Hoy llegará a Oviedo el ministro de Trabajo, camarada Girón
Madrid.– En las primeras horas de la noche de hoy ha salido para Asturias el ministro de Trabajo, señor Girón.
Parece que su propósito es pernoctar en Valladolid; para continuar viaje hacia Asturias por la mañana, con el fin de estar en Pajares a mediodía, donde se detendrá para almorzar, continuando después hasta Moreda, para desde dicha localidad trasladarse a Mieres y de aquí a Oviedo.
Se cree que permanecerá en Asturias varios días. (Alfil.)
Influencia de la coca-cola en la política internacional
Desde París. Crónica de nuestro corresponsal, Manuel de Agustín
París.– Quien se viste de fiado por la calle le desnudan, dice un viejo refrán español, y tan cierta es la cosa, que de seguir así, los pobres europeos terminaremos renunciando, incluso, al derecho más elemental, como por ejemplo… no beber coca-cola.
Creo que en el mundo no existe secreto mejor guardado que el de ese endiablado e (a mi gusto) insípido refresco norteamericano. Fue inventado, según cuenta la historia, a fines del siglo. Un hombre modesto sorprendido por la aceptación que alcanzaba entre sus amigos el licor que le preparaba con ingredientes caseros su propia esposa, decidió salir a venderlo por el vecindario. De ahí a la constitución de un trust mundial, sólo han mediado años.
Coca-cola puede adjudicarse, sin usurparla, la personalidad simbólica de Norteamérica. Es –y sigo afirmando mis propias conclusiones– de la botella que contiene más cosas “yanquis”: bonito color, paladar incierto, absolutamente inofensiva, tolerable hasta el vicio, fotogénica en el envase, barata, popular y honestamente comercializada, y añado honestidad, porque durante medio siglo venden el mismo producto en todos los continentes sin permitir que en ninguna parte lo degraden o pierda cualquiera de sus cualidades: como presentación, limpieza y dulzor.
En una época que los sucedáneos e imitaciones reemplazan por doquier los productos verdaderos, creo que el esfuerzo de coca-cola merece toda clase de consideraciones, pero la Asamblea francesa no lo determinó así. Al corregir la ley de importación de bebidas y licores extranjeros, una mayoría, particularmente hinchada por la unanimidad comunista, acordó negarle el placet de entrada en el país, al embotellado popular de los Estados Unidos. La razón parece ser que Francia necesita los dólares para cosas más imprescindibles que dar coca-cola al pueblo. La excusa: no admite la venta en mercado francés de ningún producto cuya fórmula de composición ignora… Y como es un secreto tan bien guardado, mucho mejor que el de la bomba atómica, porque esa fórmula aun no la conoce la URSS, ni la pudieron descubrir millones de competidores,, dedicados, naturalmente al espionaje y soborno comercial, desde hace cincuenta años.
Pero volviendo al asunto en cuestión, cuando en Norteamérica supieron que los franceses se negaban a admitir la coca-cola, toda la prensa del Nuevo Continente clamó ofendida cual si se tratara de una ofensa a la dignidad nacional.
“¿Lafayette, adónde hemos llegado?” Preguntó un periódico, apelando a los muertos, por no clamar al cielo.
Otro diario dijo que “los soldados que liberaron Francia bebían coca-cola y ello no les ha impedido salvar al mundo del fascismo”. Un tercer articulista recuerda que “Francia pagaría la coca-cola con los mismos dólares que le presta América”. Un importante personaje propuso como represalia reducirles el Plan Marshall, no consumir más champagne francés, dejar de importar vinos de Borgoña y “esperar hasta que en Francia sea restablecida la verdadera democracia que permita beber coca-cola al ciudadano que le apetezca, para restablecer los intercambios comerciales”.
Contra semejante gama de reacciones, en las cuales parecen peligrar seis millones de dólares anuales que Francia recauda por la exportación de sus vinos a los Estados Unidos, únicamente los comunistas han dicho una frase digna de pasar al cuaderno de notas: “No queremos –recalcaron– que nuestro país sea cocacolamizado ahora”.
Semejante palabreja vale un pleito. Considero que ella, con el asunto que la inspiró, es una de las pocas cosas serias planteadas últimamente. Lo único lamentable del caso es advertir que no tenemos derecho ni a decir que no queremos coca-cola, sin crear un problema político.
Justicia social
Una inquietud que no se calmará nunca
[fotos: Una calle del nuevo pueblo de La Camocha. (Foto Archivo.) • En primer término, de espaldas, un hombre contempla las obras que se realizan para construir viviendas en Vega. Cabe suponer que su embeleso nace de que, hace relativamente poco tiempo, miró desde el mismo lugar y sólo vió praderías, en las que ha nacido la más extraordinaria de las cosechas; un pueblo magnifico: La Camocha. (Archivo.) • Gijón.– Edificio de la Cofradía y Hogar del Pescador. (Archivo.)]
Reproducimos unas fotografías de las obras para la construcción del Orfanato José Antonio Girón. Es tal la magnitud de esta obra, son tan exigentes sus ambiciones, que bien podría considerarse la realización de las mismas como una meta definida en determinado orden social. Y no es así, no puede ser así, esa meta no se alcanzará nunca: porque, a medida que el progreso humano logre conquistas, nace el deber de lograr que todos y cada uno participen en ellas, y lo que hoy pueda ser obra perfecta, acusará faltas en el correr del tiempo, por razón de esas exigencias que han de ir multiplicándose en el correr de la vida.
De esta obra gigantesca, asombrosa en sus propósitos y que multiplicará ese asombro cuando se realice –lo que será en un límite de tiempo reducido al mínimo posible– solo cabe decir que será hogar para un millar de huérfanos de productores; será, en Gijón, como una ciudad dentro de otra: porque en ese orfanato, con los mil acogidos, habrá cuadro completo de profesores y maestros, talleres modelo, aulas como las mejores, servicios de recreo y aseo que serán motivo de pasmo, salas de actos tan amplias como bellamente concebidas, una iglesia suntuosa, como cumple a la Casa de Dios, y, en general, toda instalación que pueda apetecer la escuela o colegio más exigente. Del Orfanato José Antonio Girón saldrá cada año una promoción de jóvenes camaradas en condiciones perfectas para hacer frente a la vida y vencer todas sus dificultades, promociones que serán pregoneras de cómo entiende el nuevo Estado español la Justicia social.
También acompaña a estas líneas un grabado referente a una obra de tipo mucho más modesto en el orden material, pero de suma importancia en el social: es ese Hogar del Pescador, creado en Gijón, respondiendo al propósito de dotar a los hombres del mar de un lugar suyo, total y absolutamente suyo, para reunirse, charlar y discutir, pontificar sobre barcos, aparejos, costeras y tiempo: en una palabra, lugar grato para la grata tertulia, que bien sabido es que ocurre con los pescadores algo semejante a lo que se da entre los mineros, que están unos y otros tan pegados a su actividad, tan fundidos en ella, que apenas si les interesan otras conversaciones que las que se refieren a sus peculiares actividades: lo demás es, poco más o menos, un mundo aparte. Por eso estos Hogares eran indispensables: por ello han logrado tan buena acogida: por eso, los que los disfrutan, saben pagar en moneda de gratitud la construcción de los mismos.
Los demás grabados que ilustran estas cuartillas, se refieren a las construcciones realizadas en La Camocha donde ha surgido un nuevo pueblo, con vida ya absolutamente independiente de aquellos de los que antes, en múltiples aspectos, dependía. Parece cosa de milagro, y no es ni más ni menos que una realización más de esa justicia social por la que, como tantas veces hemos repetido, clama Franco y que Girón realiza en cumplimiento del, para él, más grato de los mandatos.
Y terminaremos refiriéndonos también a viviendas. Anteayer, en Laviana, con la escueta sencillez que preside estos actos, porque se estima improcedente tomar como tema de propaganda lo que se realiza ni más ni menos que considerado como el cumplimiento de un deber, se procedió a entregar las llaves a los primeros sesenta beneficiarios de esos grupos de viviendas de Laviana, de los que hace días publicamos unas fotografías que hacían creer, con toda justicia, que se trataba de edificaciones de un lujoso barrio residencial en una importante capital.
Desde hace unas horas, sesenta camaradas más disfrutan de la inmensa ventaja de poder vivir en una casa que tiene sobradas condiciones para crear en ella nada menos que un hogar.
Mañana, en Nava, le será impuesta la Medalla del Trabajo a un cantero que lleva sesenta y ocho años de oficio
Una hora en Piloñeta, al pie de “Peña Mayor”
(Reportaje de los camaradas Juan Luis Cabal Valero y José María Tosal)
[fotos: “Forcau” y cordel al hombro… • El abuelo y los nietinos. Al fondo, carros de “esquirpia” de la Asturias de la honda tradición. (Foto Tosal.)
No es empresa fácil, no, llegar a Piloñeta. Hasta Nava sí que se va bien, porque hay un ferrocarril que, aunque va piano, va lontano, y hay allí, para recibirle a uno y darle la más afectuosa bienvenida, un alcalde interino que se llama Pedro Sánchez. De Nava para adelante empieza el problema: una carreterilla regular que muere poco más allá de “La Cogolla”; luego un camino de carro; después, menos que un camino… Al fin, el pueblo. Un pueblo pintorеsсо, acurrucado en la falda del Porciles, filial de Peña Mayor.
–Es –nos había dicho en Nava Pedro Sánchez– lugar de “engaceros”, “xugueros” y madreñeros. Lugar que vive del monte y de la madera que en el monte hay.
Y para ilustración de los lectores, digamos que “engaceros” son aquellos que se dedican a la fabricación de “engazos”, praderas o rastrillos; “xugueros”, los que hacen yugos, y madreñeros… ¡Bueno!, madreñeros no creemos que haya ya quien ignore lo que son.
Total, que Piloñeta es pueblo de montaña al que sólo un chofer tan valiente como Indalecio Díaz, que se jugó los neumáticos contra los mil pedruscos de la ruta por servir a un periodista, puede llegar con un coche. Cuando éste, ciñéndose a los “matos”, turbaba la paz de las dormidas corraladas, un enjambre de polluelos salía espantado de la guarda amorosa de la madre, que nos miraba con ojos asesinos. Y alguna mujeruca, mitad joven, mitad vieja, corría desalada a reunir el disperso vellón de pluma-lana.
–¡Caray con estos paisanos!
—
¿Dónde iban estos paisanos? Sencillamente, a buscar a un “paisanín”, Celestino Lavaniegos López, “Celestón de Dora”, a quien mañana, en un acto sencillo, como él, una alta jerarquía del Gobierno va a imponer la Medalla del Trabajo.
La segunda interrogación surge a seguido. ¿Y por qué?
Eso, señores, nos lo va a decir el propio Celestino, a quien Bernardo Vigón, un buen naveto que nos sirve de amable cicerone, aborda en plena “caleya”. Porque Celestino, a sus ochenta y dos años, anda por la “caleya” como un chaval de catorce. Calzadas las almadreñas, aunque el sol es de verano y el polvo blanquea el camino: “forcau” y cordal al hombro y “focete” en la derecha.
–Diba, ¿saben ustedes?, a por una carguina p'al ganau.
No hacen falta protocolos, que con el hombre que trabaja cualquiera entabla diálogo sin necesidad de ellos. Celestino adivina, sin decírselo, que somos amigos suyos, buenos camaradas suyos. Para nosotros lo es él, antes ya de conocerle, porque tenemos un respeto inmenso a cuanto representan estos robles del viejo bosque de la raza única. Celestino parece disculparse:
–Home, ya ve; alégrome munchísimo de que me hayan alcontrau. Porque ye un milagru que non tuviera trabayando n’ “El Canellu”, la obra en que toy ahora, mesmamente al pie de Nava.
¡Ahora!, a los ochenta y dos años cumplidos.
Pero lo bueno es la historia, que comienza de este modo: Erase un rapazuco de apenas trece primaveras florecidas; erase el tiempo en que la cantería gozaba en nuestra región de un prestigio extraordinario... Se horadaban los túneles del Puerto de Pajares y Celestino sintió la tentación y se fue allá, con su fuerza, su juventud y su ilusión. Jornadas duras, muy duras, sólo comparables a las que vinieron luego, en los trabajos de conservación de la carretera que une a Santander con Oviedo, con aquellos contratistas, “El Vizcaíno” y “El Gallego”. Seis años más tarde, diecinueve ya, empezó a trabajar en “el oficio”. Hasta el momento fuera tan sólo peón; de aquí, hasta ahora, ¡cantero! Ferrocarril de Económicos, ramal de Soto de Rey a Santa Ana; épocas “martillando” sin cesar para veinte compañeros; tres duros de “semanada” por seis días de trabajos, de cinco de mañana a ocho tarde; sillares y sillares desbastados... Bien puede perdonársele el orgullo con que dice:
–Non queda en Asturies unu de mi edad, nin del oficiu, nin de los otros. Porque aunque todos somos oficiales, hay unos de una “marcha”, que non saben más que asentar, y otros de otra, que sólo preparen piedra. Pero yo sé les dos coses…
Bendito viejecillo este Celestón de Dora.
—
En todas las obras que hay en Nava de más de cuarenta años hay huellas de su mano. Las hay casi en toda Asturias, si bien él nació, vivió y morirá en Piloñeta. Porque –asegura–, “los de mis años tenemos ya un pase extendíu en la ofecina p'al día que nos avisen que ye precisu machar”.
Cuando marcho –y hay para rato, se lo advertimos a ustedes– Celestino dejará el recuerdo admirable de su hombría de bien, de su vida trabajadora, de su campechanía maravillosa. Dejará, además, cuatro “fios”:
–Tuvi trece, pero hubo mala suerte y non queden más que cuatro. Unu téngolo en Bélgica; otru, n’Habana; una hembra en Madrid, y otra, conmigo, casada y con cuatro rapazucos. Entre muertos y vivos, veintisiete nietos. Y cuatro bisnietos. Lo malu ye la muyer, que de los ochenta y cuatro años que tien lleva cuarenta “baldá”, sin poder baxar a Nava. La probe, alguna vez, baxa les escaleres a gationes y cuez la torta en el llar. Pero, ¿non i pаez que ye un dolor?
Es un dolor, no cabe la menor duda. Mas Celestino pone al buen tiempo mala cara y tiene, para comer, un estómago “de toru”, y fuma unos “pitacos” tremebundos, y “fai gárgares con vinu, porque ye lo meyor p'trabayar”.
–Como tar té en Nava, media botellina cae tos los dées, en soltando de la obra.
—
Sesenta y ocho años de trabajo, sin un solo desmayo, sin un solo abandono de la obligación sagrada. Sesenta y ocho años de trabajo y una familia innumerable, también de trabajadores. Porque esto merece premio, porque esto es ejemplar, el Ayuntamiento de Nava solicitó para Celestino Lavaniegos la Medalla de Trabajo. La Delegación Provincial del Ramo la tramitó con premura y el Ministerio acaba de concederla. Mañana, una alta jerarquía del Gobierno la pondrá sobre el pecho de este paisanín de Piloñeta, cantero de pura ley, al que sus convecinos miran con respeto y al que nosotros, sus nuevos amigos, veneramos y queremos ya. Él está como el famoso chiquillo a quien acaban de comprarle los zapatos:
–¡Muy contentu! ¡Muy contentu! Eso de que esi señor venga aquí a ponel una medalla a un mamposteru como yo… Lo únicu que siento ye non saber hablar pa dai les gracies…
¿Les gracies?
Esti vieyín paez bobu. Les gracies, lo que se diz les gracies, a quien hay que dalles ye a él.
Desde Madrid. Dar de comer al hambriento
Por Juan ALBERTI
(Exclusiva para LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo)
La doctrina cristiana coloca esta caritativa acción de dar de comer al hambriento entre las obras de misericordia. La doctrina social de Franco embebida en los postulados cristianos y empujada por Girón hacia objetivos de supremo amor al prójimo, coloca este deber humano entre las obras de justicia. Y, como dijo en Málaga el ministro de Trabajo “para hablar del espíritu hay que atender al cuerpo. Y sí queremos espíritus valientes hay que dar de comer a los hambrientos”.
Para ello, para evitar que el sistema económico de un trasnochado estilo liberal proteja el desmán capitalista hacia una desenfrenada carrera de precios en ansia de lucro, Franco no vaciló en la instauración de un nuevo orden social. No se olvida, nunca, en sus discursos, de pregonar a todos los vientos que España es un auténtico régimen social. Y esto es algo más, un poco más que un simple orden económico, como afirma Girón.
Al hambriento se le da de comer soportando todos, en la proporción humana que a cada uno se le señale, “estas duras jornadas de la Patria”. Más que nada, esta comida del hambriento hay que saber compartirla con amor fraternal, con espíritu de justicia, con una alta concepción de lo cristiano que está, también, por encima del orden económico.
En este enfrentamiento que los taimados quieren hacer, colocando a ambos lados de una disputa decisiva lo social y lo económico, para obtener consecuencias desfavorables al sistema que propugna el nuevo orden, se puede terciar diciendo: más que de lo económico y lo social en disputa se puede hablar de sistemas políticos en pugna. De un lado, una concepción liberal en orden al privilegio capitalista con superioridad de procedimientos y, del otro, una concepción social basada en 1a justicia, en el principio fraternal de los postulados cristianos y en la protección al sacrosanto derecho al trabajo del obrero, que con el patrono constituye el soporte de la producción, que es vida de la Patria.
“El patrono y el obrero –dice Girón– son iguales ante la ley y también deben serlo ante la sociedad”.
De aquí se infiere que no es, ni se trata ahora, ni antes, de arremeter contra el orden económico con una bandera obrerista que todo lo arrolle. No es eso, ni nadie puede precipitarse a obtener consecuencias demagógicas de tipo unilateral. Sencillamente es que nuestro orden social, más que salir al paso al económico, sale frente a la codicia de los ambiciosos que no se detienen a considerar si comen o no comen los hambrientos.
No olvidemos que si dar de comer al hambriento es una virtud, la codicia es un grave pecado. Y salgamos al paso, como sale Girón, de la codicia que pretende parapetarse en un orden económico establecido con reservas de privlegio.
Organo provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS
El ministro de Trabajo, en Asturias
Moreda y Mieres tributaron al camarada Girón un entusiástico recibimiento
Una vez más ha venido a Asturias José Antonio Girón y una vez más su primera visita ha sido para los productores de la mina, que libremente, sin cortapisa alguna, le han expuesto sus inquietudes, sus afanes, sus ansias de ir siempre adelante en este camino de la justicia social que pregona y realiza el Gobierno que el Caudillo, preside. Desde que entró en la provincia todo lo saludó con júbilo, como a un amigo bueno al que hace tiempo no se ve. El guaje, la mujeruca enlutada, el viejo trabajador, levantaban la mano, a la vera de la ruta, en señal de afectuosa bienvenida: los arcos sencillos, cubiertos de ramaje, le decían de la alegría con que se le veía pasar; la dinamita, con su ronca voz, le cantaba el himno fuerte y bravo del trabajo. Y él sonreía, contento, porque se sabía entre los suyos e iba a escuchar, de los suyos, en el lenguaje descarnado de la sinceridad, el planteamiento de una serie de problemas a cuya solución han de tender, desde ahora mismo, sus mejores esfuerzos.
Mañana, a las seis de la tarde, hablará a los productores desde el balcón del Ayuntamiento de Mieres
(De nuestro enviado especial, Juan Luis Cabal Valero, con un reportaje gráfico de Tosal)
[fotos: La Junta Social del Sindicato del Combustible de Moreda, expone al ministro de Trabajo, camarada José Antonio girón, sus aspiraciones.– (Foto Tosal.) • Mientras el ministro de Trabajo escucha a las comisiones, la multitud de productores que se reunieron para esperarle, aguarda su salida para reiterarle las muestras de su adhesión.– (Foto Tosal.) • El delegado provincial de Trabajo, con el alcalde de Mieres y el delegado de Trabajo de dicha localidad, acompañando al ministro durante las visitas que efectuó.– (Foto Tosal.) • El camarada Cano, de la Delegación Provincial de Sindicatos, saludando al ministro de Trabajo a su llegada a Moreda.– (Foto Tosal.)]
La llegada a Pajares
Aproximadamente a las dos de la tarde, llegaba al límite de la provincia el excelentísimo señor ministro de Trabajo, acompañado del director del Instituto Nacional de la Vivienda, don Federico Mayo, y de uno de sus secretarios. A cumplimentarle habían acudido a Valgrande el delegado de Trabajo, camarada Ulpiano G. Medina, y secretario provincial de Sindicatos, camarada Ángel G. Cofiño. Tras una breve parada para almorzar, el ministro y sus acompañantes continuaron el viaje hacia Moreda, primera de las localidades que ayer había de visitar.
En todo el camino, desde el momento de su entrada en Asturias, el señor Girón fue objeto de elocuentísimas manifestaciones de afecto por parte del vecindario de los pueblos y villas que atravesaba. Aplausos, voladores, letreros con cariñosas salutaciones. A la salida de Santa Cruz, un arco, con el escudo y la bandera de España, los emblemas de la minería y la siguiente inscripción: “Los mineros de Dos Amigos, saludan a Girón.”
En Moreda
Ni un solo hueco de las casas de Moreda estaba sin colgaduras, y el pueblo en masa, con los productores libres de servicio y representaciones de todas las empresas del valle, esperaban impacientes la llegada del ilustre visitante, llenando por completo la amplia plaza de la iglesia. Al límite del concejo salieron a recibir al señor Girón el alcalde de Moreda don Alfonso de Lillo; el jefe local del Movimiento, camarada Joaquín Rodríguez Muñiz; comandante militar de la plaza, señor Mengoti; teniente jefe de línea, señor Carnicero, y delegado comarcal de Sindicatos, camarada Enrique Lorenzo; don Eloy Martino, párroco de Moreda y viejo amigo del ministro, fue a su encuentro hasta Pola de Lena.
Una enorme bandera nacional ondeaba sobre la torre del pozo “San Antonio” y el bloque de viviendas inaugurado recientemente aparecía profusa y bellamente engalanado.
Tres descargas fueron el anuncio de que la caravana de coches se acercaba. Como por ensalmo, los montes comenzaron a estallar, y en un segundo el horrísono concierto adquirió caracteres imponentes. Desde “el quinto de Moreda”, el “primero de Mariana”, el pozo “San Antonio”, “Velasco Herrero” e “Industrial Asturiana”, la dinamita enviaba sus estruendosos saludos. Por si fuera poco, un sin fin de cohetes reventaban en el aire, y (pasa a la página cinco) así, a las seis a menos veinte de la tarde, hacía su entrada en la plaza el ministro de Trabajo, al que el público tributó una ovación clamorosa. Guardias municipales y guardas jurados hubieron de realizar verdaderos esfuerzos para impedir que la gente, en su entusiasmo, cerrara el paso al camarada Girón, que llegó en compañía del señor Mayo, de los camaradas Medina y Cortina, de don Eloy Martino y de los procuradores en Cortes, señores Sopeña y Pendás.
No cesaron ni un instante, durante la hora y media que el ministro permaneció en la Casa Sindical, y aún diez minutos después, las explosiones de la dinamita, ni por un segundo, la multitud abandonó sus puestos en tanto el señor Girón recibió a las distintas comisiones que fueron a exponerle sus problemas.
Recibo de comisiones
Acompañado por el delegado provincial de Trabajo, el ministro recibió primeramente a la Junta Social del Sindicato de Agua, Gas y Electricidad, de Santa Cruz, que le formuló varias peticiones.
La Junta Social del Combustible, también de Santa Cruz, expuso asimismo, sus aspiraciones. Y, seguidamente, la Junta del Combustible de Moreda hizo ante el ministro una exposición de las medidas y mejoras que deben llevarse a la reglamentación.
La Hermandad de Labradores y Ganaderos de Aller pidió el suministro de piensos y semillas a las cooperativas del campo, la concesión de un crédito para la construcción de una casa sindical en Cabañaquinta y otra en Moreda. Libertad de venta de la carne, pase de los productos del campo a manos de las Hermandades. Reglamentación social para los trabajadores del campo y mejoras de las condiciones económicas en el trabajo de los braceros.
Una representación del Círculo Cultural y Recreativo de Caborana presenta un pliego solicitando se dote a dicha entidad de un local capaz para el desenvolvimiento de sus actividades, puesto que el actual resulta insuficiente para la población de esa localidad próxima a aumentar considerablemente en cuanto se terminen las viviendas que allí se construyen.
Don Eloy Martino hizo llegar a manos del ministro una infinidad de cartas conteniendo diversas peticiones, especialmente de viudedad y madres de productores muertos en accidentes de la mina. A todos escuchó complacidamente el señor Girón, y en muchas ocasiones tuvo atinadas observaciones acerca de los temas que a su consideración se sometían. Y después de hora y media de permanencia en la Casa Sindical de Moreda, y en medio de la fervorosa adhesión del pueblo, emprendió la marcha hacia Mieres, deteniéndose antes de llegar a Figaredo, para visitar el bloque de viviendas que allí existe.
En Mieres
La llegada a Mieres tuvo los mismos caracteres de popular entusiasmo que en Moreda. En la puerta de la Casa de España cumplimentaron al ministro de Trabajo, el alcalde y jefe local del Movimiento, camarada José María Álvarez, el delegado de Trabajo y de Sindicatos, camarada García Prendes, y el diputado provincial, don Francisco Martínez, que le saludó en representación del presidente de la Excelentísima Diputación Provincial, poniéndose a sus órdenes.
El señor Girón visitó en primer término el Hogar del Productor, para el que tuvo palabras de encendido elogio. Admiró luego las fotografías de Antonio Campaña e inspeccionó, finalmente, las obras de la monumental piscina que Educación y Descanso construye en Mieres, escuchando las explicaciones que acerca del proyecto le dio el arquitecto de la Obra Sindical del Hogar, camarada Somolinos.
Depués, el delegado local de Educación y Descanso, camarada Luis Cabeza, habló con el ministro de diversos temas relativos al Hogar del Productor y a las necesidades deportivas de la Obra en Mieres. El ilustre visitante prestó la mayor atención a cuanto se le decía, y prometió que muy en breve se realizará un estudio del cual podría muy bien salir algo que constituyera para los mierenses un auténtico acontecimiento.
En uno de los salones del Hogar del Productor recibió el ministro, en primer término, a los antiguos alumnos de la Escuela de Capacitación Social de Madrid, quienes solicitaron se amplíe el número de promociones de metalúrgicos y mineros que corresponde en dicha Escuela a Mieres y se aprueben las conclusiones del II Congreso Nacional. La Sección Social del Sindicato del Metal y la Sección Social del Combustible, formularon diversas peticiones de mejoras en la reglamentación del Trabajo, seguros sociales, etcétera.
Mineros y metalúrgicos regalaron al señor Girón una lámpara de mina.
A continuación, hicieron sus peticiones las secciones de Combustible de Olloniego, Pola de Lena y Turón, y dos comisiones presididas por los señores párrocos de Ablaña y Rebollada.
Cerca ya de las nueve abandonaba el señor Girón la Casa de España de Mieres. Y entre los aplausos entusiastas del público que esperaba su salida, se dirigió a la capital.
Llegada a Oviedo
A las nueve y media de la noche llegó a esta capital el ministro de Trabajo, camarada José Antonio Girón, siendo recibido en el hotel Principado, donde se hospeda, por el general gobernador militar de la provincia, general Hidalgo de Cisneros; gobernador civil en funciones, don Joaquín de la Riva; presidente de la Excelentísima Diputación, camarada Vigón; alcalde de Oviedo, don Manuel García Conde; rector de la Universidad, don Sabino Álvarez Gendín; jerarquías sindicales y otras nutridas representaciones de la ciudad. El camarada Girón se retiró después a sus habitaciones, y más tarde cenó en la intimidad con las autoridades.
Mañana hablará el ministro del Trabajo a los productores de la Cuenca del Caudal
Ante las reiteradas peticiones de las Secciones Sociales de diversos Sindicatos de Moreda y Mieres, el ministro de Trabajo, camarada Girón, atendiendo las razones por aquellos expuestas, de insuficiencia de local, ha accedido a pronunciar su anunciado discurso mañana, lunes, desde el balcón principal del Ayuntamiento de Mieres. La hora de comienzo será la de las seis de la tarde, en lugar de las siete como primeramente se había proyectado.
Programa de actos para hoy
Después de oír misa en Oviedo, a las nueve y media, el excelentísimo señor ministro de Trabajo saldrá para Nava, donde procederá a imponer la Medalla de Trabajo al obrero cantero de aquella localidad, Celestino Lavaniegos.
A las doce llegará a Gijón, donde recibirá, en la C. N. S., a las juntas y enlaces de dicha villa. A las doce y media, almuerzo en Somió, y a continuación visita a las obras del Patronato José Antonio Girón.
A las seis de la tarde recibirá en Sotrondio a las juntas sindicales de dicha localidad y a las de Ciaño, Santa Ana y Laviana. A las ocho, en Sama de Langreo, serán recibidas las juntas sindicales de Sama, La Felguera y Tudela Veguín, regresando seguidamente a pernoctar en Oviedo.
La Nueva España, en Gijón
Importante reunión de los conserveros gijoneses que hoy se entrevistarán con el ministro de Trabajo
Ayer han celebrado una interesante reunión los industriales conserveros de la población para ponerse de acuerdo en diferentes problemas que les afectan, a fin de visitar en su viaje a esta villa al ministro del Trabajo camarada José Antonio Girón.
Trataron de asuntos de carácter administrativo y de régimen interior, y también de problemas de tipo general, entre ellos el que obliga a limitar la fabricación de anchoa, que es uno de los productos que más rendimiento dan a las fábricas conserveras, debido a la falta de aceite. Al limitar o paralizar esta fabricación, se impone el despido de personal, con los consiguientes perjuicios para el productor.
Otro de los problemas que pondrán en conocimiento del ministro, es que tienen concedido el permiso de importación de hojadelata alemana para la fabricación de envases, y que necesitan el rápido despacho de los pedidos para poder trabajar durante el invierno.
La Nueva España, en Mieres
Jefatura Local del Movimiento
Ante la visita a esta villa del ministro de Trabajo, se ruega a todos los camaradas en esta Local se presenten en esta Jefatura el próximo lunes, día 13, a las cinco en punto de la tarde.
Moreda
Se advierte a todos aquellos productores que piensen trasladarse a Mieres para escuchar el discurso que mañana pronunciará en aquella villa el ministro de Trabajo en las oficinas de la C. N. S. se les darán las instrucciones necesarias para el traslado.
El tren especial organizado para tal fin saldrá de Moreda a las cinco de la tarde.
Información de Langreo. Sama
La visita de Girón
Medios para trasladarse a Mieres a escuchar el discurso que pronunciara en esta localidad
A las ocho de la tarde de hoy, domingo, llegará a Sama de Langreo el camarada Girón, ministro de Trabajo. En el Colegio Municipal recibirá a varias comisiones y a las juntas sindicales de todas las actividades del concejo.
Mañana, lunes, el camarada Girón hablará a todos los productores de Mieres, y a tal efecto, la Delegación de Sindicatos de Sama de Langreo pone a disposición de todos aquellos que deseen trasladarse a dicha localidad, vehículos que saldrán del domicilio de la Delegación, a las cinco de la tarde.
Organo provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS
El ministro de Trabajo pronunció ayer en Mieres un discurso trascendental
Millares de productores de toda la provincia aclamaron al camarada Girón con caluroso entusiasmo
(De nuestros redactores, camaradas Cabal Valero y Tosal.)
[fotos: En esta panorámica de la plaza del Ayuntamiento de Mieres, tomada durante el discurso de Girón, puede apreciarse la incalculable multitud que acudió a escuchar al ministro de Trabajo. • El pescador de Llanes, Toribio Juan Gote, momentos después de haberle sido impuesta en Gijón, por el camarada Girón, la Medalla al Mérito en el Trabajo. (Foto Lena.)]
Representaciones de todos los productores asturianos se dieron cita ayer, en Mieres, para oír la palabra del ministro de Trabajo, que iba a hablarles de la verdad de España, de la preocupación del hombre providencial que rige sus destinos por llevarla a la cima de su grandeza histórica: de la firme voluntad de ser una nación inmortal, cara a todos los escollos de la incomprensión, del odio o de la intriga; de la confianza que en ellos, en los productores de Asturias, tiene puesta el Caudillo, como colaboradores de primera línea en la ingente tarea que aún hay que realizar.
Mineros, metalúrgicos, campesinos, marineros… Mozos fuertes, ancianos que ya conocen la tranquilidad de la jubilación, aprendices con la ilusión abierta a un mañana mejor. Toda la gran familia productora en torno al camarada que en su ministerio recoge sus inquietudes, las eleva a Franco y ejecuta luego las consignas de éste de avanzar cada día un paso, paso firme, sin posibles vueltas atrás en el camino que lleva hacia el orden social que el nuevo Estado encarna.
Y la villa de Mieres hizo fiesta grande para recibir a los millares y millares de trabajadores que a ella se trasladaron, utilizando trenes, autocares, camiones, bicicletas… Todas las carreteras eran un hervidero de gentes y ya en el punto de destino, dos horas antes de la anunciada para el acto, era de todo punto imposible dar un paso. El Ayuntamiento, desde cuyo balcón principal había de hablar el camarada Girón, se hallaba materialmente cubierto de banderas, reposteros y tapices: su fachada principal presentaba un bello aspecto y lo mismo ocurría con la amplísima plaza, ornada con centenares de gallardetes. Grupos cada vez más nutridos llegaban sin cesar y a las cinco y media el golpe de vista era realmente impresionante.
Minutos antes de las seis, las primeras descargas de dinamita anunciaron la proximidad del ministro. En seguida, como en una traca inmensa, ensordecedora, de verdadera pesadilla, las explosiones se engarzaron unas a las otras y los montes parecieron querer derrumbarse sobre la multitud. Por encima de ésta, como velas tendidas a un viento de triunfo, comenzaron a aparecer las pancartas: “El Frente de Juventudes, por Girón”, “por Franco y Girón”, “Somos, con tus mismas palabras, una red de hombres vigilantes y alerta, pendientes de alcanzar la meta final revolucionaria”… Expresiones de gratitud, promesas de fidelidad, reiteración de una postura indeclinable.
Ante el edificio de la Casa Consistorial, representaciones de las centurias “Auseva”, “Minera”, “Elcano” y “Santa María”. Aprendices de Mieres, de Turón, de Moreda y Figaredo: esperanzas ciertas para un mañana cercano: muchachos tostados por los soles de los campamentos y curtidos en el cotidiano hacer.
Una ovación cerrada, honda, tonante como la misma dinamita, saluda al ministro de Trabajo cuando éste baja del coche, acompañado del alcalde de la villa y del delegado provincial de Trabajo. La Banda municipal interpreta el himno nacional, los brazos de extienden en saludo y los guiones del Frente de Juventudes se inclinan. Así, en este ambiente cálido de patriotismo, entra el camarada Girón en el Ayuntamiento, en cuyo salón de sesiones conversa unos minutos con las personalidades que le acompañan desde Madrid en este viaje y las autoridades y jerarquías que han acudido a saludarle. Y a las seis y diez se anuncia que el ministro de Trabajo va a pronunciar su discurso. Cuando aparece en el balcón vuelven a estallar los aplausos y los vítores, y al acallarse éstos, transcurrido un buen rato, José Antonio Girón empezó a hablar. Su discurso podrá verlo el lector en otro lugar del periódico. Digamos nosotros que, por encima de todo, se ha tratado de una pieza oratoria que, aparte sus méritos literarios, elevadísimos, ha tenido la gran virtud de la sinceridad, de esta sinceridad única que en sus palabras y en su gestión ponen los hombres de la Falange. Cada cosa ha tenido en él su nombre justo, cada tema su exposición cruda, ajustada al instante, enfocada desde el punto de vista de un positivismo impuesto por la situación actual del mundo e iluminada por la fe inquebrantable en los destinos de la Patria y en la mano que hacia ellos la conduce. Puntos de enorme, de decisiva trascendencia, como aquellos que tratan de la consideración del inválido, a los efectos del Seguro de Enfermedad, como productor activo, y la creación de los Jurados de Empresa. Y el canto admirable, conmovedor, emocionante, a esta Asturias brava, cuna de reconquistas, capaz de serlo otra vez en la gran batalla de la economía española.
Dos horas y media estuvo hablando Girón y ni uno solo de los que le escuchaban se movió de su sitio, prendido en el interés de lo que dijo. Sólo de vez en cuando las ovaciones, los vivas, las interrupciones ingenuas y pintorescas del pueblo y el retumbar espantoso de los “paquetes”, que parecía anunciar el fin del mundo, cortaron el discurso. Cuando éste acabó, ya la noche encima, ya las montañas circundantes cuajadas de lucecillas, el entusiasmo popular lo arrolló todo. La banda de música interpretó el “Cara al Sol” y las gargantas, medio ahogadas de emoción, (pasa a la página tres) lo lanzaron briosamente, gallardamente, al aire fresco de la anochecida. Girón dio los tres gritos que son norma y la multitud enronqueció gritando ¡Arriba España! y ¡Viva Franco!
Luego, un verdadero delirio. El Frente de Juventudes forma calle hasta el coche del ministro; el gentío no le deja andar; las aclamaciones no cesan… Y así va en su automóvil, lenta, muy lentamente, precedido de banderas y pancartas, rodeado de la devoción de los trabajadores de Asturias, hasta la Casa de España, donde recibe a las Mutualidades y Montepíos de todas las actividades provinciales, a la del Combustible de León y a un sinfín de viudas, accidentados, camaradas de antiguos y gloriosos combates, que acuden a exponerle sus cuitas, a contarle su vida, a buscar en él justicia y amistad.
Muy tarde ya regresaba a Oviedo el ministro de Trabajo. La despedida que le tributó Mieres fue tan inolvidable como la jornada que acaba de vivirse.
El ministro de Trabajo, recibió ayer a varias comisiones de esta capital
El ministro de Trabajo, camarada José Antonio Girón, permaneció durante la mañana de ayer en el hotel Principado, donde se hospeda, recibiendo las visitas de varias comisiones y a particulares que le fueron a cumplimentar.
La jornada del domingo
Como informó con la necesaria extensión nuestro colega “Carbón”, el ministro de Trabajo inició su jornada del domingo con una visita a Nava, donde se celebró el acto de imponer la Medalla del Mérito del Trabajo al productor Celestino Lavaniegos. Tras un breve y certero discurso en que exaltó la virtud del trabajo y los sentimientos de admiración ante la actitud humana de un trabajador incansable, Girón impuso sobre el pecho de Celestino la mejor enseña laboral, en medio de una clamorosa ovación, que fue rubricada con el himno del Movimiento.
En Gijón
Desde Nava, el ministro de Trabajo se dirigió a Gijón, donde fue recibido en la Casa Sindical por las jerarquías y representaciones sindicales y del Movimiento.
Recibió a diversas comisiones de las Cofradías de Pescadores del litoral, imponiendo la Medalla del Mérito al Trabajo al marinero Toribio Gote, que culmina sus méritos con sesenta años de servicio a la Patria sobre las dificultades marinas de todo el mundo.
De la Casa Sindical se dirigió el ministro de Trabajo al Restaurante Falín, donde almorzó con las jerarquías sindicales y de Trabajo y los miembros del Patronato de la Fundación Girón.
Terminado el almuerzo se dirigió a visitar las obras del Orfelinato, que fueron detenidamente observadas y atentamente seguidas las explicaciones de tan ingente obra hechas por el arquitecto director de las mismas.
En la cuenca minera
Una vez terminada la visita a la Fundación Girón, el ministro salió a visitar la cuenca minera de Langreo, deteniéndose en Laviana, Sotrondio, Ciaño Santa Ana y Sama, recibiendo a comisiones sindicales y haciendo una detallada visita a los dispensarios de silicosis de la Caja de Accidentes en Sama; al Dispensario del Seguro de Enfermedad de la Duro Felguera y a los Hogares Sindicales de Ciaño Santa Ana y Sotrondio, regresando a Oviedo, donde pernoctó.
→ José Antonio Girón, A los trabajadores asturianos
¡Como tú digas, jefe!
Cualquiera sabe hasta dónde se adentra, en el mito, la confianza de las multitudes, o dónde el mito se diluye hacia una desbordada torrentera colectiva de confianza en el hombre, en un hombre. Siempre se sabe, mucho mejor, lo que se ve y lo que se oye que lo que se vislumbra. Y uno ve, entre zagales que retozan sobre el magnífico verde astur, o por entre el pasmado gesto de admiración, una ruidosa actitud masiva de cordial devoción hacia el conductor, una admiración segura que ha dejado atrás, despreocupada, la confianza que tranquiliza los pechos agitados.
Y uno ve ruidosas llamaradas de júbilo explosivo que florecen la ansiedad de los espíritus anhelantes. De los montes que ajustan la cintura mineral de Mieres, irrumpen sonoridades de estrépito geológico que quieren ser latidos de un jubilar afecto colectivo. Después, el estruendo agita la emoción embalsada entre la arboleda y conmueven el rumor humano que se enciende en luminosas convulsiones de pasmo popular con el relampagueo de la dinamita.
Mientras los fogonazos de la cartuchería gruesa sacuden el espanto de los ojos, es la sonoridad de una oratoria estallante y rotunda, de la sólida frase de Girón, la que hace indecisa la atención del oído. Porque el oído, como los ojos, que ya no saben lo que ven, apenas puede precisar si lo que estalla en su entraña asustada es la dinamita minera, jubilosa y devota, o la oratoria de Girón, decisiva y pasmosa.
Y cuando los montes callan para que el silencio repose en sus laderas pobladas de esperanzas humanas, es el hombre el que estalla en palabras de certera precisión dialéctica. Este hombre es Girón, y ha nacido en Castilla, en una Castilla que en fuerza de sentir resecos los labios por su infinita sed de justicia, miró hacia el cántabro litoral y se fijó en Asturias. Por eso el castellano de la voz potente, de la voz que apaga el estruendo de la pólvora, busca en los jadeantes pechos de los mineros un eco de rocosa solidez varonil, donde pueda hacerse inextinguible la sonoridad irrefutable de su verbo.
Su verbo es robusto, con una robustez que se aploma sobre una base segura: sobre su obra. Y su obra está allí, entre el pasmo de los mineros y el estruendo de la dinamita, desafiando todos los ruidos, todos los embates y todas las críticas de una impotente reacción caduca. Más que él, más que el hombre acuciado por una inquietud irrefrenable, es su obra la que estalla en una explosiva pregunta de anhelos y esperanza: “¿Y cómo podremos hacer justa esta verdad?”, pregunta con un gesto de sorpresa.
Una voz joven, llena de confianza humanizada tras el mito, responde con impresionante sencillez: “¡Como tú digas, jefe!”,
Es ahora, en este instante de la emoción y del discurso, cuando uno empieza a darse cuenta de lo que ve y de lo que oye: de lo que vislumbra. Porque ya se clarea, entre la nubosa duda de un ayer oscuro y un hoy de alboradas, el indeciso amanecer de la esperanza minera. Es la confianza que se ha adentrado en la seguridad de un empeño sin riesgos tras el Jefe. Y es el Jefe el que dice, para que la confianza haga lo que se le manda. Lo que dice el Jefe que habla, el hombre que conduce por caminos de solidez a la esperanza que labora, es lo que piensa Franco, lo que impulsa al Caudillo, lo que acucia su insatisfecho anhelo para mejor destino de la Patria. Ahora, el Jefe que habla es Girón, para interpretar al Jefe que ordena, que es Franco. Ahora es la voz juvenil del minero astur, como un clarín vibrante de sempiterna rebeldía, la que encuentra el instante de la esperanzada devoción para decir a Girón: “Nosotros, los mineros asturianos, cansados de servir de carne de explotación y de cebo al egoísmo fratricida, haremos lo que tú digas, Jefe. Porque lo que tú dices es lo que quiere Franco”.
J. A.
Organo provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS
El ministro de Trabajo, camarada Girón, inauguró ayer la Residencia Sanitaria de la Caja Nacional del Seguro de Enfermedad
Después de este acto, emprendió viaje de regreso a Madrid
[fotos: El ministro de Trabajo inauguró ayer oficialmente la Residencia Sanitaria de la Caja Nacional del Seguro de Enfermedad, instalada en Oviedo. El ministro dio plena efectividad al acto inaugural, sometiéndose a la observación del oftalmólogo señor Bajo Estébanez, por sufrir molestias en un ojo. El diagnóstico fue que la cosa no tenía ninguna importancia. Antes y después de someterse a la observación citada, Girón visitó detenidamente las instalaciones de la Residencia.– (Foto Tosal.) • El camarada Girón, acompañado del delegado provincial de Trabajo, camarada Medina, llega a la Residencia Sanitaria de la Caja Nacional del Seguro de Enfermedad, para proceder a su inauguración oficial.– (Foto Tosal.)]
La estancia del ministro de Trabajo, camarada José Antonio Girón, en esta provincia, culminó ayer con la inauguración oficial de la Residencia Sanitaria provisional de la Caja Nacional del Seguro de Enfermedad, en las cercanías de la plaza de América de esta capital. El edificio ha sido construido recientemente, elevándose su presupuesto a pesetas 4.900.000. Tiene, actualmente, una capacidad para setenta camas y está dotado de todos los servicios.
Estaban presentes en el acto el delegado provincias de Trabajo, camarada Ulpiano G. Medina; alcalde de la ciudad, señor García Conde; el fiscal provincial de Tasas; el director del establecimiento, doctor López Cotarelo; administrador, don Carlos López Sela; delegado provincial del Instituto Nacional de Previsión, camarada Cipriano Cuesta; director general del Instituto Nacional de la Vivienda, camarada Federico Mayo; subdirector de la Caja Nacional de Seguros de Enfermedad, señor Lafont; director provincial del Seguro; médico de guardia de la Residencia, don Luis Gómez Sabugo; doctor García Díaz y otras representaciones de la ciudad.
El excelentísimo señor obispo de la diócesis, doctor Lauzurica, procedió a la bendición de los locales. El ministro recorrió todos los departamentos y conversó, uno por uno, con todos los enfermos, interesándose por sus dolencias y deseándoles pronta curación.
El ministro, al abandonar el edificio, fue despedido con demostraciones de entusiasmo y afecto por las personas allí congregadas.
Con el ministro, retorna a Madrid el director general del Instituto Nacional de la Vivienda, y hasta Valgrande fue acompañado por el delegado provincial de Trabajo, camarada Ulpiano G. Medina.
La Nueva España, en Gijón
“Casa tendrás, camarada”, dijo el ministro de Trabajo a un productor gijonés
La visita del ministro de Trabajo a esta villa, realizada el domingo, ha sido breve, реro ha sido fructífera. El camarada Girón recibió muchas comisiones que expusieron problemas que caen bajo su jurisdicción de ministro y tomó nota de todo con esa atención de camaradería que ha dejado un poco confusos a los que a él acudieron en sus peticiones. No creían que a un ministro se le podía estrechar la mano y tratarlo de tú. No suponían que un ministro pudiese recibirles con esa cordialidad que reflejaba confianza y atenderles con minuciosidad en sus peticiones. Creyeron que el protocolo era más complejo y cuando lo vieron tan diáfano y sencillo hubo asombro en la mente de los visitantes.
Se marchó el ministro de Trabajo, pero dejó una estela de gratitudes en el pueblo, que cada día se amplía a través de los comentarios.
Vamos a recoger una breve anécdota de un productor de la Junta de Obras del Puerto, José Villanueva, que llegó a él sin trabas ni dificultades, y que marchó de la entrevista con la diestra del ministro puesta en su hombro, en despedida fraterna.
José Villanueva llevaba un escrito solicitando del camarada Girón una vivienda modesta, de esas que se están terminando en Santa Olaya y que llevan el nombre de Francisco Franco. Le dijo el productor que él tenía su vivienda en Cimadevilla, de la que fue desalojado para construir las viviendas para pescadores. Como no era pescador, se quedó sin vivienda. Tiene tres hijos ya un poco mayores, y con ellos y con su esposa vive en un cuarto alquilado. La habitación es reducida y se plantea un problema moral. No pueden vivir padres e hijos hacinados.
El ministro oyó la exposición de estos hechos, comprendió el razonamiento del productor, y tuvo una frase que el productor repite, lleno de jubilosa esperanza:
–“Casa tendrás, camarada”, le dijo Girón.
Y Girón ordenó que su escrito fuese recogido y se le presentase en Madrid para darle viabilidad.
La ruta del ministro de Trabajo desde su salida de Asturias está trillada por la devoción de todos los productores asturianos sin excepción.
Información de Mieres
El ministro de Trabajo pasa por Mieres, de regreso a Madrid
El excelentísimo señor ministro de Trabajo, camarada Girón, pasó por Mieres, hacia las dos de la tarde de ayer, en su viaje de regreso a Madrid. Aprovechó unos instantes para visitar el Sanatorio del Seguro de Enfermedad y Ambulatorio de Mieres –que construye el Instituto Nacional de Previsión–, en comрañía de los doctores Azcona, inspector general del Seguro de Enfermedad; Sabugo, inspector nacional de los Servicios Sanitarios, e Isa, inspector provincial del mismo Seguro.
Igualmente, le acompañaron el ingeniero jefe de la casa constructora R. Ramón Beamonte, don Carlos Sánchez del Río, y otras personalidades.
Organo provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS
Desde Madrid. La lección política de Mieres
Por Juan ALBERTI
(Exclusiva para LA NUEVA ESPAÑA, de Oviedo)
De todos cuantos pronunció Girón, desde que lleva en sus manos el timón del Ministerio de Trabajo –que es una supernave dificilísima–, ninguno como el pronunciado en Mieres ha causado tanta sensación, ni tan buen efecto.
En Madrid, periódicos como “Arriba”, que dieron una versión taquigráfica, agotaron su tirada y hasta reciben encargos de más ejemplares, o de una repetición de los mismos. Las gentes han tardado en leerlo, porque el discurso es largo y es sólido, pero empiezan, ya, a meditarlo y terminarán por comprenderlo.
No importa que las gentes tarden en llegar a una perfecta comprensión de lo dicho por Girón en Mieres. Lo que hace falta es que lo lean y relean, que analicen las verdades vertidas a chorro sobre la crítica pertinaz y sofística, que examinen los hechos puestos de manifiesto. Porque, en Mieres, Girón no hizo sino repasar su labor, la ordenada por Franco; exponer lo hechos, fundamentar las causas y analizar futuros objetivos de lo social que aún no han sido apenas más que atisbados.
El ministro de Trabajo ha demostrado con su lección de Mieres muchas cosas necesarias al conocimiento de las gentes y faltas de demostración. Lo primero, ha dejado inconcuso que ha sabido realizar antes, para fundamentar después. Lo segundo, que a la hora de encontrar fundamentos sociológicos, morales, cristianos y hasta económicos –ya tropezamos con la economía–, Girón está tan perfectamente preparado y formado como estuvo para realizar, sobre la marcha, todo cuanto se lleva realizado en España desde que Franco ha tomado las riendas de nuestro destino político.
Por eso es definitiva la lección política de Mieres: porque ha dejado bien patente que, en política, también es lo primero vivir, después filosofar. Y la oración de Mieres fue la filosofía bien nutrida de argumentos que sigue, en el turno de la meditación, a la lucha por la vida, a lo primero.
Nos dicen que, anoche, Radio Moscú rebatió las afirmaciones de Girón sobre el suicidio de un dirigente comunista español, invitándole a ir a Rusia a comprobarlo. Sería mucho más elocuente y decisorio que dejasen venir a España a José Díaz.
A lo que se ve, la polémica está planteada alrededor de la lección de Mieres. Como asturianos, demos gracias a Girón por haber escogido Asturias para su discurso más trascendental; por haber acertado, líricamente, a cantar la Asturias de la lírica y de la épica. Y por haber situado en Mieres del Camino este canto a la tierrina, que es la madre de los asturianos.