Filosofía en español 
Filosofía en español


Adiós a Francisco Romero

Acaba de morir en su casa de Martínez, cerca de Buenos Aires, Francisco Romero, sin duda alguna el primer pensador de Hispanoamérica y desde hacía varios años estrechamente vinculado a nuestra revista. Sabíamos que se hallaba enfermo, pero no hasta el extremo de temer un fatal desenlace. Precisamente este verano último nos había anunciado jubiloso su visita, que por nuestra parte aguardábamos con sumo interés, deseosos además de recibirle como merecía. Pero ya iniciado el viaje, en España, se puso enfermo y se vio obligado a regresar precipitadamente a la Argentina, dejando para otra ocasión su visita a París. Por desgracia ya no le veremos más.

Verdadero incitador intelectual e insuperable maestro tanto de generaciones argentinas como americanas, Romero llevó a cabo en su país una labor semejante a la de Ortega y Gasset en España. “A partir de 1923 o 1924 –evocó en determinada ocasión– inicié una faena de información filosófica que nunca he interrumpido. En notas o artículos publicados en Verbum, en Nosotros y otros sitios daba cuenta de libros, ideas y autores, preferentemente los alemanes recientes, muy desconocidos en Iberoamérica en aquel entonces. Creo que difundí el primero a Dilthey en un artículo del año 28. También he sido el primero en introducir aquí toda la reciente filosofía de la cultura, Husserl y otras cosas por el estilo.”

La filosofía de Romero es preferentemente una filosofía del devenir, de la trascendencia. Ser es trascender, afirmó a este respecto. Ferrater Mora ha dejado escrito en su magnífico Diccionario de Filosofía que el pensamiento de Francisco Romero “conduce a una filosofía de la historia basada en la distinción entre las épocas de predominio de la trascendencia o de la inmanencia… que al ejercer una crítica de la modernidad como época orientada por su racionalismo hacia la total inmanentización de la vida, permita comprobar los rasgos del tiempo presente ya preparados desde el romanticismo, y en los cuales, a semejanza con la Edad Media, predomina el espíritu trascendente”.

Pero en nuestro desaparecido amigo no sólo se daba el filósofo, el maestro de filosofía, el creador junto con Alejandro Korn –“filósofo absoluto, esto es, el más grande, a mucha distancia de los demás, que hayamos tenido por estas tierras”, escribió el propio Romero– de un clima filosófico en toda América Latina, en Argentina muy particularmente, sino asimismo y sobre todo un hombre en el más amplio sentido de la palabra, al que nada ni nadie le resultaba indiferente. Todas estas excelsas cualidades, junto con otras que no es del caso enumerar en este momento, se conjugaban en él plena y cabalmente, sin fisuras, sin tropiezos…

Uno de nuestros colaboradores, Julián Izquierdo Ortega, escribió en otro lugar, con motivo del septuagésimo aniversario de Romero, un interesante estudio en el que decía: “En nuestra opinión, las cualidades que definen la personalidad de Francisco Romero son estas: la más fuerte y amplia curiosidad intelectual, una actividad incansable, una vigorosa creencia en el hombre, la más incondicional entrega a su vocación por la enseñanza y la creación filosóficas, una extraordinaria generosidad espiritual y un inmenso amor a la verdad y a la libertad.” Fue este amor a la libertad lo que le enfrentó con todas las dictaduras, haciéndole exclamar: “Ninguna libertad, dentro de un Estado que no reconoce la libertad política, es libertad verdadera.”

Sirvan estas breves líneas, pergeñadas a vuela pluma, de despedida al colaborador y amigo, en espera de poder ofrecer a nuestros lectores un verdadero estudio de la amplia obra que deja Francisco Romero.

I. I.

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