Filosofía en español 
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Santiago Galindo Herrero

El cardenal Gomá

En la masa de volúmenes con memorias, recuerdos, justificaciones, «mea culpas», reivindicaciones, afirmaciones de posturas –pocas, desgraciadamente, gallardas– que estos días caen de forma continua sobre las librerías echo de menos, y es imposible que él mismo pudiera escribir sobre los muy importantes acontecimientos de que fue protagonista, la presencia de una figura principal del período histórico que comenzó con el declinar del Gobierno del general Primo de Rivera y culminó en julio de 1936. Me refiero al doctor Isidro Gomá y Tomás; primero, obispo de Tarazona; después, cardenal arzobispo de Toledo, y, como tal, primado de España, y durante algún tiempo representante oficioso de la Santa Sede ante el Gobierno del Generalísimo Franco.

Estoy seguro de que muchos prefieren no acordarse del primado de Toledo. A unos les quema el recuerdo por su patriotismo en época de disgregación, a otros por su defensa ardiente del derecho de la Iglesia a decir, contra viento y marea, la verdad dogmática y moral. No faltará quien juzgue prudente, y hasta beneficioso, olvidarlo en esta época en que los prelados callan y dejan de señalar a los fieles –como pastores– el camino recto y seguro, pues el cardenal Gomá no cesó de hacer oír su voz, y lo hizo frente a los poderes del Estado que él había ayudado a levantar, frente a quienes querían orientarlo de acuerdo con la moda totalitaria de la época, que ahora olvidan su anterior postura, y frente al mundo entero para que conociera la auténtica e inexcusable razón del alzamiento.

No sé en estos momentos dónde se halla la formidable documentación que poseía el cardenal. Supe bien de sus dificultades con algunos personajes políticos de la época, de sus preocupaciones por determinadas decisiones de otros acusados de estatolatría, de sus esfuerzos por defender a los sacerdotes con dificultades ante los Tribunales... Conocía que don Hernán Cortés, que murió siendo vicario general de Zaragoza, y estuvo muy cerca de él en Toledo, tenía en su archivo cosas importantes sobre todos estos extremos. Estoy seguro, que las tiene el actual obispo de Palencia, doctor Anastasio Granados, que ha publicado una importante biografía de Goma. Pero sería interesante saber más, sobre todo, porque veo muchos libros de memorias incompletos, desmemoriados, inseguros, desorientadores.

Me ha extrañado que en las memorias recientemente publicadas por Ramón Serrano Súñer el nombre del cardenal Gomá figure anecdóticamente solamente dos veces, mientras se dedican varias páginas al cardenal Segura, que, por el puesto que ocupaba, no tuvo ninguna aportación de interés en aquellos años, como no fueran chispeantes situaciones, sin influencia ninguna en el curso de los acontecimientos importantes. No he visto nada en las páginas de Serrano Súñer de la prohibición de la difusión de la pastoral que el cardenal escribió después de la guerra con el título «Lecciones de la guerra y deberes de la paz», de los muchos problemas con la Prensa y las asociaciones católicas, de la disolución mediante decreto de los estudiantes católicos, de la tremenda presión ejercida sobre la Editorial Católica –por ejemplo, no figura siquiera el nombre de Juan José Pradera–, y de la que podría habernos hablado, porque fue quien más la soportó, don Francisco de Luis. Sé, por otros libros, que en las tensiones producidas por personajes políticos del año 39 y próximos, con el cardenal, las distensiones se producían por la intervención directa y eficaz del jefe del Estado, Generalísimo Franco, de quien Gomá hace cumplidos elogios.

Sería importantísimo profundizar en temas como los reseñados más arriba, que están en la raíz misma de nuestra Historia próxima, y explican hechos y posiciones de ayer y de hoy. Yo, que personalmente participé en algunos, fui y sigo siendo fiel a mis creencias –que nunca abandono, razón por la cual no necesito inquietarme para buscar la postura cómoda y rentable–, y a quienes juzgo maestros por su ejemplaridad. Por eso hablo aquí del cardenal Goma. S. G. H.