Filosofía en español 
Filosofía en español


[ Rodolfo Gil Torres ]

Franco y el Mediterráneo árabe


Muchas y grandes cosas debe España al Caudillo. Es lo mejor su afán de ensanchar los horizontes. De sacar al espíritu nacional de sus rinconcitos y sus tertulias, acostumbradas a tender la vista al punto más lejano que pueda abarcar. Mirada amplia en lo interior cuando pide superar capillitas y grupitos diciendo: “Cuantos mayores fuesen los peligros y las vicisitudes que nos alcanzasen, más necesaria tiene que ser nuestra unidad. Falsear la unidad es falsear nuestra soberanía, debilitarla es trabajar por la anti-España... Unidad que hemos de construir, sobre lo que nos une, sobre lo que nos separa.” Mirada amplia en lo peninsular cuando, por vez primera en la moderna Historia realiza un acuerdo fecundo con Portugal hermano. Amplia también en lo mundial cuando viendo la gran razón de ser española en su Hispanidad americana articula lo que hasta ahora era retórica suelta en un organismo permanente de acción y estudio. Y, sobre todo, amplia en la enseñanza del mantener tensa la fe. “Fe más grande en los altos destinos de la Patria y confianza plena en su realización, cualesquiera que sean las pruebas que el destino nos tenga reservadas.”

También ha sido el Caudillo quien ha insistido en que España vuelva a recordar el Mediterráneo. Que nunca esté la Patria ausente de los problemas mediterráneos y en ese mar azul ocupe el puesto que le corresponde. Por emplazamiento, por raza, por destino histórico, por vocación de empresa. España guarda por derecho propio la puerta de ese mar cerrado y alegre. De tenerla segura depende su vida, ya que en el Estrecho está el corazón de la geopolítica española. Y en el programa de afirmaciones imperiales necesarias, son esenciales las afirmaciones que se refieren a las costas mediterráneas en la orilla del Sur. Ya más adentro del mar interior y en un sentido espiritual, es esencial lo español para el mediterraneísmo entero. Los dos momentos gloriosos de civilización plena que el “Mare nostrum” han conocido han sido Roma y los árabes. Roma hasta el siglo V. Los árabes hasta el siglo XIV en que su brillo cultural fue sustituido por la bárbara intransigencia turca. El alma española está tejida con lo árabe y lo latino. Ambas culturas han dejado aquí sus mejores frutos. Latinidad de Séneca y Mérida. Arabidad de Averroes y la Alhambra. Las dos nuestro espíritu. Ya a las dos nos ha vuelto a acostumbrar Franco. Entablando relación diaria con Roma inmortal, eterna y madre. Y abriendo la curiosidad española al amplio espacio de lo árabe.

foto
El Zoco Chico, de Larache, construido en la época de dominación española y restaurado bajo la España de Franco


Cuando en Marruecos la guerra de Abdelkrim cerraba el horizonte y daba al problema de África un falso aspecto colonial, Franco fue el primero que con sagaz previsión supo encuadrar la relación de españoles y marroquíes dentro del marco exacto de la cultura y la Historia hispanoárabes. También comprendió que lo esencial no era ver en los moros la religión diferente sino el carácter idéntico. Por ser marroquíes y españoles justamente herederos de aquel “Alandalus” que fue una civilización más que una pugna religiosa. La España mora blanca de arcos sobre columnas de mármol no sé diferenciaba mucho de la España latina con arcos parecidos. La toga era el jaique y el patio-jardín el mismo. Nada de esto había en Arabia oriental. Su existencia en España daba superioridad a lo árabe español sobre lo árabe de todas partes. Admirarlo y conservarlo no es admirar el residuo de una invasión extranjera, sino admirar la forma hábil que la España de siempre ha dado juntamente a lo árabe y lo romano poniendo en todo su sello castizo.

Nunca olvidó el Caudillo a esta España mora. Al ser jefe de Tercio se preocupaba con el carácter de la Aljama cordobesa. Al ser Generalísimo de las Españas se rodeó de jinetes moros como un Cid y un Guzmán el Bueno que mandaron tropas de lengua árabe y mantos blancos. Alentó con especial empeño el gran papel educador de la Escuela de Estudios Árabes de Granada y su internado marroquí. Trajo luego a Madrid más estudiantes moros. Impulsó la publicación en El Cairo de trabajos eruditos sobre Historia hispana y marroquí. Creó el Premio General Franco, que en dos ocasiones se ha dado a trabajos africanistas. Y, sobre todo, fundó en Tetuán el notable “Instituto General Franco para la investigación hispanoárabe”. Institución reciente y ya célebre por sus publicaciones magníficas.

foto
Peregrinos del Protectorado español en Marruecos, a bordo del “Marqués de Comillas”, en su viaje a La Meca


Después de devolver actualidad al problema hispanoárabe faltaba el dar a conocer esta España a todo el mundo que habla esa lengua. A todos los que en la Edad Media participaron en esta cultura en que España era la cima. Esta labor se hizo paralela a la anterior y provocó gran resonancia. Todo el mundo conoce las peregrinaciones de marroquíes a la Meca hechas durante la guerra en el barco “Marqués de Comillas”. Este hecho fue el más ruidoso, ya que el Rey de Arabia, Abdelaziz As-Suud declaró a los miembros de la misión huéspedes de honor. También provocó gran sensación que los marroquíes de la zona fundasen en El Cairo centros de enseñanza propios como la “Casa de Marruecos”. Pero todo esto con ser notable entraba dentro de la política general de la zona de Protectorado. Lo que sin sonar tanto resultó más profundo fue la visita a España, antiguo y admirado país de “Alandalus” de periodistas e intelectuales árabes. Nuestra Patria dejó de ser para ellos un recuerdo sentimental. Se convirtió en la realidad viva de una nación rejuvenecida y moderna.

El 10 de agosto del 1938 había dirigido el Caudillo una carta al célebre doctor Abdul Hamid Bey Said, Presidente General de las Asociaciones Islámicas Universales. Mensaje que termina con la siguiente invitación. “La Zona del Norte Marroquí tiene las puertas bien abiertas para todo el mundo islámico, y en sus habitantes que en ella viven gozando de completa libertad, tranquilidad, bienestar y respeto pueden comprobarlo los caudillos musulmanes y los conductores del mundo árabe que deseen visitarla, quienes podrán apreciar con sus propios ojos la verdad de los hechos... Sabed que la España nacional sigue con todo interés el despertar del pueblo musulmán y comprende los justos anhelos y aspiraciones de quienes en una época de materialismo supieron conservar sus tesoros de espiritualidad, reducto de la civilización amenazada y ser garantía de las empresas y del triunfo de los ideales...” Aunque esta carta iba dirigida al mundo islámico en general, surtió especial efecto en los árabes por ser más afines a lo español. Lo mismo entre los árabes católicos que entre los árabes musulmanes. En 1938 llegó del Líbano y Siria un grupo de selectos periodistas que recorrieron toda la España Nacional, incluso zonas de guerra. Eran los cristianos Chej Yusef el Jasen, Yusef el Aisa, Miguel Abu, Elias el Huais, y los musulmanes Hamdi Babil y Takied Dines Sulh. Al regresar a Oriente hicieron ferviente propaganda. Lo mismo ocurrió con algunos periodistas árabes de la Argentina y algún egipcio que había sido profesor en Marruecos. De América vino también a Tetuán, atraído por el nombre de “Alandalus” el filósofo árabe católico Amin Rihani. Y desde entonces fue la entera arabidad emigrada en América española coro entusiasta de alabanzas a la nueva España y su Caudillo.

foto
La mezquita de Nador luce su iluminación nocturna


El porvenir del mundo es aún incierto y un mero orden de cambiar toda su organización. Pero es seguro el alto papel que a los árabes se reserva. Y en ese mundo árabe cada vez más alto ha quedado prendido para siempre el culto a España el afecto a Franco. FRANCO, nombre que es ya es en Oriente árabe símbolo y esperanza. El arabismo, que guiado por el Gran Mufti Amin Husseini se alzó el 1 de julio de 1936 contra el mismo enemigo que España diecisiete días después, no olvidar nunca esas coincidencias nuevas juntas con las antiguas hermandades.

Rodolfo Gil Benumeya