Filosofía en español 
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Vida cultural

“Sobre la esencia. En torno al último libro de Zubiri”

Conferencia de don Gustavo Bueno Martínez


El libro de Zubiri “Sobre la esencia” ha sido considerado por la crítica como una de las empresas filosóficas más importantes desde Suárez. El conferenciante comparte este juicio y por ello se considera obligado a plantear el comentario de la obra desde supuestos radicales. Introduce el propio concepto de esencia que va a utilizar para su análisis por medio de un método trascendental, en el sentido que esta expresión cobra, a partir de Kant. La noción de esencia aparece entonces, no como una dimensión metafísica obtenida del análisis de una experiencia factual, sino como una función trascendental de una conciencia lógica, presidida por un esquema operatorio de identidad, que se ve obligada a renunciar al límite monista señalado por un postulado de continuidad y no puede por ello aceptar el postulado contrario, de un atomismo lógico en el que sólo es posible el azar y que es solidario del escepticismo.

El compromiso dialéctico entre estos dos postulados límites sería la función de esencia. Considera esencial, para la construcción trascendental de este concepto, la indeterminación de esta función. Pero no obstante esta indeterminación le sirve para introducir el concepto de fenómeno, que es la función de cada una de las partes asociadas en un círculo esencial. Reinterpreta desde este punto de vista, la fórmula de Hegel, según la cual la esencia es la verdad del fenómeno. Asimismo, advierte que en esta función de esencia no está implícita la condición de permanencia, porque la esencia se verifica también en toda multiplicidad de fenómenos cambiantes de la que se posee una ley de transformación. Esto le sirve para disociar la función de la esencia de la función de la sustancia que implica permanencia e inmovilidad.

Pasa a continuación a presentar una historia dialéctica de la función de esencia en la filosofía occidental. Enuncia una «ley de tres estadios» en el desarrollo de esta función. El primero se caracteriza por la elaboración de una metafísica de la esencia disociada de todo tipo de conciencia. Documenta, como prehistoria de esta función –en la que la función es usada meramente, no nombrada como tal función trascendental– con alusión a las figuras numéricas de los pitagóricos, y a la noción de metra Heráclito (frag. 94) la presencia de esta función, en el seno de las metafísicas monistas, lo que prueba la efectiva disociación de esta función y la sustancia. Asimismo cita la noción de conjucta del atomismo, como ejecución de la función de la esencia disociada de la sustancia (que en esta concepción son los átomos).

Considera la filosofía de Platón como la primera filosofía en la que sistemáticamente se confiere a la esencia un peculiar estatuto ontológico, de realidad impersonal; los individuos, precisamente porque aparecen y desaparecen, porque nacen y se corrompen, serán fenómenos.

Interpreta la filosofía de Aristóteles como un desarrollo interno del platonismo; un desarrollo dialéctico, en el sentido de Hegel, en cuanto Aristóteles, para evitar la doctrina de la participación, pone las esencias en los mismos fenómenos.

El segundo estadio de la función de la esencia, se caracteriza por la vinculación de la esencia a una conciencia metafísica, lo que tiene lugar en el neoplatonismo y concretamente en el agustinismo. Pero a través de la crítica nominalista medieval, la esencia –en el tercer estadio– va ligándose progresivamente a una conciencia trascendental. Estudia los efectos convergentes del empirismo inglés y del idealismo, hacia la producción de un nominalismo dialéctico, que encuentra expresión científica más brillante en la teoría de la evolución darwiniana y en el continuismo de propensión monista de la física (doctrinas del éter de Lorentz, de Thompson o de Einstein). Esta concepción desborda con frecuencia sus supuestos transcendentales y se presenta en un lenguaje metafísico y no científico (energetismo, monismo, etc.), sin que esto signifique que la conciencia trascendental esté siempre ausente (fenomenología de Husserl, neopositivismo lógico).

Presenta a continuación una sumaria tipología de las reacciones de la filosofía metafísica, en particular aristotélica, ante la filosofía trascendental y la nueva concepción de la ciencia natural, y cita los diferentes intentos de acoplamiento del hilemorfismo (Liberatore, Secchi, Honen) a la situación presente, incluso desde el punto de vista teológico (Selvaggi), y de la doctrina de la esencia al evolucionismo cita en España, en este sentido, al grupo de padres jesuitas de la revista «Pensamiento»). Desde esta perspectiva, considera la empresa de Zubiri como un intento de acoplamiento de la metafísica tradicional, pero con características originales, derivados de un anhelo de protección ante las críticas de la filosofía trascendental.

Sugiere el conferenciante que la técnica de Zubiri podría en gran medida describirse como un proceso de construcción de conceptos-corazas para proteger a los conceptos tradicionales de la crítica trascendental: de este modo se explicaría la circunstancia de que casi todos los conceptos utilizados por Zubiri forman pares, en los que cada elemento tendría funciones distintas: ser-realidad, sustantividad-sustancialidad, personeidad-personalidad, individualidad-singularidad, objetividad-objetualidad, etcétera, etcétera. Estos conceptos sólo se explicarían en función defensiva, como conceptos «reaccionarios», más que como conceptos obtenidos de un directo análisis ontológico.

Interpreta la regresión al estadio aristotélico como impuesto por un deseo de protegerse de las críticas a la metafísica trascendente, sin aceptar por ello la fundamentación trascendental de la esencia. Observa que la discusión del realismo idealismo resulta indecisible o decisible a favor del realismo, porque se ha eliminado la objetividad como intersubjetividad, reduciéndola a la relación de sujeto y objeto.

Termina afirmando que, a pesar de todo, la construcción de Zubiri pertenece al más puro estilo del pensamiento metafísico, que construye sin demostrar, pero que satisface las más íntimas exigencias del hombre perdido en la oscuridad.