puede levantar un ejército de quinientos millones de hombres; si a esto se añade que son inteligentes, ¿qué va a ser de la Humanidad? Hay que llevar el foco de la Cristiandad allí y el foco principal es la Universidad. Así como los pueblos necesitan base de un fondo fundamental para que los barcos se tengan, y si no se tiene base la escuadra no sirve para nada, lo mismo ocurre con los universitarios: necesitamos una base, y esta base la tenemos allí, en la Universidad de Santo Tomás, que hay que reconstruir. Hay en Filipinas 17 millones de habitantes; es decir, una población grande, más grande, con excepción del Brasil, que [128] cualquier República hispanoamericana. De esos 17 millones, 14 son católicos de tipo occidental. Hay sólo en Manila más de cuarenta mil universitarios, porque son ocho Universidades, y la que menos tiene es de tres a cuatro mil alumnos; algunas, ocho mil, y otras, hasta nueve mil, contando con los cursos de verano, hasta once mil.

Aquí, en España, se ha llamado a muchas puertas. No se ha hecho campaña sistemática; pero hay que esperar en la buena voluntad de todos y sabemos que el día en que se organice esa campaña la gente ha de responder maravillosamente y, sobre todo, los universitarios. Lo que quieren los universitarios se hace; se ha hecho siempre en los últimos cincuenta años lo que han querido los universitarios, para bien o para mal, pero ésta es la verdad.

Termina haciendo un llamamiento a PAX ROMANA Internacional: Estados Unidos, Repúblicas hispanoamericanas y naciones europeas, para que se convenzan de que allí, en el Extremo Oriente, la Cristiandad, la Catolicidad, puede tener y tiene un centro que no debe perderse.

«Ahora los católicos necesitamos dar la batalla, pues los protestantes, por su parte, están perfectamente organizados. Yo estoy seguro de que de aquí saldrá este deseo de que la Universidad de Santo Tornás vuelva a ser lo que fué –dice el P. Sancho–, y que todos los centros de enseñanza de Filipinas recibirán el apoyo moral, las oraciones y todo el entusiasmo de PAX ROMANA.» (Grandes aplausos.)

A continuación el Sr. Ruiz-Giménez expone que quisiera decir la ayuda concreta que la Federación de grupos universitarios puede prestar a esta obra de asistencia en la reconstrucción universitaria que PAX ROMANA realiza y tiene que realizar aún con mayor escala en el futuro.

Se ha dicho ya por varios de los oradores que intervinieron en ocasiones anteriores, que PAX ROMANA tiene su servicio de ayuda montado para colaborar con el F. E. S. E., organización tripartita, donde convergen los esfuerzos de PAX ROMANA, Federaciones católicas de estudiantes y de ayuda universitaria. Anuncia a continuación a los congresistas, que la Acción Católica Universitaria, las Asociaciones Universitarias católicas españolas, constituyeron hace pocos meses una obra de Asistencia Universitaria, una obra católica de Asistencia Universitaria. En líneas generales, esta obra consiste en esto: con la generosidad de los católicos norteamericanos y especialmente del Director del Secretariado del Servicio de Ayuda de Guerra, pudo constituirse un fondo inicial de unos cientos de miles de pesetas, con la finalidad concreta de dar colocación en las Universidades españolas a aquellos universitarios, víctimas de la guerra, que están en estos momentos dispersados en Europa, especialmente polacos. Se constituyó un Comité con el conocimiento de las jerarquías eclesiásticas en el que tenemos como Consejero y asistente eclesiástico al Obispo auxiliar de Madrid, quien tan paternalmente nos aconseja y asiste en todas nuestras actividades. Este Comité ha alquilado ya para empezar una residencia, una casa, cerca de la Ciudad Universitaria. Esta casa será regentada por el Comité y comenzará a regir el curso próximo. Ya, con los fondos que ha recaudado este Comité, se han dado becas a los universitarios católicos que están en España, claro está que en muy modesta escala, y es de esperar que esto aumente rápidamente. Para ello hace el Presidente un llamamiento a los delegados de los Distritos universitarios españoles para que se pongan en contacto con el Comité y le presten su ayuda, y hace también un llamamiento a los extranjeros de estas dos grandes zonas: primero, a la del mundo hispanoamericano, no tanto para que colabore económicamente, sino, más que nada, para facilitarles un cauce de evacuación y desplazamiento de estos universitarios hacia América. Esta obra de asistencia universitaria podría ser como la estación de estos universitarios dispersados que, por circunstancias especiales, no quieren volver a su Patria.

Una masa de seis mil estudiantes polacos que están en Alemania, en Austria, en Italia, en Bélgica y en Inglaterra, todo este grupo podría venir a esta casa o a alguna de este grupo, porque es imposible que aquí se cubra toda la obra de asistencia; podrían venir a las Universidades españolas y aquí adquirir un conocimiento previo y elemental del castellano y algunos quedarse, puesto que se ha procurado que tengan becas en las Universidades españolas y colocarlos en las oficinas civiles, y los demás, derivar hacia América del Sur. Muchos de ellos, al firmar las solicitudes, nos han manifestado su deseo de ir a las tierras de América del Sur.

Recomienda a todos los demás delegados europeos que deben estar en contacto con esta obra de Asistencia Universitaria que hay en España o con la otra, magnífica, que hay en Londres, de que ya se habló en anterior ocasión por el delegado inglés. Lo mismo la [129] Obra inglesa que la española necesitan información sobre estos estudiantes, necesitan sus nombres y que los delegados de Bélgica y Holanda, más en contacto con los universitarios dispersados, los localicen y les digan que hay dos instituciones abiertas para ellos. Esta es una cosa eficaz que puede salir de este contacto en El Escorial.

Con el fin de llevar a efecto lo más rápidamente posible y con la máxima intensidad la asistencia a los universitarios víctimas de la guerra, el Presidente internacional, señor Ruiz-Giménez, somete a la aprobación de la Asamblea la siguiente moción:

«PAX ROMANA acuerda proponer a las Federaciones y grupos nacionales que intensifiquen con urgencia y honda caridad su aportación a la Obra de asistencia y reconstrucción universitaria. Al efecto les sugiere:

1º Que aumenten su aportación a la obra general de asistencia universitaria establecida por PAX ROMANA.

2º Que, a ser posible, organice durante el mes de septiembre próximo, que podría declararse mes de los universitarios víctimas de la guerra, colectas para allegar los medios necesarios para esta reconstrucción.

3º Que procuren establecer en sus respectivos países residencias u hogares donde puedan ser alojados y recibir la necesaria formación los universitarios víctimas de la guerra, especialmente aquellos que viven hoy en Europa. Para ello:

a) Cada Federación o grupo informará sobre lo realizado en este sentido o las posibilidades de realización en el futuro.

b) Las Federaciones que tengan establecidas residencias de esta índole, procurarán hacerlo conocer a las Federaciones de aquellos países donde existan grupos de universitarios católicos dispersados, a fin de que puedan solicitar su colocación en las residencias respectivas.

c) Las Federaciones que no tengan residencia establecida, pero puedan ayudar a la colaboración de esos universitarios de esta categoría, lo darán a conocer al Secretario general de la Organización.»

El delegado del Perú, Sr. Stiglich, dice que a fin de dar mayor eficacia a esta magnífica moción del Sr. Presidente, que cree que será aceptada por todos, considera que se podría cambiar el mes de septiembre por otro que tenga mayor actividad universitaria.

En el Perú hay una vida universitaria muy restringida. Propone, además, otra idea de ayuda mutua a los estudiantes universitarios del Mundo, y es que ahora que se están estableciendo las relaciones entre los diversos países, y ahora que han entrado nuevas Federaciones en PAX ROMANA, el Secretariado de Friburgo podría comunicar la dirección de estas Federaciones, con el fin de entablar un intercambio de revistas y de libros. Esto conviene a todos, porque esta expansión de la doctrina, de dar a conocer su propia obra y de recoger información de cada uno de los países, sería una gran labor, que habría de repercutir en beneficio de la propaganda de PAX ROMANA en todo el Mundo. Todavía tendría más eficacia esta labor si en lugar de mandar esos libros y esas informaciones solamente a las Federaciones universitarias católicas se enviasen a todas las Universidades y centros docentes, aunque no estuvieran afiliadas a PAX ROMANA.

El Sr. Ruiz-Giménez contesta que, desde luego, PAX ROMANA envía estos volúmenes a las Federaciones que son ya miembros de PAX ROMANA; pero propone que se manden también no ya a las que han solicitado el ingreso en PAX ROMANA, sino incluso también a aquellas otras organizaciones universitarias católicas que no hayan solicitado la afiliación a PAX ROMANA, para que puedan estar enteradas y puedan prestar una colaboración.

El delegado de Inglaterra pregunta si se pueden enviar los libros en todos los idiomas.

El Sr. Ruiz-Giménez, después de consultar a la Asamblea, contesta al delegado inglés que no hay ningún inconveniente y que cuantos más libros se envíen, mejor.

El Sr. Kibedy, de Hungría, dice que a los países europeos y americanos se puede agradecer este movimiento de PAX ROMANA que se ha hecho durante la guerra. Los estudiantes de Brasil y de Chile buscan direcciones de estudiantes en Austria, en Holanda y en Bélgica, y facilitan mensualmente una cierta suma para ayudar a estos camaradas que están en Europa. De esta ayuda nace un cambio de impresiones y de correspondencia que fomenta las relaciones entre unas Federaciones y otras. Se puede decir que desde la primera guerra mundial la mayoría de los estudiantes han hecho un donativo ofreciendo cada semana el precio de una comida o de un desayuno en favor de los estudiantes que sufren en estos países. Y como esto, lo mismo en los países americanos que en España y en los demás países de Europa, dará resultado, se podrían hacer estas colectas y de [130] esta manera recoger mucho dinero en favor de los estudiantes necesitados. Al mismo tiempo propone, de acuerdo con el delegado del Perú, que se destine el mes de diciembre para estas colectas, denominándole mes de los estudiantes víctimas de la guerra.

El Sr. Ruiz-Giménez cree que no hay inconveniente alguno en fijar el mes de diciembre que se propone, y se recogen también las distintas observaciones hechas por el Sr. Kibedy, de Hungría, a fin de llevarlas a la práctica dentro, naturalmente, de las posibilidades con que se cuente para ello.

El señor delegado de Méjico propone que no se fije mes; que el que lo pueda hacer en septiembre, lo haga en septiembre, y el que pueda hacerlo mejor en diciembre, que lo haga así; es decir, lo interesante es que se haga cuando se pueda, pero lo más pronto posible. Insistió en lo que dijo el Sr. Kibedy; es decir, fijar a cada universitario la obligación moral de hacer un donativo, porque además de que el dinero vendrá muy bien, se obtendrá con ello un gran resultado moral, como es el que tiene la compenetración con el dolor de los demás. Esta es una cosa que une y une mucho. (Grandes aplausos.)

El Sr. R. Salat dice que los estudiantes en ninguna parte del Mundo tienen mucho dinero; las Federaciones universitarias son nuevas y son muy pocas; por lo tanto, si se insiste en hacer sacrificios personales, aun contando con la generosidad de los estudiantes, no se va a tener un valor efectivo. Por consiguiente, entiende que deben hacerse dos campañas: una, entre nuestra propia gente, y un segundo esfuerzo para que colaboren con nosotros los católicos en general. En América se ha hecho una gran campaña y hay catorce Asociaciones que colectan para las víctimas de la guerra. Si bajo la dirección de las jerarquías apostólicas pudiera hacerse una gran campaña para pedir a todos los católicos del Mundo que colaboren con todas sus fuerzas, conseguiríamos más dinero, claro está, que sin abandonar la idea importantísima del esfuerzo que puedan hacer los estudiantes. (Grandes aplausos.)

El Sr. Kichska, de Uerania, sugiere una idea práctica de ayuda, y es la de hacer una campaña de propaganda entre la gente rica, que muchas veces no sabe cómo puede emplear su dinero, y esta gente podría adoptar algunos muchachos extranjeros para vivir con ellos en su familia y poder continuar sus estudios. Piensen que esto podría ser un medio muy práctico de ayuda, y además sería un motivo de agradecimiento por parte de los países a que perteneciesen los estudiantes adoptados.

Se toman en cuenta las observaciones del Sr. Salat y del Sr. Kichska, de Ucrania, y se pasan a la Comisión, para incluir lo que sea aprovechable en las conclusiones definitivas.

El Sr. Ruiz-Giménez anuncia que, a petición de la Mesa, el Sr. Mariño va a informar a la Asamblea de la labor realizada en Colombia.

El Sr. Mariño dice que por especial gentileza del Comité Ejecutivo se le ha pedido que haga una breve exposición para dar a conocer la organización del Comité de Acción Pontificia Pro Víctimas de Guerra, que se ha establecido en Colombia, y viene funcionando desde los últimos tres meses.

En realidad, este movimiento se debe al espíritu apostólico, realmente sobrenaturalizado, de un queridisimo compañero colombiano, amigo del Comité de PAX ROMANA, Sr. Vergara. El Sr. Vergara, al regresar de la Asamblea de PAX ROMANA de Lima llegó con la decisión de organizar en Colombia un movimiento nacional, que congregara a todas las clases sociales para moverlas a la idea generosa de aportar el óbolo espiritual y económico para remediar la miseria de la Europa actual. Y, en efecto, se organizó un Comité presidido por el citado Sr. Vergara, en el que tomaban parte dos señoras de alta posición de Bogotá, dos caballeros y dos universitarios. Este Comité resolvió comunicar la decisión de trabajar y de establecer sucursales en las capitales de la República de Colombia. Se le comunicó al Nuncio de Su Santidad, que lo vió con simpatía y abrió la campaña con una alocución el día de Pentecostés, por la radio. Desde ese día, el Comité Ejecutivo de Acción decidió subdividir sus actividades en los siguientes Comités: de compras, de recolección, de almacenamiento y de transportes. Expone la misión encomendada a cada uno de ellos. El Comité de compras tiene la finalidad exclusiva de hacerse con artículos, víveres y objetos de toda índole que la Directiva general considere conveniente comprar para enviar a Europa. El Comité de recolección tiene la misión de recolectar los bienes y objetos con que quieran obsequiar y donar. El Comité de almacenamiento tiene por objeto almacenar y seleccionar esos objetos que se han comprado o donado y ponerlos en capacidad de ser transportados. Estos objetos pasan al Comité de transportes, que es el encargado de traerlos a los puertos colombianos y atender al transporte marítimo. Estos son los cuatro Comités centrales que, desde luego, están subdivididos en otros [131] muchos Comités. Queda, por último, el Comité de finanzas. Para éste ha sido necesario conseguir una fuerte cantidad de dinero, y se seguirá adquiriendo más, porque la acción no se va a suspender y el propósito es seguir con esta actividad durante el año 1946.

¿Cuál ha sido la política que ha animado al Comité? Sencillamente la de atender, ante todo, la llamada del Soberano Pontífice de 4 de abril de 1946, llamada angustiosa del Romano Pontífice, quien dice «que se llame la atención a todos aquellos que tengan ojos para ver y oídos para oír, a fin de que acudan en socorro de millares de seres humanos que se están muriendo actualmente en Europa». El primer motivo ha sido éste. El segundo, el de organizar un movimiento de Acción Católica en el más amplio sentido de la palabra, porque ha habido la oportunidad maravillosa, providencial, de poner en contacto todas las agrupaciones sociales del país, desde los altos dirigentes del Estado y de la Iglesia, hasta los trabajadores más humildes del campo o de la industria. Todos han atendido a este llamamiento y todos se han unido para auxiliar a los católicos en trance de muerte.

Como fines específicos del Comité Pro Víctimas de Guerra propone el Sr. Mariño estos tres: Primero, la organización de los racionamientos voluntarios. Segundo, la adquisición de excedentes económicos. Tercero, el fomento de una sana inmigración.

La organización de un racionamiento voluntario, porque así lo enseña el Soberano Pontífice y se evita la preocupación y el temor de que pueda presentarse en el país una crisis económica por razón de escasez de alimentos. Sencillamente, el esfuerzo, el sacrificio, que nos lleva con más exactitud al racionamiento voluntario es la renuncia personalmente a un alimento, suprimir un plato y renunciar a él en aras de un hermano católico. Y con esto no solamente se presta un servicio material con lo que se deja en favor del hermano, sino que se le agrega el óbolo espiritual, la oración a Dios Nuestro Señor para que derrame su misericordia sobre Europa y termine esta crisis tremenda por la que atraviesa.

El segundo fin que se propone es la adquisición de excedentes económicos. En este punto, no solamente se habla de dinero, moneda y divisas, sino de objetos materiales, principalmente víveres y ropas. Hay excedentes económicos en América del Sur, y la prueba es que en la capital de la República tenemos más de doscientas toneladas de artículos y cantidad de dinero almacenados y nadie ha dejado de comer ni se ha privado de nada. De suerte que hay la posibilidad de adquirir los excedentes económicos, y éstos deben venir a Europa para atender cuanto antes a las necesidades de aquellos católicos que no cuentan con un mínimo para su existencia.

Ahora, el tercer punto, o el tercer fin fundamental de los que se proponen es el de llegar a una sana inmigración. Se ha aprovechado esta circunstancia de la organización para auxiliar a las víctimas de la guerra en Europa, con el fin de iniciar una sana campaña de inmigración. En Colombia, en cuanto a inmigración se refiere, necesitamos agrarios, y buscamos y solicitamos de todos los países estos elementos, y desde luego, aprovechando esta oportunidad, pide Mariño, en nombre de Colombia, que vayan allí familias especializadas en la técnica de la agricultura, católicas, desde luego, y que tengan los requisitos naturales para establecerse y adaptarse al medio también colombiano. El Comité Pontificio Pro Víctimas de Guerra ha dispuesto que en el próximo mes de octubre vengan unos emisarios especiales de aquel país a estudiar la situación de los inmigrantes católicos y agricultores que quieran ir con sus familias a establecerse en Colombia. Para ello se requieren las condiciones y la organización íntegras de la inmigración, porque no van a ir sin contar con los recursos necesarios. Se ha pensado en que se celebren contratos de carácter jurídico con aquellos individuos que con sus familias quieran trasladarse a Colombia.

El servicio de los universitarios católicos colombianos en este Comité ha sido un servicio extraordinario. En primer lugar, el servicio de propaganda lo han tomado los universitarios colombianos católicos con todo interés y espíritu, y el Comité se ha ahorrado los gastos y esfuerzos que de otra manera no hubiera podido hacer. Los universitarios se encargan de la organización de la propaganda por la prensa y por la radio; asimismo de las conferencias en todos los institutos de educación de primera y segunda enseñanza. Desde luego, estos universitarios que actúan en el servicio de propaganda cuentan con la cooperación de las demás personas de todas las clases sociales, que les han abierto las puertas de los periódicos, de la radio y de los institutos de educación; pero ellos han aportado un inmenso contingente, y de ese modo el Comité pontificio ha podido hacer algo de lo que deseaba hacer. Creo que el Comité Colombiano Pro Víctimas de Guerra puede ser una base y una pauta para todos los países iberoamericanos en donde todavía no se hayan establecido estas actividades.

Se levanta la sesión a la una de la tarde.

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Pax Romana
XIX Congreso
XIX Congreso Mundial de Pax Romana
Madrid 1946, páginas 126-131