Filosofía en español 
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Hilario Crespo Gallego

Carta Abierta
Sobre el origen de la Fiesta de la Raza

Madrid, 11 de Noviembre de 1930
Sr. D. José M.ª González (Columbia)

Muy señor mío: En otra «Carta abierta», que cierra la discusión entre ambos sostenida, deseo decirle que es usted mismo el que con sus alegatos confirma plenamente cuanto en mi anterior carta yo afirmaba. Cuando en 1919, y como iniciador de la Fiesta de la Raza, me correspondió hacer uso de la palabra en la sesión presidida por Su Majestad el Rey, yo comencé mi discurso, como habrá usted leído, diciendo: «Señor: Por haber tenido el acierto o la oportunidad de que cristalizara algo que estaba en el ambiente y que habría de encontrar eco seguro en el pensamiento de los que por estar destinados a encontrarnos aprendimos a conocernos y a estimarnos, correspóndeme en el día de hoy el honroso privilegio de exponer respetuosamente ante Vuestra Real Majestad la elevada significación de esta solemne Fiesta», etcétera.

Parece ser, Sr. González, que lo que usted había propuesto, coincidiendo conmigo y con otros muchos más, es que a la fiesta del 12 de Octubre se la denominase «Día de Colón». Bien sabe usted que tiene también muchos partidarios la iniciativa de que se la denomine «Día del Descubrimiento de América» y que no faltan los que creen que se le debe dar el de «Día del Idioma» y hasta el de «Santa Isabel», reina de España, empezando a los expresados fines por solicitar del Padre Santo fuera incoado el expediente de canonización, ideas ambas que yo considero acertadísimas, toda vez que gracias a la videncia de tan gloriosa y sapientísima reina nació para la fe y la civilización un mundo insospechado. Yo, pensando en todo esto, decía a usted en mi referida carta: «Cierto, ciertísimo que el descubrimiento de América, con más o menos fervor, se ha venido celebrando en el mundo hispano-americano desde el año 1493 hasta nuestros días, y también lo es que después de la fusión de nuestra raza con las aborígenes de América, caso sin precedentes en la historia de la civilización universal, se ha venido, de uno a otro modo, celebrando esta fiesta. Pero todos debemos, sin embargo, tener en cuenta, sobre la iniciación de la Fiesta de la Raza como fiesta nacional, el hecho innegable de que no fue tal fiesta nacional hasta la publicación del real decreto-ley de 16 de Junio de 1918. Por consiguiente, al llegar a este punto de mi réplica cabe preguntar: ¿Cuál fue la causa o el motivo que dio lugar a ese decreto? Pues precisamente la instancia del Ayuntamiento de Madrid solicitando del Gobierno de S. M. que fuese declarado el día 12 de Octubre fiesta nacional con la denominación de Fiesta de la Raza. Este hecho no se puede negar, puesto que dicho real decreto responde en un todo al espíritu y a la letra de la aludida instancia. ¿Por qué cursó el Ayuntamiento de Madrid esta instancia? Precisamente para dar cumplimiento a un acuerdo municipal tomado en su sesión plenaria de 17 de Noviembre de 1916. ¿Cuál fue el origen de este acuerdo? Mi proposición de 12 de octubre de 1916 en la que pedía que el Ayuntamiento de Madrid solicitara del Gobierno de Su Majestad declarase el día 12 de Octubre fiesta nacional con la denominación de Fiesta de la Raza. ¿Quiénes podrán, pues, negarme esa paternidad que indiscutiblemente me pertenece?… Y ya sobre la marcha, y mediante poderes plenos a mi confiados por el Ayuntamiento de Madrid, di comienzo a la para mi tan grata tarea de preparar la celebración de la Fiesta de la Raza en el Concejo madrileño, a cuyos fines y propuesta mía (año de 1917) se nombró la primera Comisión organizadora de dicha Fiesta, a saber: Sr. Alcalde presidente del Ayuntamiento de Madrid, señora doña Blanca de los Ríos de Lampérez, Sra. D.ª Emilia Pardo de Bazán, señora D.ª Concha Espina, Sr. D. José Carracido, Sr. D. Faustino Rodríguez San Pedro, Sr. D. José Francos Rodríguez, Sr. D. Francisco Rodríguez Marín, Sr. D. Antonio Zozaya, Sr. D. Julio Cejador, señor D. Manuel de Sandoval, Sr. D. José Corona, Sr. D. Hilario Crespo y Sr. D. Francisco Ruano, secretario de la misma. Y fue a esta Comisión a la que correspondió el honor de organizar la que por primera vez se celebró en el Ayuntamiento de Madrid, Junta que con ligeras vacantes siguió organizándola en años sucesivos.

Para salir a su encuentro en la alusión que usted hace respecto a que la Unión Ibero-Americana puede atribuirse la iniciativa de la Fiesta de la Raza, debo decirle que desde el primer momento conté para la realización de mi obra con la colaboración y el concurso del que era su presidente y buen amigo mío Sr. Rodríguez San Pedro, el cual, entre varios otros oradores y yo entre ellos, en la sesión solemne tenida en el Ayuntamiento de Madrid el día 12 de Octubre de 1918, ya reconocido fiesta nacional, hizo uso de la palabra, sin que en este discurso hiciera esa alusión de que usted hoy se hace eco, hecho que podrá comprobar por la copia que de dicho discurso le adjunto, y eso lo decía precisamente en una solemne sesión, y no hay que dudarlo, el propio presidente de la Unión Ibero-Americana.

Con lo expuesto queda plenamente demostrado que yo, como iniciador de la Fiesta de la Raza, supe desde el primer momento asociar en tan patriótica iniciativa a las más destacadas figuras del hispanoamericanismo, sin que nadie, cuando todos públicamente podían haberlo dicho, me regatease el puesto que por derecho de iniciativa y de constancia me pertenecía.

Ahora, según parece, las cosas han cambiado, y como la Fiesta de la Raza tiene ya catorce años de existencia y por igual goza de gran prestigio y fama en España y en América, no es de extrañar, por tanto, que surjan autores de ella, cosa que no han hecho antes temerosos, sin duda, de que su iniciativa constituyese uno de tantos fracasos, y si ahora surgen iniciadores es tan sólo porque dicha Fiesta ha llegado a su máximo esplendor.

Me conviene hacer constar que esas colaboraciones y concursos que ahora por todas partes se me ofrecen, no dejan de satisfacerme y hasta de enorgullecerme, porque bien recuerdo aquellos primeros momentos en que muy ilustres y muy altas personalidades, al apreciar mi afán, que jamás veía yo plenamente satisfecho, de imponer sin omitir ocasión, modelo ni sacrificio la hermosa, culta y patriótica Fiesta de la Raza, actuando de «cortadores de alas», decíanme: «Feliz idea, sí, pero no hay ambiente para ella»… El ambiente se creó, sin embargo, por ello deseo vivamente que demos de lado a las discrepancias de si fui yo o fuiste tú, toda vez que estas ambiciones en rigor de verdad más que nada expresan en clamores de noble y honrosa sinceridad las ansias que todos sentimos para que por intercesión de la Fiesta de la Raza los vínculos entre España y América sean más sólidos y fecundos en recíprocos beneficios de todo orden.

Terminaré esta ya larga carta repitiendo las mismas frases por mí en otra ocasión dichas:

¡Sumemos españoles e hispanoamericanos, sumemos voluntad e ideales, para que ese sol español, grande y encendido siempre, quiera mostrarse en la alta cumbre, en ese más allá del horizonte visible, en ese más allá tan supremo… Donde empieza la eternidad!

Digamos mientras tanto con Rubén Darío, el insigne e inspirado poeta de la Raza: «Y así sea esperanza la visión permanente en nosotros.»

Esperamos que las cartas cruzadas entre nosotros no tengan otro resultado sino el de una compenetración de pensamientos y de patrióticos deseos entre ambos, sin asomo de rivalidades, me reitero muy cordialmente su affmo. y s. s. q. e. s. m.

Hilario Crespo

S/c Arenal, 27.


 

respuesta de José María González (Columbia)