Cuadernos para el Diálogo
Madrid, diciembre 1963
 
número 3
páginas 34-35

Libros

Libertad y Organización

Editorial INSULA
Colección «Tiempo de España»
de José Luis L. Aranguren y otros colaboradores

Se inicia con este volumen sobre Libertad y organización la colección «Tiempo de España» que va a pretender el tratamiento de una serie de importantes temas monográficos, «problemas –se dice en la presentación–de índole muy varía, pero significadamente actuales y referidos con especial concreción, en la medida de lo posible, a España». Los anunciados en preparación para volúmenes sucesivos –Problemas del desarrollo económico español (título provisional), El amor y el erotismo y Realismo y realidad en la literatura contemporánea– reúnen, sin duda, esas características: son temas, al igual que el del presente volumen, necesitados en España de un tratamiento serio, abierto e inteligente.

El profesor José Luis L. Aranguren ha asumido la función directora del grupo de intelectuales que intenta llevar adelante «Tiempo de España»; el objetivo es el siguiente: «Queremos saber con cierta precisión, dice Aranguren, en qué tiempo vive España y con qué tiempo lo está viviendo y ha de vivirlo. El reloj de España ha de ajustarse, quiérase o no, al de Europa, al del mundo. Esto plantea, para continuar con el símil, dos exigencias: en primer lugar la de ponerlo en hora, pues al menos en muchos sectores, no lo está (…). Y, en segundo lugar, no basta, evidentemente, con poner el reloj en hora; es menester que se ponga también en marcha y siga luego marchando a un ritmo que no puede ser el uniforme de los relojes, sino el acelerado que corresponde a un mundo cada vez más rápidamente cambiante». Escribe también el profesor Aranguren: «Somos perfectamente conscientes del estado en que se encuentra nuestro país, esperamos mucho de él, en un futuro más o menos próximo y, por supuesto, asumimos con orgullo nuestra condición de españoles»; y, añade, analizando el actual «tiempo» y «tempo» de España: «Precisamente, característica importante de lo que está ocurriendo en nuestro país, y que perciben bien los observadores perspicaces, es que, por debajo de su corteza política, la realidad social está sufriendo rápidas y profundas mutaciones que, llegado el momento, acarrearán otras más espectaculares. Asistimos, nos guste o no, a una desintegración interna de heredadas estructuras económicas y sociales, que se mantienen por imposición o por inercia, y hasta las mismas pautas de comportamiento interpersonal entran en crisis. Creo –concluye acertadamente Aranguren– que quien, por debajo de la rigidez, no perciba la fluidez, no entiende casi nada de lo que entre nosotros está ocurriendo».

Esta es la plataforma de «Tiempo de España»: se trata de comprender la realidad de España, la realidad dinámica de su economía, de su sociedad, de su política o de su cultura; y se trata, sobre todo, de trabajar para superar la contradicción rigidez-fluidez, para hacer que a la fluidez corresponda la fluidez.

Este primer volumen de la colección trata el tema Libertad y organización desde diferentes perspectivas –sociológica, política, psicológica, económica, literaria– y con resultados no, por supuesto, uniformes, pero sí coincidentes en los suficientes puntos fundamentales como para caracterizar una actitud intelectual, deseosa de comprender la situación real de España –saber en qué tiempo vive– y de hacer marchar el reloj de esa realidad al ritmo, al «tempo» exigido; actitud intelectual, pues, opuesta a la de quienes cierran los ojos o enmascaran la realidad, y opuesta también a la de quienes, conociendo la realidad, intentan detener o frenar el ritmo de marcha del reloj para conseguir, por todos los medios, que a pesar de la fluidez continúe habiendo rigidez.

En el problema Libertad y Organización lo que fundamentalmente se trata hoy de examinar es, como se sabe, la posibilidad de que ambas coexistan, es decir, ver si en un mundo como el actual, necesario y altamente organizado, puede subsistir la libertad humana. Voces de pensadores personalistas han avisado de los peligros totalitarios de la organización; además filósofos intimistas, aristocratizantes y elitistas de clara tendencia reaccionaria han querido oponerse a la organización, a la planificación y a la democracia en nombre de anacrónicos «humanismos» basados en la desigualdad humana, en el ocio de unos pocos y en la esclavitud y miseria de la inmensa mayoría. La respuesta es unánime en este libro: necesidad total de la organización, necesidad, incluso, para la existencia de una auténtica y real libertad.

El punto de partida puede ser el ensayo de Ferrater Mora: «Sobre un falso dilema». El falso dilema sería libertad u organización. «Pues bien, sí; de un modo o de otro, lo queremos «todo», dice Ferrater; y, añade: «Al fin y al cabo, parece ser muy de nuestra época sustituir el dilema «Libertad u organización», o los alaridos «Libertad contra organización» u «Organización contra libertad», por una conjunción –por lo demás siempre cambiante– de «Libertad y organización». Esta puede ser considerada como la idea eje de este conjunto de trabajos: las dos cosas son necesarias y las dos posibles: por un lado libertad, por otro igualdad, producto de la organización, es decir, democracia. El eje y la línea central se mantiene a pesar de que unas veces se haga prevalecer la idea de libertad, en una actitud «liberal conservadora» (artículos de Julián Marías y de Francisco Ayala) y otras, más acertadamente a nuestro parecer, se insista ante todo, en la organización y en la igualdad democrática (notas de Aranguren y artículo de Luis Ángel Rojo). Así, Marías escribe: «Yo creo que la democracia es admirable si es democracia liberal, pero no si no lo es», en cambio, Luis Ángel Rojo, profundizando más en la cuestión, dice: «El neoliberalismo es una ideología de lujo». En una actitud intermedia habría que situar –dentro de esta sección política– el trabajo de Carlos María Bru, señalando el paso de la «democracia formal» a la «democracia social».

La conexión e interdependencia libertad-organización viene puesta de manifiesto por el profesor Laín Entralgo desde una perspectiva de teoría general sociológica. Distingue dos modos en la relación interhumana, el modo objetivante y el modo interpersonal, afirmando que «la convivencia organizada puede ser en alguna medida interpersonal». Dos importantes artículos vienen a plantear profundamente el tema de la libertad desde el punto de vista de la psicología: el primero de José Luis Pinillos, señalando el tinte determinista de los resultados últimos de las modernas ciencias positivas del hombre, poniendo positivamente en guardia contra una visión excesivamente apriorística e ingenua de la libertad. Y el segundo de Carlos Castilla, situando el tema dentro de una teoría de la persona, muestra cómo la conducta es resultado de una actitud de la persona (actitud que no es unívoca) en una situación; entonces, escribirá Castilla, «la persona contiene, en cuanto sujeto de actitudes distintas, la posibilidad de decidir libre o no libremente, si no como conducta, sí como actitud, esto es, como preconducta, como intención»; y, concluye. «Decidir libremente –deliberadamente– es resolver de alguna manera el conflicto intrapersonal suscitado por la situación, mediante la adopción de una actitud ajustada a la realidad (externa) y justa para la intimidad en la cual muchas veces puede quedar contrariado algún aspecto de un mismo».

En una perspectiva más inmediata Lorenzo Gomis, radicado en la vinculación indisoluble libertad-organización, queriendo, como decía Ferrater, «todo», es decir, las dos cosas, afirma, sin embargo, que hay que empezar por la libertad: «la organización –previsión, reajuste– es siempre para mañana y la libertad es para hoy». E. Pinilla de las Heras y Juan Gomis trazan, podría decirse, la historia del problema, la historia de la tensión libertad-organización, el primero en una versión más filosófica y el segundo en expresión más política; muestra agudamente Juan Gomis como «toda afrenta a la libertad es una negación de la igualdad fundamental entre los humanos».

El tema de la libertad viene también planteado en relación con la literatura. José Luis Cano ha seleccionado una breve y expresiva antología poética sobre la libertad. Juan Marichal analiza el tema persona y sociedad en la España contemporánea (1837 –suicidio de Larra– a 1936) a través de la obra del propio Larra, Sanz del Río, Valera, Santayana, Ortega, Unamuno. Fernando Lázaro Carreter («Teatro y libertad») y Guillermo de Torre («Literatura y libertad») hablan de la necesidad de la libertad para la creación literaria. Escribe Lázaro Carreter: «Sólo cuando el arte dramático sienta vergüenza de ser un simple halago, cuando esté empeñado en la transformación de la sociedad, podrá mirarse con repugnancia el arte dirigido, el arte sin libertad». Y Guillermo de Torre escribirá que en una situación de falta de libertad intelectual cualquier obra disidente y crítica «sólo logrará con dificultad alcanzar expresión pública; su autor o bien renunciará, o bien habrá de apelar a sutiles especiosidades, subterfugios o sobreentendidos. Irónicamente suele decirse que con ello gana en sutileza, que no hay nada más directo que lo entredicho entre líneas; pero, se pregunta Guillermo de Torre, «acaso en la realidad menos empinada de las vicisitudes cotidianas, estos enmascaramientos no degradan tanto al autor como al lector?» Negar la libertad significa, por tanto, colaborar en esa degradación.

Elías Díaz

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