Filosofía en español 
Filosofía en español


Carlos Pereyra

El odio a la Iglesia y a la propiedad, base de la enseñanza infantil en Méjico

Los tomos de la “Colección Escolar Socialista” son los utilizados para la enseñanza en las escuelas. En sus páginas, escritas en prosa y verso, con una constante ausencia de sintaxis, de ortografía y de puntuación, no se tratan más que temas encaminados a sembrar en el alma del niño ideas sociales revolucionarias

los cabecillas no han sabido dirigir ni una sola palabra inteligente a la niñez nacionalizada


[Colección Escolar Socialista. ¡Libértate! Para Él. 2º Ciclo. – 1er. Grado de la Escuela Primaria. Por la profesora María Luisa Vera y José Muñoz Cota. 1ª edición. Distribuidores exclusivos para la República Mexicana: Herrero Hermanos Sucesores, Oficinas Generales y Almacenes: 4ª Comonfort nº 44. Apartado 671. México.]

portada

“¡Libértate!” Este es el título de uno de los libros de la Colección Escolar Socialista, utilizados en la escuela primaria. Sus autores pertenecen a la Federación de Escritores Proletarios.

Hay muchos géneros de socialismo. Pudiéramos decir que no existe el socialismo en singular. Doctrinalmente, y hasta en su aspecto exterior, los socialismos apenas tienen aire de familia. Pero, cualquiera que sea el carácter, el tono y hasta la temperatura de un socialismo, cuando ha conquistado el poder no emplea los métodos que le sirvieron para adueñarse de los resortes de la gobernación. Uno es, por lo tanto, el socialismo cuando ataca desde el guardacantón, y otro cuando ejecuta actos de gobierno. Ya no necesita enloquecer a las masas para que luchen; las disciplinas para que se sometan a una dirección. O se cumple el plan concebido en la oposición, y para ello es preciso ordenar todos los pasos de la marcha, o se renuncia a determinados fines, y en trance de timidez, el directorio procede con la cautela de la charlatanería calculadora que da máquina atrás sin confesar que se retracta.

En Méjico el socialismo se ha adueñado del país. Su dominación desconoce todo límite. Y, sin embargo, en vez de proceder a las realizaciones de un programa, hace el juego doble e innoble de dar garantías al capital amigo, sobre todo extranjero, mientras enardece por otro lado a sus secuaces para que se arrojen sobre el capital enemigo. Por una parte desempeña funciones de agencia Cook, invitando a los turistas y seduciendo a los hombres de negocios. Por la otra, practica un sistema de gobierno impotente que solicita chusmas para la violencia de la justicia revolucionaria. Las peroraciones de Lázaro Cárdenas no son actos de dirección, sino prueba de incapacidad ejecutora dentro de su programa caótico.

El desconcierto gubernamental aparece más ostensible todavía en el orden pedagógico. Es patético si vemos la situación de un país así dirigido. Desde que asomó el «constitucionalismo» de Carranza, cada demagogo de campamento o de congreso pedía la «escuela racionalista», superación de la enseñanza «laica», que por un escrúpulo de anticuado liberalismo no aniquila «el prejuicio religioso». En el congreso constituyente de Querétaro se impuso la enseñanza laica sobre la racionalista del admirado Francisco Ferrer. Pero avanzaron los tiempos. El pensador de Agua Prieta, Plutarco Elías Calles, dio la voz de mando. Con la elocuencia de que puede disponer, asmática y coja, apoyada en tranquillos, definió el desiderátum. La revolución entraba en un nuevo período. «Lo llamaré psicológico», decía el maestro. «Es absolutamente necesario desalojar al enemigo de la trinchera que ocupa el clero, que ocupan los conservadores. Quiero hablar de la educación, quiero hablar de la escuela. Sería una grave equivocación, sería un error irreparable, no arrancar a la niñez, no arrancar a la juventud, de las garras del clero, de las garras de los conservadores. Desgraciadamente, la escuela está dirigida por elementos clericales, por elementos reaccionarios. No podemos entregar el porvenir de la Patria, el porvenir de la revolución, a manos enemigas, a manos clericales, a manos reaccionarias. Con mucha astucia dicen los clericales, dicen los reaccionarios, que el niño pertenece al hogar, que el joven pertenece a la familia. Esta es una doctrina egoísta, porque el niño, porque el joven, pertenece a la comunidad, y la revolución tiene el deber imperioso de apoderarse de las conciencias, de desarraigar los prejuicios y de formar la nueva alma nacional. Por eso excito a todos los gobiernos, a todas las autoridades y a todos los elementos revolucionarios a que vayan al terreno que sea necesario, porque la infancia y la juventud deben pertenecer a la revolución…» El Jefe Máximo de las tabernas fronterizas hablaba así el 19 de julio de 1934. La Cámara de diputados se apresuró a obedecer. El 17 de agosto se publicaban en «El Nacional», órgano del partido único, las bases del nuevo artículo 3.° de la Constitución, tal como ha debido sufrirlo la nación.

 
Protesta de la Universidad

En septiembre protestó la Universidad. A esta autorizada condenación del atentado, han seguido otras manifestaciones de indignación, todas estériles. La tarifa impuso su ley. Pero al ponerla en práctica aparece la indigencia doctrinaria de un socialismo que sólo tiene armas para dominar brutalmente. Fusila, encarcela, confisca, saquea, enriquece a los de la pandilla, pero no sabe dirigir una palabra inteligente a la niñez nacionalizada. Uno de los ministrículos de Educación, caracterizados por su mentalidad embrionaria, decía en una reunión solemne de maestros y estudiantes, lo que sigue: «La Escuela Socialista resuelve la pregunta (una escuela resuelve preguntas) que hacen a la juventud los trabajadores porque la revolución ya no permanece muda como una estatua de sal (las estatuas de bronce hablan hasta por los codos); porque la antigua escuela laica aborda los problemas (este sujeto resuelve preguntas y aborda problemas), sin resolverlos con éxito; porque esta juventud ya no es cobarde, silenciosa y eunuca; ya no oscurece su pensamiento en las «elucubraciones» (así) ultraterrestres; porque esta generación es optimista y lucha con energía y con sacrificios por ajustar su posición, como elemento de gran valer en la formación de la nueva conciencia…» Es el tipo Calles-Cárdenas y Cárdenas-Cedillo para «la formación de la nueva conciencia». Consúltese toda la oratoria de Calles, compáresela con la de Cárdenas, y véase si hay un solo rasgo diferencial entre los tópicos de los dos modelos.

Se me remite, como demostración de salvajismo integral, una «Colección escolar socialista». Los títulos expresan la tendencia, categoría y valor de la pedagogía oficial consagrada: «Orientación» (para el primer ciclo, segundo grado, de la enseñanza primaria); «¡Libértate!» (para el segundo ciclo, primer grado, de la enseñanza primaria.) En los dos libros se condena la propiedad y los empresarios son denunciados como bandidos. No obstante esto, la portada contiene una reveladora declaración: «Distribuidores exclusivos para la República mexicana…» (Aquí el nombre de los negociantes.) Y a la vuelta una negación del socialismo enseñado por los autores: «Queda asegurada la propiedad artística y literaria de esta obra, conforme a la ley, por sus distribuidores, 1935.» «Los distribuidores llevan a todo el país un alarido de tan pedagogos apaches, pero no lo hacen en un impulso de propagandistas, sino para el injustificado lucro burgués de explotadores que sacan provecho hasta de la emancipación de los niños proletarios.» ¿Los padres o los contribuyentes pagan el beneficio de los distribuidores? El punto debería reservarse para su dilucidación en próximas ediciones de los encantadores libritos.

Están en prosa y verso, con una ortografía, una sintaxis, un léxico y una ausencia de puntuación que delatan la socrática escuela de Guaymas, plasmadora de ingratos, negadores del maestro inmortal. Una de las poesías se titula «Yo». Es un «Corazón» de Amicis, deliciosamente rimado. Calles y Cárdenas se enternecen leyéndolo.

 «Yo no vivo en un palacio,
vivo en una vecindad.
A mi no me cuida un criado,
a mi me cuida mamá…
 No hay dinero en nuestra casa,
tampoco hay comodidad,
somos obreros honrados,
que sabemos trabajar.
 Pero todas las ganancias
enriquecen al patrón (de la casa distribuidora)
y nosotros nos quedamos
con un mísero Jornal.
 Yo soy hijo de un obrero,
y es grande satisfacción
ganar el pan con las manos,
no vivir como patrón.
 Yo no vivo en un palacio,
vivo en una vecindad.
Yo soy hijo de un obrero
que lucha por la Igualdad.»

Poesía suave. También «El Papelero». Este niño vende periódicos, o más bien dicho, vende un periódico, El Nacional

 «El Nacional… suena la voz en la calle,
la voz del niño harapiento
cruzando por la ciudad.
 Es un niño de ojos negros.
(No hay niños malos ni buenos,
hay niños que ya comieron,
y niños que están hambrientos).
 Papelero, papelero,
lo ven los niños decentes
con un marcado desprecio…
 Frente a los niños burgueses
es mejor el proletario
cuando en manos de su madre
deposita su dinero.»

Los distribuidores quitaron «papelero», y proletario rima con dinero. Para proletario, denario.

El niño aprendiz trabaja de noche y estudia de día. (Véase el correspondiente capítulo de obras similares).

 «Mas los ojos se le cierran
sin poderlo remediar…
En la casa sigue el hambre,
tan mísero es su jornal…
 Cierto día, este niño
«somnoliento» se subió
a la azotea de su casa
a estudiar con gran «tezón» (la «z» es de los distribuidores.)
 Pero ahí quedó dormido
y de la azotea tan alta
hasta el suelo se rodó…
Los amos no lo sintieron.
 Así son todos los amos
en su terrible ambición,
ellos sólo se preocupan
por seguir la explotación.»

El pobre que teje sarapes (mantas) trabaja para el amo. «El amo se hizo muy rico, con el trabajo de los tejedores. Así se hacen los grandes capitales. Explotando a los obreros y no pagándoles lo que es de justicia y negándoles su parte en las ganancias. Todo capital tiene como origen la explotación de los trabajadores.»

No se olvida a la Iglesia.

 «Cuando vino el español
y conquistó a nuestros indios,
levantó junto a la cárcel
la cárcel de las iglesias.
 En la Iglesia le enseñaron
(¿a quién?) la mansa resignación.
La espada cumplió en la vida
la ley del conquistador.
 Piensa, niño campesino,
cuánto valdrán las iglesias,
y lo que podrías tener
con ese oro en tus aldeas:
 escuelas para los niños,
hospitales, dispensarios,
tractores, muchos tractores;
en vez de templos, gimnasios.»

Esto podría firmarse: Lázaro Garrido, Calles o Plutarco, Canabal, Cárdenas.

artistas

Se cree que la palabra “pulque” viene de “polinqui”, adjetivo que significa cosa maleada o corrompida. Este adjetivo se aplicaba al “iztacoctli”, vino blanco del Magüey, pues sólo dura potable dos o tres días. Los españoles le llamaron “pulcre”, y los indígenas, que no tenían la letra r, difundieron la forma “pulque”. Esta bebida infecta es una de las maldiciones de Méjico. Los pintores de Calles y Lázaro Cárdenas han puesto dos vasijas de “pulque” sobre una cruz para dar expresión plástica a uno de los dogmas de la “educación socialista”.

 
El más “impresionante” poema proletario

Lo mejor es la historia del indio José Melquíades. No hay poema proletario más impresionante en la triste historia de la opresión mejicana.

 «Y metieron a la cárcel
al indio José Melquíades,
por quitarle los terrenos
en que brillan los metales…
 …José Melquíades halló
en un monte muy lejano
unas piedras que brillaban
como un sol aprisionado.
 José Melquíades se fue
derecho al “confesionario”,
confió al cura lo que vio
y le enseñó los metales.
 El amo lo supo luego,
lo metieron (¿al amo?) a la cárcel,
leyeron largos papeles
firmando testigos falsos.
 José Melquíades salió
custodiado por gendarmes,
tuvo que enseñar la veta
dorada de los metales.
 Por allá lo remataron,
nunca se supo de él.
El amo quedó muy rico
y el cura creo que también.»

imagen

Uno de los grabados que “ilustran” las páginas de “¡Libértate!” Huelga. Puños en alto y banderas rojinegras. El texto, en armonía con el dibujo, es una soflama contra los propietarios. En estos libros aprenden a leer los niños mejicanos

Todas las maldiciones de Méjico se conjuran contra el indio José Melquíades. El Estado capitalista y la Iglesia cometen ese asesinato, tanto más vil cuanto que no hacían falta el “confesionario”, los testigos falsos y las balas para denunciar una veta de metal. La ignorancia del poeta redentor es más negra que la suerte del indio. Para ella no hay redención en la caja de los milagros de Cárdenas.

El niño nacionalizado aprende por estos libros que «los amos son los mismos en todas partes… Una tarde un peón que al volver de sus labores tenía que bordear los campos de don Albino Sánchez, al ver los chilares agobiados de frutos cortó unos cuantos para la cena de esa noche… Don Albino lo estaba observando desde lo alto de una loma, y con toda sangre fría lo cazó con un rifle y lo mató… Dos días después lo encontraron devorado por los animales del campo y el puñito de chiles en la mano. Don Albino no negó su delito, pero “tampoco” lo castigaron…» Ahora, esto mismo en verso:

 «El amo lo estaba viendo
desde el monte más cercano.
El “maüser” (así con diéresis) se echó a la cara
como quien caza un venado.
 Bandas de zopilotes
rubricaron el espacio,
los deudos se lo encontraron
acribillado a balazos.
 El rico terrateniente
les dice a los familiares:
Sirva de experiencia esto,
y no cruce mis sembrados.»

Lo anterior se llama, en prosa, “Hechos concretos”, y “Estampa”, en verso.

artistas

Grupo de artistas que exhiben sus obras murales desfanatizadoras en una Exposición efectuada del 25 de noviembre al 9 de diciembre de 1934. Esa Exposición se hizo para inaugurar el Mercado Abelardo L. Rodríguez, nombre de un favorito de Calles, enriquecido en la Baja California. Las obras exhibidas son siete: I. Si quieres casa segura, no dejes entrar al cura. II. El diablo no existe. Es el patrón que nos explota. III. Destruye lo que atonta a tus hijos. IV. Dios sólo existe en la cabeza del hombre. V. Salva a tu hijo camarada. VI. ¡Viva Cristo Rey! Mercarán pato. VII. Destruye la religión por medio de la ciencia.

 
Sistema social con fórmula para todos los casos

Cuando el niño entra en el segundo ciclo del primer grado, ya tiene un sistema social con fórmula para todos los casos. Hay huelga.

«Mi pobre madre –dice el niño desfanatizado– está desmejorada y triste… Ayer se metió en una iglesia y sacrificó diez centavos para una cera. Yo le quise hacer ver el despilfarro, habría sido más razonable comprar una parafina para el alumbrado de “nosotros”. Mamá cree que la huelga puede solucionarse con rezos. Si el amo lo supiera, con qué desprecio se habría de reír. Luego se confesó (¿el amo?), y le contó al cura lo de la huelga. El cura, como no está en nuestro caso, como no sabe de la indignación de que le paguen con vil salario, porque no ha trabajado nunca con sus manos, le aconsejó resignación y llevarlo todo en amor de Dios. Bonita fórmula. Muy cómoda. Pero no convenció a mi padre. Si el casero te lanza…, resígnate. Si el amo te despide…, resígnate. Si el amo te mata de hambre…, resígnate. Y todo por el amor a un dios (con minúscula) que permite que los amos extorsionen a los obreros. Esto es lo único que pudo aconsejar un hombre que se llama pastor de almas y que da su mano hipócritamente a besar.»

El padre del niño gana la huelga de hambre. «En los periódicos se habla de otros conflictos. La fábrica de la Fe fue entregada a los obreros… Claro que el dueño protestó. Pero, ¿qué vale la protesta de un hombre contra el bienestar de quinientos obreros? En los campos  está pasando lo mismo que en la ciudad. Se fracciona la hacienda de “un rico” para que mil campesinos tengan su parcela…

«Diles a los muchachos que pronto pasarán los sufrimientos, que el reino de los amos va a la historia, que sólo quedarán los proletarios.»

Si el niño ve a un barrendero, le hablará en rotundos versos (cuya propiedad ha sido asegurada por los distribuidores):

 «Barrendero, barrendero,
barrendero, barredor,
no barras el basurero,
mejor barre el comedor.
 El día en que tengas conciencia
de tu triste situación,
se acabará tu paciencia
y harás que barra el patrón.
 Barrendero, qué amargura
es seguir viviendo así;
mientras tú barres basura
el patrón te barre a ti.
 Haz, rebelde, tu amargura,
préndele fuego a tu escoba
y barrerás lo que roba
el que tira la basura.»

Todo un programa.

Simplificada de este modo la cuestión social, ¿qué debe hacer Cárdenas con su Ejército? Alguien se lo preguntó, y él dijo que en casos de disturbios promovidos por obreros levantiscos –que son los de la acera de enfrente– , dispone de cincuenta y cinco mil hombres. Pero el mismo Cárdenas da otra respuesta en sus libritos para el primer grado del segundo ciclo. El Presidente grita:

 «¡Camaradas! No tiréis
contra vuestra misma clase;
volved las armas al blanco
de aquellos que nos explotan.»

En los libritos del «periodo psicológico» de Calles, el padre proletario no quiere que su hijo sea soldado.

 «Porque las balas anónimas
que no estudiaron a Marx
pasan como las garlopas,
arrastrando enrojecidas
las virutas de las vidas
para bien del capital…»

El niño debe saber:

 «Que el soldado es fuerza ciega,
que reprime la lucha libertaria,
y la única guerra autorizada
es la lucha de clases proletaria.»

Todo se conciliará en prosa de propiedad asegurada por los distribuidores burgueses: «Campesino, obrero y soldado, tres personas distintas y un solo anhelo de libertad… Llegará un día en que estos tres sectores del mundo trenzarán sus esfuerzos forjando un mundo nuevo. El día que la tierra y la fábrica, fecundadas por el sudor de campesinos y obreros, sean defendidas por el máuser del soldado.»

Como no ha llegado este día. Cárdenas les da un consejo muy singular a los mineros. ¿Qué hacen esos hombres “en el sórdido seno de la mina, donde el oro germina”? ¿Y qué deben hacer? La pedagogía de Lázaro Cárdenas resuelve la cuestión aconsonantando metal con puñal. Ahí está todo el problema social, gallardamente resumido, en ocho o diez renglones cortos:

 «Compañero minero,
doblado por el peso de la tierra
para sacar a creces,
con hambre muchas veces,
el oro que “germina”
en el sórdido seno de la mina,
tu mano “hierra” (con “h” de herrar toros)
cuando saca el metal para el dinero.
Haz puñales con todos los metales
(oro, plata, plomo,
estaño, cobre, antimonio…),
y así verás que los metales
después son para tí.»

Lázaro Cárdenas ha creado una escuela. Otro poeta no hace puñales de plomo para resolver la cuestión social de un modo inteligente, sino balas de… harina y manteca.

 «Panadero:
si quieres que tus ansias sindicales
borren este sistema de injusticias,
que hoy entre gritos de dolor señalas,
que tu venganza obrera haga el milagro
de hacer que tus pasteles sean de plomo
y que el plomo a su vez se funda en balas.»

Esto es ya del tercer ciclo…

Carlos Pereyra

noticiero

noticiero semanal
editado por el departamento de publicidad de la secretaría de relaciones exteriores. estados unidos mexicanos

Suplemento num. 1    México, D. F., 25 de enero de 1935

Declaraciones del C. Presidente de la República, Gral. Lázaro Cárdenas, a la prensa nacional y extranjera

“México ha hecho una revolución política y social de carácter enteramente nacional, de tendencia y de ideología propias, que ha plasmado en su Constitución Política, y cuyos principios no van más allá de lo que los pueblos más avanzados de Europa y América han logrado para sí.”

I.– Destacados elementos del catolicismo en el extranjero se quejan de que el Gobierno persigue a los ciudadanos que profesan en México tal religión. ¿Qué nos podría decir sobre esto el Señor Presidente?

Contestación.– No es verdad que el Gobierno ni instituciones relacionadas con él, persigan a ningún ciudadano por el hecho de profesar la religión católica o cualquiera otra.

Su acción tiende tan sólo a vigilar el exacto cumplimiento de las leyes en vigor que reglamentan el culto.

II.– Prominentes elementos del clero manifiestan en diferentes escritos que la iglesia en México ha hecho grandes servicios al país con obras de carácter social ¿Cuál es la opinión de usted sobre esto, señor Presidente?

Contestación.– La acción de la iglesia en México durante la época de la Colonia y después en la vida independiente, retrasó la evolución social y económica de la nación.

La organización social de la Colonia, en la que fue factor predominante la iglesia, deprimió al indio en su personalidad y en sus sentimientos.

Virtualmente amparada la raza dominada por leyes protectoras, los repartimientos y las encomiendas de indios, colocaron a éstos en una situación real de minoridad y de tutela ejercida por las clases dominadoras, dirigidas por la casta privilegiada del clero que compartía el poder temporal con el Estado y ejercía el espiritual.

Confinado el indio a determinada zona, los productos de su trabajo pertenecían al Rey en forma de tributo y muy especialmente al encomendero y a la iglesia.

Abandonado por negativo el carácter laico en la enseñanza, y fijada una doctrina como norma tanto a la escuela oficial como a la privada, en el sentido de la socialización de la cultura, la eficacia de la nueva escuela depende en gran parte del monto de recursos económicos que se destinen a mejorar y crear locales adecuados, mobiliario escolar, utensilios en general y al aumento de profesorado debidamente remunerado y preparado técnicamente y con convicción para dar a conocer a la juventud lo que es realmente México, las condiciones de su población, principalmente en lo que se refiere al régimen económico del país, para no ocultar las lacras de la organización social que heredamos de la época de la Colonia y muchas de las cuales ha conservado el régimen capitalista, con el objeto de crear conciencia del México futuro, en el que esa juventud deberá actuar cuando ya sea adulta.