análisis comparativo de la evolución en la historiografía de tres cínicos: Metroclo, su hermana Hiparquia y el filósofo Crates, cuñado y esposo
Κράτης / Crates
Supuestos Crates e Hiparquia en una pintura romana del siglo I
(Jardín de Villa Farnesina, Roma, Museo delle Terme)
Crates de Tebas (368-288 a.n.e.), discípulo de Diógenes el cínico, fue esposo de Hiparquia, hermana de Metrocles. Diógenes Laercio le dedica el capítulo quinto de su libro sexto, que en versión española de finales del siglo xviii, Los diez libros de Diógenes Laercio sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, traducidos de la lengua griega e ilustrados con algunas notas por D. Josef Ortiz y Sanz, Imprenta Real, Madrid 1792, tomo II, págs. 52-57, dice:
«Crates. 1. Crates, hijo de Ascondo, Tebano, fue igualmente discípulo del Can. Pero Hipoboto dice que no fue discípulo de Diógenes, sino de Brison Aquivo. Corren de él estos versos jocosos:
Es noble la ciudad Zurron llamada,
Fastosa, aunque mugrienta,
Bella, amena, fecunda, y nada tiene.
No entra en ella demente parasito,
Ni pedicón obsceno
Que de bardajerías se glorie.
Produce sin embargo
Ajos, higos y panes,
Entre quienes no hay guerras mutuamente:
Ni se mueven las armas
Por pedazos de cobre ni por gloria.
También es suyo aquel Diario sabido de todos que dice:
Asienta minas diez al cocinero,
y al Médico una dracma.
Pon al adulador cinco talentos,
y al consejero, humo.
Pongasele un talento a la ramera,
y un trióbolo al Filósofo se ponga.
2. Llamabanle abridor de puertas porque se entraba en todas las casas para dar correcciones. También son suyos estos versos:
Cuanto estudié poseo, y cuanto pude
Aprender con trabajo y con estudio.
La vanidad fastosa
Se llevó las demás felicidades,
Y lo que le había producido la Filosofía:
Un chénice{1} me ha dado de altramuces,
Y de otra cosa alguna no cuidarme.
También corre como suyo lo de:
La hambre quita el amor, y si nó, el tiempo:
Y si usarlos no puedes, toma el lazo.
Florecio hacia la Olimpiada CXIII. Antístenes dice en las Succesiones, que Crates, habiendo visto en una tragedia a Telefo con un esportillo en la mano, y miserable en todo lo demás, se dio a la Filosofía Cínica. Así, vendido su patrimonio (pues era hombre de cuenta) y juntados hasta 200 talentos, los distribuyó entre sus conciudadanos. Filosofó con tanta constancia, que el Cómico Filemón hizo memoria de él, diciendo:
En verano llevaba ropa burda,
Y delgada en invierno,
Para tomar liciones de templanzas.
Diocles dice, que Diógenes le persuadió que diese sus posesiones para pasto de ganados, y si tenía dineros lo arrojase al mar. Dícese que Alejandro destruyó la casa de Crates, como Filipo la de Hiparchîas.{2}
3. Muchas veces apaleaba a sus parientes porque venían a removerlo de su instituto, y perseveraba constante en él. Demetrio de Magnesia dice, que depositó su dinero en casa de un Banquista, con la condición de que lo diese a sus hijos si eran idiotas; mas en caso de ser Filósofos, lo distribuyese al pueblo. Eratostenes refiere, que habiendole nacido un hijo llamado Pasicles, de Hipárchîa de que hablaremos, cuando fue ya crecido, lo llevó a casa de una esclava, y le dijo que este era el casamiento que su padre le daba. Porque el premio de los adúlteros trágicos son los destierros y muertes: el de los cómicos, el meretricio: y el de la adulación y embriaguez, la demencia.{3} Crates tuvo un hermano llamado Pasicles, que fue discípulo de Euclides; y de quien Favorino en el libro segundo de sus Comentarios trae una cosa chistosa. Es, que como pidiese no sé qué al Director del gimnasio, le tocó los muslos: mas indignándose éste, dijo Pasicles: Qué es esto? no son los muslos tan tuyos como las rodillas?
4. Decía Crates, que es imposible hallar uno que no haya errado; sino que todos son como la granada, en la cual, andando el tiempo, siempre se pudre uno u otro grano. Habiendo una vez irritado al Citarista Nicódromo, recibió un bofetón: mas él se pegó con pez en la frente un rótulo que decía: Nicódromo lo hacía.{4} Perseguía de industria con dicterios a las rameras, ejercitándose con esto a sufrir injurias. A Demetrio Faleréo que le envió pan y vino, le respondió con enfado: Ojalá que las fuentes manasen panes! Se sabe que siempre bebió agua. Los Jueces de Atenas{5} lo reprehendieron porque iba cubierto con una sabana: a los cuales respondió: Tambien os mostraré yo a Teofrásto cubierto con una sabana. No creyendolo ellos, los condujo a una tienda de Barbero donde a la sazón se estaba Teofrásto cortando el pelo.{6}
Como lo azotase en Tebas el Director del gimnasio (o bien Eutícrates en Corinto) y lo arrastrase de un pie, sin alterarse en nada, repetía:
Por el umbral sagrado,
Cogido por los pies lo conducía.{7}
Pero Diocles dice que quien lo arrastró fue Menedemo Eretriense; pues siendo este hermoso, y pareciendole a Crates que Asclepiades Fliasio se servía de él, tocándole los muslos, le dijo: Adentro, Asclepiades. Por lo cual indignado Menedemo, lo arrastró por el suelo; y él dijo el verso referido:
5. Zenón Citieo dice en sus Chrios, que cosio una Vez al palio una piel de oveja, sin tener cuenta de la fealdad.{8} Era feo de rostro, y cuando se ejercitaba en la palestra se le burlaban; pero él levantando las manos solía decir: Confía, Crates, en tus ojos y restante del cuerpo: tú verás presto que estos que se burlan ahora, caeran enfermos, te confesarán dichoso, y se tratarán a sí mismos de cobardes. Decía, que se debe filosofar hasta tanto que los Generales de ejército parezcan conductores de asnos. Que los que no tienen otra compañía que la de aduladores están tan solos y abandonados como los ternerillos dejados entre los lobos; pues ni aquellos ni estos son otra cosa que enemigos.
6. Sintiendose ya cercano a la muerte solía cantarse a sí mismo lo siguiente:
Vas, corcovado amigo
Bajando a las mansiones infernales,
Por tu larga vejez doblado y corvo.
Pues por su mucha edad andaba muy inclinado de cuerpo. Como Alejandro le dijese si quería que se reedificase su patria, respondió: Y para qué, si luego algún otro Alejandro la volverá a destruir? Y:
Que él tenía por patria
El propio menosprecio y la pobreza,
A quienes la fortuna no consume.
Y también:
Que de Diógenes era ciudadano,
A quien nunca la envidia lazos puso{9}.
Hace memoria de él tambien Menandro en sus Gemelos, diciendo:
Pasearás conmigo
Cubierta con tu palio,
Cual la mujer de Crates con su Perro.
Casó sus hijas con sus discípulos,
Dándoles treinta días para prueba,
como él decía.
{1} Del chénice tratamos en la nota 13 a la Vida de Diógenes.
{2} En las ediciones Westeniana y Lipsiense añade el intérprete latino la dicción, destructa; pero no estando en el texto griego ni versiones antiguas, se debe mirar como suplida, que puede ser buena o mala. Y por qué razon en la destrucción de Tebas, patria de Crates, no pudo Alejandro mandar se perdonase la casa de éste, como Filipo la de Hiparquia en la destrucción de Maronea su patria? El Lector podra suplir la palabra que le acomode, sea destructa, servata, u otra.
{3} Menagio sospecha con fundamento que el texto no está aquí íntegro. Pienso que Crates dando a su hijo por mujer una esclava, quiere mostrar que en ninguna especie de drama podía ser su condición sacada al teatro; pues ni era casamiento de noble ni de ingenio. Los errores de los grandes dan asunto á las tragedias; y los del pueblo ingenuo a las comedias: los esclavos nunca son protagonistas de ningún drama; pues nada pudieran interesar sus casos.
{4} Frase tomada de los Pintores y Escultores antiguos que en sus obras solían poner v. g. Apeles faciebat, como que no las daban por perfectas y acabadas.
{5} ἀστυνόμων
{6} Se suple, que estaba cubierto con una sabana, esto es, los paños del Barbero.
{7} Verso de Homero.
{8} ἀνεπιστρεπτοῦντα.
{9} Esto es, era ciudadano de Pera, o zurron, ciudad fundada por Diógenes, como se dijo arriba.»
1637 Gerónimo Fernández de Mata, Crates y Hiparchia marido y mujer, filósofos antiguos, Imprenta Real, Madrid 1637, [7]+ 65 h.
«El fue discípulo de Diógenes Cínico, hombre memorable por su austera vida, y tenaz continencia. Ni el oyente inferior al maestro en la observancia de costumbres, como en agudeza, y brevedad de palabras. Hiparchia desdeñando ejercicios de mujeres, diose a la Filosofía: tanto resplandeció en ella, que fue admiración de aquel siglo; hermosa tanto como pretendida en casamiento de ricos, y nobles mancebos de su edad. No los admite, pide por marido a Crates, cuya escuela cursaba. Intentan los parientes removerla del propósito, valiéndose del mismo, que la persuada. Viene a su presencia, representa su pobreza, y mire el dote que puede darla. Este es la dice, mostrándola unos libros. Hiparchia con generoso ánimo persevera en su propósito, y con Crates se casa. En públicas disputas venció a los mayores Filósofos de su tiempo, perpetua amante de tan pobre marido. Loable mujer, en quien estímulo de gloria hizo despreciar riquezas, no menos aptas a perderse por liberalidad extremada, que a marchitarse por avaricia encogida. [...] Hiparchia, y Crates, perdonad si en esta ficción nuestra vuestro nombre humillamos; mas como sabios no despreciareis el intento. Yo propongo modestia, si algo acertare os lo atribuyo, a mi los hierros; discurrid ahora.» (folios 1-2.)
1637 Jacob Cats, «Eerste Geschiedenisse, Bestaende in het verhael van het ongelyck houwelick van Crates en Hipparchia» y «Tsamen-sprake op Het ongelyck houwelick van Crates en Hipparchia», en Proef-steen van den Trov-ringh, segunda parte de Swerelts begin, midden, eynde, besloten in den Trov-ringh, met den Proef-steen van den Selven, Dordrecht 1637, págs. 165-199 y 199-215.
Hiparquia y Crates, grabado en Jacob Cats, Proef-steen van den Trov-ringh, 1637, pág. 189.
1852 Enciclopedia Moderna, publicada por Francisco de P. Mellado, Madrid 1852, tomo once (Convenio-Cuero): no figura. Es mencionado en la entrada cinismo (1851, 8:665-668):
«La indiferencia que por entonces mostraban los cínicos, era tan grande, que preguntando Alejandro a Cratesio uno de los discípulos de Diógenes, si deseaba el restablecimiento de su patria, le contestó éste: 'Lo mismo me es, puesto que no tardaría en asolarla otro Alejandro'.»
1862 Diccionario biográfico universal... bajo la dirección de don Juan Sala, Gaspar y Roig, Madrid 1862, pág. 295 (adviértase que no dice el nombre de Hiparquia, aunque le dedica entrada):
«Crates: filósofo cínico, natural de Tebas, que vivía 320 años antes de J. C.; era contrahecho, y se deshizo, según algunos, de su patrimonio para imponerse privaciones, siguiendo la escuela de su maestro; a pesar de sus andrajos y de su deformidad imponía respeto por la severidad y grandeza de sus principios y excitó una pasión violenta a una joven rica y noble, que llegó a ser su esposa. Compuso algunas tragedias filosóficas y varias poesías con el título de Pasatiempos, entre las cuales se contaría el Elogio de la lenteja, citado por Ateneo.»
1886 Zeferino González, Historia de la Filosofía, 2ª ed., Madrid 1886, tomo 1, páginas 218-219:
«b) Crates, natural de Tebas, fue el discípulo principal de Diógenes, a la vez que el continuador de la doctrina y vida de los cínicos, si bien su carácter y sus acciones no presentan la exageración cínica de Diógenes. A pesar de su deformidad y pobreza {68}, la ateniense Hiparchia, notable por su belleza, concibió una violenta pasión por Crates, con el cual se casó y vivió vida perfectamente cínica, y hasta enseñando también de palabra y por escrito la Filosofía de su marido {69}. El mérito principal del filósofo de Tebas es haber sido maestro de Zenón, con el cual y por el cual el cinismo se transforma en estoicismo.
Entre los partidarios de la escuela cínica aparecen también los nombres de Metroclés, hermano de Hiparchia, de Onesícrito, de Mónimo de Siracusa, de Menipo y de algunos otros menos importantes.
{68} La pobreza de Crates fue una pobreza voluntaria, si se ha de dar crédito a San Jerónimo y a otros varios escritores, que afirman que antes de partir de Tebas para Atenas, Crates vendió todos sus bienes, distribuyéndolos entre sus parientes y amigos. Tal vez este rasgo extraordinario de desprendimiento fue el origen de la violenta pasión que Hiparchia concibió por Crates.
{69} Dícese que Alejandro visitó también a Crates, como había hecho con Diógenes, y que habiéndole preguntado si quería que reedificara Tebas, su patria: '¿Para qué?, contestó el cínico; después vendría otro Alejandro que la destruiría otra vez'.»
1913 Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, Hijos de J. Espasa, Barcelona 1913, tomo XV, págs. 1523-1524:
«Crates de Tebas. Biog. Este filósofo griego figura en la historia de la filosofía al lado de Diógenes y de Antístenes en las escuela cínica (V. Cínica, y Luciano en multitud de pasajes). Era natural de Tebas, hijo de un tal Ascondo (Askondon, V. Diogenis Laertii, de Clarorum Philosophprum vitis, dogmatibus et apphothegmatibus, l. VI, c. V), y gozando de rica fortuna se hizo discípulo, ora sea del mismo Diógenes el Cínico, ora como Hippoboto quiere (Diógenes Laercio, l.c.) de Brisón de Acaia; lo que le condujo a dejar sus riquezas y familia para seguir a aquellos filósofos mendigos. Según Antístenes [...].»
1958 José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, 4ª ed., Sudamericana, Buenos Aires 1958, pág. 288 = 6ª ed., Alianza, Madrid 1979, vol. 1, pág. 651:
«Crates, de Tebas (fl. 326 antes de J. C.), fue, según Diógenes Laercio (VI, 85), uno de los discípulos de Diógenes el Cínico, y según Hipoboto, discípulo de Brisón el Aqueo. La primera opinión es la más plausible. Autor de un poema burlesco, Παίγνια, en el cual parodió la epopeya, la elegía y la tragedia, Crates de Tebas defendió por el sarcasmo y la ironía los puntos de vista cínicos contra las opiniones de otros filósofos. Su actuación como filósofo cínico se manifestó, entre otros modos, en su costumbre –relatada por Diógenes Laercio– de «abrir las puertas» de las casas y exhortar a sus moradores. Su desprecio de las convenciones se manifiesta en la respuesta que, al parecer, dio a Alejandro Magno cuando éste le preguntó si desearía que reconstruyera su ciudad: «¿Por qué es necesario reconstruirla?». En esta tendencia le siguió Mónimo de Siracusa (discípulo asimismo de Diógenes el Cínico). Como Crates de Tebas, Mónimo escribió versos burlescos. Es, además, autor de dos libros, Sobre los impulsos (Περὶ ὁρμῶν) y un Protréptico (Προτρεπτικόν) o Exhortación (a la filosofía). Artículo de J. Stenzel sobre Crates de Tebas (Krates, 6) en Pauly-Wissowa.»
1973 Nicolás Abbagnano, Historia de la Filosofía, 2ª edición española, traducción de Juan Estelrich & J. Pérez Ballestar, Montaner y Simón, Barcelona 1973, tomo I, pág. 70:
«Entre la numerosa cuadrilla de cínicos que presentan todos monótonamente los mismos rasgos y agitan furiosamente capas y alforjas para exhibir una fuerza de ánimo que Sócrates había enseñado que debía lograrse mediante una serena y paciente investigación científica, se distingue Crates, un tebano de familia noble, al que siguió en su vida de mendigo su mujer Hiparquia. Compuso poesías satíricas y tragedias, en las que exaltaba el cosmopolitismo y la pobreza.»
1997 «Síndrome de Crates e Hiparquia». El nombre de Diógenes, el filósofo cínico que precisamente procuraba prescindir de lo innecesario, sirvió para que unos psiquiatras británicos, con más frivolidad que rigor, describieran la conducta nada cínica de quienes en su aislamiento desaliñado tienden a rodearse de cuanta basura pueden coleccionar. Ese mal llamado «síndrome de Diógenes», acuñado al parecer por vez primera en un artículo de Lancet de 1975, se fue convirtiendo con los años en lugar común de psiquiatras, asistentes sociales, bomberos, policías, periodistas y otros gremios de los que gustan pastorear a las poblaciones. Pasado el tiempo algún otro psiquiatra innovador advirtió que tal síndrome no sólo afectaba a sujetos operatorios aislados, y «en honor de los dos cínicos seguidores de Diógenes» decidió acuñar como «síndrome de Crates e Hiparquia» el que sufriría de consuno una pareja tipo «Diógenes». Francisco Moreno Tovar, psiquiatra de Orense, describió con ese rótulo un caso de conducta de abandono protagonizado por dos hermanas, con lo que la analogía es doblemente desafortunada («Síndrome de Diógenes. Síndrome de Crates e Hiparquia, acerca de dos casos», Siso Saude, Boletín de la Asociación Gallega de Salud Mental, La Coruña, nº 29, 1997, págs. 82-98).