Filosofía en español 
Filosofía en español


[ Juan Alberti ]

Estrategia de una genial política social


Un discurso lo hace cualquiera que sepa pronunciar seguidas, media docena de palabras. Una lección no sabe explicarla todo el mundo y apenas logran conseguirlo los maestros. Ya hemos dado con el nombre que cabe atribuirle a Girón después de oírle su discurso de Mieres.

¡Perdón! El discurso de Mieres no fue un discurso, fue una lección de apologética social que dibujó sobre el azul cielo astur, como sobre un papel cuadriculado para la topografía militar, el mejor supuesto táctico para resolver la difícil contienda social de nuestro tiempo. Allí, el Ministro de Trabajo, rígido, pálido, fogoso, estremecido ante una masa en pie, firme, resuelta y consciente, no fue ni un político, ni siquiera un demagogo: fue un estratega.

Si una vez Napoleón, ante las pirámides, repasó delante de sus huestes andariegas, y en el breve pensamiento de una frase triste, todo lo efímero y caduco de las grandes empresas terrenas mostrando a los soldados aquellos restos arqueológicos de cuarenta siglos civilizadores, Girón mostró ante los cráteres de las minas y el intensivo trepidar de los corazones mineros, latiendo a un solo ritmo de adhesión y obediencia, los cadáveres embalsamados de dos ideas sociales que, en dura lucha por la preponderancia, han terminado por perecer.

Mucho ojo, sin embargo, con este parte de bajas, que sirve un poco de espejismo a bastantes conciencias españolas. Porque las dos ideas en lucha, que han configurado una terrible contienda sociológica desbordada hacia la batalla social, sólo han perecido en España, sólo han quedado yertas, inermes, extinguidas, sobre el campo español. Pero nada más que en España.

Para nadie es un secreto que estas dos ideas beligerantes son la idea democrática, en plena crisis, y la idea colectivista, o comunista, en pleno auge. Y para ningún español es menos secreto que nuestra tercera idea, la apuntada y definida por Franco y esgrimida por Girón, ha tenido que vencer decisivamente a las otras dos rivales y, paradójicamente, aliadas en España contra nosotros. Fuera de España, la idea democrática, o filoliberal, fortifica sus últimos reductos frente a los ataques masivos de la idea comunista. La lucha es cruenta, dura y a la última sangre, y se perfila una batalla decisiva, en la que una de las dos caerá para siempre. Una gran batalla –bastante más terrible que el combate sociológico– donde corre peligro de perecer la humanidad misma.

Esta batalla es la que ha sabido ganar Franco con su estrategia social, una estrategia original y nueva, guerrera por española, bella por ser justa y audaz por ser ibérica, que ha ido a explicar Girón a Mieres sobre un terreno preparado para las grandes lecciones sociales. Que ha ido a proyectar Girón ante una masa que ha sabido escucharle, a pie firme, una extensa disertación de profunda táctica políticosocial, en que batió ideas peculiares y novísimas durante más de dos horas y media. Cuando algunos ligeros críticos, que nunca faltan, matizaban el elogio al discurso diciendo: “Fué más propio de un Instituto de Estudios que de una plaza de pueblo minero”, nosotros no pudimos menos de pensar que Girón tiene que estar poseído de un finísimo instinto de conductor de masas, porque no vaciló nunca en escoger a Asturias como lugar apropiado para su mejor y magistral exposición de hechos y de supuestos combativos. Ningún salón de Ateneo hubiese sabido guardar el silencio, la devoción, el recogimiento y la tensión de espíritu como los treinta mil mineros apelotonados sobre el asfalto municipal de una plaza de Ayuntamiento villano. He aquí ya el primer asalto ganado para la estrategia: el de conocer previamente el valor, la combatividad y la eficacia de los propios soldados. Antes de Mieres, Girón demostró conocer a los mineros; después de Mieres, los mineros acabaron de conocer a Girón. Y gracias a los mineros de Asturias todos los españoles han podido conocer esta tercera idea vencedora en la contienda social, alboreada por Franco y maniobrada por Girón sobre todos los campos de la batalla decisiva.

Porque en el repaso de Mieres Girón fue mucho más que soldado: ha sido un excelente general de Cuerpo de ejército, encariñado con la orden del Mando supremo y resuelto a diezmar al enemigo al ponerla en práctica. Fue un innovador genial que acertó con la táctica precisa para pulverizar a los enemigos. Táctica que ya empieza a ser observada por ese mundo en pugna y analizada con ojos un poco más suaves que los del rencor.

No olvidemos nunca que para ganar para Franco esta batalla Girón ha tenido que luchar en dos frentes, lo que es una lucha muy difícil, según parece. Hitler pensaba lleno de ilusión en la victoria porque entonces Alemania no luchaba en dos frentes como en el 14. Cuando esto ocurrió el gran Ejército alemán fue vencido y derrotado.

Girón, gran general de Franco –para nosotros un nuevo Rommel de la contienda social–, ha luchado y ha vencido en dos frentes, que le atacaban de cara y por la espalda: el plutocrático frente demoliberal, que llama a la justicia social “carga social”, y el autocrático frente comunista, que llama a la esclavitud libertad.

De cómo ganó esta batalla lo saben hoy todos los españoles, porque Girón fue a decirlo a los mineros de Asturias, en la plaza de Mieres, sencilla y llanamente como si estuviese proyectando una película documental.

J. A.