Al público y a la prensa
Pocos días ha conmemorábamos en las columnas de Nuevo Mundo el tercer aniversario de una fecha para nosotros eternamente dolorosa: la del fallecimiento de D. José del Perojo, nuestro maestro admirado, nuestro compañero y guía en la dura lucha periodística que durante varios años hubo de sostener dicha publicación para llegar a la conquista de la popularidad.
Hoy, por azares del Destino, nos encontramos todos los que con Perojo combatimos, fuera de lo que considerábamos como una prolongación de nuestros hogares, de la casa Nuevo Mundo, cimentada sobre el trabajo de un puñado de luchadores incansables, y a cuya consolidación definitiva seguíamos dirigiendo nuestro entero esfuerzo, más bien guiados por justificados altruismos, con la vista puesta en un legado moral, que por miras egoístas.
Vínculos estrechos de amistad con el colaborador abnegado de Perojo, con esa clarísima inteligencia y esa voluntad gigantesca que se llama Mariano Zavala, nos arrastraron a la calle, vasto campo de batalla abierto a todos los que no sufren desaliento ante las adversidades de la vida. Y ya en ella, corriendo un velo piadoso sobre acaecimientos pasados, que nosotros no provocamos, y sobre los cuales habrán de decir su última palabra los Tribunales de Justicia, surgió unánime el pensamiento de reanudar la lucha de diez y ocho años, lanzando al público este Mundo Gráfico, cuyo primer número tenéis en vuestras manos.
No lo juzguéis obra definitiva. No es ni puede ser otra cosa que fe de existencia ofrecida rápidamente; es nexo urdido en pocas horas al calor de los entusiasmos, para que no se interrumpa ni una sola semana nuestro contacto con el público, de cuyo cariño hemos vivido hasta ahora y al que profesamos honda gratitud. Si esa protección no nos falta, Mundo Gráfico demostrará que es bien nacido, y como tal, corresponderá al favor que se le dispensa, mejorando incesantemente su confección, sumando a la numerosa lista de nombres prestigiosos que constituyen su colaboración, nuevos nombres de crédito, dando a sus informaciones gráficas refinamientos artísticos cada vez mayores.
El mismo ardimiento, la misma fe que nos impulsaba hacia adelante al día siguiente de la muerte de Perojo, palpitan hoy en nuestras almas, jamás enturbiadas por bajas pasiones, siempre unidas en comunión de altos ideales, no siendo el menor la difusión de la cultura popular en nuestra patria. Convencidos de que a la realización de esos nobles propósitos ha de ayudarnos el público, dirigímosle nuestro más cordial saludo desde estas columnas del Mundo Gráfico, serena la mente y la conciencia tranquila. Para los pocos que desertaron de nuestras filas en los momentos de aprestarnos a nuevas lides, el olvido y el perdón magnánimo; para los que produjeron la escisión, nuestro más completo desdén; para los muchos espíritus nobles y buenos que nos traen, con su apoyo intelectual y material, confortadoras palabras de aliento, el testimonio de nuestra imperecedera gratitud; para nuestros compañeros queridos en la Prensa, fraternal abrazo.
Y ahora, callemos y laboremos en paz y en gracia de Dios.