Filosofía en español 
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RENOVACIÓN, reaparece

Después de tres meses de silencio, Renovación, totalmente transformada, reaparece; se dispone a continuar su comunicación con el público y a hacer más frecuente esa comunicación. Ya no apareceremos, como antes, mensualmente. Ahora buscaremos al lector cada diez días, y tan pronto como nos sea posible, reduciremos ese espacio de tiempo haciendo Renovación un semanario. Ello nos permitirá, sin duda, desarrollar un programa cuya realización siempre nos preocupó, pero que, en las circunstancias y condiciones en que Renovación se venía publicando, era imposible llevar a cabo. El hecho de que tantos y tantos acontecimientos importantes quedasen sin unos escolios, sin nuestro comentario, ya no se dará. Sobre todo y ante todo, brindaremos a la juventud española –el público que casi exclusivamente nos interesa– un criterio socialista para enjuiciar en socialista todo. Nuestras divulgaciones doctrinarias tendrán toda la extensión que merecen y que el fin proselitista que nos ha de guiar al hacerlas nos exige. Nuestras informaciones serán también más extensas, ajustadas a la trascendencia e importancia de nuestros actos, de nuestras contiendas, de nuestra labor política, cultural y sindical, ofreciendo a todos los afanes y desvelos de los jóvenes socialistas un eco apropiado a esos esfuerzos; un eco estimulante para los que los realicen y para los que aún no desarrollan la actividad debida. Y, finalmente, el aparecer con mayor frecuencia en el palenque periodístico nos permitirá lograr una continuidad en los ataques que tanto hemos echado de menos en nuestras anteriores etapas, respondiendo pronta y rápidamente a los ataques de que, por otra parte, se nos haga objeto.

Ahora bien: para hacer todo esto es preciso que nuestros lectores, que los jóvenes socialistas y nuestros amigos nos presten su apoyo. En él ponemos todas nuestras esperanzas. Todos deben interesarse por Renovación, porque Renovación es de ellos y para ellos.

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Durante los tres meses en que hemos permanecido en silencio la situación de la prensa de España no ha cambiado sensiblemente. Renovación dejó de publicarse cuando aún había censura gubernativa, y hoy, que no la hay, se encuentra con que los procesos, los encarcelamientos, las multas, las recogidas gubernativas de los periódicos y las suspensiones dificultan nuestra labor, intimidándola en forma insospechada, de un modo tal, que apenas si es perceptible una mejoría en nuestra situación, plagada de obstáculos y de riesgos, de los cuales algunos nos importarían poco, pero otros son de tal naturaleza que no cabe despreciarlos y encogerse de hombros, como ante un proceso o un encarcelamiento. Con la legislación dictatorial que hoy rige nuestra función el Gobierno tiene a la prensa tan esclavizada como antes. Si no más.

Empero, ¿qué le vamos a hacer? Esperemos tiempos mejores y preparémoslos en la medida de nuestras fuerzas de la forma en que podamos hacerlo.

Colaboremos en la obra de derrocar el actual régimen y prosigamos, al efecto, en nuestras campañas interrumpidas. Sigamos exaltando la unidad de las izquierdas e hiriendo la sensibilidad de éstas, teniendo para ellas, lo mismo que para los enemigos, palabras acres y conceptos duros cuando desfallezcan y sean tardías en el cumplimiento de sus deberes, de sus históricos e importantísimos deberes.

Y al declararlo así, hemos de aprovechar la ocasión para decir que aún tienen esas fuerzas un resto de crédito, pero que éste no ha de tardar en agotarse; que hay que responder a la expectación y a las esperanzas que han encendido en todo el país, y que hay que responder pronto. Algunos sectores de ellas se disponen a ir al Parlamento, a luchar primero con las armas del sufragio y después desde los escaños parlamentarios que se conquisten en la inminente contienda electoral. Bien; nos parece ello bien. No hacemos cuestión de gabinete el abstencionismo. Por el contrario, lo admitimos como una nueva y última prueba a que se quiere someter la eficacia de los cauces legales, como una nueva y última apelación al orden jurídico; pero siempre que se esté dispuesto a usar de medios menos inocentes si ésos, tan desacreditados, fracasan una vez más, como presumimos.