La Censura. Revista mensual
Madrid, diciembre de 1853
año IX, número 108
página 865

Novelas

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Jarilla – Páginas de un diario: Adoración

Jarilla, novela original de la señorita doña Carolina Coronado. Páginas de un diario: Adoración, por la señorita doña Carolina Coronado: dos cuadros en 4º mayor.

En la primera de estas novelillas se cuentan los amores de Jarilla, que no consta fuese cristiana, si bien rezaba todos los días una oración a la virgen de los Dolores aprendida de su madre, y de Román, que siendo cristiano había renegado de su religión y abrazado la falsa ley de Mahoma por amar más libremente a aquella doncella. A la verdad que para ser obra de una joven soltera se nota en ciertas narraciones y pinturas un desenfado tal por no decir libertad, que chocaría y aun excitaría cierto movimiento de escándalo en otro siglo más ignorante y preocupado que el actual.

Hay además en este libro algunos lugares que incluyen particular malicia. Los citaremos.

En la pág. 22, col. 1ª, dice la autora:

«Jarilla... Ya había olvidado que la dejé con el príncipe, vestida de blanco, coronada de flores; que la dejé con el príncipe discípulo de un mal fraile.
¿Sabía doña Inés quién había sido el primer director del príncipe? Sí, lo sabría doña Inés cuando para vengarse de Jarilla, queriendo arrojarla en el abismo de perdición, la vistió de blanco, la coronó de flores y la hizo entrar en la habitación del príncipe por una puerta secreta.»

Por qué tanto no había de haber a mano un mal fraile, a quien achacar la vida licenciosa del príncipe D. Enrique.

En la pág. 34, col. 2ª, dice la señora Coronado:

«...También yo he oído misa en esta iglesia y he rezado por el alma de Román, que en esta misma iglesia, cuando era mezquita, abrazó la ley de Mahoma.»

¿Qué idea tendrá la buena poetisa de los sufragios que los católicos hacemos por los fieles difuntos, cuando dice que rezó por el alma de un renegado como Román, el cual en vez de obedecer al grito de su conciencia azorada por la apostasía cometida se mata arrojándose por unos despeñaderos, luego que ve muerta a su querida? ¿Creerá en su poética imaginación que los campos elíseos y el paraíso de Mahoma existen real y verdaderamente y que nuestras oraciones pueden hacer que el alma de un mahometano por ejemplo, ya que no vaya a gozar la eterna bienaventuranza prometida a los justos del cristianismo, entre en la mansión de deleites inventada por aquel impostor para halagar a sus sensuales sectarios?

Adoración es una novelilla reducida a contarnos que esta heroina, enamorada de un hombre casado sin saber que era tal, luego que lo descubrió, tomó la heroica resolución de quitarse la vida; pero no quiso recurrir al hierro, ni al veneno, ni al ácido carbónico, ni a los fósforos: escogió un género de muerte más festivo: pusose sus mejores galas, concurrió a un magnífico sarao y se reventó bailando como una desesperada.

Ya conocen nuestros lectores que ambas a dos producciones de la señorita doña Carolina Coronado no tienen mucha moralidad que digamos, ni pueden contribuir a la edificación de los que las lean, y especialmente de las doncellas.

 


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